El talento de El príncipe, según Maquiavelo, consiste en “discernir” los inputs de la vida social, estar atento a la aparición de tendencias, para diseñar y ejecutar respuestas frente a ellas, a pesar de que el maestro no conoció el sistema representativo, con torrentes abrumadores de información. Por eso para Gramsci, el príncipe moderno debía ser necesariamente colectivo, un partido político, una maquinaria de procesar indicadores. El jefe tiene la carga de conducir al triunfo o evitar desgracias colectivas, distinguir lo nouménico de lo fenoménico y dar líneas estratégicas y tácticas adecuadas. Si no interpreta las señales del entorno ni conoce minuciosamente al adversario para actuar eficazmente, fracasará. Los fracasos hay que asumirlos y no esconderlos detrás de cortinas imaginarias. Los lamentos solo sirven a la elegía, la lírica y el desahogo, y por eso Lenin, ante el desastre del populismo terrorista Narodniki y Narodnaya volia, escribió ¿Qué hacer? y no Lágrimas negras. Es imperdonable conducir a una sociedad, una y otra vez a confrontaciones catastróficas, por emociones, elucubraciones diletantes o mera incapacidad. La debacle actual de los partidos centristas, incluso de la mentalidad centrista que caracterizó a la socialdemocracia y a la democracia cristiana en todo el mundo, es un déficit de sentido de realidad de políticos sin elementales instrumentos del oficio.
En respuesta, radicalismos de izquierda y derecha, totalitarios, autocráticos, semidemocráticos aliados a poderes económicos que actúan por encima de las instituciones. Así, a diferencia del pasado reciente, no estamos en un momento de esplendor democrático, sino de languidecimiento, con el declive de los equilibrios. Europa se desbarata porque alianza del siglo XXI entre George Soros, la izquierda y el Foro de Davos, desde Bruselas impone el wokismo, migraciones ilegales, la legalización de la pederastia, la guerra estúpida y suicida en Ucrania que eleva los precios de la energía, avanza la desindustrialización, la inseguridad ciudadana, con la encomiable excepción en Italia de la sin igual Georgia Meloni. Emerge una intensa reacción conservadora de abajo hacia arriba en Alemania, Francia, entre otras. En EE. UU el caos económico-social prevalece en los principales estados en manos demócratas, y Kamala Harris, bajo el auspicio de Soros y su inconmensurable fuerza entrópica, polariza con un anacrónico, Donald Trump, a quien apoya el ultramagnate y genio tecnológico Elon Musk, lo que crea la posibilidad de un eventual viraje. Un gobierno de Harris ofrece la perspectiva de mantener las actuales políticas ruinosas de confrontación con Rusia, mientras Trump tiene el dudoso privilegio de haberlas iniciado contra China, por lo que ambos amenazan la estabilidad mundial.
En la crisis de la democracia reaparezca desenmascarada la cacería contra la libertad expresión a nombre de “valores”, mientras las políticas públicas se hacen abiertamente amorales. La Francia de Macron secuestra a Pavel Durov, CEO de Telegram a su llegada al aeropuerto de Le Bourget, contra quien no se conocía ninguna orden judicial. Un rapto puro y simple, como hizo Canadá hace unos años con la presidente de Huawei por decisión de Trump, porque la empresa “no cumplía con las sanciones norteamericanas”, como si éstas fueran leyes internacionales. La acusación de Francia contra Durov es “no colaborar con las autoridades”. Conocemos Telegram como una mensajería, especie de WhatsApp o Facebook, pero en La India, Rusia, o Indonesia es el principal motor de acceso a Internet, como para nosotros Google, Yahoo, Chrome; y en EE. UU, Brasil, Indonesia, Venezuela, Vietnam, Ucrania, Telegram concentra la mayoría de los usuarios de la empresa. Las relaciones entre Durov y el poder siempre han sido tensas; antes con Rusia porque se negó a darle información sobre los participantes en el levantamiento ucraniano Euromaidán de 2014 contra el presidente Víctor Yanukovich, amigo de Putin y Telegram tuvo que irse de Rusia.
En 2023 Telegram tuvo roces con el gobierno brasilero por resistirse a dar información al gobierno sobre actividades de grupos bolsonaristas, con una sanción económica, no penal. Hoy tanto Rusia como OTAN cuentan en la guerra de Ucrania a Telegram como principal fuente de información. En días recientes, la Corte de Brasil prohibió X en su territorio, por no controlar -misión imposible- entre millones y millones de mensajes, los que son turbios. Incluso en la prensa escrita y en muchos medios europeos, norteamericanos y de otros países, proliferan avisos clasificados con ofertas sexuales para todas las apetencias y no hemos visto directores acusados de promoverlas. Mark Zuckerberg pidió perdón a las familias por mensajes escabrosos en Instagram y Facebook, igual los CEOS de Tik-Tok, Discord y X, como si Toyota se disculpara por los accidentes de tránsito. X nació en California en 2006, para entonces centro tecnológico mundial. Desde aquel momento y hasta hoy, casi 20 años, las sociedades y los gobiernos, entre ellos el venezolano, han coexistido con ese medio de comunicación y se han favorecido con su uso. Erradicarlo sería un salto cultural, económica e informativamente al pasado, norcoreanizarnos.
No puede olvidarse que la caída de la inflación mundial se debe, entre otras a las aperturas económicas de los ochenta, la importación de materias primas por China, devuelta en oferta masiva de bienes, facilitadas por las redes. La persecución contra la comunicación simultánea revela escandalosa esquizofrenia y el intento de no enfrentar los problemas políticos. Decíamos, demasiados gobiernos fomentan la pansexualidad y la pederastia. Una ministro de España dedicó su período a promover clases de masturbación en las escuelas públicas con la tesis de que los niños deben practicar sexo con adultos si es voluntario. Guarderías alemanas establecen “espacios para que los niños se exploren sexualmente unos a otros” y el gobierno prepara una reforma de la ley para despenalizar la difusión de imágenes pedófilas, mientras la policía registró 16.375 casos de abuso sexual infantil y 1200 contra adolescentes en 2023. En Francia 160.000 menores son violentados sexualmente cada año, uno cada tres minutos, pero amenazan con 10 años de cárcel a Durov por no bloquear pornografía, mientras la Asamblea Nacional en 2021 autoriza las relaciones sexuales de adultos con menores de edad.
Umberto Eco estudió la reacción permanente del poder contra los medios. Cuando se inventó el alfabeto, en 4000 a. C, que rompía su monopolio del conocimiento, los monjes sumerios protestaron sin resultado porque los comerciantes lo apoyaban. En 1440 aquella máquina ruidosa y negra, parecida a una araña, cuyos estremecimientos esparcen aceite, la imprenta, la Iglesia la calificó de “artefacto infernal” y Gutenberg, rápidamente publicó la Biblia. Richard March Hoe inventó en 1847 la imprenta rotativa y masificó la producción de libros y periódicos, que no gustó a los intelectuales neogóticos, entre ellos Violette Le Duc, William Morris y John Ruskin, que añoraban los paraísos perdidos preindustriales, con libros en papel biblia y cuero repujado. No abundaremos en Marcuse, Adorno y Horkheimer, odiadores de la radio y la televisión, tanto como ahora tenemos a la élite política contra la comunicación instantánea.
@CarlosRaulHer
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