El proceso electoral que se avecina abre las puertas para rescatar la democracia en el país, siempre y cuando el gobierno se convenza de que, si pierde las elecciones y acepta los resultados, como en cualquier país democrático, puede haber una negociación, un diálogo, para enfrentar los desafíos que plantea el momento que estamos viviendo.
Puede ser que no haya presión social en las calles, pero la realidad es terca y habla con una crudeza brutal: una caída del 75 por ciento del PIB, no es otra cosa que un empobrecimiento galopante. Son los hechos, vistos con realismo, sin ideologías, los que presionan a favor de un nuevo estilo de gobierno, a un cambio de políticas. “No se puede poner a Cuba, tal como se hacía en la década de 1960, como la gran esperanza de la humanidad, porque si se abren las puertas de la Isla, se vacía el país”.
Si queremos atraer inversiones nacionales y extranjeras, hay que quitar el cartel que dice “exprópiese”. El papel de la Fuerza Armada es fundamental en un proceso de transición que comenzaría con la elección presidencial y serviría para potenciar la productividad de los venezolanos y crear una nueva cultura política. Quien habla es el padre Luis Ugalde*.
¿Cómo evalúa el momento político actual?
Yo creo que en Venezuela estamos ante un cambio histórico, de una dimensión muy distinta, muy superior, a lo que es una elección presidencial. El cambio que estamos viviendo se asemeja más a lo que se vivió a partir de la muerte de Juan Vicente Gómez (1935) y toda esa transición, que no fue corta sino larga, en la búsqueda de una democracia, que no habíamos tenido. Evocar el momento actual, nada más en lo que sería una elección más, no nos ayuda a entender la realidad; porque venimos de un cuarto de siglo, 25 años, nada más y nada menos, de un gobierno, de un régimen, que dijo: todo lo que habíamos heredado no vale, al 23 de Enero hay que ridiculizarlo, como el paso a la democracia y el pacto entre diversos partidos. Se hizo el intento de borrar eso y de instaurar otra realidad que, supuestamente, iba a resolver todos los problemas de los sectores pobres del país.
Sí, hay que tener una visión de largo plazo, teniendo en cuenta que el escenario es muy distinto a aquel año. Yo quisiera rescatar de esa etapa algo que costo muchísimo, que fue la estabilidad política. Toda esa transición estuvo marcada por la crispación y la difícil convivencia entre los venezolanos. ¿Qué podríamos hacer para no cometer los errores del siglo pasado?
Hay varias cosas. La Venezuela del año 1935 no tenía ninguna experiencia de democracia, ninguna, en casi siglo y medio. Nosotros sí la tenemos. Ese dato es muy importante. Por otro lado, otra circunstancia que va a ser muy distinta, y que tenemos que explicitar y tomar más conciencia, es que en este momento, no sólo se trata de rescatar una Venezuela democrática, sino una Venezuela que no cuenta con la renta petrolera, en el monto y el modo en que la contó aquella Venezuela de tres o cuatro millones de habitantes. Estamos produciendo un millón de barriles, sí. Pero estuvimos en cuatro millones. Entonces, no podemos vivir del barril de petróleo. El sector energético va a ser importante, digamos la minería en general, pero el motor del desarrollo y del funcionamiento político, ya no está ahí, sino en la productividad de la población.
Hay varios sectores políticos, incluido el gobierno, que hablan de la necesidad de superar el rentismo petrolero. Pero se vende como una cuña publicitaria. Pero se hace muy poco para aumentar la productividad y enfrentar los desarreglos de la economía venezolana. Y esa realidad no tiene ni seguidores ni eco en muchos venezolanos, porque eso supone superar el clientelismo, el populismo, el caudillismo. Es decir, muchas de las taras que caracterizan el funcionamiento de la economía y la política en el país.
