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Defensa del voto

Tiempo de lectura: 7 min.

Dejemos al margen los errores de la oposición democrática, que son muchos y que han contribuido a alejar de ellos al pueblo y a los electores y, lo que es peor, a alejarlos de la política, de los procesos electorales, de las movilizaciones gigantescas, que vivimos en varias oportunidades. No hace falta abundar en lo que bien conocemos y que además muchos “‎opositores” se encargan a diario de recordárnoslo en las redes sociales.

Críticas opositoras

Dejando eso de lado, repito, no cabe duda que el régimen instaurado desde 1999 se ha encargado de abonar el terreno para esas críticas de los “‎opositores”, que a diario se quejan, critican, buscan y dicen que encuentran la quinta pata del gato. Ya ni siquiera les pedimos que nos muestren alguna solución realista, factible, posible de emprender, por ese pueblo al que pretenden defender de las “nefastas garras” de la oposición que ellos llaman cómplices, aliados, y cualquier otro epíteto, simplemente les decimos: adelante, hagan y que tengan mejor suerte.

Pero, dejémoslos también de lado y concentrémonos en dos aspectos de ese grave problema que es el desconocimiento del voto, que es el antídoto para el oprobio en el que vivimos, el arma para defendernos de la destrucción institucional y real de la democracia.

El régimen contra el voto

Desde el principio el régimen se mostró contra la voluntad popular que decía defender; rápido paso esa euforia democrática del régimen, que retaba a la “escuálida” oposición a acudir a los procesos electorales. Un buen día el propio y ya fallecido, líder máximo de la “revolución”, se dio cuenta que su caudal electoral mermaba, que la indiferencia de la abstención se apoderaba del ánimo de la gente −desde 1998 la abstención indiferente se ancló en más del 30%− y se dio también cuenta que para mantenerse en el poder, además de la fuerza, era necesario destruir en la conciencia de la gente el espíritu democrático que la llevaba a votar, a decidir con el voto quien debía dirigir el país, quienes debían encabezar gobernaciones y alcaldías y quienes a integrar el poder legislativo, espacio que podía dar cabida a todos, para que allí, además de controlar y designar a los otros poderes, se ventilarán y dirimieran los grandes problemas del país.

Acciones contra el voto

Cuando el cabecilla del régimen se dio cuenta que esa “‎idea” que adoptó como suya y que esgrimió como argumento o demostración de su “amplitud”, la revocatoria del mandato, se volvería en su contra, comenzó un proceso de minar esa posibilidad y la importancia del voto. Primero, retrasando el proceso revocatorio, convocado en su contra, durante más de un año, tiempo que necesitaba para desarrollar el clientelismo o populismo de las misiones, con las que durante un tiempo disfrazó las miserias a las que a la larga condujo la economía del país.

Y segundo, desarrollando todo lo que dificultase la recolección de firmas que solicitaban un referéndum revocatorio de su mandato, con amenazas y violencia incluidas, con la elaboración de “‎listas de opositores” −recordemos la infausta “‎lista de Tascón” −, desarrollando una no tan sutil predica de que el régimen “‎sabia” por quién votaba cada quien; predica que no podía tener otro propósito que atemorizar a quien se atreviera a firmar por el referéndum revocatorio o votar en contra en el mismo. Desde luego eso ayudo a minar la posibilidad de un triunfo opositor en el referéndum revocatorio de 2004, derrota que nos condujo a una improductiva abstención para la elección de la Asamblea Nacional en 2005, que dejó al poder legislativo en manos del régimen, con el que intentó modificar todo el ordenamiento jurídico del país.

De allí en adelante, la desestimación del voto, por diversas vías, se convirtió en política del régimen; a eso le siguió la intimidación y más tarde la persecución de opositores, además de la desastrosa política económica que ha llevado al país a la ruina, y que no vale la pena describir.

Rescatando el valor del voto

Difícil y escabroso ha sido el camino para rescatar el valor del voto como arma de la democracia. Un esfuerzo importante se hizo en 2006 con una candidatura unitaria para las elecciones presidenciales de ese año; otro, con el triunfo en el referéndum que impidió modificar la constitución en 2007 y desde luego el triunfo en la elección de la Asamblea Nacional en 2015.

En esa última ocasión el régimen no tuvo miramientos, simplemente arrebató a la oposición la mayoría calificada de los dos tercios, anulando la elección de los diputados del Estado Amazonas; procedió a convocar entre gallos y maitines a su Asamblea Nacional, la de 2010, que controlaba totalmente y en el periodo usualmente vacacional decembrino, modificó la composición del Tribunal Supremo, con el que después anuló de manera sistemática todas las decisiones que fue adoptando la Asamblea Nacional electa en 2015. No se detuvo allí, acosó físicamente a la AN persiguiendo diputados, quitándole la corriente eléctrica a sus instalaciones, privándola de presupuesto; hasta que procedió a crear una asamblea paralela, supuestamente “‎constituyente”, espuriamente elegida, con resultados electorales que nunca fueron publicados; asamblea que nunca hizo esa constitución, sino que aprobó algunas leyes, que no le correspondía, y actuó paralelamente a la legitima Asamblea Nacional 2015 y hasta convocó, ilegalmente, elecciones presidenciales anticipadas en 2018.

