Al inicio de las consideraciones de las "Cifras Electorales" anoté tres aspectos: La falsedad de ellas, la precaria sustentación popular del gobierno (ambas tratadas con anterioridad) y el mensaje enviado al país y a la oposición. Haré algunas notas sobre este último aspecto.
Sabemos que las cifras suministradas por el CNE no es que no son confiables, son falsas. Sabemos que ellas están llenas de toda clase de triquiñuela. Sabemos también que el espíritu mefistofélico de las más densas tinieblas puso a votar a quien no lo hizo. Operó la amenaza, coacción, extorsión, amedrentamiento, el sometimiento a las normas impuestas en los puntos rojos para el control del voto y toda clase de marramuncia que salió del oscuro laboratorio del régimen. En medio de este mar de irregularidades ganó la abstención pero también ganó Maduro.
Aceptemos las cifras como ciertas, que repito no lo son. El 71% del país se pronunció contra el gobierno (55% se abstuvo y 16% votó en contra). El porcentaje de abstención es escandaloso, nunca en nuestra historia en una elección presidencial hubo tanto venezolano que dejó de votar, que en este caso no sólo es simple la abstención, allí se expresó con mucha claridad rechazo y protesta contra el régimen y su entorno.
Además de una descomunal desaprobación a la gestión de quienes nos gobiernan y también a las autoridades electorales hay también un reclamo claro a la oposición para que se organice bien y adecuadamente, para que se equipe en la atención con éxito de los deberes que le corresponden. Organizarnos adecuadamente significa suturar heridas si aún existen, dar por cancelados los desacuerdos y controversias y superar, si es posible sepultar las calificaciones destempladas que lamentablemente se produjeron.
Privilegiando el alto y sagrado interés de la Patria se facilita todo. Nos reencontramos, transitamos todos por el mismo camino y nos insuflamos para entendernos en medio de nuestras naturales diferencias. Lo veo fácil si nos lo proponemos aunque en el denso sector de la oposición hay pensamientos contrapuestos. Hay un momento en la vida de las naciones que los extremos se encuentran, animados por el Bien Común, interés patrio y hasta por sentido de supervivencia. Así lo afirmó el filósofo español Ortega y Gasset en su estupendo libro "La rebelión de las masas" publicado a finales de la segunda década del siglo pasado. No creo que la oposición esté llena de extremistas, si los hay son excepción. Pero si damos por cierta la afirmación del pensador español y " los extremos se juntan ", para nosotros que no estamos allí debe ser mucho más fácil.
Estamos emplazados a reunirnos de verdad verdad. Unión dentro de la diversidad y mucha capacidad de tolerarnos y respetarnos. Lo único que debemos tener en mente es el compromiso tan grande que tenemos con la Patria y no le debemos fallar. El reclamo del pasado veinte de mayo fue contundente y abierto. Fue un mandato al reencuentro postergando todo interés sectorial o personal. Desde ya a preparar nuestros cuadros, a seleccionar, adiestrar y formar al personal que nos representará en los distintos organismos electorales -no es temprano, es oportuno- para que sea garantía del cumplimiento de la ley y muro de contención donde se estrellen las trampas del régimen.
Es clavo pasado, pero está clarísimo que si la oposición se hubiese acordado en torno a un candidato y presentado un programa mínimo para superar esta situación, además de tener insobornable representación en las mesas, los resultados fueran otros. Hubiésemos ganado con tal contundencia que no encontraríamos precedente histórico. Seguro ocho a dos, tal vez nueve a uno.
El gobierno está percatado de la precaria situación en que se encuentra y ello lo desespera y predispone, lo hace más peligroso. A la cúpula gobernante le pesan sus fechorías que son de dominio público y saben que el burladero que les queda es el poder, por ello lo tratarán de mantener como caparazón para esconderse de la justicia y de la entrega de cuentas. Seguramente se harán más intolerantes y abusadores, más violadores de la ley y delictivos. No es por venganza, es por justicia que deben dar la cara, además el mensaje dado por el pueblo incluye el mandato de que los prevaricadores y concupiscentes muestren su rostro a la ley. Muchos de ellos tienen expedientes abiertos en otros países que cada día se hacen más voluminosos.
Por furiosos que se pongan no debemos amilanarnos, al contrario, debe ser una razón más para armarnos de coraje, valentía y disposición para la lucha que además de ser por nuestra tierra es también por nuestros hijos y por los hijos de nuestros hijos.
Siempre debemos prestarle atención, respeto y acato a lo que el soberano nos dice, más aún en estos momentos tan críticos y delicados para el país. El grito fue estruendoso y salió de todos los sectores de Venezuela, desde los menos necesitados hasta los más necesitados pasando por los sectores medios que ahora son medio sectores. Estoy seguro que también salió de los hombres de uniforme , ellos también confrontan todas las vicisitudes que a diario vivimos, excepción hecha de los grandes enchufados que no les falta nada y se regodean en la abundancia de todo orden que les da las mieles del gobierno. El grito fue de padres, madres, hijos y nietos, de empresarios y trabajadores del campo y la ciudad, de profesores y alumnos, de jóvenes y menos jóvenes, de mujeres y hombres. El grito fue de toda Venezuela de una manera transversal. Por amor a Dios, por favor, por la patria, por nosotros y por el futuro hagámosle caso y seamos obedientes al mandato que el soberano nos acaba de enviar.
Este es uno de los mensajes que deduzco de las cifras electorales: al gobierno, abrumadoramente queremos que te vayas y a la oposición, haga todo lo civilizadamente posible para que ello ocurra.