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Maduro: desenlace fatal

Opinión
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Tiempo de lectura: 3 min.

Maduro no tiene salvación. Su salida del poder es inevitable. Intentó algo que ha demostrado ser inviable. Pensó, al igual que su predecesor, que el Estado podía sustituir al sector privado, que unos ignorantes podían producir petróleo, que el precio del mismo aumentaría día a día, que imprimir dinero sin respaldo no tenía ninguna consecuencia adversa, que los venezolanos inclinaríamos la cabeza ante sus violaciones a la Constitución y que los países democráticos se mantendrían indiferentes ante las violaciones a los derechos humanos. Todo ello, aderezado con el narcotráfico, la corrupción y cierta complicidad con el terrorismo islámico, están desencadenando la “tormenta perfecta”.

Estudios de casos ocurridos en otros lares concluyen que el fracaso económico no tumba dictaduras. Tampoco las protestas de calle. Sin embargo, cuando se juntan estos dos factores el desenlace es fatal para quienes manejan la economía con escasez de criterio y violan los derechos humanos.

La dictadura de Maduro no tiene parecido con las que tradicionalmente han azotado a latinoamérica, las cuales son aborrecibles, pero que permitieron crecimiento económico y garantizaron la seguridad personal para quienes no criticaban al régimen. Por razones de ideología, esta dictadura tiene más semejanza con la que existieron en los regímenes comunistas de la República Democrática Alemana, Polonia, Checoeslovaquia, Hungría y otros.

En esos países el pobre desempeño económico, producto de la centralización de la economía en manos del Estado, fue exacerbando gradualmente los ánimos. Huelgas, manifestaciones frecuentes y represión violenta por las fuerzas policiales fueron minando a esos regímenes que finalmente se derrumbaron. No fue producto de generación espontánea por el deterioro de la economía, sino que ameritó resistencia cívica y costó muchas vidas.

Hoy Venezuela está en una situación que tiene algunas similitudes. En los primeros años de lucha desde que se inició la violación a la Constitución en el 2001, el régimen asesinó, encarceló y exilió a numerosos ciudadanos. Los demócratas protestamos, marchamos masivamente y hubo varias huelgas. Eran tiempos en que la dictadura disponía de cuantiosos recursos por precios petroleros altos y porque la producción del crudo se sostenía por efecto inercial de la gestión anterior, la actividad del sector privado se mantenía, aunque con dificultades, no había escasez de productos y los servicio de electricidad y de agua funcionaban por las inversiones realizadas en los años de democracia.

En los últimos años la situación general del país cambió. Las violaciones a los derechos humanos se incrementaron exponencialmente y la economía y los servicios colapsaron, con el consecuente aumento de las protestas populares y el éxodo masivo de los venezolanos, aunque sin las marchas multitudinarias del pasado. La reciente maxidevaluación de nuestra moneda y otras medidas tomadas por fanáticos de una ideología fracasada no solo no resolverán la crisis económica, sino que la profundizarán. Se multiplicarán las protestas de calle y ojalá se concreten huelgas sectoriales o, mejor aún, una huelga general.

Estamos frente a una dictadura que amenaza con apoderarse de comercios y empresas y de despedir a funcionarios que se sumen a huelgas y que tampoco le tiembla el pulso para ordenar a sus paramilitares rojos que procedan a saquear esos negocios. Ello necesariamente crea temores, pero si se logra una reacción general, el régimen no podrá tomar medidas y si, paralelamente, se realizan protestas masivas al final la dictadura se desplomará. A la convocatoria de Primero Justicia, Voluntad Popular y Causa R deben sumarse otros partidos políticos y los diferentes gremios. Es perentorio que la dirigencia democrática se una.

Intentar descartar el capitalismo e imponer un sistema político-económico que fracasó en Europa del Este cavó su tumba política. Lamentablemente hundió a Venezuela en un foso profundo. La diferencia es que nuestros país se recuperará, aunque requerirá tiempo y un gran esfuerzo. Maduro y la caterva de funcionarios que lo rodean no podrán evitar un desenlace políticamente fatal para él y los suyos. Se sumirán en el desprecio y, ojalá, pasen una buena temporada en la cárcel.

Como (había) en botica:

Los Magistrados del TSJ legítimamente designados por la Asamblea Nacional encontraron pruebas irrefutables para destituir a Maduro y la doctora Luisa Ortega, Fiscal General de la República, elaboró un expediente contundente para condenarlo.

Complace observar que la última encuesta refleja que los venezolanos reconocen la lucha permanente que realiza María Corina Machado. Ante las dificultades para realizar elecciones primarias lo práctico sería que los partidos acepten seleccionar tres encuestadoras confiables para escoger quién debe ser el principal vocero de la oposición.

No olvidemos los atropellos a Requesens y a otros.

En Costa Rica Telesur, entre otros, promueve la xenofobia en contra de los nicas que huyen de la dictadura de Daniel Ortega.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com