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El diálogo es un proceso de resultados progresivos y debe continuar

Opinión
Artículos de opinión
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El 11 de junio este Foro remitió tanto a la MUD como al PSUV una correspondencia reclamando la importancia de propiciar espacios de diálogo entre el gobierno y la oposición democrática. Un mes más tarde propusimos al Vaticano como mediador. Luego que el partido-gobierno-Estado nos arrancó de un manotón dictatorial el constitucional derecho que el pueblo tiene a un referendo revocatorio del mandato del presidente de la república, la mayor urgencia nacional, además de atender la grave crisis económica y social que padece la nación, es la de rehacer el hilo constitucional quebrantado por un régimen político que con sus actos se ha ganado la caracterización de neo-dictadura. Eso, habida cuenta de la tozudez autoritaria del partido-gobierno-Estado que prefiere desatar una crisis política de enormes e imponderables consecuencias en vez de facilitar esa consulta popular, supone un calendario electoral progresivo. Y eso, como dijimos junto a otras 30 organizaciones civiles y sociales luego de la tropelía judicial contra el revocatorio, sólo puede lograrse a través de un proceso de diálogo y negociación.
Por eso respaldamos el diálogo. No sólo porque al país le conviene que gobierno y oposición puedan encontrar consensos que ojalá apuntaran a la conformación de un Gobierno de Transición Democrática, aislando a los extremismo de todo signo, sino porque es lo que le conviene a las fuerzas democráticas, orientadas por lo que hasta el cansancio se ha definido de 2006 a esta parte como una ruta de cambio pacífica, civil, nacional. Es decir, un proceso de lenta y evolutiva acumulación de fuerzas que tuvo en el 6D, al rescatar el Parlamento como institución autónoma de toda democracia, uno de sus hitos más importantes en la marcha hacia la reinstitucionalización de la república, la reactivación del aparato productivo, y la recomposición del tejido social. Fue un hito pero no final alguno.
En razón de todo lo expuesto, testimoniamos nuestro respaldo a los negociadores que en nombre de la MUD están llevando con pulso y firmeza, con valentía y coraje, las conversaciones con el gobierno.
Celebramos los primeros acuerdos:
*La posibilidad de una ayuda humanitaria y la necesidad de revisar entre Estado, trabajadores y empresarios un nuevo esquema para la adquisición y distribución de insumos y mercancías.
*La activación de un calendario electoral que se inicia con las elecciones en Amazonas y la renovación consensuada del CNE.
*La normalización de la relación institucional entre Poder Ejecutivo, AN y TSJ.
*La próxima liberación de varios presos políticos.
Quienes critican a la MUD y a sus negociadores injustamente, unos con comprensible ansiedad y otros procurando manipular la desesperación de la gente, podrían por un momento meditar si las fuerzas democráticas y populares tenían la posibilidad de escoger otro camino que no sea el del diálogo, la negociación y el calendario electoral progresivo para desalojar del poder a una neo-dictadura que sin escrúpulo usa a su favor instituciones, presupuesto y Fuerza Armada.
Diálogo y negociación no es rendición incondicional de ninguna de las partes, tampoco del gobierno. Si algunos lo creyeron así, pues estaban claramente equivocados.
Nadie tiene por qué estar satisfecho con lo logrado hasta el día de hoy por lo que queremos subrayar que todo diálogo es un proceso, que sus conquistas son progresivas, pues nadie tiene la posibilidad de imponerse al otro por la fuerza, en todo caso la oposición al gobierno no. La demanda de elecciones presidenciales anticipadas sigue allí en la agenda de futuras negociaciones, y su viabilidad dependerá del desarrollo de los acontecimientos y de la correlación de fuerzas real. El proceso que le ha dado victorias a las fuerzas democráticas nunca ha sido el de la confrontación mucho menos violenta que espera mágicos e instantáneos resultados sino el de la acumulación de fuerza desde abajo, voto a voto, institución por institución. El diálogo debe continuar para que precisamente puedan lograrse nuevas y mayores conquistas en la medida en que las fuerzas democráticas se hagan de más fuerza y de más poder. Y en particular debe incluir la agenda social, comenzando por estructurarse en consulta con organizaciones civiles y sociales representativas: democratizar el diálogo debe ser una consigna.
