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La sociedad civil y los militares

opiniones
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Entre la sociedad civil y los militares han ocurrido numerosos encuentros y desencuentros.  Distinguidos compatriotas han escrito al respecto, entre ellos Domingo Irwin, Luis Alberto Buttó, Hernán Castillo y la apreciada Rocío San Miguel, hoy injustamente presa, sin atención médica y sin el derecho a la debida defensa. Cabe recalcar que nuestros militares no provienen de una élite, por lo que están identificados con las necesidades y aspiraciones del resto de la población, con sus mismas virtudes y defectos. Estas características deberían facilitar entendernos, pero no lo hemos logrado.  

En los primeros años de la Escuela Militar, la mayoría de quienes ingresaban provenían de los estados andinos, pero gradualmente se fue abriendo el compás. El requisito era tercer año de bachillerato y disponían de alojamiento, comida y uniformes, lo que era un incentivo para jóvenes de pocos recursos económicos. Posteriormente se exigió el bachillerato y como ya existían los Liceos Militares, quienes ingresaban a la hoy Fuerza Armada era por vocación. 

 El disponer de las armas les exige grandes responsabilidades en cuanto a principios y valores. Desde los tiempos en que se usaban espadas se dice que no deben desenvainar sin razón, ni envainar con deshonor.  A partir de que el dictador Juan Vicente Gómez creó la Escuela Militar, han desenvainado en muchas ocasiones, unas veces con razón, otras sin ella. En todos esos hechos hubo importante participación de personalidades civiles, lo que podría indicar que había malestar en la población. El problema es cómo medir ese malestar y si su causa es o no corregible institucionalmente. Samuel Huntington escribió que las intervenciones militares reflejan la estructura política e institucional de la sociedad

Ante una dictadura, los militares deben actuar para derrocarla. El problema se presenta cuando hay un período de transición como el de Isaías Medina, en el que no había presos políticos, pero el presidente se negaba a realizar elecciones universales y directas. Fue un golpe militar, pero los uniformados entregaron el poder al partido político Acción Democrática ¿Se debía continuar la evolución hacia una mejor democracia? ¿Esta era exigida por el pueblo o solo por un grupo político y militar? Después del 18 de octubre se impuso una democracia desde arriba y con mucho sectarismo, lo que ocasionó la intervención militar del 24 de noviembre de 1948, avalada por los partidos de oposición Copei y URD. Como consecuencia no deseada, surgió la dictadura del general Pérez Jiménez, con apoyo de muchos civiles de la élite del país. 

El 23 de enero de 1958, los militares le retiraron el apoyo al dictador. En el período democrático, entre esa fecha y 1961 ocurrieron varios intentos de golpes militares. El gobierno los tildó de ambiciosos o de querer retrotraer el país a etapas ya superadas. Sin descartar algunos casos, la explicación es que muchos militares consideran, equivocadamente, que son los llamados a corregir entuertos. Es la doctrina soberbia del destino manifiesto. En 1962, grupos de civiles y militares, la mayoría de extrema izquierda, insurgieron sin éxito en los sangrientos sucesos del Carupanazo y Porteñazo. Posteriormente, los militares cumplieron con su deber al combatir y derrotar la guerrilla castrocomunista.

A partir de esos sucesos, el país iba bien enrumbado, con sus más y sus menos, bajo los gobiernos de Betancourt, Leoni y Caldera I, después se inició un deterioro que la dirigencia civil se niega a reconocer. Se produjo la insurrección de Hugo Chávez que pudo ser evitada. Caldera II no resolvió los problemas que aquejaban al país, por lo que una población poco consciente e intereses creados votaron por un militar mitómano que destruyó a Venezuela y a nuestras débiles y, a veces, inoperantes instituciones,  obra que remató Maduro. 

La situación actual, con instituciones controladas por el régimen, con el golpe de Estado electoral dado por Maduro, con 1.060 presos políticos, entre ellos 165 militares, torturas, asesinatos de manifestantes pacíficos y persecución de dirigentes de la oposición, pareciera cuesta arriba  que solos los civiles podamos lograr la salida del  régimen. ¿Debería actuar la Fuerza Armada? ¿Es eso factible con el control que se ejerce sobre los oficiales? Una insurrección militar no es la mejor vía, lo procedente sería que el Alto Mando le solicite a Maduro que reconozca la elección de Edmundo González. De no ser así, los mandos medios deben proceder de acuerdo a la Constitución. Está en el mejor interés de los militares propiciar una transición política negociada. Caso contrario, la historia no los perdonará. 

Como (había) en botica

Lamentamos los fallecimientos del amigo Fernando Martínez Mottola, distinguido profesional y excelente ciudadano. También de Reinaldo Araujo, quien murió en prisión porque el régimen le negó asistencia médica. Estaba preso por participar en la organización de las elecciones. 

¡No más prisioneros políticos, ni exiliado! 

eddiearamirez@hotmail.com