Recientemente el mundo deportivo fue sorprendido por la declaración de Leonid Tyagachev, el presidente honorario del Comité Olímpico de Rusia, quien en una entrevista de radio en Moscú, propuso ejecutar a Grigory Rodchenkov, el ex jefe ruso del laboratorio antidopaje de Moscú que ha huido a los EE. UU luego de poner en evidencia la “Política de Estado” para el dopaje sistemático de los atletas rusos.
"Rodchenkov solo necesita ser fusilado por mentiras, como lo hubiera hecho Stalin", dijo Tyagachev.
Tyagachev no es un loco delirante de la periferia de la sociedad rusa. Es un ex oficial de la KGB, profesor de esquí y aliado cercano del presidente ruso, Vladimir Putin, y jugó un papel decisivo para asegurar los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 para Sochi.
Sus palabras deben tomarse en serio, especialmente en el país donde dos antiguos oficiales antidopaje de alto rango murieron sorprendentemente en febrero de 2016: Vyacheslav Sinev. ex presidente y director ejecutivo de la Agencia Antidopaje Rusa (RUSADA por sus siglas en ingles), y Nikita Kamaev.
Incluso el nuevo director de RUSADA, Yuri Ganus, ha sido tan valiente como para insinuar que estos dos posibles testigos no murieron por causas naturales:
…."Está claro que dos personas no podrían morir así... No tengo ningún hecho, y como abogado puedo decir que hasta que se demuestre lo contrario, no puedo decir nada. Entiendo que haya una situación, y toda la organización antidopaje fue descalificada, y en este sentido, este es un hecho extraordinario. "….
Lo que es realmente preocupante e inexcusable es que la franqueza de la amenaza de muerte ha provocado la falta de respuesta del movimiento deportivo internacional. El Comité Olímpico Internacional (COI), los supuestos guardianes de la dignidad humana y de una sociedad armoniosa, ha reaccionado como en tantos casos antes: con silencio.
Ni una palabra del presidente del COI, ni una palabra de la administración, ni una palabra del recién elegido presidente del comité de ética, el ex secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon.
¿No les importa? ¿Apoyan secretamente ese tono? ¿O tienen tanto miedo de su seguridad personal como los denunciantes rusos? ¿Por cuidar los multimillonarios negocios de los Juegos se transformaron en cómplices encubridores?
Hasta ahora, solo podemos hacer conjeturas. Pero es una de las señales preocupantes de que las tensiones políticas en y alrededor del deporte han alcanzado un nivel nuevo y perjudicial
Durante muchos años, las historias sobre corrupción, dopaje, homofobia, mala administración han sido y siguen siendo reportadas por los medios de comunicación en algunos países. Y luego no pasa nada. De nuevo, silencio.
Muchas preguntas que se consideraban tabúes hace diez años ahora están por todas partes: Doping, corrupción, partidos de futbol, béisbol o baloncesto previamente arreglados, gasto excesivo en mega eventos, discriminación de mujeres y minorías, abuso sexual, falta de acceso al deporte para todos los ciudadanos...
Hoy en día, las sociedades del mundo, comienzan a salir de su asombro frente a estos hechos y dan los pasos necesarios para “romper el olímpico silencio”.
El mundo entero eleva su voz de protesta. Más de 200 países miembros de la UNESCO en una carta revisada sobre actividad física y deporte reconocen en sus foros y reuniones la existencia de estos problemas en el mundo de los deportes y como consecuencia de ello han surgido diversas iniciativas para la conformación y aprobación de un Plan de Acción que permita romper el silencio cómplice que rodea a tan nefasto tema, y permita la aplicación de un conjunto de normas a escala universal que impidan la proliferación de los hechos negativos que hoy afectan a la actividad deportiva.