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Opinión

Paulina Gamus

Yo no corrompí a nadie, ellos ya eran corruptos

Marcelo Odebrecht al ser liberado tras dos años y medio en prisión.

El escándalo por los multimillonarios sobornos que la empresa brasilera Odebrecht repartió casi urbi et orbi, provocaron destituciones, encarcelamientos, fugas, extradiciones y hasta suicidios. Según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, Venezuela es el país que más dinero recibió en sobornos por parte de Odebrecht; entre 2006 y 2015. Once obras públicas fueron contratadas por esta constructora y están paralizadas.

El Departamento de Justicia sostiene que el gobierno de Venezuela recibió al menos 98 millones de dólares en sobornos. Los 98 millones estarán depositados por sus anónimos beneficiarios en paraísos fiscales o en los bancos que se han prestado para blanquear operaciones delictivas. Los delincuentes son como se llama a los ladrones en Italia, Il soliti ignoti (los desconocidos de siempre).

Al hablar del destino o destinos del producto del saqueo a que ha sido sometida Venezuela durante los 24 años de gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro, me viene a la memoria una presentación que le hizo al Comité Ejecutivo de Acción Democrática (CEN) a principios de 1998, una empresa norteamericana de consultoría sobre cómo mejorar el ejercicio democrático. La consultora había sido contratada por el gobierno de Rafael Caldera II. No recuerdo mucho de lo que dijeron los demás expositores pero se me quedó grabado lo dicho por el más joven del grupo: «los corruptos colombianos invierten en Colombia, los corruptos venezolanos sacan el dinero fuera del país».

El diario El País, de España del 14 de este mes de julio, ha publicado la siguiente noticia: «Corrupto en Colombia, héroe en su pueblo: “El Ñoño Elías es un ladrón, sí, pero robó para nosotros», dice convencida una mesera de un restaurante en Sahagún, Córdoba, ante la pregunta de por qué el domingo ella y cientos de personas más recibieron con devoción a uno de los principales responsables del escándalo de Odebrecht en Colombia. Las imágenes de la multitudinaria caravana de bienvenida del Ñoño en su tierra natal se hicieron virales y generaron el rechazo y la indignación de opinadores y políticos en Bogotá. «¿Cómo es posible que cientos de personas salgan a recibir como a un héroe a un hombre que fue condenado (6 años) por concierto para delinquir, lavado de activos, cohecho propio y tráfico de influencias», se preguntaba Juan Pablo Calvás este lunes en una columna en El País.”

«La respuesta comienza el Día de la Madre de 2007, cuando Bernardo Miguel Elías, hoy con 47 años, reunió en la antigua sede del Club Campestre de Sahagún a miles de mujeres pobres. Les regaló lavadoras, neveras, televisores, planchas, ollas a presión y muchos otros electrodomésticos. El evento se repitió todos los Días de la Madre durante los años en los que Ñoño fue congresista del Partido de la U, liderado por el expresidente Juan Manuel Santos. Primero llegó como representante a la Cámara entre 2006 y 2010, y después fue uno de los senadores más votados de Colombia por dos periodos, 2010 – 2014 y 2014 hasta el 10 de agosto de 2017, cuando la Corte Suprema de Justicia ordenó su captura por recibir sobornos multimillonarios de Odebrecht. «

Además, el Ñoño regalaba balones de fútbol y útiles escolares en el día del Niño, bonos en el día del Maestro y diversos regalos en navidad. Patrocinaba ferias, eventos deportivos y conciertos. Regalaba dinero para comprar medicamentos y para materiales de construcción.
Los habitantes de Sahagún ignoraban que la plata que les regalaba en las navidades venía de las coimas de Odebrecht. Sin embargo, ahora que todo el país lo sabe, a los seguidores del Ñoño parece no importarles mucho que su líder sea un corrupto. A quienes critican por ignorancia a sus adoradores un maestro del pueblo les responde: «No es ignorancia, es hambre. El primer paso para reclamar dignidad es tener el estómago lleno».

