Pasar al contenido principal

Memoria de un ciudadano petrolero

Opinión
Artículos de opinión
Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 4 min.

Venezuela tenía muchos factores favorables para llegar a ser un país desarrollado, con la consecuente buena calidad de vida de sus ciudadanos. A partir de 1945 se visualizaba un futuro prometedor. No ha sido así. Se formaron excelentes profesionales y técnicos, pero no buenos ciudadanos. Es decir, que no solo respeten las leyes y cumplan con su trabajo, sino que exijan y protesten cuando detecten algo incorrecto, para no convertirse en cómplices.

En general los venezolanos han tenido un concepto distorsionado de los trabajadores petroleros. El objetivo del presente artículo no es discutir este punto, sino divulgar las experiencias vividas por un petrolero que participó en varias empresas y organizaciones del Estado y ha tomado iniciativas ciudadanas. La importancia del reciente libro del geólogo Gustavo Coronel, titulado "Venezuela 1981-2015: Una memoria ciudadana", disponible en Amazon, es tanto un testimonio sobre hechos irregulares, como luces del por qué hemos caído en el abismo.

Coronel participó activamente en el proceso de nacionalización de nuestra industria petrolera, fundando con otros profesionales la Agrupación de Orientación Petrolera, para contribuir a que el proceso de nacionalización no fuese traumático. Fue miembro fundador de la directiva de Petróleos de Venezuela. También vice-presidente de la filial Meneven. En 1981 se opuso vehementemente al traslado de la empresa a Puerto La Cruz por motivos políticos, por lo cual fue despedido sin jubilación, después de 27 años de servicio. Parte importante del libro está dedicado a denunciar la gradual politización y actual debacle de nuestra principal empresa, la gran corrupción y pésimas decisiones gerenciales desde que el chavismo invadió todos los aspectos de la vida nacional. Sin embargo, aquí queremos resaltar algunas de sus otras experiencias.

Después de su despido fue contratado como investigador en la Universidad de Harvard en donde dictó talleres sobre la gerencia de empresas del Estado y escribió un libro sobre la nacionalización de nuestra industria petrolera. En 1983 integró el plantel de funcionarios del Banco Interamericano de Desarrollo, en el que señala hay dos tipos de funcionarios, unos que ingresan por concurso y otros como parte de la cuota de los gobiernos que, como es de esperar, a veces no están calificados. Casi lo despiden por escribir un artículo sobre el hambre de los niños bolivianos. Cuestiona que muchos proyectos se deben más a interés del Banco en otorgar créditos, que en la prioridad de los mismos para los países. Renunció y regresó a Venezuela.

En 1989 le ofrecieron la presidencia del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, pero los sindicalistas abortaron el nombramiento. En 1992 lo designaron presidente del Instituto de Defensa del Consumidor, pero no le dieron oficina, ni personal. Al poco tiempo renunció a este cargo ficticio. Fundó la ONG Pro Calidad de Vida, la cual tuvo algunos éxitos, pero poco apoyo ciudadano. Se fue a vivir en una parcela de una hectárea cerca del Campo de Carabobo. En 1993 fue asesor y luego director de la Corporación Venezolana de Guayana. Su experiencia fue traumática. Corrupción, mala gerencia, empresas quebradas y todo el mundo queriendo vivir de la CVG, desde gobernadores a sindicalistas, guardia nacional e inclusive medios de comunicación social.

Regresó a su finquita a enfrentar las necesidades del medio rural y su carencia de servicios. En 1997 le ofrecieron la Secretaría de Planificación y Presupuesto de la gobernación de Carabobo. Algunas satisfacciones, pero con alcaldes poco propensos a colaborar y no demasiado interés en erradicar la corrupción. Después pasó a dirigir el puerto ubicado en Puerto Cabello. Nada distinto a la situación descrita con respecto a la CVG. En 1998 fue electo diputado a la Asamblea Nacional postulado por Proyecto Venezuela. Al poco tiempo, hastiado de presenciar tanta mediocridad, solicitó incorporaran a su suplente. Después de una pasantía por un hotel turístico en Margarita, donde tuvo que lidiar con la basura de los alrededores y de la dificultad de obtener frutas y verduras de calidad regresó a su “latifundio”, deteriorado por invasiones, asaltos y pésimos servicios.

Decidió mudarse a Estados Unidos. Desde allí realiza una labor de hormiga, participando como conferencista y escribiendo artículos en los que denuncia las violaciones del régimen a la Constitución y la corrupción. También fustiga a muchos dirigentes de la oposición y se pregunta "por qué no detectan la tragedia, ¿ignorancia, cobardía, indiferencia o colaboracionismo?"

Gustavo Coronel predica que “No hay ningún Estado que pueda llevar sobre sus hombros la inmensa carga de millones de pobres que piden limosna sin contribuir al bien común, algunos por no estar capacitados y muchos por estar acostumbrados a ser mantenidos y carecen del deseo de progresar por sus propios medios". Con honestidad intelectual dice que “posiblemente tengo una postura ética muy rígida, pero ¿es que la ética puede ser flexible? ¿No es acaso la ética flexible el principio de la entrega?" Como buen ciudadano, Coronel trabaja como voluntario en un hospital trasladando pacientes en silla de ruedas.

Como (había) en botica:

Este 4 de julio celebra la Sociedad Venezolana de Ingenieros de Petróleo su 60 Aniversario. Su presidente Emilio Guerra otorgará condecoraciones y premios institucionales a los distinguidos ciudadanos Benjamín Sharifker, Cecilia García Arocha, Luis Ugalde, Gonzalo Rojas, Alí Vivas y Aquiles Fernández.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com