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Violencia criminal y actividad productiva

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 4 min.

En un artículo previo hemos señalado la condición de Estado fallido de Venezuela, la cual se refleja en la crisis de gobernabilidad y la elevada criminalidad que enfrenta el país. La ENCOVI 2017 ha evidenciado que la mayoría del territorio es presa de la violencia criminal. Los venezolanos vivimos con miedo y nos abstenemos de realizar compras y actividades recreativas por miedo a ser asaltados, con las correspondientes implicaciones económicas que ello tiene. Trasladarse de una ciudad a otra en transporte público es una aventura incierta. Caracas se ha transformado en la segunda ciudad más insegura del mundo. El agudo incremento de la tasa de homicidios y delitos en general se ha producido después de 1998, debido a la complicidad del régimen chavista con la narcoguerrilla colombiana y bandas criminales (Ver: Estado fallido y violencia criminal. Dígalo Ahí, N° 4, marzo 13 2018).

Amplias regiones del país y zonas de importantes ciudades se encuentran en manos de las bandas de delincuentes, que en los casos más extremos impiden la entrada de los cuerpos policiales, como es el caso de la barriada conocida como “23 de Enero” en Caracas, la cual se encuentra bajo el control de los llamados “Colectivos”, o la zona de San Vicente en Maracay, donde los cuerpos policiales deben unirse a los militares para poder hacer alguna operación en la zona.

La Gran Caracas se ha convertido en una de las zonas más inseguras del país. Caracas está catalogada como la segunda ciudad más insegura del mundo. El entorno de la capital también ha sido presa del flagelo de la violencia criminal. Los conductores de la línea que hace el transporte público entre la capital y el estado Vargas están amenazando con ir a un paro a fin de presionar al gobierno para que tome acciones contra las bandas que asaltan a las unidades de transporte en forma constante. La vía es una ruta obligada para los turistas caraqueños que se dirigen a las playas de Vargas y dinamizan la economía local, en especial los fines de semana.

Muy cercana a Caracas está la zona de Barlovento, que fue declarada “zona de paz” en un acuerdo tácito del gobierno con las bandas criminales, quedando bajo el control de las que secuestran personas en Caracas y utilizan a Barlovento como una tapadera para mantenerlas en cautiverio. Las bandas de la zona constituyen un azote de la cercana región de Higuerote, donde los apartamentos vacacionales son objeto de constantes robos y saqueos, desincentivando la actividad turística. Barlovento es una zona de tránsito hacia las playas del oriente del país y uno de los escollos que los turistas que se dirigen a esa zona deben superar, convirtiendo el viaje en una riesgosa aventura que puede finalizar en tragedia. Los agricultores y técnicos que laboran en la zona viven bajo la misma zozobra. Los productores de cacao deben realizar la cosecha con mayor frecuencia de lo necesario a fin de evitar que ésta termine en manos de los delincuentes. Uno de los agrotécnicos que labora prestando asistencia técnica en la zona, me comentaba que debía asistir a la misma en una camioneta blindada dada la peligrosidad de ésta.

Otras zonas del país han sido presa de las bandas criminales como es el caso del estado Guárico donde la banda dirigida por un sujeto llamado “El Picure” hizo de las suyas con la complicidad de funcionarios de la gobernación del estado mencionado, manteniendo en zozobra a los ganaderos y agricultores de la zona, lesionando la actividad productiva de la región. Varios ganaderos han sido asesinados, lo que ha sumergido a la sociedad local en la consternación y la impotencia ante unas bandas que merodean por la región a sus anchas. La zona de El Sombrero se transformó en una de las áreas de producción de hortalizas de mayor importancia, sin embargo en los últimos años ha vendió reduciendo su producción debido, entre otros factores, a la amenaza de las bandas de delincuentes que pululan en la zona, como la de “El Picure” y sus herederos.

Lo mismo se puede decir de la península de Paria que posee una compleja y rica gastronomía así como playas excepcionales. La zona es productora de un cacao de alta calidad. Es una de las zonas de mayor potencialidad para el turismo internacional. Sin embargo, hace varios años los carteles colombianos aterrizaron en la zona y la han utilizado como área de depósito de sus cargamentos antes de ser distribuidos en el Caribe. La delincuencia y la inseguridad han prosperado a tal nivel que los bañistas en las hermosas playas de la zona deben resguardarse temprano, al igual que los dueños de los chiringuitos que pululan en las mismas. Muchos de los turistas extranjeros que se han aventurado a visitar la zona han sido víctimas de los delincuentes, lo que ha deprimido el turismo internacional. Conozco de primera mano el caso de un alto funcionario del sector público regional que tuvo que abandonar la zona después que lo asaltaron por cuarta vez. En la última ocasión, los malandros tuvieron piedad de él por su avanzada edad. Apresuradamente recogió sus macundales y salió huyendo de la región en busca de nuevos aíres y mayor seguridad.

La inseguridad se ha transformado en una de las limitantes más importantes para la producción agrícola y el turismo. El desarrollo y recuperación de ambas actividades no puede darse sin derrotar al narcotráfico y las bandas criminales que incentivan la violencia. El país carece de los recursos para enfrentarlos pues las policías están penetradas por los facinerosos. El caso colombiano pone en evidencia que es necesario alianzas con la comunidad internacional y las organizaciones antinarcóticos para tener éxito en tal labor.

Profesor UCV

josenri2@gmail.com