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Reflexiones

Tiempo de lectura: 4 min.

Son tiempos de madurez y de pensamiento estratégico en donde la emocionalidad debe subordinarse al razonamiento lógico. Venezuela está a punto de iniciar un proceso de cambio profundo, tan profundo como son sus raíces ciudadanas. Si, ciudadanas. El país, representado en los hombres y mujeres de diferentes procedencias, está evolucionando en la búsqueda de solucionar la grave crisis que lo afecta y está preparándose para dar un salto cualitativo en el ejercicio de sus derechos ciudadanos, en especial el derecho a vivir y a hacerlo en paz.

Venezuela y cuando digo Venezuela me refiero a su gente, ha sido estimulada constantemente al inmediatismo y la violencia. De igual modo, discursos de odios y posiciones extremas, con finales de exterminio, han sido exhibidos. Pese a ello, no han podido llevar al país a los niveles de violencia que han estimulado los factores radicales que hacen de espejos del opuesto.

Se mencionan a diario para sobrevivir mediáticamente, pero el venezolano está viendo silentemente todo el panorama. Pasarán como los virulentos, lechina y sarampión.

Ha llegado la hora de pensar no solo en el cambio del ejecutivo nacional, si no de la reinstitucionalización del país, para que los poderes públicos retomen con conciencia la naturaleza de sus instancias y la ética e imparcialidad vuelvan a el TSJ, el CNE, el ministerio público, la contraloría y otras instituciones de gran impacto nacional.

Ha llegado la hora de hablar de la transición a la democracia, de colocar en perspectiva al venezolano número 51, desde 1811, que conducirá el ejecutivo nacional hacia un proceso de cambio del 2025 al 2031 y que será capaz de tender manos, de manera pacífica, para evitar regresiones autoritarias.

Está corriendo el agua debajo del puente. A mayor presión, mayor equilibrio en la toma de decisiones. La decisión que acaba de tomar el gobierno, en esa dilución que existe entre Estado-gobierno-partido, no es sino un signo de debilidad de la coalición que lo sustenta, quienes en un claro ejercicio de autoritarismo miden tiempos políticos distintos a los lapsos de ejercicio del poder.

Un zarpazo al poder electoral en éste instante, es un zarpazo a la democracia, en un claro ejercicio de ventajismo. Los rectores psuvistas designados para el CNE en el 2020 no emiten el "Efecto Lucena", conocido como el efecto espantavotos y quienes los designaron, no midieron ese efecto en cuanto a movilización electoral.

Se adiciona el hecho del pronunciamiento del CNE 2020 en cuanto a la idea de apoyar técnicamente las primarias en el país. Dos hechos que irritan notablemente a un sector de la coalición de gobierno y que hoy colocan al país frente a un desafío, frente a una oportunidad: mostrar la convicción ciudadana de salir por la vía pacífica, constitucional y electoral de esta crisis - país y poner toda la disposición a la orden de integrar a todas las voluntades descontentas por el camino unitario.Esto implica primarias y consenso, consenso y primarias como procesos complementarios no excluyentes uno del otro y con la mira puesta en una transición.

Todos los precandidatos que están recorriendo el país llevan el discurso de que no hay imprescindibles, de que si alguno tiene que pasar, el testigo, lo hará por Venezuela, siempre, en medio de las consideraciones de sus compañeros, no se impone la venta de "la batalla final" como marketing político.

Alerto sobre cualquier discurso que lo ponga al relieve porque el que introduce al país en esa lógica no hace sino abonar a un método que tiene como resultado la reafirmación de quien gobierna. El método de la violencia solo reafirma a quien tiene el monopolio de las armas y ya sabemos con múltiples ejemplos quienes tienen ese monopolio en Venezuela.

De allí que los discursos de odio solo llevan a guerras y ese juego es el juego suma-cero, no es el juego de la política. El juego de la Política, es el juego suma-variables; es el juego de las ganancias compartidas, donde todos ganan y nadie pierde. Por lo tanto, Venezuela en su salto cualitativo no comprará discursos regresivos a un esquema de confrontación fratricida que coloque al país frente a un nuevo caos.

Suficiente el despilfarro que han hecho de las riquezas, para también despilfarrar la nueva posibilidad de cambio que nace en el seno de las grandes masas venezolanas.

La Comisión Nacional de Primarias (CNP), ha declarado que el proceso de Octubre 2023 será autogestionado. Apoyar tal iniciativa, más que un reto, es un deber de todos los ciudadanos. Octubre definirá nuestra entrega, carácter y compromiso de lucha por un cambio pacífico y noviembre, será el mes de la proclamación y el consenso.

El 2024 amanecerá con una propuesta para devolverle a la democracia sus fundamentos y en enero 2025 Venezuela amanecerá con su tricolor ondeando aires de libertad para proclamar libres a todos aquellos que han sido colocados tras las rejas por pensar diferente y ver el regreso de nuestros hermanos venezolanos desde los 4 puntos cardinales; pensar diferente no será un delito y la necesidad de pan, transporte, estudios, gasolina no serán intercambiadas por exigencias de apoyos partidistas.

La CNP había solicitado al CNE la habilitación de 5.000 Centros de Votación, 1.500 máquinas para el Registro Electoral, responsabilidad que ahora reposa sobre la propia CNP al ser un proceso auto - gestionado. La CNP será responsable de todo el diseño, impresión de los instructivos electorales, de los escrutinios, transmisión y totalización de votos. De allí que es un deber de todas las organizaciones políticas y sociales del país (que quieren cambios) de coadyuvar para que se realice este proceso con una gran carga de participación ciudadana.

Es tarea de todos que las primarias se realicen y también, es tarea de todos elegir a quien conduzca al país a un verdadero proceso de transición. De los pre-candidatos saldrá el candidat@ presidencial que conduzca a Venezuela al cambio anhelado.

Nervios de acero.