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Por primera vez

Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 1 min.

Por primera vez en nuestra vida republicana, los venezolanos no somos los protagonistas de nuestra historia. Al menos no completamente. Somos simples espectadores de una realidad que nos arropa pero que esta manipulada por manos extranjeras. Unas manos pequeñas, terminales de una mente atropellada y con una visión del mundo que creíamos superada. 

Desgraciadamente para los libros de historia, nada queda de aquellos ejércitos de antaño que liberaron medio continente sin el mínimo ánimo de conquista, pues solo estaban impulsados por un genuino motor libertario. Nada quedó: sus pares contemporáneos cambiaron las banderas por las chequeras y la dignidad por un conveniente sometimiento al tirano que reparte jugosas prebendas a cambio de lealtad. 

"Dudar es traición" es el intimidante eslogan acuñado por los agentes cubanos expertos en la política del sapo en la olla. Está prohibido pensar. Ante esta vergonzosa realidad, hay que admitirlo: probablemente si no fuera por esa mente atropellada y supremacista, los venezolanos estaríamos condenados a languidecer muchos años más en el sopor de una tiranía que aprendió a blindarse a base represión y hierro. 

Pero en nuestras conciencias queda la convicción de que lo intentamos. Lo intentamos por mucho tiempo y por todas las formas en que un pueblo desarmado podía actuar. El mundo fue testigo de ese esfuerzo que costó vidas y silencios. 

En este momento, somos espectadores. En un escenario probable podríamos convertirnos de coprotagonistas en las próximas horas. Pero ese coprotagonismo, aunque se impregnara de alegría, tendría un sabor amargo. Por primera vez en nuestra historia republicana no seriamos dueños absolutos de nuestro destino.