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El mantra

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 4 min.

Se piensa que la primavera árabe fue lo que las imágenes enseñaron, románticas jornadas de masas en las calles por la libertad, igual que Ucrania. Los videos espectaculares del final simplificaron la complicadísima trama de amarres precedentes, varios de ellos tortuosos y de consecuencias terribles. Lo esencial para el oficio político, las complejidades para construir desenlaces, no lo es para la antipolítica, esa nueva dinámica que lleva los jugadores “doble AA” directamente a las grandes ligas y luego al desastre, como vimos en 20 años.

En Edipo Rey, la aterradora esfinge arrojaba a los hombres al abismo mientras exclamaba “el vacío al que caes está dentro de ti”. Pero la primavera se convirtió en canícula desértica y en el ocaso de países milenarios como Siria y Libia. Egipto salió de una dictadura a otra, salvándose por poco del fundamentalismo de Hermanos Musulmanes, y Túnez trata de nadar con brazos amarrados. Varios cambiaron el terror por el desastre, peste por cólera.

Desde hace décadas se desarrolla la transitología que ya acumula un tesoro bibliográfico, y por los menos tres grandes tratados que recogen la mayoría de las experiencias y cuentan detalladamente cómo se lograron. Los cambios de régimen salieron bien cuando los protagonistas jugaron con variables políticas reales, y no abundan mantras, como los define @Karla_ngj, en secuencia inmodificable: “cese a la usurpación, gobierno de transición, elecciones libres”. Todo mantra es aneuronal y pelético como ese de “jugar en todos los tableros”. Y el abrazo del oso mántrico son las “condiciones electorales”.

Mantra de las condiciones

Y en la historia de las transiciones, el abstencionismo o boicot electoral, fue una bestia exótica. En Brasil contra la opinión de Dilma Rousseff, en aquel entonces joven jefa de la organización armada Val-Palmares, la oposición concurrió a elecciones de segundo grado y ganó, ante la estupefacción de la dictadura. En Polonia Jaruselski convocó un proceso viciado con un mecanismo que le garantizaba mayoría previa de diputados, pero Solidaridad obtuvo todos los cargos a elegir. La oposición panameña le ganó a Noriega en 1989 en medio de la violencia de los batallones de la dignidad, por no recontar el caso de Violeta Chamorro en Nicaragua.

Hay incontables ejemplos de triunfos electorales en procesos sucios y debemos fijarnos en nuestra propia experiencia. La oposición concurrió a las parlamentarias de 2015 aunque el gobierno había quebrado la institucionalidad para ponerla a su favor. Bajo la orientación de Tibisay Lucena cambiaron circuitos electorales con desbocados jerrymandering. Migraron a los ciudadanos de sus centros de votación. A última hora desorganizaron las planchas opositoras al aprobar paridad de hombres y mujeres, los colectivos creaban terror por las calles y Capriles denunció que sacaron testigos a punta de pistola de los centros de votación.

Los médicos cubanos se convirtieron en maquinaria de extorsión electoral. En 2018 en vista de que estaban inhabilitados los candidatos “naturales” y Lorenzo Mendoza no aceptó serlo, la excusa para no permitir un outsider fue lo de las condiciones, las mismas del triunfo en 2015 que obtuvo la Asamblea Nacional. Todo lo ganado en estos 20 años, ha sido por votar. Y todo lo perdido fue por abstenernos. Claro que queremos votar decentemente. Pero el mantra suena a argucia con fines no expuestos.

Día del abecedario

Mientras en el norte deshojan la margarita de la invasión, se anuncia un nuevo “día D”, otro intento de asalto civil al poder. En años recientes y el primer trimestre del actual tuvimos días D, X, Z, Y, y el Presidente colombiano declaró hace un mes que el gobierno caería en horas. Comenzamos con el 5 de enero, seguimos el 10, luego el 23 de enero y el 23 de febrero. Así podríamos seguir en cada fecha patria, Día de la bandera, 19 de abril, 24 de junio, 5 de julio, 24 de julio, etcétera y ya tenemos precedentes de tales secuencias. Así otro mantra, la amenaza creíble, como todo tiene su coyuntura, perderla torna el drama en comedia.

La oposición escaló un gran pico que le permitía sentar creíblemente al gobierno con la Unión Europea. El 23 de febrero eso cayó aunque de nuevo se ha repuesto y no es recomendable dejar pasar otro buen momento. El punto es que la idea de que la solución deber ser electoral y producto de un acuerdo con el gobierno y los militares, parece no tener relevancia para algunos y luce que se trata de nuevo de patear la puerta, el mismo esquema de 2014 hasta hoy, mientras musitamos el mantra “cese de la usurpación, gobierno de transición, elecciones libres”.

Patear la puerta, la insurrección cívica y desarmada, simplezas tales como “el 187.11”. Se echó mano al 233, al 333, al 350 y posiblemente no alcancen los artículos de la Constitución. Preocupa algo en la larga ristra de agradecimientos. Aparecen los gobiernos de EEUU, Perú, Colombia, Brasil, Paraguay, Chile, Argentina, Ecuador y el grupo de eurodiputados que vino a cuestionar al trabajo de Federica Mogherini. Pero no se le reconoce a ella, que suena gran esperanza de que este aquelarre pudiera conseguir una vía de salvación. A Mogherini y a la Unión Europea no conviene excluírseles de los reconocimientos.

@CarlosRaulHer