Episodios extremos

La desestimación del voto tuvo dos episodios extremos y “‎memorables”, preludio de lo que pudiéramos esperar de ahora en adelante si no estamos prevenidos; uno en 2017, cuando se desconocieron los resultados de las elecciones de gobernador en el Estado Bolívar, anulando los resultados que arrojaron las actas electrónicas emitidas por las máquinas de votación y reemplazándolas por actas manuales, despojando así del triunfo al candidato opositor y dándoselo al candidato del gobierno. Y dos, en 2021, en las elecciones de gobernador del Estado Barinas, que inhabilitaron al ganador opositor y ordenaron repetir el proceso electoral, tras inhabilitar también a otros dos candidatos opositores; afortunadamente, prevaleció el ánimo unitario de la oposición, que fue capaz de seleccionar un candidato, que resultó triunfante en las elecciones convocadas en enero de 2022.

Declaración desde Miraflores

Podríamos seguir narrando acontecimientos de esa naturaleza en donde se demuestra la negación y desestimación del voto, pero quizás vale la pena concluir destacando un episodio reciente de esta estrategia y es el relativo a la última declaración de Nicolás Maduro desde Miraflores, con relación a los resultados de la negociación en México.

En esta declaración hay una triple afirmación cuyas consecuencias no son del todo favorables para el régimen y que debemos destacar; primera, a pesar de todos los intentos del régimen para desconocer y restar méritos a la oposición democrática y ensalzar esa otra oposición que el régimen ha creado a su medida, no logran explicar por qué están en México negociando con una oposición que desestiman y se niegan a reconocer; segunda, es evidente, por la declaración, que las sanciones les pesan, los perturban y todo su esfuerzo está dirigido a librarse de ellas; y tercera, y más importante, con relación al tema electoral cuando Nicolás Maduro señala: “¿Quieren elecciones libres? Que se lleven todas las sanciones”, está reconociendo que no hay elecciones libres en Venezuela y que es él y ninguna otra institución o persona la que puede “decidir” si hay o no elecciones libres en el país.

Como señalé más arriba, no vale la pena seguir poniendo ejemplos respecto de este tema, es más útil tratar de definir algunas pistas, algunas ideas y tareas para tratar de rescatar el valor del voto como arma de la democracia.

Nuevas oportunidades

Se nos presenta ahora una nueva oportunidad, en 2024, con la elección presidencial que corresponde hacer en ese año. Y previo a ese evento, la selección del candidato unitario de la oposición, en un proceso de elección primaria que se debe efectuar en 2023. Son dos hitos interconectados y dependientes, no se tendrá éxito en 2024, si no se logra un buen éxito en 2023, en la elección primaria. Para ello se deben resolver varias dificultades, algunas de carácter técnico, las cuales no comentaré hoy −ya habrá tiempo para ello, cuando la Comisión Nacional de Primaria anuncie algunas decisiones acerca de cómo se desarrollará ese proceso−, pero otras son de carácter emocional y político.

Algunas barreras

En lo político, es preciso que se imponga y mantenga el espíritu unitario, para seleccionar un candidato de la oposición democrática; que se mantenga igualmente la presión internacional sobre el régimen, y la movilización interna, sobre todo ahora que se iniciará en México la etapa de negociación de las condiciones electorales. En lo emocional, es indispensable superar el desánimo de los venezolanos, su rechazo al liderazgo opositor y su marginación de los procesos electorales; tarea difícil, sobre todo si en las redes sociales y medios de comunicación algunos periodistas, analistas, creadores de opinión y personas influyentes persisten en su práctica de hacer criticas indiscriminadas −muchas veces siguiendo la pauta que marca el régimen−, a cualquier iniciativa política que se emprenda y que no coincida con sus puntos de vista; y sobre todo, que algunos lo hacen falseando información, exagerándola y en algunos casos, inventándola.

Conclusión

La elección primaria de 2023 nos abre la posibilidad de mostrar al pueblo venezolano una cara unida y una alternativa para superar este oprobio y ganar las elecciones de 2024. Algunos dudan, lo sé, que esto se pueda producir o afirman que el gobierno se negará a entregar el poder, si pierde la elección presidencial. Pero en realidad eso es algo que no sabemos, sobre lo que solo podemos especular.

La elección del candidato unitario mediante un proceso de primaria no solo es una buena oportunidad para que sea el pueblo, de manera directa, quien decida quien quiere que sea su representante para enfrentar al candidato del gobierno, sino también es una buena oportunidad de movilización y motivación, de estimular a un país que aparece un tanto adormecido en materia política.

Politólogo

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/