Sí, lo has dicho. Se hace muy poco. Yo creo que es así. Pero el tema no es si queremos tener un país productivo o no. Si yo tengo la lotería en la espalda, yo puedo vivir de la lotería. Pero si no la tengo, cuanto antes me olvide de esa lotería -aunque un millón de barriles no es poca cosa- y me enfoque en potenciar las inversiones en los sectores productivos, tanto mejor. ¿Dónde está la clave? En la educación. ¿Cuál era el peso productivo de la población del país en el año 1936 y cuál es hoy? Recientemente, se publicó un informe en Estados Unidos, según el cual la migración más educada que ha llegado a ese país, es la venezolana. Eso quiere decir que hay una mina que está ahí. Entonces, hay una diferencia radical. Lo que hace falta es una visión política, una forma de gobernar, basada en potenciar mucho más la educación, sabemos que en este momento estamos por debajo del sótano, y potenciar inversiones nacionales e internacionales, aunque ahí también hemos llegado a menos cero. El potencial minero de Venezuela siempre será un atractivo, pero el uso de los recursos que genere la minería, en general, hay que orientarlo a potenciar la capacidad productiva de la población.
No son pocos los que creen que todo lo que ha planteado sólo se puede hacer si hay un cambio político. ¿Usted qué cree?
De eso estoy totalmente convencido. Si en las próximas elecciones gana el actual gobierno, seguirá jugando a que la renta petrolera, mucha más escasa, le servirá para mantenerse en el poder, para sobrevivir en el poder. Y Venezuela no va a cambiar con un país empobrecido. Eso hay que decirlo. Hoy, Venezuela, es mucho más pobre que hace 25 años. El cambio no es solamente vamos a tener un nuevo presidente, sino que lleva dos apellidos: cambio democrático productivo. Toda la inversión, nacional y extranjera, hay que orientarla a la generación de empleo productivo. No podemos seguir, solamente, con una economía petrolera que quizás genera 100 mil empleos concentrados en las zonas de producción. Tenemos que pensar en el turismo, por ejemplo, que, por sus atractivos, podría extenderse a toda la geografía del país.
Ahora que se habla de transición pienso en Polonia, en la república Checa, en Suráfrica. En todos ellos, la sociedad presionó a los gobiernos de tal forma que los tenía entre la espada y la pared. No veo que eso esté pasando en Venezuela.
Creo que estás señalando un punto fundamental, un cambio de ese tipo se hace porque no tienes otra alternativa. Nosotros no vemos venir el toro, a lo mejor nunca llega, pero cuando te encuentres con la realidad y veas, por ejemplo, que el Producto Territorial Bruto de Venezuela perdió el 75 por ciento en tres años, entiendes que no somos un país rico sino un país pobre, pobre de solemnidad. Cuesta aceptarlo. O si llegamos a la conclusión de que eso es así por el gobierno que tenemos, pero mañana salimos de él y volvemos… No, no es así. El cambio que pudiera iniciarse con la elección presidencial debería ir más allá y contribuir mucho al cambio cultural.
Lo escucho y pareciera que da por hecho que los venezolanos se van a pronunciar por el cambio político. Pero en estas elecciones se han puesto los mismos obstáculos, las mismas restricciones y se han agregado unas nuevas. La pregunta que todos nos hacemos es: ¿Va a haber elecciones?
Si hay cambio presidencial, hay que tomar en cuentas esas cosas. Vamos a la pregunta. ¿Va a haber cambio presidencial? Por supuesto, el gobierno tiene la decisión tomada de que no lo habrá, de que no van a entregar. Y están a tiempo completo, viendo qué pueden hacer para no entregar. Hay toda la variedad de opciones. Pueden sacar del juego al candidato, por la razón que sea; pueden eliminar la tarjeta, pueden hacer mil cosas. Pero ese es otro capítulo. Lo más preocupante es la convicción que tiene el gobierno, pase lo que pase, nosotros no vamos a entregar. Vamos a continuar.
Eso, en un demócrata, es inconcebible.
