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Retrato Aragua marzo 2016

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 7 min.

Describir el estado en el que vivimos demanda reconocer que la situación política que diferenciaba al estado Aragua de gran parte de los otros estados populosos, por el contundente respaldo electoral que habían recibido las opciones oficialistas desde 1998, cambió radicalmente en las elecciones parlamentarias de diciembre 2015. La Unidad obtuvo 8 de los 9 diputados del estado, gracias a un descontento creciente de la población para con el gobierno nacional y regional, que unido al trabajo meritorio de los candidatos de la UNIDAD y sus respectivos comandos, impulsaron un vuelco importante en la preferencia de los electores. El otro punto a destacar en el triunfo obtenido es lo plasmado en el reglamento electoral, según el cual, el que gana se lo lleva todo. Antes benefició al oficialismo, ahora lo hizo con la UNIDAD, sin embargo, es necesario tener presente que ese reglamento niega la representación proporcional que es sinónimo de democracia y que por lo tanto debemos revisarlo en lo inmediato porque se trata de hacerlo bien, y no de hacer las cosas sólo cuando no me benefician.

La nueva realidad debe ser interpretada como producto del descontento de la gente ante la interrupción del sistema clientelar de adhesiones, más que un cambio de preferencias resultado de una propuesta conceptual de la oposición.

Los grupos partidistas opositores han continuado manifestándose fundamentalmente en ocasiones electorales, sin tener un actuar diario acordado en procura de objetivos comunes. La MUD nacional supo leer el momento, presentaron una tarjeta única en respaldo a sus candidatos, postulados mediante acuerdos internos, los cuales, salvo contadas excepciones carecían de liderazgo local.

Dichos acuerdos respetaron las asumidas supremacías por estado de los partidos más grandes, lo que se tradujo en candidaturas sin ningún arraigo, pero con garantía de resultar electos de mantenerse las tendencias históricas. A los partidos pequeños se les asignaron posiciones mucho más difíciles, la mayoría en condición de suplentes y sin muchas posibilidades de resultar electos.

Sin embargo se dio el “milagro” y hoy más que nunca, las decisiones “por arriba” gozan de buena aceptación entre las dirigencias locales, lo que refuerza la conveniencia de hacer méritos en Caracas sobre la obligación de trabajar en el estado. Hacer planteamientos conceptuales y propuestas de gestión sigue siendo una tarea pendiente en Aragua.

A esta situación contribuye la inexistencia de una instancia unitaria de concertación estadal, en la que la sociedad civil democrática, en todas sus expresiones y no exclusivamente en lo político partidista, logre acuerdos en torno a candidaturas y lo más significativo, alrededor de programas de acción.

Nada ha cambiado y se ha llegado al absurdo de la pretendida existencia de 2 MUD regionales. Hay parcialidades partidistas que no respetan sus propios acuerdos, en lo interno actúan las “corrientes personales” y solo la disciplina ante las órdenes de la dirigencia nacional, mantiene un clima precario de coexistencia.

Las candidaturas florecen y los proyectos de gobierno siguen esperando por tiempo para ser pensados, siendo indispensable, por el bien de todos, rescatar la necesidad de que nuestros representantes a cargos de elección popular, si pretenden hacerlo a nombre de la Unidad, sean seleccionados mediante un Proceso de Elecciones Primarias tal cual como fue anunciado por la MUD Nacional y donde la participación de las bases electorales no militantes en los partidos políticos puedan expresarse en la escogencia de los mismos.

Es muy temprano para garantizar la continuidad del accionar de nuestros diputados recién electos, pero se nota una intención de mantener el contacto con sus circuitos y el de hacer más eficiente su trabajo mediante la constitución del “bloque parlamentario” de Aragua. Esto tiene que ser respaldado y requerido por todos.

La escasez, la inseguridad personal, la falta de empleo estable y los ingresos insuficientes para la subsistencia familiar, elementos comunes en otros estados, se hacen contundentes en Aragua, ante la desaparición acelerada del parque industrial, la expropiación de empresas, la desaceleración del comercio, la falta de seguridad jurídica y el aumento del delito, tanto el violento como el de cuello blanco, resaltando en este último la corrupción en la ejecución de obras gubernamentales, lo que se hace más agudo y evidente con el paso de los días.

Los servicios públicos, particularmente electricidad, agua y gas, tienen una suplencia deficitaria en cantidad y calidad, la cual se hace cada día más precaria y sin visos de solución a corto o mediano plazo, ante el silencio culpable de los responsables y el escaso reclamo por parte del liderazgo político, sea este oficial u opositor.

Las calles de las ciudades y pueblos, así como las carreteras principales, secundarias y de penetración están en muy mal estado, sometidas a esporádicos remiendos de dudosa calidad y sin ningún tipo de fiscalización o contraloría, y adicionalmente se desconocen planes para adecuarlas, ni para la construcción de las adicionales que evidentemente se requieren.