Lo principal hoy, aquí y ahora, para quienes queremos defender la democracia frente a las pretensiones dictatoriales y totalitarias de algunas minorías del poder, es, por una parte, restituir en todo su poder a la AN, y, por el otro, lograr acudir a unas elecciones regionales a la brevedad posible que, convertidas en 23 revocatorios, puedan atribuir a la oposición democrática de más fuerza y más poder y mostrar una vez más la voluntad mayoritaria de cambio del pueblo venezolano.
Y, junto a ello, la lucha de calle social, descentralizada, diversa, plural, reivindicativa, más que centralizada y política. La oposición necesita de un nuevo tipo de calle emparentada con los reclamos y las urgencias del pueblo.
La consigna de anticipar las elecciones presidenciales debe seguir sobre la mesa, claro que sí, no como un punto de honor ni una precondición para el diálogo, sino como la posibilidad cierta de abrir cuanto antes caminos que permitan el cambio democrático que todos queremos. Con esa consigna enarbolada, el tiempo dirá cuándo pueda la sociedad democrática hacerla realidad, mediante elecciones regionales y en el contexto de una crisis económica y social que se hace inmanejable y de cambios que se han de producir en la conciencia de nuestros militares.
Recomendamos, sí, ampliar consultas con distintas entidades emparentadas con los procesos de diálogo y negociación y ampliar el número de asesores con experiencia para el equipo negociador. En una tarea tan trascendente, se requiere el concurso de todos.
Nuestro respaldo, pues, a la MUD y a sus negociadores. Escuchemos la angustia legítima del pueblo, agobiado por el hambre, la escasez de medicinas, la inseguridad, el colapso de los servicios públicos y la corrupción, pero no atendamos la voz de quienes desde una crítica injusta y oportunista y desde posiciones de un radicalismo infecundo que no nos llevan a ninguna parte, se solazan pidiendo "máximos" sin pensar un poco en los "mínimos", y pretenden obstruir un proceso que es el único que puede asegurar el cambio democrático que queremos.
A todos los demócratas les pedimos hoy más que antes unidad, unidad dentro de la diversidad y la pluralidad, pero unidad. Frente a un régimen neodictatoral, sería criminal dividir nuestras fuerzas.
Adolfo Orozco (Caracas)
Alberto Centeno (Caracas)
Alejandro Martínez Ubieda (Caracas)
Andrea Tavares (Caracas)
Bruno Gallo (Vargas)
Carlos Torrealba (Caracas)
Douglas Zabala (Zulia)
Édison Martínez (Zulia/COL)
Eduardo Orozco (Caracas)
Enrique Ochoa Antich (Caracas)
Euro González (Zulia)
Francisco Kiko Bautista (Caracas)
Gustavo Hernández (Carabobo)
Ismael Felipe (Nueva Esparta)
Ismael Gallego (Caracas)
Jorge Lepage (Anzoátegui)
Jorge Rodríguez (Caracas)
José Gregorio Ochoa (Caracas)
José Luis Machín (Barinas)
Juan Carlos Pinto (Caracas-Miranda)
Juan Gonzalo Aguilar (Aragua)
Leonardo Morales (Caracas)
Luis Longart (Nueva Esparta)
Luis Martínez (Sucre/Cumaná)
Luis Milano (Barinas)
Manuel Alcalá (Caracas)
Máximo Blanco (Guárico)
Oscar Hernández (Caracas)
Pedro Romero (Miranda)
Rafael Curvelo (Caracas)
Ricardo Ríos (Caracas)
Ruperto González (Caracas)
Trino Nava Sánchez (Caracas)
Víctor Baptista (Aragua)
Víctor Rodríguez (Vargas)
Yimi Longa (Caracas)