Adelanto mi respuesta: no.
El liderazgo político no es creado por el marketing político. Aunque muchos quisieran que así fuere…
En realidad el liderazgo político es un fenómeno complejo que presenta muchas aristas diferentes que son dignas de estudio.
Algunos apuntes preliminares sobre el liderazgo político:
Los líderes son un “emergente” de su sociedad. Un producto de la misma. O sea que son portadores de algunas características propias de esa sociedad concreta en ese momento histórico y cultural concreto.
La nota esencial de un liderazgo es su capacidad para impulsar una sociedad en determinada dirección.
La dinámica, entonces, es bidireccional: la sociedad produce al líder para que encabece su marcha en cierta dirección, y el líder luego impulsa a esa misma sociedad que lo produjo. Hay algo casi contractual en la dinámica entre líder y sociedad. Un contrato que debe renovarse cada cierto tiempo, y que algunos lo logran y otros no. Por eso hay liderazgos de largo plazo, de esos que dejan honda huella en la sociedad, y también liderazgos de corto plazo que se agotan en una fugaz y rápida carrera.
Hay distintos tipos de líderes: carismáticos, racionales, negativos, etc. Siempre son conductores, pero se diferencian en cuanto a hacia dónde conducen y cuál es su estilo para conducir.
También hay distintos campos de ejercicio del liderazgo. Es así que tenemos líderes políticos, líderes empresariales, líderes deportivos, líderes religiosos, líderes culturales, líderes sociales…Todos ellos tienen características en común en cuanto a capacidad de conducción del grupo social hacia determinada meta, y se diferencian porque en cada área son necesarias distintas aptitudes para llevar adelante esa conducción.
El liderazgo en otros campos es muchas veces la plataforma para el liderazgo político. Un líder guerrillero como Mujica fue Presidente de Uruguay. Un líder religioso como Lugo Presidente de Paraguay. Un líder sindical como Lula Presidente de Brasil. Un líder empresarial como Piñera Presidente de Chile. Otro líder guerrillero como Ortega Presidente de Nicaragua.
El liderazgo en otros campos no siempre funciona como liderazgo político: un líder cultural como Vargas Llosa intentó sin éxito liderar políticamente al Perú.
Ser electo Presidente significa que alguien ha logrado liderar a su sociedad durante el breve período en el que ésta deliberaba sobre el rumbo a seguir los años siguientes. Es el líder de ese período de deliberación social sobre el futuro. Un período que suele ser breve, tal vez entre unos meses y un año. Es allí cuando alguien se instala con fuerza como líder. Y en su instalación juegan muchos factores: capacidad, carisma, equipo, marketing político (también), humor social, presencia o no de competidores serios…
Después de asumir como Presidente comienza una nueva carrera, vinculada con la anterior pero nueva. Ya no se trata de liderar a un país que está decidiendo hacia dónde va. Ahora se trata de liderar a ese país en la construcción efectiva de esa senda. En el día a día. En la práctica más que en la expectativa. Y en la respuesta a los nuevos problemas que surjan. Algunos están a la altura de la nueva tarea. Otros no lo están.
El carisma es importante para ganar elecciones pero no alcanza para gobernar. Eso de que “el pueblo nunca se equivoca” no pasa de ser una tontería demagógica. Claro que el pueblo se equivoca, al igual que cualquier individuo. Yo me equivoco, tú te equivocas, él también se equivoca…Somos simplemente humanos. Y cuando tomamos una decisión colectiva como pueblo, pues seguimos siendo humanos y a veces acertamos y a veces nos equivocamos. Lo individual no es infalible pero tampoco lo colectivo. Porque el ser humano no es infalible. Entonces a veces el electorado elige un Presidente que no tiene las capacidades necesarias para conducir un país. Aunque tenga su carisma y su encanto.
El ejemplo de los Estados Unidos es muy pertinente en cuanto a líderes. Es una sociedad que cultiva la idea del liderazgo en todas las áreas de la vida. Una cultura donde la figura del líder es omnipresente. Basta ver una serie americana de televisión o cualquier ejemplo cinematográfico o hasta la cultura de los comics. Siempre un líder valorado, un líder conduciendo y salvando. La sociedad norteamericana resalta siempre el papel del individuo que influye y que conduce (con infinito más destaque que la atención que le brinda a la sociedad que lo produce). Tanto resalta al líder que parece que fuera el propio líder quien poco menos que creara y modelara a la sociedad. Esta cultura explica la presencia de líderes políticos sólidos y de larga trayectoria.
Nada más lejos del marketing político, entonces, que el auténtico liderazgo político.
Maquiavelo&Freud