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Elites o Sociedad en un Estado Ciudadano

Opinión
Tiempo de lectura: 4 min.

ABC de la política

La idea de un Estado que piense y actúe para fortalecer a su sociedad descansa en la necesidad de un cambio en el sistema de élites, políticas, económicas y sociales, los grupos dominantes, que, siendo minoritarios, imponen sus intereses frente a la mirada impávida y lánguida de las grandes mayorías.

Eso es y ha sido así siempre. Los Estados han estado dirigidos por élites, llámense clanes, cenáculos, oligarquías, aristocracia, monarquías, presidentes o pranatos. Digo esto sin ánimo de despreciar que un grupo de personas con cualidades para ello dirijan, gobiernen o lleven el timón… porque es un efecto natural del liderazgo de personas que cuentan con cualidades especiales, que distinguen de otros. ¡Unos mandan y otros obedecen! es una máxima ya no sólo aristotélica, sino ya de vida. 

Pero como dice Foucault que no se gobierna para mantenerse en el poder sino para ordenar las cosas, debe existir un equilibrio entre esos pocos y los muchos, que estos últimos tenga la posibilidad de intervenir, expresarse, opinar, proponer, para que quien gobierne lo haga en atención a sus necesidades. Así que, lo que no se puede es seguir dejando en manos de pocos los destinos de muchos.  

La historia de la humanidad da cuenta cómo se repiten episodios violentos ocasionados por unos pocos que han afectado a millones de almas. Que, aunque se pensó que no volverán a ocurrir, ocurrieron.  Como cuando al fin de la revolución francesa y la cuasi monarquía napoleónica, planteó Hegel que ya no había necesidad de lucha violenta, para reestablecer la supremacía de los derechos. Sin embargo, sobrevino la primera guerra, el fascismo, el nacismo, en cuyo marco Kojéve, repitió la misma frase. Que fuera repetida nuevamente por Fukuyama, después de la segunda guerra, cuando se implantó la democracia liberal representativa como el régimen político que reunía un cúmulo de virtudes para la convivencia, del fin de la historia con la democracia, emulando a sus antecesores.  

Pero, el mismo Fukuyama alertó que podían surgir contradicciones “…derrumbará por una especie de podredumbre interna…”, cuando reconoce que pudieran de haber “… otras fuentes más hondas de descontento … de si en ella la vida es realmente satisfactoria…”. 

Planteamiento que generó una fuerte discusión académica Huntington vs. Fukuyama sobre que existían otras fuentes de conflicto entre las diferentes civilizaciones y sus estructuras políticas. También estuvo en tapete el fenómeno de las minorías dominantes del mercado y minorías étnicas frente a las grandes mayorías empobrecidas, de Amy Chua.

Como en el eterno retorno estoico y frente a todas las organizaciones creadas para garantizar el nuevo orden mundial democrático de paz, sobrevino: la matanza de los Tutsi vs. Hutu en Ruanda (1994); la Guerra de Somalia (2006-2009) entre clanes, intervención extranjera, hambruna, sequia; la auto proclamación del Estado Islámico (2014); el descontento de los indignados (2011), la primavera árabe (2010); protestas en Latinoamérica (2020); Guerra Rusia vs. Ucrania (2022), la guerra Israel vs. Hamas (2023) y está en pleno desarrollo otro polo de conflicto entre China, Rusia, Corea del Norte vs.  el mundo occidental. China ha planteado una nueva ruta de la seda que en el fondo consiste en un nuevo posicionamiento de dominio y control en el mundo.   

Entonces, la pregunta es ¿el mundo está conforme con la dirección de unos pocos? o esas grandes mayorías insatisfechas de hoy, que alerta latino barómetro, ¿querrán encontrar una fórmula que les de presencia y poder de decisión en los temas importantes para todos? Por ejemplo, algo tan básico como una guerra.

El estrangulamiento que imprimen las elites contra la sociedad quedó expresado con la explosión de la burbuja financiera en el 2008, producto del capitalismo liberal laisser – faire. Crisis mundial que replanteó la necesidad de la intervención del Estado, buscando a Keynes por los rincones, como ente regulador de la economía y fue gracias al aporte de los Estados, con el dinero de los contribuyentes, no de quienes crearon la crisis, sino el de todos, que se niveló la situación.  

¿Hasta cuándo un solo hombre marca el destino de una nación? Lo que se vive en Argentina con Milei con quien ese país logró un superávit fiscal importante a la par que el observatorio de Deuda Social de la Universidad Católica de Argentina dio a conocer que las cifras de la pobreza superaron el 57%, el peor índice desde el 2001. Parece que lo que tienen demás es a costa de lo que no les dan a los pobres: recortes de programas sociales y despidos en masa. 

Frente a este panorama compra armamento militar, 24 aviones F16 y quiere más. Es más, un empeño de ser más liberal que nadie y pasar así a la historia, como el liberal de los liberales, se enfrenta por razones ideológicas a sus vecinos: Colombia, Brasil, Bolivia y Venezuela, principalmente. 

Con esta reflexión queremos significar que mientras continúen las élites imponiendo sus decisiones, propuestas, ideas…, no se van a resolver los graves problemas de las grandes mayorías, sino los de ellos. 

Es la razón por la cual perdura, sobre todo en Latinoamérica, la pobreza, la ineficiencia de servicios públicos, de educación, salud y vivienda, cuyo caldo de cultivo es la distribución inequitativa de los fondos públicos… corrupción, clientelismo.... 

Por lo tanto, urge un cambio en ese sistema político de elites que se ha desgastado en ineficiencia y de allí insatisfacción ciudadana. 

Esta es la lucha de estos tiempos y a ello responde el planteamiento del Estado Ciudadano. Entonces no se trata de eliminar o aniquilar las elites se trata de coexistir: representación y participación. Entre un liderazgo moderno e inclusivo, que fortalezca a la sociedad para que logre expresión institucional. Visto así no hay dicotomía entre las élites y sociedad siendo más bien complementarias y necesarias.

carlotasc@gmail.com

@carlotasalazar