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Política: hacer posible lo deseable

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 4 min.

Aceptar la vieja definición de que la política es el arte de lo posible implica cierto conformismo y no realizar grandes esfuerzos para cambiar una situación que perjudica a la mayoría. En artículos anteriores mencionamos que la política debía ser el arte de hacer posible lo deseable, que conlleva mayor compromiso. Desde luego no debe ser original, pero nuestros políticos no la utilizan.

Hacer posible lo deseable puede ser una acepción descalificable por considerar que es una política idealista, poco aterrizada, con la que es imposible obtener resultados positivos. La otra posición, que generalmente prevalece es la realpolitik o política pragmática, adosada por Bismarck, el llamado canciller de Hierro alemán, aunque muchos siglos antes, en El arte de la guerra, Sun Tzu aconsejó lo que debe hacerse, lo cual fue ratificado siglos después en El Principe, por el florentino Maquiavelo.

¿Es posible conciliar la realpolitk, que en su versión tradicional no toma en cuenta valores éticos y morales, con un accionar político acorde con los nuevos tiempos? Claro que sí. Los límites no los establece el papel, sino los que aplican la política. Por un lado, lo objetable es ceder en los puntos fundamentales que definen una democracia y, por el otro, creer en pajaritos preñados, o sea aceptar lo que es ficción.

Frecuentemente nuestros políticos se han dejado llevar por la ficción, descartando la realidad. Por ejemplo, el general Medina Angarita aceptó la ficción de que los tiempos seguían siendo los mismos y, por ello, insistió en querer imponer a su sucesor en la presidencia de la república y, además, que este fuese andino. En el período 1945-1948 los dirigentes de Acción Democrática, obnubilados por haber obtenido un millón de votos, pecaron de arrogantes y creyeron en la ficción de que nadie podría desalojarlos del poder. El partido Copey pensó que Pérez Jiménez realizaría elecciones en 1957 y, como era el único partido de oposición legalizado, su dirigencia pensó que no necesitaban la unidad contra el dictador. Afortunadamente, la realidad los hizo reconsiderar. El dictador Pérez Jiménez estaba convencido de que el cemento lo hacía popular, pero esa ficción lo sorprendió el 23 de enero de 1958.

En la década de los años 60, la extrema izquierda se enamoró de la ficción de la revolución cubana y fracasó rotundamente. Carlos Andrés Pérez, en su primer gobierno, se deslumbró con la ficción de que los precios del petróleo aumentarían indefinidamente y endeudó al país para realizar proyectos faraónicos. Como último ejemplo histórico, podemos citar que el pueblo venezolano creyó en la ficción que le vendió Chávez de que acabaría con la corrupción y que Venezuela sería una potencia en varios sectores. El resultado es un país destruido.

En nuestros días, los dirigentes opositores parecen cegados con la ficción de que pueden sacar a Maduro sin necesidad de unirse y que cualquiera de ellos puede alcanzar la presidencia por elecciones. Ojalá se bajen de esa nube. Sin unidad ninguno va para el baile. Incluso, a la luz de las encuestas, posiblemente tendrán que seleccionar un candidato independiente o que no sea alguno de los jefes de los partidos. Es duro decir esto y más duro debe ser aceptarlo, pero eso es lo que percibe la mayoría de los venezolanos.

Así mismo, deben repensar la idea de una transición corta. La destrucción del país es tal que se requerirán muchos años para recuperarlo. Sería conveniente plantear un plan común para una transición de tres períodos presidenciales, en cada uno de los cuales la unidad opositora sometería a consideración del electorado un candidato único seleccionado en primarias, sin reelección. Ello implicaría sacrificar legítimas aspiraciones de los entrados en años. Probablemente también que algunos partidos tendrían que fusionarse para sobrevivir. Si no se ejecuta algo parecido, no saldremos de los rojos o puede que salgan, pero pueden regresar a la cabeza de otro populista, cuando el país perciba que no se solucionaron los problemas básicos.

Trabajar para hacer posible lo deseable no es una fantasía. Puede lograrse con una realpolitk que no sacrifique los principios y valores de la democracia.

Como (había) en botica:

Expertos en el área de refinación sostienen que la escasez de diésel no es real, sino inducida con fines políticos.

Lamentamos que hayan caído en combate varios integrantes de nuestra Fuerza Armada y que ciudadanos civiles hayan sido asesinados o víctimas de los enfrentamientos en Apure. Chávez y Maduro son los responsables de la injerencia de la guerrilla colombiana en nuestro territorio. Esta situación se ha agravado con la decisión de Maduro de apoyar a uno de los grupos de la guerrilla terrorista que se nutre del narcotráfico.

Rechazamos la medida judicial en contra de la escritora Milagros Mata Gil, aunque en su artículo no debió utilizar la palabra raza para referirse a los venezolanos de origen sirio.

Nuestro compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol José Orlando Matos y su esposa fallecieron por causa de la Covid19. Lamentablemente son numerosos los compatriotas muertos por esta enfermedad que se presentó en momentos en que nuestro sistema de salud está en el suelo. Maduro, su entorno y los médicos cubanos recibieron la vacuna, no así el personal venezolano de salud, ni los ciudadanos más vulnerables.

Lamentamos el deceso de Antonio Casas González, distinguido ex director de Pdvsa.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com