Como es inconcebible que en un partido de fútbol me metan tres goles y yo meta uno, pero yo gano. Ya veré que hago con el árbitro. No, no hay que hacerse la ilusión de que hay unas elecciones democráticas garantizadas. Hay reglas de juego y su aplicación está sujeta a un gobierno plenamente autoritario, que tiene la exclusiva del poder, de la fuerza armada y la policía. Ese es un hecho. Entonces, es otra reflexión que tenemos que hacer los venezolanos y quienes ejercen el poder y están en el gobierno. Bueno, son tres o cuatro periodos presidenciales seguidos. Eso no está en la mentalidad de la población después del año 1958.
Después de dos períodos como presidente del gobierno de España, Felipe González dijo que estaba cansado, que estaba harto de sí mismo. Quizás porque entendía que el poder desgasta y los gobiernos se agotan. Yo creo que esto, que se ha llamado la revolución bolivariana, está más que agotada.
Justamente, ese punto es el que más necesita el gobierno entender en este momento. Y más allá, los chavistas. Yo creo que son mucho más de la mitad de lo que fueron los que dicen: sí, por favor, cambio, porque vemos los resultados. Y, por el otro lado, está el cogollo del gobierno, con una prédica que tú la oyes y dices: ¿En qué mundo viven estos? No tiene que ver con la realidad. El milagro económico que estamos haciendo. Todo el mundo maravillado, mirando hacia Venezuela. ¿Pero dónde estamos? Cuando todos los índices de hambre, de desnutrición, de desempleo, están enormemente deteriorados. Lo que has señalado es la virtud fundamental de la democracia. Usted es demócrata cuando acepta que se puede ganar y se puede perder. Y, si pierdo, no me voy. Habrá otra oportunidad. Revisaré los errores que cometí. Me bajaré del mito que se creó bajo la elocuencia de Chávez y empecemos a hablar de las realidades del país y no sustituirla con cuentos que ya no engañan a nadie. Si mi salario no llega a 30 dólares sumando todos mis ingresos, por favor, no venga a echarme un discurso. Eso está ahí y seguirá deteriorándose si seguimos con este régimen.
Tantas veces hemos dicho que ya tocamos fondo, pero no nos engañemos: siempre se puede estar peor. La oscuridad es infinita, porque la construimos a diario nosotros mismos. Esa es otra reflexión que tenemos que hacer los venezolanos.
De acuerdo. No se toca fondo y siempre se puede estar peor. Es una convicción muy importante. Se pueden ganar las elecciones y no lograr establecer el gobierno democrático, porque el perdedor tiene la voluntad, muy decidida, de no entregar. Esa es la situación en la que estamos. Es muy importante lo que dijo Felipe González: perdimos la elección, entregamos y volveremos a la lucha, a la alternabilidad.
Betancourt dijo: We will come back.
El candidato, González Urrutia, ha insistido mucho en rescatar la alternabilidad. Es una palabra muy importante: alternabilidad. No es que yo te voy a suplantar a ti. Tú hiciste lo que te dio la gana y yo estoy ofendido. Entonces, en el siguiente periodo yo te paso la factura, etc. No. La democracia es un pensamiento distinto. Muy bien, perdí. Voy a reconocer y, por supuesto, los periodos presidenciales tienen un límite, justamente por esa razón. Entonces, vamos a trabajar para una próxima oportunidad. Y, los partidos, no son excluyentes a muerte. O yo o tú. No, yo voy a trabajar con base a tus errores para que los venezolanos me den la confianza a mí. Si no lo hago bien, a los seis meses ya me la quitan.
Si vamos a la teoría política y el gobierno se convence de que aún perdiendo las elecciones no va a entregar, ya sea mediante un fraude electoral, desconocer las elecciones o dar un autogolpe, ¿Cómo lo vería Luis Ugalde?
