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Más sobre el “perdón” de Maduro

Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 1 min.

Empiezo por decirle al señor Maduro que ser cristiano es tener fe en Jesucristo, creer que mediante la gracia de Dios Padre y su hijo podemos arrepentirnos de alma y corazón y nunca jamás como estrategia. 

Es tomar sobre nosotros el nombre de Cristo, que además de ser bautizado, es practicar sus enseñanzas, es luchar por el Bien Común y la Justicia Social, es amar a Dios y al prójimo como así mismo, es ser solidario, es practicar la caridad, es servir y nunca servirnos, es creer en la existencia de la Santísima Trinidad formada por Dios Padre, Dios hijo y el Espíritu Santo, a través de los cuales los seres humanos podemos alcanzar la vida eterna. 

La convicción Cristiana se manifiesta en el trabajo por el pueblo, para el pueblo y con el pueblo y atender con privilegio a los más pobres, necesitados y urgidos. En fin, ser cristiano es amar a Dios sobre todas las cosas y servir a los demás. El verdadero y buen cristiano recibe el Espíritu Santo de Dios y de esa manera Cristo puede vivir dentro de él.

Ahora bien, una persona que tiene sumido al pueblo en los más escandalosos niveles de pobreza y de hambre, que es capaz de asesinar a siete venezolanos que se encontraban en una casa de El Junquito con un misil e ir al sitio para darle un tiro de gracia a cada uno, una persona que transformó el país más rico de Latinoamérica en uno de los más pobres del mundo, un hombre que encarcela, tortura y hasta asesina a la disidencia, un hombre que no sabe que es la Santísima Trinidad y el Espíritu Santo, ¿puede llamarse cristiano?

Maduro usa el perdón como una sucia estrategia a sabiendas que la inmensa mayoría del pueblo venezolano es cristiano y piensa que por esa vía puede ganar adhesiones que jamás logrará; está en caída empujado por el pueblo.

Dios no es engañable, Él todo lo sabe y está presente en nuestra vida y su justicia se hará presente conjuntamente con la del pueblo, que se manifestará masivamente el próximo 28 de julio, eligiendo a Edmundo González Presidente de la República y expulsándolos del poder por y para siempre.