Imaginemos por un momento al «Tuerto» Andrade (conste que no me burlo de su discapacidad) utilizando los cientos de millones que le quedaron después de los confiscados por EEUU, para crear una fundación que sufrague trasplantes de córneas en el país cuyo régimen le permitió hacerse billonario. Pensemos a Rafael Ramírez creando una empresa sin fines de lucro para evitar los derrames petroleros que ocurren a cada momento en el Lago de Maracaibo y los permanentes incendios en las semidestruidas refinerías consecuencias de la destrucción de Pdvsa. O a Haiman El Troudi, patrocinando una Fundación que ayude a reparar algunos de los desastres que su ruinosa gestión le ocasionó al Metro de Caracas, por ejemplo una campaña de comportamiento cívico como aquella que desarrollo Renny Ottolina antes de la inauguración del subterráneo.

Los Bolichicos de Derwick: Leopoldo Alejando Betancourt López, Francisco Convit Guruceaga, Domingo Guzmán López y Orlando Alvarado, que viven como reyes entre España y Nueva York, podrían ser recibidos en hombros si regresan a Venezuela, con solo crear una Fundación que reponga lavadoras, secadoras, neveras, televisores, computadoras y todos los electrodomésticos dañados por los incesantes apagones y bajones del servicio eléctrico.

Claro que los antes nombrados no son los únicos ladrones que dejaron al que era su país en la inopia. La lista es larga y lo robado alcanzaría para la reconstrucción total de Venezuela. Pero por algo se empezaría si algunos de ellos quisieran reencarnar el espíritu de Robin Hood «El Príncipe de los Ladrones».

Paulina Gamus es abogada, parlamentaria de la democracia.

Twitter: @Paugamus

https://talcualdigital.com/el-efecto-robin-hood-por-paulina-gamus/

 4 min


Fernando Mires

(Alrededor de los libros)

Cuando me enteré del argumento imaginé que al comenzar a leer Limpia, el último libro de Alia Trabucco Zerán, estaba a punto de introducirme en una novela social, de esas que a menudo se escriben en Chile, un país impregnado en todos sus poros por el tema de «lo social», en donde tú no puedes conversar con alguien más o menos «progre» sin escuchar por lo menos un millón de veces la palabra «neoliberal». Nada en contra de «lo social», por supuesto. Tampoco nada en contra de las novelas sociales pues todas las novelas, desde el momento en que describen un medio o un espacio, son sociales.

Más todavía una cuyo personaje central es una asesora del hogar, una criada dicen los antiguos, una «nana» para los niños, una sirvienta como las llaman los momios, una «perla» como les decían antes los alemanes y sabe Dios cuantos nombres más. Digamos, para abreviar, una empleada. Una empleada de casa, para todo servicio. Una empleada llegada del sur chilote a buscar trabajo a Santiago: «Se busca empleada con buena presencia, tiempo completo» ( «puertas adentro», dicen en algunos países), leyó Estela en el diario. Y ahí comienza la historia.

Bien, como les cuento, me disponía a leer una novela social y en las primeras páginas me cayó la chaucha. Estaba leyendo no una narración más, sino la novela de una escritora muy sensible como hace años no ha aparecido una en Chile –creo que desde los tiempos de María Luisa Bombal–. No a una novela-denuncia, sino otra que, partiendo de la realidad cotidiana (digamos para redundar, de la realidad social), eleva sus palabras hasta hacernos ver la realidad de la existencia humana con una profundidad que bordea a la filosofía, pero expresada con palabras simples y a la vez poéticas. Quiero decir, me di cuenta de que a través de la novela Limpia estaba leyendo a un prodigio de esos que aparecen solo de vez en cuando.

No es ni con mucho la primera vez que alguien escribe sobre el oficio de la empleada del hogar. Sin necesidad de «googlear» me vienen a la mente El cuento de la criada de Margaret Atwood, Criadas y Señoras, de Kathryn Stockett, Manual para mujeres de la limpieza, de Lucia Berlin. Todas muy diferentes entre sí, como muy diferente lo es también Limpia. La singularidad de Alia Trabucco, sin embargo, no reside en la descripción del oficio de la empleada, sino en los ojos de Estela. Sí, en los ojos. Quiero decir, en todo lo que ella ve y piensa en la casa donde ha sido empleada: un hogar de clase media profesional en Chile como hay muchos en Chile y en el resto del mundo.

