El mundo militar y el civil son esferas que conviven dentro de una misma sociedad, pero funcionan con lógicas, valores y estructuras muy distintas. Entender estas diferencias ayuda a comprender cómo se organiza un Estado y como se equilibran la seguridad, la vida cotidiana y sus libertades.
La razón de ser del mundo militar es la defensa de la Nación y protección de su territorio, soberanía e integridad. Debe ese mundo estar preparado y equipado para actuar en situaciones extremas: guerra, amenazas o emergencias. El mundo civil tiene como propósito la vida cotidiana, el desarrollo social, económico, cultural y político, que incluye servicios públicos eficientes e instituciones como hospitales, escuelas, empresas sociales y culturales de la población. Deben predominar los derechos individuales y colectivos y las decisiones son discutidas, se negocian y se cuestionan.
En el mundo civil existen diferentes opiniones que en la consideración y el diálogo concluyen en acuerdos; los intereses del mundo civil suelen ser menos rígidos y las relaciones se basan en convenciones y legalidades y no en órdenes directas de obligatorio acatamiento y cumplimiento.
Aunque esos mundos son muy distintos, ambos deben coordinarse para mantener un Estado sano y razonable. En las democracias los militares están subordinados al poder civil legalmente constituido y ello obedece para evitar golpes de estado y militarización de la política. El militar no debe gobernar porque no está formado para ello y el civil no debe partidizar a la Fuerza Armada. Bien lo dijo nuestro Libertador Simón Bolívar, “El militar está formado para defender la Patria, no para gobernarla”. Esta sentencia del Libertador seguramente la emitió en atención a que la formación militar dista mucho de ser democrática donde se discute y debate todo; en los cuarteles las órdenes se acatan sin ningún tipo de discusión.
Generalmente un militar en el ejercicio de la presidencia de un país, electo o por la fuerza, se desarrolla en un ambiente cargado de fuerza y autoridad, sin admitir disidencias; los ejemplos nuestros son bastantes.