Estimado XXL
Como te comentaba hace algunos días, los lindes que separan a la virtualidad de la realidad parecen ser cada vez más transitables. Claro, decir que la realidad supera a la ficción no parece ser una frase demasiado original. Pero si no la supera, está en parte determinada por la ficción, hecho que indujo a Woody Allen a decir: “la vida es una mala imitación de la televisión”. Aunque hay días - ayer fue uno de esos días - en los que la ficción puja por convertirse en realidad. Lo malo es que lo logra.
Te lo cuento: ayer vimos el film austriaco “Sangre Vienesa” ("Wiener Blut" 2019). Nada extraordinario, aunque sí lo suficientemente tenso para olvidar, aunque sea por unos momentos, las tragedias de estos días tan pandémicos. Su tema es extraído directamente de la realidad austriaca y europea: Una fracción islamista intenta llevar a cabo acciones terroristas en la estación de trenes en Viena. Esa fracción es financiada por la ultraderecha austriaca cuyos objetivos son crear caos y odio a fin de aumentar el miedo para que los ciudadanos aterrorizados exijan más represión al Estado. Pero de pronto el film fue interrumpido por aun breve noticia.
En Viena, no la virtual, no la de la película, la Viena real, terroristas, al parecer islamistas, han atacado a una sinagoga y después asesinado a cuatro transeúntes. Un terrorista, miembro del siniestro ISIS, ya ha sido acribillado. El gobierno austriaco hace llamados a la población para que no abandone sus hogares. Más de mil policías recorren las calles. Al confinamiento sanitario ha sido sumado el confinamiento policial.
Terminada la noticia continuó rodando el film “Sangre Vienesa” mientras en Viena, la de verdad, también corre sangre vienesa. Nunca imaginó Johann Strauss ll que el título de su famoso vals “Sangre Vienesa” iba a ser tan adecuado para nominar la realidad de tiempos que él desconocía totalmente. Así son las paradojas de la historia.
Estimado XXL, estamos sin duda frente a una escalamiento. Al asesinato cometido por un alumno islamista al profesor francés que intentaba demostrar gráficamente el sentido de la libertad de pensamiento y de opinión que debe primar en occidente, siguió la enérgica y justa condena de Emmanuel Macron. Como tu has podido comprobar, Recep Tayyip Erdogan -ese Donald Trump de Turquía – no desperdició la ocasión para atacar a Macron y de paso afianzar posiciones simbólicas en su inocultable proyecto histórico: el de convertir a Turquía en país líder del mundo islámico.
Las bases islamo-terroristas, al llamado indirecto de Erdogan, están siendo activadas en toda Europa. Los cdsm han declarado “guerra santa”. La sangre vienesa, como tú puedes percibir, es solo una continuación de la sangre que ya corrió en Niza. Esa sangre seguirá corriendo en Europa. Y no solo será vienesa. No hay que ser adivino para predecirlo.
Tu sabes que yo, sin ser religioso (entre otras razones porque soy creyente), soy una persona convencida de la utilidad política de las religiones. De una manera u otra, con sus mandamientos y ritos, ponen orden sobre la barbarie, sobre todo en países donde su población está librada a su suerte, sin constituciones, con economías destruidas y - valga la contradicción – con sociedades di-sociadas. Tu también sabes que yo estoy convencido de que muchos pueblos del Oriente Medio y del Norte de África serían más incivilizados y violentos sin el Islam que con el Islam. Pero debo decirte: también pienso a veces, y no en pocas, que la barbarie puede traspasar el muro de la religión hasta convertir a la propia religión en un medio para la expansión de la barbarie. Naturalmente, eso pasa también con la política. También en nombre de la política, ciudadanos desorientados, o simplemente no civilizados, eligen como líderes y gobernantes a energúmenos anti-sociales. Los ejemplos sobran.
Este siglo XXl, como continuando el tango Cambalache del gran Enrique Santos Discépolo, parece ser “tan problemático y febril” como el XX.
Con amistosos saludos
Fernando.
Noviembre 03, 2020
Polis
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