Alia Trabucco sitúa a Estela en un lugar privilegiado, tal vez el único privilegio al que puede aspirar una empleada: enterarse de la vida de los habitantes de la casa hasta en sus últimos detalles, ser poseedora de secretos que los matrimonios no se cuentan entre sí, ser una observadora pública de las más ocultas intimidades. Nada extraordinario en la muy acomodada casa del médico don Juan Cristóbal Jensen y de su distinguida esposa, directora de proyectos urbanísticos (o algo así), doña Mara López, a la que Estela ha visto, para decirlo en chileno, como su marido se la «culiaba» sobre la mesa. A la atildada señora la conoce sin afeites, fea y desgreñada.

Al marido, derrumbado sobre sí mismo, medio borracho, sin compostura, desencantado de la vida y de su propio trabajo. Y a la niña Julia, de la que ella es su «nana», la ha criado con vocación de criada e inevitablemente, pese a los consejos de la madre de Estela, ha llegado a querer con amor materno (la primera palabra que pronunció la niña fue «nana»y no “mamá”) Sobre los tres, Estela sabe más de ellos que ellos, y parte de su trabajo es ocultar lo que sabe.

De este modo, Estela es poseedora de la intimidad de un hogar que no es el suyo y eso le da un poder que no sabe ni puede utilizar, pero al fin es su poder, su único poder. El poder de la observación, que es también el poder de Alia Trabucco Zerán.

Sin embargo, a diferencias de Estela, Alia utiliza su poder para entregarnos una narración que a la vez tiene un poder que pocas narraciones tienen: no decae nunca. Realmente asombroso, porque a la novelística – aún entre los más connotados escritores – pertenece ciertos ocasionales decaimientos, pero a la novela Limpia, no. La intensidad es mantenida por la autora de cabo a rabo, incluso en las reflexiones existenciales que se hace la empleada frente a los acontecimientos de la aparentemente monótona vida hogareña. Pues, aunque parezca a primera vista cursi, lo voy a decir: Limpia es una novela existencial.

Limpia es existencial, no solo porque narra la existencia de tres seres en el marco de un hogar «moderno», sino porque la existencia de Estela se encuentra, a lo largo de toda la historia, cruzada, interferida de modo omnipresente, o en términos filosóficos, sobredeterminada, no por la idea de la muerte, sino por la misma muerte. La muerte de la niña que llevará a la destrucción del hogar, precedida por la muerte de la madre de Estela, por la muerte de una perra amada y por la muerte de un capítulo de la vida de Estela (cuando es despedida).

Esa presencia de la muerte que no deja nunca de irrumpir en la narración de la historia que cuenta Estela a la policía. Esa muerte que anda rondando en cada uno de nosotros por la simple razón de estar vivos y que justamente por ser muerte, da razón a la vida. O al amor.

Siempre que he querido a alguien, imagino su muerte, confiesa Estela, como si nada.

Estela ama a la vida porque presiente y luego conoce a la muerte. La ama recordando a su bello extremo sur, por allá en el concho del mundo, en Chiloé y sus lluvias eternas. A su sacrificada madre, a quien alguna vez, gracias a la platita del sueldo, podrá repararle el techo de zinc. Y en el lujoso barrio de Santiago donde labora, ama a sus recuerdos y no puede jamás olvidar los árboles de su infancia: el arce, el raulí, el pehuen, el arrayán, el olmo. Y en medio de todos esos recuerdos, Estela se las arregla para amar a una pobre perra vaga. Pero sobre todo, a la muy difícil niña Julia. Y todo eso, morirá.

Pero la muerte tampoco es tan simple – Escribe Alia Trabucco – en eso sí estamos de acuerdo. Sucede con ella algo similar a lo que ocurre en el largo y ancho de la sombra. Cambia de persona en persona, de animal, de árbol en árbol. No hay dos sombras idénticas sobre la superficie de la tierra y tampoco dos muertes iguales. Cada cordero, cada araña, cada chincol, muere a su manera.

La muerte es singular y universal, diría un filósofo, si se le pidiera un corolario.
Despojada de los que más amaba, la madre, la perra y la niña, Estela será libre y se confundirá con la masa del estallido social chileno donde, media ahogada, llena de humo y agua, lanza una piedra sin saber a quién, por qué y en contra de qué, y de ahí será llevada al cuartel de policía donde comenzará y terminará su narración. En fin, una novela redonda.

Alia Trabuco Zerán: Estoy seguro que volveré muy pronto a escribir sobre ella. Estoy seguro también que vendrán nuevas novelas y serán muy bellas. Esta escritora lo tiene todo.

