Recibimos la infausta noticia del fallecimiento físico de Jorge Bergolio, el amado Papa Francisco, el primer latinoamericano, que nació en Argentina en 1936 y llega a las alturas, también el primer integrante de la Orden de Jesús, fue ordenado sacerdote en 1969 y el 2013, tras la renuncia al papado de Benedicto XVI, fue elegido como sucesor de Pedro, líder máximo de la Iglesia Católica universal.
Tuve y mantengo por el Papa Francisco una especial admiración, consagró su vida a todos, especialmente a los más pobres, profesó y practicó con inmensa humildad los mensajes de Cristo tomados de la fuente original, fue un irreductible defensor de la dignidad de la persona humana, la justicia social y la verdad. Se propuso cambios trascendentes en la Iglesia, algunos los logró y otros esperan su realización, Dios quiera que quien lo suceda los concrete. Nos deja el Santo Papa un legado de entrega total y de defensa irreductible de los Derechos Humanos. Nos amó a todos sin distingos y dentro de su inmensa humildad nos pidió que oráramos por él para que su fragilidad y debilidad humanas no se manifestaran y fuera un fiel y leal servidor a Dios Padre Eterno. Él era infalible solo en cuestión de Fe. Se dejó querer por todos y fue un fiel y excelso amigo. Se fue de entre nosotros el Vicario de Cristo, el Sumo Pontífice romano y con absoluta y rotunda verdad inició su ascenso hasta los aposentos del Padre Eterno y estar a su lado, desde allí seguirá pendiente de nosotros, de nuestra felicidad y bienestar material y espiritual.
El pueblo de Dios lamenta profundamente su partida terrenal en la seguridad que le será de mucha utilidad a nuestro Señor, rey de reyes.
Nuestro amado Francisco dijo, “Quiero una Iglesia pobre, del pueblo, para el pueblo y con el pueblo”. Se despojó de todo lo que consideró ostentación que estimó como un alarde de exhibición excesiva y que la única que debíamos tener es la interna, como la inteligencia, conocimiento y habilidades al servicio de Dios, mientras que la externa es jactancia, vanagloria, lucimiento y petulancia que es exagerada y vana presunción.
Nos dijo Francisco: “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad”. También afirmó: “No temas al tiempo, nadie es eterno, solo Dios; no temas al llanto, te limpia el alma; no temas a los retos, te harán más ágil; no temas equivocarte, te hará más sabio y no temas a la soledad, Dios siempre está contigo”.
Segura paz a su bendita alma. Oremos por su descanso eterno en la seguridad que nos volveremos a ver, lo de hoy es un sencillo hasta luego.