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El diálogo y los francotiradores

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Tiempo de lectura: 3 min.

“Hasta los palos del monte, tienen su separación: unos sirven para leña y otros para hacer carbón”

Contrapunteo de cantaclaro.

Una crónica televisiva colombiana relató en días pasados un trágico suceso en el cual se involucraron varias familias por la castración de un ejemplar chivo padrote en la Goajira colombiana, aquella cuya mitad fue una vez venezolana y por esos turbios manejos de la diplomacia y la política de la época perdimos sin disparar un tiro. El cuento es que la enemistad acumulada durante 54 años, en el cual se enfrentaron y mataron entre sí, hermanos, tíos y primos, la violencia familiar de tantos años concluyó, luego que algunos nietos de las varias familias, dispersadas entre Venezuela y el centro de Colombia por aquel encarnizado suceso, decidieran sentarse, sin menoscabo de sus temores y desconfianzas, a reencontrar el rumbo consanguíneo perdido e iniciar el nuevo tránsito familiar. Las pérdidas fueron brutales.

Digo esto, porque en los últimos días, el diálogo y la MUD ha recibido el plomo parejo por los resultados leídos al término de la última reunión celebrada por el gobierno y la oposición con presencia de los facilitadores de El Vaticano y la Unasur, cuyo propósito, en el caso de la oposición, valga decirlo, es alcanzar una solución constitucional a la gravísima situación política que vive el país. No en balde la gente se encuentra en un estado de desasosiego, porque a ello se suma la tambien agravante situación económica y social que padecemos los venezolanos.

Pero al grano. Lo que queremos comentar es que, los documentos que se leyeron al concluir la segunda reunión gobierno-oposición, crearon una situación de confusión, de rechazo e indignación que amenaza la credibilidad de la MUD; la imprecisión y el lioso lenguaje utilizado por el vocero opositor no solo agravaron la desconfianza que hoy corroe el espíritu de lucha de un inmenso número de venezolanos, sino que además, ha generado la visión de falta de capacidad en nuestros negociadores para liderar y conducir nuestras expectativas en el proceso de diálogo, de allí pues, que la sensación que nos abruma es que en ese equipo no están todos los que son ni son todos los que están. Así de sencillo.

La intención de este espacio no es contribuir a dinamitar a la MUD ni tampoco fusilar a los negociadores, muy lejos estoy de acompañar en esa empresa a los francotiradores, suerte de héroes cibernéticos de la democracia, lo que quiero señalar es que, si bien no son todos los que están, el juicio o la feroz murmuración contra la MUD no es buena compañera en este crucial momento de nuestra sociedad. El equipo se puede mejorar, no hablo del liderazgo de la MUD.

¿Qué criticamos constructivamente? Que no se han cuidado las formas del procedimiento, que al final hacen un todo, para sentarse en la mesa de negociación, que tambien el lenguaje y la transparencia en la actuación cuentan. Digo que la gente no entendió la presencia de Maduro en la instalación del primer encuentro. Él es parte de la crisis nacional y por ello resultó injustificable presidir aquella mesa saludando como si se tratara de una reunión entre amigos. Hay que agregar tambien que lo sustantivo de las discusiones comiencen a generar frutos tangibles. Si esto no ocurre para la próxima reunión, si no hay avances en el diálogo, la rabia y la desesperanza serán mayores y se producirá un sentimiento de que la salida no será democrática y habrá riesgo de violencia social.

Si bien el cuadro no es de satisfacción, no caigo en el falso dilema de que nada se ha ganado y que todo se ha perdido. Se ha sentado en la mesa a un gobierno facineroso, que actúa bajo la máxima instructiva del dictatorio y que hoy la comunidad internacional ha abierto los ojos sobre lo que sucede en Venezuela. Pero ello no es suficiente.

Por último, hay que decirlo, la gente de la calle advierte que la unidad que queremos no es la unidad que se ve en las organizaciones que forman la MUD, que los proyectos personales saltan a la vista en cada discurso y que la improvisación de nuestros negociadores se revela en los errores que se han acusado en los dos encuentros.

El diálogo debe continuar, a pesar de las provocadoras decisiones del TSJ y el pantanoso discurso presidencial. Tambien debe haber calle. Confiamos que en el encuentro del 6D, el discurso de la oposición sea más coherente, de mayor firmeza y mejor aliento para la mayoritaria ilusión venezolana.

frusbet@gmail.com