El concepto de “globalización”, se fue consolidando y convirtiéndose en la estructura que en la actualidad, prácticamente, nos define como civilización. Podríamos visualizarla como una gran red que cubre el planeta, cuyos nodos son países, empresas multinacionales y poderosas organizaciones tipo la Iglesia o la ONU. Se trata de una estructura física apoyada en negocios, información, tecnología, cadenas de suministros y logística, que después de la pandemia quedará intacta, pues el Covid-19, se trata de un virus que funciona como una bomba “solo-mata-gente”, y que deja la infraestructura intacta. Y además no mata a todos los que infecta, sino a un porcentaje relativamente bajo, por lo que posiblemente el impacto profundo de la bomba, no sea el virus en sí mismo, sino la vía que se seleccionó para enfrentarlo, que es la cuarentena masiva. Que se trata de un instrumento eminentemente sociológico –ni sanitario, ni económico- que nos lleva a paralizar el uso de la infraestructura, bajando el nivel de actividad hasta puntos en los que para algunos, será imposible remontar, y algunas empresas, y los empleos asociados, desaparecerán. Y al permanecer la infraestructura intacta, no deben esperarse cambios profundos, excepto tal vez en el comportamiento de la gente, que es el que, a su vez, mueve el comportamiento de las empresas, y que podría proponer una aproximación diferente cuando arranque la reactivación. El trabajo a distancia, la optimización del consumo, y la revalorización del ambiente, podrían ser de los cambios positivos, mientras que estirar el tiempo de vida del petróleo –por el exceso de inventarios y los precios bajos- y el gran desempleo, serian de los aspectos negativos.
La cuarentena detuvo la actividad de un momento para otro, casi sin dar opciones; mientras que el proceso de reactivación –rebote primero y estabilización después- ya estará más, en manos de decisiones gerenciales, porque de cómo se arranque dependerá el nuevo ordenamiento, que seguirá el patrón de comportamiento de la red, reconstituyendo las cadenas de valor, y haciendo que ningún nodo alcance su nuevo equilibrio, hasta que sus proveedores y clientes lo hagan, y hasta que el transporte y la logística estén nuevamente disponibles. Sin duda habrá un nuevo comienzo, que tendrá mucho de lo anterior, algo de aprendizaje y relativamente poco de cosas nuevas.
Político
La situación de la pandemia ha hecho que las ideologías se hayan ido quedando vacías de contenidos prácticos con los cuales resolver el futuro, para cuando esta situación se estabilice; pues parece que terminar, lo que se dice terminar, no ocurrirá en mucho tiempo, y que tendremos que convivir con ella. Y hablo del futuro, porque será el momento en que, infectados o fallecidos, más o menos, todos deberemos buscar un camino que corrija lo que venía ocurriendo; y la política será la llamada a interpretarlo. No es casual el silencio político al que estamos asistiendo en Venezuela donde nadie habla del futuro, y las dos únicas voces que se escuchan, son la propaganda del gobierno y la posición de EEUU/Guaidó, ambos compitiendo por el poder, el uno para mantenerlo, y el otro para obtenerlo. Siempre en el presente, nada para el futuro.
Social
La gente en sus casas está teniendo el tiempo que no tenía para fantasear sobre el futuro, y cómo le gustaría que éste sea, mas desde su punto individual, que influidos por el entorno. El ser humano que emergerá, lo hará siguiendo patrones y expectativas modificados por la cuarentena, los cuales si no son identificados, anticipados y satisfechos por los gobiernos, las brechas que existían se profundizarán. En los países más ricos, la brecha será menor que en los pobres, como nosotros, donde posiblemente se traduzca en descontento manifiesto, que hasta pudiera llegar a la violencia. Ahí, en lo social, está nuestra verdadera bomba de tiempo.
Económico
Cuando los ingresos de un país realmente no alcanzan, ni los maquillajes contables, ni la impresión de dinero inorgánico, o la circulación de cuasi dinero (que en nuestro caso son billetes usados de baja denominación de dólares, de origen incierto), logran “correr la arruga”, por lo que podemos anticipar, que con medidas aisladas por compartimentos estancos, no encontraremos las soluciones de fondo que necesitamos. Hay que hacer algo diferente.
Internacional
Default de deuda, llegada de médicos cubanos, dependencia casi absoluta de China y sobre precios en medio de la pandemia, son algunos de los indicadores tempranos de que en el gobierno de Argentina cada vez más se impone la línea del kirchnerismo camporista. Al igual que Venezuela, podría entrar en un aislamiento regional que no sería bueno ni para la región, ni para la Argentina, y por supuesto, ya estamos comprobando que tampoco lo está siendo para Venezuela.
Recomendación
- Al gobierno que revise opciones que permitan que, al salir de la pandemia, arranquemos un proyecto de unidad que no solo refleje la voluntad de la gente, sino que nos devuelva el ánimo necesario para reconstruirnos.
- A las empresas, que hagan una introspección sobre su modelo de negocios y su viabilidad en el entorno post pandemia. Continuar sin cambios de fondo ya dejó de ser una opción