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Se acabó el pan de nickito

Opinión
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Lo que obteníamos sin mayor empeño, más allá de la milenaria oración cristiana, el pan nuestro de cada día, se puso de lo más duro, sin “alucinaciones personales” ni alusiones cacofónicas, y, pese a todos los esfuerzos, cualquier intento de llevarse un bocado al estómago se tornó en una odiseílla, lo hemos dicho en varias oportunidades. Mi madre solía decir que uno debe granjearse la voluntad de la gente para, en el peor de los casos, ganarse la comida, “que es lo único que hace falta para vivir”, agregaba mi también difunto padre.

Por supuesto, nos arengaba de esa manera para que departiéramos y compartiéramos con los vecinos y demás familiares todos los casos y cosas que ocurrieran o aparecieran en el camino. Los textos escolares, así como los líderes en cada una de las comunidades e instituciones, decían orondos que “el venezolano nace con su “arepa’ bajo el brazo”, aunque sea ilógico el sobaco para guardar aquel pan nuestro de aquellos días.

“Barriga llena corazón contento” agregaban otros para estimular a la gente a enfrentar bien “papeaos” cualquier faena por suave o fuerte que fuera. Es decir, siempre la comida, la alimentación, ha sido el norte fundamental de todos nosotros en todo tiempo. Y mire como son las cosas, compadre, hemos llegado a extremos que ni siquiera eso como factor primordial del cuento revolucionario (comer, estudiar y trabajar) tenemos los venezolanos que no conseguimos ni siquiera un bollo de pan para salir de este perenne ayuno (que no es sacrificio cristiano) al que nos tiene sometido este gobierno hambreador.

De modo, pues, que debemos recordar los refranes siempre acertados y alentadores del expresidente Luis Herrera Campíns quien poco antes de morir dijera, con llanerazo estilo y atinada sapiencia, “a comprar alpargatas nuevas que lo que viene es joropo…”. ¡Señores, se acabó el pan de nickito!

José Rosario Delgado

joserosariodelgado@hotmail.com