A ver, estamos hablando de la realidad. No de los sueños que se montan. La realidad es que el poder lo tienen los militares. Este gobierno no es nada sin el poder de los militares. Y la Constitución que hizo este gobierno es muy clara, sobre cuál es el papel de la Fuerza Armada, cuyo papel es extraordinario. En esto que estamos hablando, de recuperar la democracia en el país y entrar en un proceso productivo, sin la ilusión de que vuelve la bonanza petrolera abundante, la Fuerza Armada juega un papel fundamental no partidista. Lo que pasa es que hay mucho pudor para hablar de eso. Uno lo entiende. Pero es obvio que la Fuerza Armada, sus generales, sus integrantes, ve el futuro del país y el de su familia. Y ve sus sueldos, por supuesto, acá, como en el gobierno, hay gente que se ha hecho multimillonaria. Pero los sueldos que devengan los militares, son sueldos pobres. Eso es lo que tengo entendido y me han mostrado cifras. Entonces, es muy importante poder hablar de estas cosas, con mucha serenidad. No somos antimilitaristas. Tienen una función, una función muy concreta.
Creo que dijo algo muy determinante: la Constitución que hizo el propio gobierno. Entonces, tendríamos que pedirle al gobierno que se atengan a la Constitución que ellos mismos hicieron.
Si, yo estoy absolutamente convencido de eso. Y, por supuesto, en la Constitución hay cosas que con el tiempo se cambiarán. Una de ellas, la reelección indefinida. Probablemente la discusión si el parlamento debe ser bicameral o no. Pero más allá de eso, lo fundamental de la Constitución, yo creo que no lo cuestiona nadie. Ahora, una cosa es que se utilice la Constitución para marcar la dirección por donde se tiene que ir. Y otra cosa es que se utilice la Constitución para tapar la realidad, para falsearla. El horizonte que necesita Venezuela requiere mucho esfuerzo y mucho acuerdo entre venezolanos. La mitad de los venezolanos no puede sacar el país adelante. Ni esta mitad, ni la otra mitad de la mitad. Tenemos que recuperar la capacidad de conversar, de discutir. Se puede discutir con vehemencia, pero con argumentos. Por ejemplo: se maltrató, se asustó a la inversión extranjera, pues tenemos que apoyarnos en los organismos multilaterales, en los gobiernos democráticos y en ese sentido también hay que oír a Brasil, un gobierno de izquierda, a Chile, a la propia Colombia, todos ven que, sin una sensatez, sin un realismo mayor, sin una apertura, sin una capacidad de sumar el país, no vamos a reconstruir la nación. En ese sentido es muy importante crear un clima electoral donde no gobierne la trampa. Tú lo has dicho. No sabemos todavía si el candidato González Urrutia va a llegar hasta el final. Voy y aprieto un botón y la tarjeta de la Unidad ya está anulada. Ese es el terreno donde estamos, pero si el cambio se inicia con la elección venidera, eso abriría las puertas a un nuevo estilo.
A que el lapso entre la elección presidencial y la toma de posesión, en enero próximo, sirva para llegar a negociaciones y acuerdos para iniciar una auténtica transición en el país. ¿No es algo paradójico?
Usted tiene que poner los pies en la tierra y si usted no es capaz de ver que dos terceras partes de la población está en la miseria y que hay que responder a eso, por mucho que usted se proclame neoliberal o lo que sea, no tenemos futuro. Entonces, hay que entrar en una realidad mucho más humilde, sin ideología, porque el cartel del socialismo ya no sirve para nada. ¿Dónde está el socialismo que usted quiere? ¿En qué país? No existe. Existe la socialdemocracia que combina una economía de mercado, capitalista, y una política social que es responsabilidad del gobierno. Pero el comunismo no existe. Mire a Cuba. Hablemos de realidades, no de comedias. Usted no puede poner a Cuba, como se hacía en la década de 1960, como la gran esperanza de la humanidad. Si usted abre las puertas se vacía la Isla. Entonces, creo que estas elecciones y el proceso que se abre nos tiene que llamar al realismo y una verdadera transición.
30 de junio 2024
Prodavinci
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