Twitter: @FernandoMiresOl

https://talcualdigital.com/la-muerte-y-la-nina-por-fernando-mires/

 5 min


Alejandro J. Sucre

El nuevo presidente de Fedecamaras, Adán Celis, acertó en declaraciones a la prensa y con contundencia cuando le dice al gobierno nacional que todas las políticas económicas deben ir orientadas a atraer la inversión. Y luego remata refiriéndose a las sanciones petroleras de EE.UU. aclarando que éstas impiden el crecimiento económico y generan graves daños a la población y el empleo. Nos trae esperanza el presidente de Fedecamaras al afirmar que estos cambios de parte del gobierno nacional y del gobierno de los EE.UU viene progresando.

Debemos los venezolanos separar los temas políticos de los temas económicos y no usar la economía como arma política, y mucho menos solicitar a EE.UU. que se mantengan las sanciones.

Ni con sanciones ni con corrupción Venezuela se sale adelante . Ambas impiden la inversión y el desarrollo. Los ciudadanos se marchan con sus capitales cuando estas están presentes.

Venezuela necesita líderes políticos y políticas económicas que atraigan de los mercados nacionales e internacionales $3 trillones en inversiones en los próximos 10 años para desarrollar su potencial económico y expandir su PIB anual a USD 1 trillón, basado en recursos naturales, agrarios y demás sectores de la economía. Eso implica pocas agresiones, y en su lugar muchas discusiones y debates entre políticos, en la AN, entre empresarios y sindicatos para analizar el papel de las inversiones extranjeras, las políticas comparativas para atraerlas, las condiciones de atraer inversiones para beneficiar a la población, comunicar la importancia de los inversionistas a la población, beneficiar la democratización del capital y a los inversionistas locales, debatir políticas migratorias y arancelarias, desmontar la hiperinflación, reorganizar toda la estructura gubernamental para hacerla más eficiente y menos despilfarradora. Esos son los debates que necesita Venezuela.

Fedecamaras descriminalizando al oficialismo y el oficialismo asistiendo a sus Asambleas han dado un paso al frente muy importante para romper con el patrón de rencillas a los que nos tienen sometidos algunos políticos radicales de oposición y del oficialismo y las redes sociales. Nuestro territorio es más privilegiado en términos per cápita en riquezas de recursos naturales que Rusia, Brasil, China, India y EEUU. Está de 4to. lugar a nivel mundial en per cápita de recursos naturales comercializables detrás de grandes potencias como Canadá, Australia y Arabia Saudí.

Hoy el Estado venezolano controla el 100 % de los recursos naturales en Venezuela y a la vez todas las empresas en manos del Estado para desarrollar esos recursos naturales están quebradas. Este deterioro nada tiene que ver con las sanciones. Este deterioro es producto de líderes políticos que no ejercen sus funciones. Venezuela debe ser un centro de inversiones chinas, rusas, europeas y estadounidenses y no un centro de confrontación geopolítica. Venezuela debe retomar el rumbo de $1 trillón en crecimiento del PIB con un nuevo impulso de líderes políticos con visión de gran país de la talla de nuestros libertadores.

Para crear infraestructura y autopistas para conectar a toda la nación de manera que se pueda activar al comercio nacional e internacional con nuevas y viejas empresas agrícolas, mineras, energéticas, turísticas, y manufactureras, se necesita el apoyo de inversionistas nacionales y extranjeros. Para arrancar las obras de infraestructura inconclusas producto de la corrupción, para superar el default de la deuda externa, para incrementar la capacidad eléctrica y el urbanismo, todos los venezolanos debemos atraer inversionistas y empresarios de todos los países y unirnos para superar las sanciones. Fedecamaras ha dado un primer paso importantísimo.

