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Un solo liderazgo descollante

Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 2 min.

Desde muy joven , a raíz de la caída del dictador Pérez Jiménez en enero de 1958, ingresé a la política, muchacho por cumplir 15 años y los primeros líderes que vi y escuché que me fascinaron fueron Rafael Caldera, lo cito de primero porque fue él que me enganchó para siempre en la Democracia Cristiana y el Social Cristianismo, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Eduardo Machado, los tres primeros eran aceptados por el 95% de la población de entonces, el partido comunista aparecía con el restante 5%. 

Más adelante fueron surgiendo otros liderazgos entre quienes podemos mencionar a Raúl Leoni, Lorenzo Fernández, Gonzalo Barrios, Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campíns, Luis Piñerua, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Arturo Uslar Pietri, Jaime Lusinchi, Eduardo Fernández y Teodoro Petkoff, entre otros. Todos de una sola pieza, auténticos y de una oratoria encendida, cautivante y formidable que movían corazones y conmocionaban voluntades. 

Líderes de esa estatura hoy, muy lamentablemente, no existen. Los partidos políticos fundamentales del sistema democrático, Acción Democrática y COPEI se fueron desfigurando y deteriorando y el pueblo los percibió así. Apareció Chávez en 1998 y fue el primer campanazo fuerte contra los partidos políticos y el liderazgo tradicionales y años después María Corina Machado, que creo fue la de la puntilla (usada para rematar a las reses) que los dejó moribundos. Ella, María Corina, quizás sin proponérselo, se transformó en una figura anti-partidos y distinta al liderazgo existente.

María Corina es, en mi opinión, el único liderazgo descollarte que hoy tiene el país, los demás vienen muy atrás y casi no se ven ni se sienten. Por ello debemos abrirle caminos a ella, quitarle las piedras y menos lanzárselas. Lo ideal y recomendable es que exista variedad de liderazgos, uno solo no es lo mejor, y que el pueblo los vea como tales, pero la realidad de hoy es la que antes señalé, nos guste o no, es la realidad y en ella debemos desenvolvernos, no con quietud, más bien enérgicos para cambiarla para bien.

El liderazgo de María Corina fue conquistado con arrojo, constancia, autenticidad y sobre todo valentía. Su voz y escritos son esperados con ansiedad y cuando pasan algunos días y de ella no se sabe, surge la preocupación.

Rogamos al Ser Supremo que nos de muchos sacerdotes, muchos sacerdotes santos. Roguémosle también nos de muchos líderes, muchos líderes auténticos y partidos políticos bien estructurados y formados, todos en la búsqueda del Bien Común y la Justicia Social.