En 1940, tal día como ayer, los alemanes entraron a Paris. Durante los primeros meses de la declaración de la guerra, los parisinos no la tomaron en serio y se referían a la misma como una drôle de guerre, que puede traducirse como una guerra atípica, cómica o que sorprende, algo así como lo que sucede con nuestra oposición. En La caída de Paris, Herbert Lottman, documenta que los alemanes sometieron a Francia no solo por el poderío de su ejército, sino también porque el Alto Mando francés no entendió los cambios en estrategia y en armamento operados después de la primera guerra mundial. También influyó la rivalidad entre los generales y, por si fuera poco, el sabotaje inicial de los comunistas por el pacto de no agresión entre Alemania y Rusia. Guardando las distancias, la narcodictadura de Chávez-Maduro se mantiene por el apoyo de la Fuerza Armada y del Poder Judicial, pero también porque nuestra oposición atípica no logra cohesionarse alrededor de una opción viable para salir del régimen.
Evidentemente, el régimen hará lo posible por no entregar el poder. Ante esta perspectiva la solución es compleja, con argumentos a favor y en contra de las posibles opciones. Sin embargo, eso no debe ser impedimento para que todos apoyemos una de ellas. Aunque han sido discutidas por distinguidos analistas, nos permitimos opinar al respecto.
Opción insurrección popular: es deseable porque es un derecho ciudadano. Ante tantas necesidades y malestar, extraña no se haya producido una huelga general indefinida. Sin embargo, hay que considerar que comerciantes e industriales temen, justificadamente, que los paramilitares rojos saqueen sus negocios. Además, con el paro cívico de diciembre del 2002, muchos negocios quebraron y miles de trabajadores perdieron sus empleos. Tampoco ocurren manifestaciones masivas como en años pasados por la represión brutal, con saldo de venezolanos asesinados, heridos, encarcelador y torturados. El ciudadano percibe que ese camino produjo dolor. Además, una dirigencia opositora dividida desestimula estas acciones.
Opción insurrección militar: algunos opositores tienen reticencia a una intervención de nuestros militares, esgrimiendo que después se pueden quedar con el poder. Esta excusa tiene poca base. Desde que se creó la Fuerza Armada, los militares solo se apropiaron de la presidencia el 24 de noviembre de 1948. Esta sería la opción menos traumática y es una obligación constitucional, pero depende de los militares. Muchos están presos, otros exiliados o pasados a retiro. El capitán de corbeta Acosta fue torturado hasta causarle la muerte. La disciplina militar se basa en superior manda y subalterno obedece, lo cual dificulta que una intervención tenga éxito sin participación del Alto Mando. Otra posibilidad es una acción conjunta de una fuerza militar externa dentro del concepto de obligación de proteger, pero es evidente que ningún país quiere involucrarse. Algunos proponen una invasión de militares y civiles exiliados, lo cual evidencia buenos deseos, pero no es realista.
Opción Asamblea Constituyente: cabe preguntar si es para cambiar el poder Ejecutivo o para cambiar la Constitución, y si este es el momento apropiado. Una Constituyente originaria tiene el riesgo de que el resultado es impredecible. Quizá lo procedente es reformar la Constitución cuando se hayan resuelto los problemas que aquejan a los ciudadanos. Sus proponentes tienen razón cuando afirman que es imprescindible cambiar el actual sistema centralizado.
Opción referendo revocatorio: esta opción es atractiva, ya que el CNE no puede negarla, aunque pondrá obstáculos. Tiene el escollo de que el 20 por ciento de las firmas deben recogerse en puntos escogidos por el CNE, y el recuerdo de las represiones por las listas Tascón y Maisanta. Descalificarlo porque ya esa pregunta se realizó en las consultas populares es no entender que las mismas fueron importantes desde el punto de vista político, pero sin las herramientas para ejecutar el mandato.
Opción negociar con el régimen: negociar es lo propio de seres civilizados. El que se negocie con criminales no significa reconocerlos, ni es pecado. Maduro es un usurpador, pero está en Miraflores. Evidentemente, el interés del régimen es ganar tiempo. Quizá podamos conseguir algo por presión del mundo democrático, en cuanto a condiciones electorales para las regionales y para un posible referendo revocatorio. Desde luego hay que insistir en elección presidencial y parlamentaria. Se entiende el pesimismo. Sin embargo, hay que intentarlo.
Opción electoral regional: no resolverá los problemas y las condiciones son de ventajismo para el régimen por tener inhabilitados a candidatos de la oposición y despojado de su tarjeta a varios partidos para otorgarlas a colaboracionistas. ¿Permitirá el CNE una tarjeta única de la oposición o devolverá las tarjetas a sus dueños legítimos? ¿Se comportará el CNE como organismo respetuoso de los derechos del votante? No fueron invitados como observadores la Unión Europea, ni a la OEA, que son quienes tienen experticia electoral. Solo vendrán algunos invitados en calidad de acompañantes. El régimen podrá anular gobernaciones que gane la oposición, como hizo con las de Bolívar y del Zulia. Se percibe que varios partidos consideran que deben participar, pero el reto que tienen es incentivar a los electores. Para entusiasmar deben, por lo menos, presentar buenos candidatos apoyados por todos.
Cierto que parece contradictorio habernos abstenido en las farsas del 2018 y del 2020 y ahora votar; además sería reconocer a la usurpadora Asamblea Nacional que eligió al actual CNE. Sin embargo, hay que entender que estamos ante un problema político y no legal, ni moral. Como tal debe discutirse. Por ahora, lo prudente es esperar a ver si sale algo positivo de las negociaciones. Sin embargo, el tiempo apremia y quizá lo acertado sería seleccionar los candidatos y, posteriormente decidir si votamos o no. Seguir desunidos da la impresión de una oposición atípica, por decir lo menos.
Como (había) en botica: El exgobernador Ramón Martínez fue un furibundos chavistas que atropelló a la Gente del Petróleo y de Unapetrol. Hoy está preso. Exigimos se le respete el derecho a la debida defensa. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!