Twitter: @alejandrojsucre

https://www.eluniversal.com/el-universal/160757/fedecamaras-da-en-el-clavo

 2 min


Carlos Raúl Hernández

1. En el país de las maravillas, los que ganan pierden y los que pierden ganan. Aspiro no incurrir en el vicio semiilustrado de buscar explicaciones sociológicas a un problema político. El poder se gana o se pierde por errores y aciertos, que no guardan determinación fiable con la historia o la sociedad. Me hicieron mucha gracia quienes se pusieron “profundos”, “socio-fundacionales”, cuando triunfó Boric en Chile, a quien presentaron como reencarnación de Recabarren y Allende, pero solo balbucearon cuando el electorado lo pateó dos veces con la “asamblea constituyente” y lo convirtió en un corderito “neoliberal”. Creo que la estrategia de Núñez Feijóo, despegarse del pelo el chicle de derechista y avanzar hacia el centro, era correcta, tanto que el PP ganó numéricamente. En su plan estaba diferenciarse, pero lo traicionan “los motivos del lobo”, al decir de Ruben Darío, canibalizar a Vox, cosa que logra, se le pasa la mano y quita a éstos los votos para elegir diputados que él mismo necesitaba para ser presidente. Arvelo Torrealba explico que el término “pasarse de maraca” corresponde a cuando un maraquero fogoso no deja apreciar el arpa. Sánchez en juego parecido a Feijoo para capitalizar en el PSOE el voto de izquierda, acabó con Podemos, pero dejó fluir a Sumar sin hostilizarlo, sabiendo que lo necesitaría. Feijoo más bien quería ocultar a su aliado, un partido democrático conservador, a diferencia de Sánchez que no tuvo vergüenza de aliarse con Bildu, Esquerra y Pablo Iglesias, aunque después lo descabezó. El PP con su consigna del voto útil, crece en 600 mil votos, aunque parte de ellos paradójicamente se hicieron inútiles remanentes al aplicar la fórmula D´Hondt, que le hubieran permitido a Vox obtener los 10 parlamentarios que faltaron para una nueva mayoría. Ahora el fugitivo Puigdemont tiene a Sánchez por las criadillas.

2. Feijóo apostó al bipartidismo institucional dentro de un esquema y con un contendor que no es Felipe González y no quiere ni cree en eso y apuesta a la destrucción del sistema, si fuera posible. A diferencia de Pedro Sánchez, quien convoca el proceso un día de vacaciones, bloquea carreteras y trenes, hace saturar el correo, mata a Podemos implacablemente y en la misma operación lo sustituye con Sumar. Sánchez no se puso a la defensiva por sus pactos con fuerzas criptocomunistas, antiespañolas, terroristas y separatistas. El tratamiento diferente a sus respectivos delfines, complica la vida de Feijóo y da respiro a Sánchez. A diferencia, en su propia campaña hace un mes, Ayuso no exageró para así no victimizar a sus adversarios, tampoco atacó ni elogió a Vox, hizo un planteamiento centrista, sin halagos sobreactuados, se afinca en las necesidades reales de los españoles y obtuvo 47% de los votos, el marcaje más alto en el PP. En la campaña del 23 de julio el miedo de parecer radicales hizo ver al PP en el extremo contrario, serviles. Ayuso, en cambio, entendió que su trabajo era sin estruendos, ganar los votos moderados y dejar que Vox avanzara por la derecha social. Y obtuvo lo que a Feijoo le quedó lejos: su propia mayoría absoluta.

3. Uno de los errores fundamentales que cometen las antaño clases medias y los pobres en Venezuela es enfermarse, porque el sistema de salud pública es un montón de ruinas, los seguros privados precarios, a lo que se suma la fugacidad de aquella ilusión bienintencionada-como gran parte de los desastres- que se llamó “barrio adentro” con unas hadas madrinas, los médicos cubanos que desaparecen. Corrió la misma suerte que afecta probabilísticamente la mayoría de los sistemas de servicios públicos en manos del Estado en todas partes, mientras los centros de atención privados sobreviven. Hoy el gobierno experimenta en Carabobo un inusual ensayo, cuya evolución conviene seguir y estar pendientes a ver si perdura en el tiempo y tiene éxito, porque es una de las poquísimas innovaciones institucionales con racionalidad que hemos visto en mucho tiempo. Si funciona podría ser una alternativa para los demás estados, y habría que saber de dónde surge el modelo, denominado sin misterios para la imaginación con una alusión directa “800bigote”. Su particularidad consiste en que la gente no acude a los hospitales, lo que ayuda a descongestionarlos, sino que los médicos van a los hogares atendiendo a una llamada telefónica. En los hospitales-dinosaurios hay que esperar meses por una consulta y una de las peores experiencias de mi vida, incluso antes de la revolución, fue haberme presentado a media noche en la emergencia de un hospital público y tener que pararme e irme por mis propios pies ante el horror del ambiente. En mis narices reanimaban a un paciente con descargas eléctricas y un motorizado sangraba a mi lado. Me cuentan amigos de Carabobo que en las calles hay un hervidero de ambulancias que mejora cualitativa y cuantitativamente la atención, desburocratiza y aligera los viejos hospitales que consumen sus presupuestos en burocracia, a los que hay que llevar las medicinas y hasta las sábanas y el algodón. Conviene estar atento al desarrollo de este emprendimiento. El gobierno debería informar si hay experiencias parecidas en otras partes para evaluar la experiencia.

