
Al “populismo”, ya lo he mencionado, se le decora de muchas maneras, se le ponen máscaras, disfraces, se le intenta explicar −y más allá de eso− justificar y hasta legitimar; se busca adaptarlo para explicar momentos históricos precisos y conductas de líderes y gobernantes; pero, la esencia es siempre la misma y su acepción más moderna se remonta al gobierno de Luis Bonaparte y se le denominó: “bonapartismo”, que es el tema que estamos analizando.
Características del “bonapartismo”.
Del desempeño de nuestros dos “napoleones”, especialmente del de Luis Bonaparte, podemos extraer cuales son las características fundamentales del “bonapartismo”:
· Centralización del poder, debilitando y controlando todas las instituciones, pero apoyado fundamentalmente en el ejército.
· Presencia de un liderazgo fuerte y personalista, con un líder carismático y autoritario, que se ubica por encima de las clases sociales, como mediador o arbitrando, entre los intereses de los diferentes grupos y clases.
· Usualmente busca favorecer a las clases populares, frente a las élites, pero no necesariamente plantea un enfrentamiento radical entre ellas, porque lo que busca es “acabar con el caos” y mantener el “control” de la sociedad
· El régimen usualmente busca legitimarse con el apoyo popular, apelando a elecciones y referendos, pero después de controlar el poder.
· Apoyado en el ejército, para controlar el poder, centraliza y fortalece al Estado.
· Sin ser una dictadura abierta, tiende a limitar las libertades políticas y la oposición.
· Utiliza el nacionalismo, enfatizando con una fuerte retórica la unidad nacional y la “gloria” del país como forma de consolidar el poder, que puede conducir a conflictos armados.
Pero veamos, como se da el tránsito desde el “bonapartismo” al “populismo” y cómo surge la connotación de “populista” para referirse a estos regímenes.
El tránsito del Bonapartismo al Populismo.
En muchas ocasiones se confunde y asimilan estos dos términos, bonapartismo y populismo; y más aún, se confunde al segundo con movimientos fascistas, nazistas y socialistas de inspiración comunista; pero a diferencia de los anteriores y del “bonapartismo”, los populistas llegan al poder por vía electoral, única manera de llegar al poder en los países occidentales y democráticos, sobre todo hoy en día; pero, una vez en el poder −al igual que bonapartistas, o fascistas, o nazis, o socialistas de inspiración comunista− desmantelan las instituciones; modifican la constitución, buscando controlar los demás poderes; destruyen a los partidos políticos, de izquierda o derecha, que no se alineen con sus objetivos; persiguen a los lideres opositores y lideres de la sociedad civil y mantienen por vía represiva un férreo control del poder, en el que buscan eternizarse por todos los mecanismos.
Escritos y teorías sobre el Populismo.
Sobre el “populismo” se ha escrito cientos de páginas, en libros y artículos, especialmente durante los últimos 30 años. Muchos autores, conocidos e importantes, se han referido al tema, aun cuando no ha sido el centro de sus trabajos analíticos y teóricos. Sin pretender hacer un examen exhaustivo de su obra, tomaré algunas de sus ideas con respecto al “populismo”, que nos sirvan de orientación; por ejemplo, entre los más conocidos:
· Hannah Arendt, quien no mencionó el “populismo”, término no tan en boga en su época −recuérdese que falleció en 1975 y su última obra, "La Crisis de la República", es de 1972−; pero sus reflexiones sobre la política y la sociedad y la crisis de la democracia, ofrecen herramientas para analizarlo, al referirse a cómo los regímenes totalitarios (como el nazismo y el estalinismo) manipulan con propaganda a las masas, creando enemigos comunes y simplificando la realidad o mintiendo, que como veremos más adelante, son algunas de las características del “bonapartismo” y el “populismo”.
· Alain Touraine, recientemente fallecido −2023− es otro autor que aunque tampoco se dedicó a fondo al tema, en algunos artículos y entrevistas se refirió al mismo caracterizándolo como una tentativa de control anti elitista del cambio social, que trata de preservar la unidad nacional, en vez de resolver conflictos sociales y se caracteriza por la falta de integración política del pueblo debido a lo que denominaba “”la dominación de la burguesía de Estado” y veía al “populismo”, principalmente, como una reacción a la crisis de la representación en la democracia. Touraine, sociólogo al fin, estaba más atento a los distintos actores sociales e institucionales, al Estado y a las políticas; pero, sus trabajos sobre la democracia, la globalización y los movimientos sociales, nos dan claves para evaluar el fenómeno.
· Anne Applebaum, más recientemente, y muy activa aun publicando libros y artículos, al tratar sobre el “totalitarismo” y el “autoritarismo”, se ha referido al tema para relacionarlo con el auge de los movimientos autoritarios y las amenazas a la democracia liberal en el siglo XXI. De hecho, considera que el populismo, con su retórica anti élite y su promoción de líderes carismáticos, puede ser un precursor del autoritarismo; y resalta cómo las redes sociales y la desinformación han facilitado el ascenso de movimientos populistas en todo el mundo, pues permiten a sus líderes difundir mensajes simplistas, emocionales, que se identifican con las frustraciones y descontento de la población.
Los teóricos latinoamericanos.