Las instalaciones educativas, sanitarias y deportivas se demuestran insuficientes y en condiciones físicas precarias. La falta de insumos y la carencia de personal calificado, y estimulado para cumplir con su trabajo, las han llevado al límite de su capacidad para prestar los servicios que les son propios, llegando en muchas ocasiones a la interrupción de los mismos, por lapsos variables, pero siempre significativos.

Lo anterior contrasta con la atención particular que se le ha prestado a obras de recuperación y ornato, como las adelantadas o actualmente en proceso, en plazas, teatros, cercas perimetrales, parques, hotel Maracay e instalaciones y terrenos adyacentes, todas ellas de controversial valor estético, como se corresponde a obras de creación humana, pero de indispensable reconocimiento, a no ser por el hecho de que han sido priorizadas sobre otras que como las requeridas por la salud, la educación, el deporte y el tránsito automotor merecen al menos un trato similar.

Las mencionadas obras carecen, en la generalidad de los casos, de las correspondientes y obligatorias vallas informativas, en las que se indiquen, al menos, el organismo financiador, presupuesto de la obra, origen de los fondos y ente jurídico ejecutorlo que es una falla legal que añade opacidad a la gestión pública.

La mayoría de los medios de comunicación social, más allá del trabajo de sus empleados, mantienen una línea editorial aséptica que se constituye en una forma de autocensura que hace que lo que se publica o difunde a través de ellos, carezca de críticas de relevancia en relación con la actuación de las autoridades gubernamentales; en todo caso, se limitan a algunas denuncias y a veces se atreven a unas escasas críticas tímidas. La excepción la constituyen unos pocos comunicadores que, a través de espacios propios, más que todo radiales, mantienen sus opiniones disidentes y dan cabida a la de otros.

Y a todas estas, ¿qué pasa con la gente? Más allá de las protestas políticas y de manifestaciones locales de reclamo a las deficiencias de los servicios, las cuales se realizan sin diferencias de clase socioeconómica, se percibe un desánimo colectivo y una reticencia a expresar libremente lo que se siente, indudablemente debido a la represión, violenta o soterrada, aplicada desde el sector gubernamental y a la ausencia de alternativas políticas claras a lo que estamos viviendo.

Existe una rabia sorda, que bulle en cada uno de los ciudadanos, la cual se percibe en las colas para comprar lo indispensable para la vida familiar, esperar atención médica, privada o pública, velar y enterrar un deudo, pagar los servicios públicos y también los privados, realizar transacciones bancarias, sin importar el banco, y en general, para realizar trámites ante cualquier oficina, particular o de gobierno.

La protesta política de calle ha decaído mucho, lo que se muestra en la disminución tanto de iniciativas, como de concurrencia. Apoyar lo que se pueda estar haciendo en otros ámbitos con acciones pacíficas de calles, debe ser retomado como elemento de lucha. Igual situación, particularmente en cuanto a asistencia, se evidencia en foros sobre temas de actualidad nacional, en los cuales, a pesar del prestigio de los expositores, se hace difícil congregar más de 100 personas. A esto puede estar contribuyendo el temor ante la inseguridad, sobre todo después de las 6 pm y las dificultades de transporte.

Una situación distinta parece estar tomando cuerpo en cuanto a “conversatorios” organizados por y en las comunidades. Este mecanismo de acción ciudadana, siempre importante, toma un valor particular en estos momentos donde la información para promover la participación parece vital.

Es difícil señalar como se desenvolverá el proceso político en los días por venir; no obstante, es indispensable, por el bien de todos, contribuir a la solución mediante la apertura de opciones para el establecimiento de una institucionalidad que pueda garantizar la resolución pacífica de los conflictos, con el reconocimiento de los oponentes y la conciliación de intereses.

Incentivar el conocimiento y la discusión de opciones para salir de la crisis es tarea necesaria, acompañando del reclamo sobre lo indispensable que resulta acordar, pronto y unitariamente, formas de actuación en pro de las mismas.

Estos propósitos tienen que ser consensuados y llevados a la práctica de una manera coherente y realmente unitaria. El mantener todas las opciones para el cambio abiertas, más que prudencia y objetividad política, está mandando un mensaje que la gente interpreta acertadamente, a pesar de lo que se haga para disfrazarlo.

Hay que insistir que el cambio que se requiere no es solo de gobierno; lograrlo es indispensable pero acompañado de la intención expresa de modificar el ejercicio de la política, no solo en la forma sino en los propósitos de fondo. Además, no podemos ni debemos quedarnos en el cambio y en la intención de modificar la acción política, también es vital construir el programa en conjunto, ordenar las ideas, buscar soluciones, afinar las políticas que al final nos permitan brindar y disfrutar de calidad de vida ciudadana.

En eso estamos trabajando y con ello estamos comprometidos en Aragua en Red.