El pasado domingo 8 de mayo, finalizaron los III Juegos Suramericanos de la Juventud, celebrados en la ciudad de Rosario en Argentina. Este evento deportivo es de carácter multidisciplinario en el que participan atletas entre los 14 a 17 años, de todos los países de América del Sur y también algunos del Caribe y Centroamérica. Son organizados por la Organización Deportiva Suramericana (ODESUR) y se realizan cada cuatro años.
En sus diferentes ediciones, tres hasta el momento, los juegos sirven como escenario para constatar los avances deportivos de los países participantes. En nuestro caso particular, el cuadro de medallas y la posición final ocupada nos permite reflejar con objetividad las dificultades o problemas que ha tenido nuestro deporte juvenil en los últimos diez años.
En los primeros juegos, Lima Perú 2013, Brasil resultó campeón con un total de 142 medallas (72 oro-38 plata-32 bronce), Colombia nuestro eterno rival y punto de referencia para nuestro ciclo olímpico, quedo como subcampeón del evento con un total de 70 medallas (30 oro-20 plata-20 bronce) y nosotros ocupamos un meritorio tercer lugar con un total de 65 medallas (17 oro-28 plata-20 bronce)
Pero, la realidad fue totalmente distinta con respecto a la segunda edición de los juegos, realizados en Santiago de Chile en 2017. Allí Colombia, nuestro principal referente para los ciclos olímpicos nos sacó una amplia ventaja en todos los indicadores de medallas:
45 de oro contra 15, 35 de bronce contra 27 y 39 de bronce contra 32. En lo referente al total de medallas la diferencia fue abismal: Colombia 119 y Venezuela 74 ¡¡¡hubo un diferencial de 45 medallas!!!
Las explicaciones de este descalabro deportivo vienen dadas por la incapacidad, negligencia y corrupción de las autoridades deportivas del régimen. Debemos recordar y nunca olvidar, que en el año 2013 ocurrieron dos hechos que marcaron el estancamiento y fracaso de las políticas y programas del gobierno en materia deportiva.
En primer lugar, por primera vez en la historia de los Juegos Deportivos Bolivarianos fuimos desplazados del primer lugar por Colombia y desde esa fecha, siempre nos han superado en todos los eventos del ciclo olímpico: Bolivarianos, Centroamericanos, Panamericanos y Juegos Olímpicos. En segundo lugar, 2013 marca el año en que fueron suspendidos los Juegos Deportivos Nacionales Juveniles, situación que tuvo incidencia directa en los resultados de los Juegos Suramericanos de la Juventud celebrados cuatro años después en el 2017.
Al quedar suspendidos los juegos nacionales por más de nueve años, nuestra juventud quedó sin la posibilidad de participar en la principal competencia que sirve de base para seleccionar nuestro potencial olímpico. Sumémosle a ello, la incapacidad de las autoridades para implementar programas alternativos a la suspensión de los juegos, la negligencia al no otorgar los presupuestos necesarios a las Federaciones Deportivas para el desarrollo de sus Programas Operativos Anuales (POA), las selecciones nacionales sin programas de concentración ni intercambios preparatorios, la falta de Asistencia Social para los atletas y entrenadores y los salarios de hambre para los entrenadores.
El gobierno solo se limita a publicitar hasta el cansancio, una serie de consignas populistas y demagógicas tales como “Generación de Oro”, “Somos Potencia” o “Venezuela se arregló” para tratar de ocultar su fracaso.
En la recién finalizada tercera edición de los Juegos Suramericanos de la Juventud 2022 se mantuvo la hegemonía de Colombia sobre nosotros, con 93 medallas (35 oro-32 plata-26 bronce) comparadas con nuestras 79 medallas (26 oro-19 plata-27 bronce).
A pesar de haber restituido los Juegos Nacionales, hay que señalar que la improvisación sigue reinando en las autoridades deportivas demostrada con la multiplicación de las sedes de los juegos, escasez de recursos presupuestarios en los organismos regionales, permanente desatención a la estructuración de las Selecciones Nacionales y agravamiento del manejo del presupuesto para el deporte con la desaparición del Fondo Nacional y la centralización de la gestión deportiva en la ONAPRE, sumando a todo esto la inexistencia de autoridad al no haber sido designado el Directorio del Instituto Nacional de Deporte….mientras sigue la cantaleta “Venezuela se arregló”.
Debemos destacar, que a pesar de este rio de problemas, nuestra juventud está por encima de la incapacidad gubernamental y que con esfuerzo propio, acompañado del de sus familiares, entrenadores, dirigentes y personal de apoyo, ha participado con dignidad y entereza en los diferentes escenarios en los que ha representado al país.
El rescate de nuestros niveles competitivos está íntegramente relacionado con la superación de este régimen. Un Deporte Mejor requiere de Una Sociedad Mejor.