Nací, crecí, estudié, tuve hijos, gané premios, me hice un nombre (hasta ahora no fortuna) en Venezuela. Toda mi familia es descendiente de inmigrantes como casi todos, en nuestro caso (mi familia) esos ancestros venidos del otro lado del mar no hacen mayor cosa en eso de la forma de pensar, de hecho sé de esos ancestros por una necedad genealógica pues tengo como creencia que uno de los grandes dramas nacionales está en que si nadie sabe muy bien de donde viene, mucho menos sabrá jamás hacia donde se dirige, la única persona de mi entorno a quien parece interesarle el tema es a mi hija, creo que más por la natural admiración filial que sienten los hijos que por otra cosa.
En base a este afán de investigar sobre mis ancestros también obliga conocer algo de nuestra historia nacional, sobre todo hay desvíos naturales al buscar por añadidura alguna razón lógica para que mi país parezca una escala infernal y no el Edén tropical que sugieren nuestros paisajes. Todos sabemos que la barbarie es parte de nuestra cotidianidad, ya a nadie espantan los muertos, las balas, los malandros ni esa relación enfermiza entre poder y hampa, esa cosa tan espantosa que es eso de que los altos funcionarios gubernamentales , quienes por definición deberían ser el ejemplo de para las masas, son sujetos perseguidos por leyes internacionales, sospechosos de cuanta porquería altamente rentable (económicamente hablando) es posible pero que por encima de todo sus súbitas y descomunales fortunas parecen hablar de la certeza de esas acusaciones más que de la falsedad, que esos mismos funcionarios endilgan a los boletines de las agencias antidrogas o las cortes penales internacionales.
Al revisar por encima nuestra historia me he tropezado con el eterno fantasma de la tristeza en todos los relatos, creo que hay muy pocas historias felices en nuestro ADN, pareciera que si el país no le parece una mierda a todos, nadie se siente cómodo, al parecer jamás hemos tenido épocas felices pues cuando no es que los tipos son asesinos, torturadores , perseguidores y censores de algún grupo político, son ladrones, asesinos o cualquier otro adjetivo que dicho sea de paso es acomodaticio a cualquier gobierno democrático o dictatorial, en tiempos de guerra o de paz, nunca nadie está conforme y todos son monstruos independientemente del lado político en el que milite el poder, lo más curioso es que pareciera existir una relación inversamente proporcional entre calma económica y persecución política, es decir, que mientras el país está más boyante la persecución política pareciera más firme o peligrosa según se mire, por supuesto toda regla tiene su excepción como podemos afirmar a la vista de la situación actual.
Si lo vemos en retrospectiva, económicamente hablando todo tiempo pasado fue mejor, antes de esta porquería socialista los sueldos tampoco eran (nos parecían, ahora sé que fue una falsa suposición) la gran cosa, todo el mundo se quejaba y la izquierda como buen ala política cuyo fin pareciera el de ser de fabricar mártires sin tomar muy en cuenta que esos “caídos” en su mayoría tampoco es que anduviesen echando flores, hacía apología de lo mal que íbamos, de que tan ladrones eran los del gobierno, la “feroz” persecución política hasta lograr que la opinión publica tuviese a bien odiar la visión de partidos, hasta hacer de “adeco” un insulto de palabras mayores con el que los muy doctos profesores universitarios, funcionarios públicos, amas de casa, columnistas de diarios, obreros y cualquier otro ciudadano influido por la corriente de pensamiento “progresista” de la época calificaban a todo aquel que difiriera de sus ideas políticas o lo que en su escaso entendimiento asociaban por el intenso bombardeo al que estaban sometidos por parte de todos los frentes que odiaban por una cuestión acomodaticia al gobierno de turno, y que los cándidos compatriotas asumían como una verdad absoluta.
.Ahora bien, en estos tiempos es normal que todos nos quejemos, es casi imposible no estar de acuerdo en afirmar que no existe ninguna forma de decir que estamos mejor que nunca a menos claro que ganes en dólares o euros y los cambies a bolívares el mercado paralelo, acá es el único país del mundo donde con doscientos dólares mensuales puedes considerarte más que afortunado pues la mayoría gana si acaso poco más de 20 dólares al mes , lo que resulta está por debajo de la definición de pobreza extrema según la ONU, ellos aseguran que quienes viven con menos de dos dólares al día están en pobreza crítica, ¿Qué quedará para quienes ganan menos de un dólar al día?, eso sin hablar de toda la escasez que existe, hasta la bondad parece haberse ido al exilio.
Lo que no es normal bajo ninguna óptica es esta mala costumbre de hacernos creer menos que los demás, este eterno quejarse por todo, vale molestarse y tomar las decisiones para evitar seguir viviendo de la queja, lo que no se vale es quedarse en el llanto por lo mal que vivimos sin que a nadie se le ocurra hacer cosas para vivir mejor. Cuando toda esta pesadilla pase creo que uno de los puntales de cualquier gobierno ha de ser el de buscar la manera de mejorar la autoestima nacional, de elevar los estándares para extirpar de una vez por siempre este mal sino de quejarse por todo, de nunca ver el lado amable de nada y de pensar que nunca estamos lo suficientemente bien como país, la verdad es que (me parece) es una de los peores males que tenemos como nación, además de puerta fácil para que esperpentos izquierdosos hagan entradas triunfales solo para que en su infinita capacidad de destrucción maten todo lo bueno, para dejar solo la hez en la psiquis nacional, todo por ellos mantenerse eternamente en el poder bajo cualquier excusa, haciendo lo que una vez denunciaron pero con más saña pues son víctimas de su propio veneno, ese mismo que es peor cuando quienes lo producen son sus principales beneficiarios.
Mayo 2017
@jbdiwancomeback