Sergio Bitar, chileno ex Ministro de Allende y quien formó la coalición opositora que restituyó la democracia en Chile después del plebiscito contra Pinochet, es coautor del libro Transiciones democráticas junto a Abraham Lowenthal. Una obra de lectura obligada para entender los factores de poder que conducen al cese del totalitarismo: Diálogo, unidad opositora, movilización social, estrategia común y oferta constitucional. Un menú que nos cuesta mucho masticar en Venezuela.
Recién en Montreal, participamos en un conversatorio titulado “Si saldremos de esto”, grata y amablemente acompañados del ciudadano, Leopoldo Castillo y el profesor Fortunato González. La conclusión (sin haberla acordado antes) fue la misma. Debemos recibir con cautela otros “minotauros”, como el militar o la intervención internacional... pero la unidad es vital para lograr el cambio de régimen anhelado, asegurar la transición y un nuevo gobierno. De lo contrario podríamos ser historia repetida de gobiernos exprés, como los que vivió Bolivia, Argentina o Perú, en sus procesos de liquidación gendarme. Hoy nuestra unidad está amenazada por estrategias distintas, agendas separadas y visiones de país diferente. No somos fáciles diría el ciudadano…
En dicho conversatorio acuñé la frase de Rashi (Rabí Shlomo Yitzjaki/1040 DC): “Recibamos con simplicidad todo lo que nos ocurra.” Y hay cosas simples en política-temas de poder-que no estamos haciendo. Política en la República de Platón, que es ética y seriedad (spoude), pero en el realpolitic nos dice Bitar (ob cit), no es lo esencial. “Con la ética no ganamos”. Por eso el florentino Maquiavelo sugirió, “divide y permanecerás”. Política es pragmatismo (propaganda), momentum, visión unitaria de país, estrategia de masas, conexión con ellas. Hacer de la protesta no sólo un tributo de libertad (que lo merece) sino un derecho a nacer, crecer y morir dignamente. Comiendo, estudiando, viviendo bajo techo de cemento, no de cartón, sin sufrimiento sino con placer. Fabricando felicidad (Bentham)… La estrategia no es sólo un plantón de clases medias. Demanda penetrar las clases populares. Llevar esperanza a cada pueblo con una protesta social que lleve a cada barrio una luz de esperanza. Niños con piedras bajaron a las marchas a “ofrecer sus servicios”, cuando debe ser al revés. Ciudadanos organizados subiendo a los caseríos llevando una bolsa de harina pan. Entonces la movilización nos comentan Bitar y Lowenthal, no es sólo política, sino profundamente humana.
Habiéndose logrado unidad política, estrategia común y movilización social, cualquier régimen tiene que sentarse a dialogar, aceptando el cambio inminente. Esos momentos los hemos tenido… Pero los hemos perdido en diálogos invertidos e invertebrados (cuando y donde no se debían hacer), en discusiones inoportunas y muy manipuladas (votar o no votar) y en deslindes muy desenfados, quiero decir, por hacerlos en la cresta de la ola de las expectativas opositoras, en el momento más frágil de la gobernabilidad del régimen, por lo que desvanece la consistencia de lucha, reactiva la frustración opositora, y cuidado, reaviva la decepción de quienes ya habían migrado del chavismo despechado.
No quería entrar en el debate sobre ir o no a regionales por ser divisionista. Pero de cara a lo expuesto, ya sabéis mi posición. Imposible replicar o ajustar -respetuosamente- algunos argumentos sobre NO ir a regionales, que es menester poner en remojo: En términos de comunicación política la manera como Henry lanzó el tema, fue más un gañote que un zumo de naranja (digerible). Permitió que algunos argumentos tomaran vuelo en contra; ergo: “que la elección fraudulenta del 31J, se hizo para consolidar la dictadura”. Aseveración que es un falso positivo. Mal se puede consolidar una dictadura, “con 8MM venezolanos que no existieron”. También se incurre en un error tautológico por falaz, decir que el derecho a votar quedó atrapado por el fraude comicial. Precisamente es el derecho al voto uno de los leit motive de la lucha ciudadana e instrumento vital de resistencia. “Que me quieran matar no supone suicidarme para evitarlo” (Dixit Américo Martin) -sic.
Rómulo Betancourt y Ruiz Pineda en tiempos de Pérez Jiménez reconocieron que era un error abstenerse en las elecciones del 52. Abstenerse hoy sería validar que la estrategia oficial con su ANC sirvió; quedando la oposición huérfana, dividida e inmovilizada. Y ese congelamiento es la abstención. También se alega que el voto perdió “la virtud de ser el único instrumento que tenemos los demócratas para la acción política”. Objetar esta tesis es muy fácil: ¡El sufragio nunca perderá su valor ciudadano y grupal!
Se ha dicho peligrosamente que votar es traicionar a “157 mártires, a miles de presos y miles de heridos y torturados”. Nada más incierto por perverso y maniqueo. La libertad no tiene propietario, ni vivo ni muerto. Luchar por un país libre, cómo expone Bitar, “poseedor de un espíritu, de una fuerza muy grande, de un pueblo que persiste a la fuerzas del estado”, sugiere no allanarse de ningún modo o circunstancia. Hacerlo sería tropezarse por enésima vez con la misma piedra. Simplicidad decía Rashi... ¡Unidad! Simplísimo.
@ovierablanco