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El daño

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 4 min.

El daño causado al país y sobre todo al pueblo más necesitado y débil por la destructiva y dañina gestión pública de los últimos veinte años es verdaderamente gigantesco. Acabaron con todo lo bueno y provocaron males nuevos y mayores. Han arruinado nuestra economía después de ser el país más rico de Latinoamérica. La de los huevos de oro, PDVSA, que producía 3.500.000 barriles de petróleo todos los días, ha pasado a menos de 700.000 según cifras de expertos, acabaron con el complejo siderúrgico de Guayana y nos han metido en un infierno inflacionario de los más horrorosos del mundo que ha llevado a nuestra moneda a carecer de valor de intercambio, recibimos más dinero, pero podemos menos, en un kilogramo de queso se va el salario mínimo mensual. Provocaron cierre o indebidamente se apropiaron de una buena parte de las industrias del país, ahora existe un cementerio de galpones vacíos, el comercio ha cerrado sus puertas en más del 60%. Nuestras fértiles tierras están despobladas o tomadas por malandros con el consentimiento del régimen El empobrecimiento es general.

Han desvirtuado y desnaturalizado la institucionalidad nacional. Todos los Poderes Públicos, a excepción de la Asamblea Nacional son ilegítimos. Montaron un mamotreto que llaman constituyente también irrita y como tal ilegítima. No hay división menos autonomía de las ramas del Poder Público y todo se resuelve en Miraflores, desde allí se ordena y hasta se dictan veredictos propios de la administración de justicia. Desde Miraflores se inhabilitan partidos políticos y dirigentes y se ordena la persecución, encarcelamiento, tortura y hasta asesinato de la disidencia.

Estos daños, económicos y político-institucional son superables a relativo corto plazo. El primero, económico, con una sana administración que entre otras medidas reflote a PDVSA, prácticamente refunde la siderúrgica de Guayana, reestructure y revise la inmensa deuda pública, promueva y estimule el aparato productivo y detenga y si es posible desaparezca la inflación, estimule y promueva la reindustrialización y rescate nuestras fértiles tierras para volverlas a hacer productivas seguramente podemos empezar a subsanarlo. Se mejorarán de esa manera nuestras cuentas nacionales (macroeconomía) y el día a día del venezolano (microeconomía). Claro está estas medidas son fácil enunciarlas y nada fácil ejecutarlas, su implementación supondrá sacrificios que se tratará no recaigan en los sectores más necesitados, ya bastante sacrificados y que sean soportables por el resto del país.

Lo segundo, político-institucional también es superable con una administración democrática, decente y respetuosa de los valores y principios fundamentales para la convivencia. En la próxima elección, Dios mediante iniciaremos esta tarea. Especial empeño habrá que dedicar a nuestra Fuerza Armada para que recobre su institucionalidad y sea fiel a su juramento de servirle y defender los valores y principios patrios.

Así pues, esos dos grandes problemas son perfectamente corregibles o iniciar con buen pie su corrección en el transcurso de tres o cuatro año lo económico, lo institucional a mucho menor tiempo.

Lo que nos abruma, atormenta y preocupa más es el daño social. La sociedad es el conjunto de individuos que comparten una misma cultura e interactúan entre sí para conformar una comunidad. El régimen ha hecho lo posible para distanciarnos y dividirnos: Somos "leales o traidores", "patriotas o apátridas", "importantes o escuálidos", "explotadores o explotados", "burgueses o pueblo", es decir, ha querido lograr el insólito e inaceptable esquema de dividir el país entre explotadores y proletariado en busca de la lucha de clases propuesta por el comunismo. A ese esfuerzo por desagregarnos se suma el odio, rencor y venganza que caracterizan al régimen. Han pretendido cambiar nuestra cultura, nuestra interacción y nuestro comportamiento que siempre ha sido tolerante, de hermandad, bondadoso, caritativo, en fin solidario y todo ello en medio de una gran permeabilidad social. En nuestra diversidad y diferencias siempre hemos encontrado caminos para entendernos civilizadamente y de esa manera hemos conformado nuestra colectividad.

Tengamos muy presente que el régimen tiene montado un macabro laboratorio para manipular la opinión pública con invenciones y mentiras y crear en nosotros mal entendidos, sobresaltos y confusiones. Cuidado con hacernos eco de esa desinformación. Toda noticia que nos produzca confusión, desánimo, sorpresas desagradables, irritación o malestar, tengamos la plena seguridad que proviene de ese laboratorio. No nos dejemos engañar ni confundir.

Hay quienes por su formación y personalidad desechan y enfrentan el criminal dilema que el régimen procura, pero hay también quienes por debilidad o carencia de formación adecuada pueden ser tierra fértil para que prospere las consejas de la usurpación. Dios quiera que la espada no haya llegado hasta la encachadura.

Así pues, reacomodar y reordenar el país socialmente será una tarea titánica que estamos en el ineludible deber de atender con decidida voluntad y esfuerzo. Especial atención nos merecen los jóvenes que han crecido en la pesadilla de los últimos veinte años. Esos jóvenes son el relevo y debemos atenderlos y formarlos para que afronten con éxito los desafíos que se les presentarán.

Nos corresponde atender la dramática situación nacional con mucha inteligencia, capacidad, voluntad de servicio y toda la dedicación posible. Todos los sectores del país hay que acomodarlos, creo, como antes indiqué, que lo económico y político-institucional son superables en relativo corto tiempo, lo socio-cultural seguramente nos demandará mayor tiempo e intensidad. Hoy estamos luchando por el cese de la usurpación, por un gobierno de transición y por elecciones generales, pero también hagamos conciencia que lo que nos corresponderá más adelante es un desafío del tamaño de nuestra historia. Continuemos en la lucha y preparémonos para mañana.