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Persona non grata

Tiempo de lectura: 4 min.

Hace 50 años se publicó la primera edición del libro “Persona non grata” escrito por el intelectual chileno Jorge Edwards, fallecido recientemente. El éxito del libro opacó el resto de la obra literaria de Edwards por la cual fue galardonado con varios reconocimientos, entre los cuales destaca el Premio Nacional de Literatura de Chile (1994) y el prestigioso premio Cervantes en 1999.

En el libro citado Edwards vuelca su experiencia como representante diplomático del gobierno de Salvador Allende, en los primeros años de la década de 1970, ante el régimen de Cuba dirigido por Fidel Castro. El diplomático chileno debía preparar el terreno para restaurar las relaciones entre los dos gobiernos y abrir la embajada de Chile en la isla. Durante su estadía en Cuba el escritor se reunió con todos los sectores, en particular los relacionados con la cultura, muchos de los cuales eran críticos del régimen de Castro. En su condición de diplomático tenía acceso a las tiendas oficiales en las cuales expendían licores y delicateses vedados a la mayoría de los cubanos. Con ellos organizaba reuniones a las cuales asistían poetas y escritores cubanos que podían por unos momentos escapar de las penurias que implicaba vivir en la isla.

Después se enteraría, por boca del propio Fidel Castro, que estas reuniones eran espiadas por los agentes secretos del régimen el cual se enteraba en detalle de lo tratado en las mismas. Como era de esperar los poetas y escritores que asistían se desahogaban quejándose de las carencias diarias que sufrían y de sus limitaciones para escribir y publicar con libertad. Un hito importante en relación a este tema, fue el caso del poeta Heberto Padilla quien fue detenido por los cuestionamientos expuestos en una de sus obras, torturado y obligado a realizar una autocrítica pública en la cual confesó su supuesta conducta contrarevolucionaria y denunciaba a otros poetas y escritores. Edwards fue un testigo de primera línea de la tragedia del poeta Padilla; en este sentido su obra da voz a los intelectuales cubanos perseguidos por el régimen de Castro.

Al final el mismo Castro se reunió con el escritor chileno y le hizo saber la posición del gobierno y su desagrado en relación a los contactos de Edwards con los creadores cubanos, declarándolo persona non grata y exigiéndole que en un plazo prudencial abandonara la isla. Edwards abandona Cuba y se dirige a París donde Pablo Neruda había sido designado como embajador de Chile. Una vez en la capital francesa hace del conocimiento de Neruda los detalles de su desencuentro con Castro y su régimen. Neruda le da su apoyo e informa de ello al gobierno de Allende. Igualmente lo hacen algunos intelectuales que hasta ese momento habían apoyado al régimen de Castro, como Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Mario Vargas Llosa, iniciándose un progresivo distanciamiento de éstos con el régimen. Vargas Llosa en particular ha sido un acérrimo crítico de la dictadura desde ese momento.

Si bien en una primera instancia la reacción de los círculos intelectuales es desfavorable y Edwards es condenado al ostracismo; en la medida que el tiempo avanza se profundiza en éstos la fractura sobre el tema cubano, alentada por los creadores perseguidos por los Castros y su régimen. A finales de la década de 1980 Reinaldo Arenas y Jorge Camacho, dos disidentes cubanos exiliados, dirigen una carta a Fidel Castro emplazándolo a convocar un plebiscito luego de treinta años de ejercer un poder omnímodo sobre la isla. La Carta de Paris como se le conoce halló muchísimo eco en el mundo intelectual y concitó la firma de cien personalidades del mundo de la cultura como Octavio Paz, Juan Goytisolo, Yves Montand, Federico Fellini, Gerard Depardieu.

El régimen de Castro hizo cabildeos a nivel internacional que lograron amortiguar el impacto de los cuestionamientos de los intelectuales cubanos y del libro de Edwards; una vez que la Unión Soviética le retira su apoyo el líder cubano comienza desesperadamente a buscar una nueva inserción internacional y un nuevo mecenas. En este contexto se adscribe al Movimiento de los Países No Alineados que en un momento dado fue presidido por Carlos Andrés Pérez (CAP) lo cual le granjeó el apoyo de Venezuela y otros países.

En su nueva condición fue invitado a la investidura de CAP en su segundo gobierno. En esa oportunidad cerca de 900 intelectuales venezolanos firmaron una carta que buscaba servir de contrapeso a la Carta de Paris. En su comunicación los venezolanos le manifiestan “su respeto a lo que él como conductor de la revolución cubana ha logrado en favor de la dignidad de su pueblo y de América Latina” afirmando a continuación “que solo la ceguera ideológica puede negar el lugar que ocupa el proceso que usted representa en la historia de la liberación de nuestros pueblos”. Esto le saldría caro a algunos de los firmantes una vez que el chavismo llega al poder e inicia su política represiva, siguiendo el guion elaborado por Castro y su régimen. Varios de los firmantes se vieron obligados a huir hacia países vecinos a fin de poner su humanidad en resguardo de la ira de régimen chavista descontento con sus críticas.

Una evaluación de largo plazo nos evidencia que la obra de Edwards hizo una contribución importante al dar voz a los intelectuales perseguidos por los Castros, que dentro y fuera de Cuba han presionado por un cambio. Ello ha puesto en evidencia la naturaleza del gobierno cubano como un Estado policiaco, que ha tendido a reproducir en los más mínimos detalles los rasgos represivos del régimen estalinista. Debido a ello el libro todavía mantiene su vigencia al punto que continua siendo una obra prohibida en Cuba.

Fuentes:

Edwards, J. 2006. Persona non grata. Alfaguara Editores. Santiago de Chile.

El Mundo. 2014. Jorge Edwards “Persona Non Grata” 40 años después. 23 de julio.

Martínez, Ibsen. 2014. Los de entonces ya no somos los mismos. El País. 5 de junio.

Profesor UCV