Pasar al contenido principal

Defendiendo los valores fundamentales y la democracia

Opinión
Artículos de opinión
Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 4 min.

Apreciación de la situación # 72
Durante las dos últimas semanas se pudo ver por los medios televisivos norteamericanos las convenciones nacionales de los partidos republicanos y demócratas para la nominación definitiva de los candidatos a la presidencia de USA en el periodo correspondiente 2017-2021. Por el partido republicano ganó la nominación un empresario asociado a la publicidad y a la televisión, escritor, sin mayor trayectoria política, por lo que prácticamente se está iniciando en la misma en una especie de representante de la anti política o de la política tradicional norteamericana.
Por el partido demócrata logró la nominación una mujer que, contrario a su oponente, tiene una dilatada actuación pública, primera dama por ocho años, ex secretaria de Estado del actual presidente y senadora por el estado de New York.
La actuación, hasta ahora, del candidato republicano, se ha caracterizado por un discurso tremendista y populista, fundamentado en lo que una gran parte de la población de los estadounidenses que se consideran una suerte de raza autóctona en razón de sus orígenes inmigratorios desea escuchar. El eslogan del candidato es “Hacer a América grande otra vez” (Make America great again) y para ello ha expresado que el país se ha debilitado por la presencia de minorías étnicas –que ya no son tan minorías- que han desvirtuado la esencia del norteamericano original y en consecuencia hay que revertir estos procesos restringiendo la entrada de nuevos inmigrantes al país, incluyendo la construcción de un muro a lo largo de frontera común con México, sin quedarse muy atrás con otras minorías acusa a la población musulmana, que reside en el país, de ser sospechosos o tener nexos con los grupos islámicos fundamentalistas y terroristas que actualmente están en guerra contra la cultura occidental y, así mismo, acusa al ejército norteamericano de ser el culpable de derrotas militares en las últimas dos décadas por malas conducciones políticas o por debilidades políticas en la toma de decisiones.
En fin, un discurso populista cargado con muchas medias verdades y exaltaciones patrioteras que la mayoría de los líderes políticos del propio partido republicano han rechazado y que se pensaban superadas por la clase política norteamericana, pero que, para sorpresa de la misma, ha calado profundamente en el electorado, a tal punto, que las últimas mediciones sitúan al empresario, ligeramente por encima de su eventual contrincante femenino demócrata.
Los seguidores de la candidata y del partido demócrata, han calibrado la peligrosidad del discurso populista del empresario para la estabilidad política del país y del futuro del mismo y, en consecuencia, han optado por elaborar un discurso fundamentado en los valores y principios que dieron origen al país, pero también en los valores y principios de la democracia y las libertades civiles e individuales que han sido el baluarte histórico del desarrollo de esa nación.
Han planteado y desmentido que a USA no hay que hacerla grande otra vez, porque actualmente la nación norteamericana es la más grandes en logros tangible en el planeta, es la primera economía mundial, es la que está a la vanguardia de los cambios y desarrollos tecnológicos, que tiene las mejores universidades del planeta y los mejores científicos, que tiene el ejército más poderoso del planeta con un elevado grado de moral y profesionalismo y así con otros muchos temas, todo eso se ha logrado con los hijos de muchos inmigrantes que llegaron para quedarse, pero también reconocen que hay mucho por hacer y que existen grandes deficiencias en la atención de los problemas sociales de un buen porcentaje de la población y la solución no está dividiendo a la nación y a sus minorías étnicas, el problema del terrorismo mundial no se va resolver expulsando a los musulmanes de USA, etc.
En síntesis, al discurso demagógico, populista, segregacionista y patriotero del empresario, que hasta ahora le ha dado buenos resultado a decir de las encuestas, la oposición demócrata no cayó en la elaboración de un discurso similar para atraerse el voto de esos simpatizantes autóctonos, sino optó por la defensa de los valores fundacionales de la nación y de la defensa de los principios y libertades ciudadanas que, sin duda alguna, han hecho grande al país del norte.
Y ¿qué tiene que ver eso con nuestra situación actual? Puede que mucho. En primer término, si la oposición política de finales de los noventas no se hubiera dedicado a competir con el discurso populista y redentor del ahora difunto eterno, ofreciendo un discurso similar pero con voceros diferentes, sino hubiera apelado al rescate de los valores y principios de la democracia, señalando errores y deficiencias, pero también cuales sus soluciones, siempre dentro del marco constitucional, posiblemente tampoco hubiera ganado las elecciones, pero seguramente los liderazgos que se mantuvieron, y los que luego surgieron, hubieran tenido mayores y mejores argumentos para enfrentar al régimen
En segundo término, a pesar de la lección de calamidades que ha dejado el régimen a lo largo de estos 16 años de desafuero, apenas ahora, pareciera, que algunos de los dirigentes de oposición democrática se han convencido de la necesidad de un discurso con el rescate de nuestros valores fundacionales como nación y de la necesidad de que los principios de la democracia y de las libertades individuales y colectivas no se negocian y deben defenderse permanentemente.
30 de julio 2016