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Con nosotros el cambio es posible

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 4 min.

(Parte I)

Tener un gobierno cuyo desempeño sea considerado por una mayoría como “bueno”, que además y en efecto se destaque por la aplicación de políticas públicas que conduzcan al desarrollo integral de un país, con especial énfasis en la inversión en materia de educación, salud, recreación ciudadana y seguridad social, cuyos integrantes –formados para gobernar-, entiendan y respeten la necesaria relación en la distribución y desarrollo del Poder Público y la no menos importante autonomía que debe prevalecer en la actuación de las ramas del Poder Público Nacional; unido todas esas características, al empeño de ese gobierno por favorecer la descentralización y encaminar el empoderamiento ciudadano haciendo accesibles los gobiernos locales bajo la vigilancia ciudadana. Un gobierno nacional que predique con el ejemplo sabiéndose primeros servidores, funcionarios o responsables públicos, donde el respeto por el Contrato Social de un pueblo, su Constitución, sea una conducta normal, esperada y lo excepcional y por supuesto expuesto al castigo público y privado, sea su desacato o incumplimiento. Todo eso en un gobierno, pasando por la transparencia en el ejercicio gubernamental y la debida fiscalización y publicidad de los bienes propiedad del funcionario; un gobierno que respete los DDHH, la propiedad y la inversión privada, incentivo a la inversión y al consecuente empleo, confianza y respeto en el ordenamiento jurídico y las reglas del juego para el desarrollo nacional, repito, todo eso aunque parezca cuento de hadas, es no solo posible sino también “normal” en una sociedad responsable y vigilante de su presente y futuro. Entonces me pregunto: ¿qué hacemos, esperamos que ese “gobierno normal” nos caiga del cielo o actuamos como sociedad en el conjunto ciudadano?

Es posible tener ese “gobierno normal” con la participación activa, responsable y vigilante de la sociedad. Las sociedades ponen y quitan gobiernos, las sociedades organizadas velan y trabajan para darse el mejor gobierno posible y si se equivocan procuran y logran el cambio porque entiende que de eso depende el desarrollo de todos.

Nosotros, ciudadanos, podemos empezar con cambios o detalles que son significativos en el orden particular y podrían convertirse en poderosos apalancamientos para el desarrollo y actuación del colectivo, veamos: hemos escuchado y repetido que la acción política sin principios destruye al ser humano y a la sociedad y es verdad, pero también podríamos afirmar que la acción “ciudadana” sin principios destruye cualquier posibilidad de desarrollo local, regional o nacional e inclusive podría ser peor ayudando a quien o a quienes no lo merecen, no están preparados o son reconocidamente ladrones, a llegar al poder. También he escuchado decir que no importa que sea ladrón porque ahora está de nuestro lado y hay que sumar, es como aplicar a Nicolás, -me refiero al inteligente e incomprendido Maquiavelo-, en su conocido “el fin justifica los medios” y es también un refugio a esa corriente conductual perversa del “relativismo”, según el cual todo es relativo, es decir, los valores, principios y hasta la ética en el comportamiento ciudadano. Valga decirlo de otra manera, hay que crecer con todo bicho con uña que llegue sin importar a qué viene, de qué se refugia, de qué quiere salvarse o aprovecharse. Y así no es posible salir adelante y mucho menos tener ese gobierno no perfecto pero decente y confiable que hemos llamado “normal”.

Tampoco es verdad que nada que venga puede ser peor a lo que tenemos, escuche eso cuando estaba por morir ese proceso social que mal llaman cuarta República y lo escuche de nuevo cuando ya comenzaban a verse las perversiones del gobierno de Chávez y ahora otra vez con Maduro. Lo que sí es verdad es que puede venir algo peor. De qué depende eso, de nosotros, de la sociedad, de más nadie, podemos recibir apoyos internacionales e institucionales a esta lucha democrática y sin igual que estamos dando, pero jamás harán nuestro trabajo tan sentido y tan bien como lo podemos hacer nosotros los venezolanos. Esperar a los marines o confiar en un pase de luna del Sr Trump o entrar en el juego de un dictador como Castro o creer en la palabra del hijo de la Sra. Putin o un alumbramiento divino de Roma o poner todos los huevos en la OEA, ONU o cualquiera de estos organismos internacionales que están distraídos en tratar sobrevivir, es un error; y pensar que primero salimos de esto y después vemos, es entrar en un espiral de contradicciones e intereses peligrosos para la democracia que queremos. Nos toca a nosotros, que todos esos factores ayuden está bien, pero la responsabilidad de salvar a Venezuela la tenemos nosotros y salvarla para ponerla en manos de algo parecido o peor a lo que nos gobierna solo por el hecho de que ahora están de este lado o lo que es peor, por el solo valor de haber luchado, -por sus propios intereses-, del lado de la oposición creyendo que eso sería suficiente para ganarse el derecho a gobernar, sin que priven otros requisitos como la preparación, las ideas, la organización, la decencia y los principios y valores, sería imperdonable.

Tenemos que buscar la unidad nacional, SI. Tenemos que trabajar TODOS en una misma dirección, SI, pero que ello no signifique impunidad, sinvergüencería o hacerse la vista gorda con prácticas o con alguien o algunos que recordamos robaron ayer y que estamos seguros que al llegar volverán a robar y no sólo los dineros públicos sino lo que es más grave, los sueños de construir un país decente y próspero.

Hagámoslo bien, sin cálculos, sabemos hacerlo, Venezuela nos necesita a todos los que de buena voluntad queremos edificar sólidamente la construcción del país que nos merecemos. Adelante, haciendo nuestra parte, comenzamos. (Seguiremos conversando…)