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La Claperucita Roja Rojita del Siglo XXI

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 6 min.

Todos recordamos gratamente durante nuestra infancia a Caperucita, una niña que quería mucho a su abuelita, y a quien un día su madre le dio una cesta (no sabemos si fue una caja CLAP) llena de comida para que llevara la merienda a la abuelita, que vivía en una casa en el bosque, porque la doñita estaba enferma. Nunca he podido entender en este cuento la irresponsabilidad de la madre de Caperucita de permitirle ir sola al bosque, a sabiendas del peligro que significaba el lobo feroz. Tampoco tengo respuesta al hecho de que Caperucita no haya sido capaz de reconocer las diferencias, que observaba, entre su abuela y una bestia disfrazada; o que el lobo no se la haya hartado en tantas salidas por ese bosque. Por eso es que esta historia no es más que puro cuento, tal como los que nos cuenta el gobierno con la guerra económica, los planes de empleo, los bonos por votar en las elecciones presidenciales etc, etc.

La verdad es que ese cuento no es como lo relatan. Caperucita era un niña muy picara y con simpatía por la revolución Bolivariana, por esa razón sacó su carnet de la patria en uno de esos operativos relámpago, no recuerdo exactamente donde, pero algunos historiadores y biógrafos de esta niña dicen que fue en el cine Catia.

Bueno, resulta que esta niña se enchufó y comenzó a bachaquear con las cajas CLAP, las cuales conseguía con el lobo, quien le propuso no comersela ni a ella ni a su abuelita, con tal de ganarse “honestamente” unos churupos vendiendo las famosas bolsas o cajas CLAP (Caperucita Las Acaparaba Públicamente). Desde luego, Caperucita que no tiene nada de pendeja aceptó la propuesta del lobo, ahora su socio en revolución y no su archienemigo como lo fue en la Cuarta República.

La historia no indica en que bosque se originó esta historia, pero por la narrativa pareciese que es el de Sherwood donde se la pasaba echando vaina el bonachón de Robin Hood, cerca de la ciudad de Nottingham o el de Ticoporo, por la cercanía a Barinas.

La historia cuenta que un día Caperucita caminaba por el frondoso bosque y de repente rezagado en un inmenso árbol (posiblemente un Merecure) le saltó el Lobo disque feroz. Caperucita, incólume, de lo más tranquila y más fría que cava con quesos le dice al lobo ¿Qué te picó, este niño? ¿Me vas a robar? Mientras increpaba al lobo le sacó el carnet de la patria y este exclamó ¡Que vaina tan buena, eres camarada como yo! Si, le respondió Caperucita y le aclaró al lobo, cuidado con una vaina, pues llamó a Robin Hood defensor de los pobres. El Lobo le responde, tranquila carajita y no estés contando con que Robin te va a proteger, tu héroe se fue pa´l carajo hace rato, dicen que se fue a Chile por que no aguanta la peladera de bolas y sus amigos se lo sacudieron y ahora tienen un consejo comunal y están formando un cooperativa de transporte para comprar una “perreras”, así que mija bájate de esa nube. En lugar de estar peleando vamos a asociarnos, tengo unas panas bachaqueros que me consiguen las cajas CLAP y podemos meternos un billete revendiéndolas. Ta’ pago!!, le respondió Caperucita.

Con el acuerdo sellado, El Lobo Feroz retó a Caperucita a hacer una carrera hacia la casa de su abuelita para visitarla y saber cómo estaba ya que vivía solita en el bosque y según el lobo tenía más de 15 días sin luz y sin agua, situación que preocupó a Caperucita. El lobo, que era una rata, le dijo que había dos caminos, uno largo y uno corto. Le dijo a Caperucita que ella tomara el corto y que él tomaría el largo, pero el muy sátrapa le enseñó los caminos al revés y Caperucita, sin saberlo, tomó el camino largo. Desde luego, el Lobo, llegó antes a la casa, se hizo pasar por Caperucita y ante la puerta pregunto si podía pasar, como nadie le contestaba el Lobo Feroz entró y se puso la ropa para hacerse pasar por la abuelita (quien no tenía nombre, pero como la pintan en el cuento deberá llamarse Doña Justina) y se metió en la cama para esperar a Caperucita.

Una vez que Caperucita llegó a la casa, se cansó de tocar el timbre y se acordó que no había electricidad (o luz como mayormente se dice); sin tocar la puerta pues tenía llaves entró a la casa, se acercó al cuarto de Doña Justina y empezó a hablar con quién creía que era la abuelita (que en realidad era la rata del lobo) y entre ambos se estableció un dialogó;

Caperucita ¡Qué ojos más grandes tienes!

Lobo !Los tengo dilatados para hacerme un chequeo porque tengo glaucoma!

Caperucita ¡Qué orejas más grandes tienes!

Lobo ¡Me picaron unas avispas mientras caminaba en el bosque a botar la basura!

Caperucita ¡Qué manos más grandes tienes!

Lobo ¡Las tengo hinchadas de lavar a mano, pues se me jodió la lavadora y tengo 15 días sin electricidad!

Caperucita ¡Qué nariz más grande tienes!

Lobo ¡Tengo un barro o un grano que me tiene loca! Caperucita ¡Y qué dientes más grandes tienes!

Lobo ¡Estoy estrenando una plancha que me pusieron en un CDI!

Caperucita, incrédula y poco convencida de lo que el lobo le respondía, le dice mira lobo pendejo, de donde crees que soy, tú crees que soy de la MUD, o de la partida de pendejos que creen que el gobierno va a salir por una invasión de EEUU o por lo que diga el Papa Francisco; tu no me engañas haciéndote pasar por mi abuela, pues ella dejó la peluca y se fue hace 6 meses a España a vivir con una hermana en el país vasco, así que basta de cobas, te pareces a NIMAMO dándole muelas a la gente para que crean que la falta de alimentos es por la guerra económica o a Mota Domínguez diciendo que todos los apagones son por saboteo o por El Niño

El lobo impresionado y aunque Uds. no lo crean llorando de angustia, tal Eva Moreno en los culebrones de RCTV, reconoció y se bajó de la cama. Yo sabía que tu abuelita dejó la peluca, pues la última vez que vine a visitarla me consiguió abriendo las bolsas de basura y me cayó a coñazos y me dijo ¡! La próxima vez que te vea llamó a la perrera para que te agarren y te envenenen! (Nota, esta no es la misma perrera que están formando los amigos de Robin Hood).

El lobo ya más tranquilo, le dice a Caperucita, quiero confesarte algo, yo no soy el lobo de este cuento, ya que al original se lo comieron los que viven en esta comarca pues tenían una hambruna arrechísima. Caperucita con los ojos pelaos, le pregunta y entonces ¿Quién eres tú? ¿El lobo estepario? ¿El Lobo del conjunto de Lobo y Melón? ¿El lobo del cuento de Pedro y el Lobo? ¿Quién carajo eres tú?, el lobo apenado le respondió yo soy el lobo de Los Tres Cochinitos, que me prestaron para este cuento y por hacerlo me ofrecieron vacunarme contra la rabia y comprarme perrarina ya que no existe la Loborina, además me ofrecieron una cesta ticket.

Caperucita resignada le dice, ¡OK aceptó tus disculpas y manos a la obra comencemos a bachaquear las cajas CLAP!! A partir de ese momento comenzó a acaparar las cajas CLAP y decidió cambiarse el nombre, y exclamó en alta voz

!Ahora quiero que me llamen la CLAPERUCITA ROJA, ROJITA DEL SIGLO XXI!

Y colorín, colorado Claperucita se ha enchufado.

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