Ernesto Laclau, sociólogo argentino −muy conocido en nuestros medios académicos− y a quien muchos consideran uno de los autores y teóricos fundamentales para entender el “populismo”, en su obra fundamental: “La Razón Populista”, se aparta de conceptos comunes de otros autores, pues para él, el “populismo” no es una “patología” de la democracia, como lo podía ser para los tres autores ya mencionados −Arendt, Touraine y Applebaum− sino una forma de hacer política, que se adapta a diferentes contenidos ideológicos −de derecha o de izquierda−; y lo ve como una fuerza que puede movilizar sectores sociales “excluidos”, bajo la conducción de un líder carismático que articula “demandas” insatisfechas del pueblo, a quien dice “representar”, en contra de una “élite”. En síntesis, para Laclau, el “populismo” es un fenómeno complejo que puede tener efectos negativos y positivos; de allí que muchos utilicen sus ideas y teorías para explicar y justificar determinados regímenes populistas.
Hay otros, que solo mencionaré, como los también argentinos: Juan Carlos Portantiero y Miguel Murmis, quienes escribieron −"Estudios Sobre los Orígenes del Peronismo” (1971)−, sobre el régimen de Juan Domingo Perón en Argentina, quien gobernó en ese país entre 1946 y 1955, y luego de 1973 a 1974; considerado, junto con Getulio Vargas (Brasil 1930-1945 y 1951-1954), dos de los representantes más conspicuos del populismo en América Latina.
Mas autores sobre el tema.
Para quien desee profundizar sobre los aspectos teóricos del tema, hay otros autores, menos conocidos, que también han escrito al respecto y que invito a que sean consultados: Cas Mudde, Jan-Werner Müller, Margaret Canovan, Chantal Mouffe, Pierre Rosanvallon, Steven Levitsky, Daniel Ziblatt, Pippa Norris, Ronald Inglehart, Yascha Mounk, Carlos de la Torre, entre otros, que son nombres que surgen tan solo con indagar brevemente en Internet y que han escrito sobre el tema en años recientes, a partir de 2014, sobre todo; aunque algunos −Margaret Canovan− lo hicieron hace más de 40 años.
Mención especial hay que hacer al libro de Levitsky y Ziblatt, “Como Mueren las Democracias” (2018), en el que los autores sostienen −poniendo varios ejemplos− que las democracias no colapsan de repente, sino que se van debilitando gradualmente, a partir de desmantelar la credibilidad y legitimidad de los procesos electorales y que ese proceso de colapso puede ser tan peligroso como un golpe de estado; pero, seguir esa ruta, nos apartaría demasiado de nuestro primigenio objetivo de la divulgación, en términos simples.
Por esa razón y ante la inmensa bibliografía e ideas sobre el tema, más allá de la que ya hice, no pretendo hacer un exhaustivo análisis del concepto, pues no solo sería interminable, innecesariamente polémica y, sobre todo, porque escapa a la intención de este artículo. Me referiré a los conceptos e ideas más comunes sobre el tema y desde luego, al autor, que sin hablar de “populismo” de manera específica, elaboró una importante construcción teórica sobre el mismo, al referirse a Luis Bonaparte, en su obra: “El 18 de Brumario de Luis Bonaparte” (“El 18 de Brumario…”, de ahora en adelante); me refiero a Karl Marx, quien la publicó en 1852, en vida de Luis Bonaparte y durante su gobierno, aun antes de que se proclamara Emperador.
La visión del Karl Marx sobre el “populismo”
Aunque a Karl Marx usualmente se le considera el primer teórico importante acerca del “populismo”, nunca habló específicamente de “populismo” y ni siquiera uso el termino; que, como hoy lo conocemos, se comenzó a utilizar a finales del siglo XIX y principios del siglo XX; más aún, quien busque en su obra, “El 18 de Brumario…” las palabras “bonapartismo” y “populismo”, no las encontrará, pues Marx tampoco habló del “bonapartismo”; en realidad lo que él hizo fue analizar y explicar el golpe de Estado que dio Luis Bonaparte y como apeló a tácticas −que años después se denominaron “bonapartismo” y después, “populismo”− para buscar legitimidad popular a su régimen, en contra de las élites dominantes del momento. De hecho, la publicación de “El 18 de Brumario…”, en marzo de 1852, nos indica que la idea que Marx tenía de lo que después se llamó “bonapartismo” estaba en su mente antes de que Luis Bonaparte se proclamara Emperador, que fue en diciembre de ese año. Lo que significa que, para Marx, lo central del “bonapartismo” es el proceso que conduce a tomar el poder absoluto y no la forma que adquiere al final, que es una consecuencia necesaria de ese proceso.
Sin hablar de “bonapartismo”, Marx caracterizó y explicó cómo surge un régimen autoritario a partir de un líder personalista, carismático –“aventurero”, lo llama él−, que se aprovecha del desorden y caos social y después de hacerse con el poder, por la fuerza, pone al Estado, el cual controla con el ejército, por encima de las clases sociales, para favorecer a la clase dominante −la burguesía, para Marx−, y utiliza también la manipulación de las masas en elecciones y plebiscitos para legitimarse, bajo la apariencia de una democracia directa.
Conclusión.
Con este breve marco conceptual concluyo esta parte e iniciaré la próxima entrega con un resumen acerca de los dos conceptos que he venido manejando, “bonapartismo” y “populismo”, para relacionar finalmente el “populismo” con la democracia y la política y extraer algunas conclusiones.