El informe de Bachelet tuvo un fuerte impacto en la izquierda latinoamericana. Los partidos más influyentes y relevantes decidieron distanciarse del régimen venezolano. En este contexto, se desmarcaron de las intenciones del régimen de utilizar el Foro de Sao Paulo para descalificar a la expresidente chilena y cuestionar su informe. La mayoría no asistieron, convirtiendo el Foro en un evento débil y deslucido. Parte de los que participaron no acompañaron al régimen, lo que impidió un pronunciamiento alineado con las aspiraciones del gobierno del presidente obrero.
El informe de la expresidente chilena fue demoledor para el régimen, en primer lugar por la contundencia del contenido y crudeza del mismo, en relación a la violación de los derechos humanos, y en segundo lugar por el prestigio de la autora del informe dentro de la izquierda latinoamericana. El gobierno en lugar de conciliar con Bachelet y hacer concesiones, procedió a su descalificación, presentándola como una aliado de la derecha y del imperialismo. Como lo expresó Diosdado Cabello recientemente: “Ese informe no lo hace ella, ella lo que hace de manera irresponsable es firmarlo (…) ese informe es realizado, hecho, redactado por el imperialismo norteamericano y se lo ponen en su escritorio.”. En este contexto decidió utilizar la reunión del Foro de Sao Paulo para desacreditar a Bachelet y su informe, esperando contar con el apoyo de los delegados al evento. Para el éxito de su estrategia el gobierno confiaba, no tanto en el prestigio de sus integrantes frente a los antecedentes de la expresidente chilena, sino en la ayuda financiera que ha estado repartiendo a diestra siniestra en apoyo a la izquierda, en Uruguay, Argentina, Managua, Brasil y pare usted de contar.
Sin embargo el gobierno venezolano no sopesó debidamente la contundencia del informe en la izquierda democrática de la región, fue algo cercano a una explosión lo que detonó en las oficinas de Partido Socialista Chileno, en el Frente Amplio de Uruguay o el Partido de los Trabajadores de Brasil. Lo que se ve a estas alturas, es que en la relación del gobierno de Maduro con la izquierda democrática latinoamericana el informe marcó un punto de inflexión, a partir del cual la izquierda latinoamericana comenzó a distanciarse del régimen venezolano.
Según información divulgada por diversos articulistas, proveniente del portal de noticias Venezuela Redinformativa el informe de Bachelet disuadió a varios de los partidos de izquierda democráticos de la región de no participar en la convocatoria, a fin de no retratarse con un régimen violador de los derechos humanos. Entre los que decidieron no asistir estuvo el Partido Socialista de Chile en respaldo a uno de sus miembros, la ex presidenta Bachelet. Igual hicieron el Partido por la Democracia del ex presidente Ricardo Lagos. De México el histórico PRD decidió no asistir para no avalar a Maduro. En Ecuador tres partidos de larga presencia en el FSP decidieron lo mismo: Proyecto País del presidente Lenin Moreno, Movimiento Pachacutik de filiación marxista y representante de grupos indígenas e Izquierda Democrática (ID). La lista la completa el PRD de Panamá y República Dominicana. Todas son sensibles bajas que se han producido como consecuencia del proceso de distanciamiento de la izquierda democrática que se desmarca del régimen de Maduro.
La mayor evidencia de la fractura la muestra la actitud de Bolivia que decidió no participar como Estado, producto de un caculo electoral de Evo Morales que no quiere empañar su imagen, dada la cercanía de las elecciones que se celebrarán en octubre. La desbandada que se produjo dejó al Foro con una asistencia raquítica que lo convirtió en el más débil que se ha producido en muchos años. La asistencia se estimó en 150 personas entre delegados e invitados, muy lejos de los 800 señalados por Diosdado Cabello.
A pesar de la escasa participación de partidos y personajes de relevancia de la izquierda, todo hacía predecir, a la hora de iniciarse el Foro, que el gobierno lograría sus objetivos. Sin embargo en la medida que las reuniones se fueron desarrollando quedó claro que algunos de los asistentes venían con instrucciones claras, como fue el caso de los representantes del Frente Amplio de Uruguay, a quienes el gobierno de su país les exigió no acompañar ninguna declaración contra la ex presidenta de Chile o el informe presentado por ella. El Partido de los Trabajadores (PT) de Lula Da Silva también se desmarcó de la intención del régimen. Esta última posición fue muy influyente dado que el PT fue la organización que auspició al FSP en sus inicios. Adicionalmente a ello la disidencia del chavismo venezolano que asistió al Foro se unió a las críticas de los delegados de la izquierda democrática. En la medida que las sesiones del Foro se fueron llevando a cabo los desacuerdos se hicieron evidentes, así como la imposibilidad de lograr una declaración final alineada con los propósitos del régimen.
Al final del Foro usualmente se firma y se hace público un documento, en el cual los asistentes al mismo afirman sus compromisos y solidaridad con sus camaradas y su rechazo a lo que considera sus enemigos históricos, el neoliberalismo y el imperialismo yanqui. Así lo hicieron esta vez emitiendo una declaración final donde se solidarizaron con sus camaradas cubanos por su histórica lucha contra el imperio. Igualmente lo hicieron con los regímenes de Ortega y Maduro. Extendieron su solidaridad a la expresidente Kichner perseguida por la justicia argentina, al ex presidente Lula quien, permanece tras las rejas en Brasil, acusado de corrupción. Igualmente expresaron su apoyo a Evo Morales en su lucha por la presidencia de Bolivia. Sin embargo la declaración no contempló, como aspiraba el gobierno, el cuestionamiento de Bachelet y su informe. La declaración se produjo sin mucha fanfarria, al igual que una escuálida reunión de clausura con los más incondicionales en el palacio de Miraflores. Aparentemente el gobierno, al darse cuenta del estrepitoso fracaso de su estrategia, quería finiquitar el evento sin mucha bulla.
Profesor UCV