Muchos venezolanos, hoy ciudadanos de los EEUU, apoyan a Trump para las elecciones del próximo noviembre y acusan a los demócratas de promover o apoyar al movimiento “Black lives matter”, un grupo que supuestamente estaría intentando dividir a la sociedad americana.
En España, otros emigrados venezolanos temen que el PSOE lleve a su nueva patria a una confrontación interna como la de 1936.
Lo que más me llama la atención, es que ambos grupos identifican como populistas e izquierdistas a quienes originan sus temores.
Me es fácil entender que el trauma del chavismo y la confrontación interna de Venezuela que éste ha promovido, atemoricen a los venezolanos, pero no que dejen de ver a su alrededor algunos furiosos lideres de derecha que siembran el odio y la confrontación en sus países de acogida.
El populismo no es una ideología política como lo son el liberalismo o el llamado progresismo. Es una engañosa estrategia de polarización que emplean algunos líderes de izquierda y de derecha para llegar al poder y terminar destruyendo las instituciones democráticas.
Ojalá esos compatriotas intenten librarse de filtros ideológicos y estudien lo que emplean para promoverse y lo que proponen como soluciones Trump en los EEUU, Abascal en España, Meloni en Italia y Le Pen en Francia. Si lo logran, encontrarán un rasgo común de siembra de odios de estos líderes, con lo que en su momento plantearon Hitler en Alemania y Chávez en Venezuela.
El populismo segrega, segmenta, crea abismos entre grupos sociales, sea por diferencias de origen nacional, de religión, de etnia o de nivel socio-económico de las familias.