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Sociedad alcahueta

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 2 min.

En Venezuela existe la manida costumbre de decir que tenemos una “sociedad de cómplices” cuando la realidad nos muestra que vivimos en una “sociedad alcahueta”, para no decir una palabrona fea, muy fea y altisonante, aunque provoque pronunciarla con cada una de sus sílabas para que no quede duda de lo que intentamos decir. Cómplices son quienes se asocian para delinquir y repartirse el provento de sus fechorías, “partir la cochina” de sus triquiñuelas, mientras alcahuetas son aquellos que consienten todo lo que pasa por sus narices y/u oídos y les resbala de su boca.

Por supuesto, lo grave es que unos de los sordos, ciegos y mudos están revestidos de la autoridad que les impone el imperio de la ley y otros con la autoridad moral que pudiere otorgarle su ubicación social, profesional o académica y de quienes se espera una acción más contundente en la preservación de la salud ética y cívica de la ciudadanía y de la república antes de que todo el cuerpo de la nación se corrompa por la negligencia y la desidia por donde nos conduce este arbitrario y autoritario gobierno que algunos se dieron y, como se dice, “se pasó ‘e maraca”.

El gobierno montó un grotesco espectáculo cuya ridiculez, valga la redundancia, alcanza los límites de la comedia en medio del drama alimentario que vivimos y salen por allí grupos de “empresarios” y medios de comunicación a hacerle el juego en su afán de exponer productos agropecuarios o agroindustriales que no existen y mostrar servicios o insumos industriales que no se ven. “Venezuela potencia” (¡¡¡Venezuela, paciencia!!!) sirve para el estrafalario espectáculo del despilfarro económico dentro de la parafernalia que busca distraer a los incautos y seducir a los que no están aquí padeciendo las calamidades que nosotros sufrimos día a día y que lleva años y años y no se vislumbra en el mediano ni largo plazo una solución, cualquiera, que nos saque de esta perenne angustia que nos mata aceleradamente.

Eso es lo que está pasando, tenemos una sociedad alcahueta con una serie de espectadores complacidos y complacientes con los cómplices del desastre que se nos viene encima, mientras una clase política que dice luchar por cambiar el rumbo de las cosas, pero que si no se detiene a entender a la gente que pasa hambre pudiera estar como los borrachitos de carretera peleándose por una botella vacía o como los zamuros esperando su turno para entrarle a los despojos que aquellos dejarán a su salida, porque de que salen, salen… ¿Pero cuándo?