4. Serrano Poncela, creo, escribió que el verbo más tonto es el pretérito pluscuamperfecto subjuntivo de haber, hubiera, porque cuando se invoca es porque los huevos están rotos. Después de tantas metidas de pata, errores e incluso barbaridades en 23 años de la vida de Venezuela, la disidencia descubre que no hay camino distinto al electoral, pese a que a algunos se les sale de vez en cuando la oreja. “¡Si hubiera sabido que era así!” dicen que dijo la Monja de Monza. Prácticamente todos los factores políticos que enfrentan al gobierno terminaron de ver la luz en un parto infinitamente largo, así que ahora todo el mundo es “alacrán” o “colaboracionista”, signo de quienes querían votar y dialogar. Algún meme viviente todavía pide más “sanciones”, desempolvando la teoría de que es el método para remover gobiernos, pese a la experiencia en contrario desde la segunda mitad del siglo XX hasta hoy. Si no es un malagradecido, Putin debe inmenso reconocimiento a Biden quien lo sancionó para convertirlo en líder mundial, en un contexto que impulsó la economía hasta extremos imposibles antes de la guerra. Es estimulante que desde ahora se haga una política que permita bases de entendimiento para la alternabilidad en Venezuela, como es normal, pero eso será imposible mientras el PSUV sepa que está en peligro la seguridad y la libertad de sus dirigentes y es tarea primordial de los opositores crear un ambiente de seguridades. Si el gobierno se amarra la lengua antes de insultar a los opositores y éstos normalizan plenamente sus actividades, su lenguaje, su relación con el gobierno, podría gestarse un cambio sin reacciones adversas. Algunos dirán con cierta razón que parece utópico, pero utópicos resultaron “Maduro vete ya”, “el quiebre” o “¡ya estamos cerca!”. Y mientras esté abierto un juicio en la Corte Penal Internacional, los esfuerzos que hagamos estarán perdidos.

5. No deja de sorprender el desconocimiento sobre el país de quienes no debían, y en este caso sobre PDVSA, ente que en realidad no existe, por lo menos para lo que lo crearon. Así algunos incurren en un simpático debate “estratégico” en torno a ella que asombra por su irrealidad: privatización o no privatización. Fue la tercera petrolera mundial gracias 40.000 trabajadores, pero hoy está en quiebra con 140.000, muchos subcalificados y subpagados, un macroministerio para no lanzarlos al desempleo y esa es su única función. Un alto porcentaje de pozos dañados e inexplotables, deuda externa e interna impagable, obsolescencia técnica, falta de innovación, inversión, son el legado de Rafael Ramírez, junto a su mínima productividad. En síntesis, es una gran masa de chatarra montada sobre las mayores reservas petroleras del mundo. Para que no nos califiquen de tontos, distingamos una cosa de otra sin dar ese debate surrealista sobre si “privatizar” o “no privatizar”, como si hubiera algún humano normal que le interesara comprar ese cementerio. El Estado conserva la propiedad para que estén tranquilos los caídos del catre, pero para exportar petróleo da la pelea a cuchillo entre “sanciones” y media noche privatiza la producción a través de convenios con transnacionales, que tienen los capitales, las tecnologías y redes de distribución. A nadie le interesa las ruinas de PDVSA, pero si los yacimientos. La privatización es práctica sin alborotar a los interfectos y los mantiene distraídos.

@CarlosRaulHer

 6 min


Griselda Reyes

¿Privatizamos todo?, ¿Realmente para que el país funcione debe el Estado hacerse a un lado? Esta venezolana y empresaria se hace estas preguntas cómo miles de ciudadanos a diario. Lo pienso y repienso cuando pasamos horas sin luz en un centro médico que lidero, cuando veo los indicadores macroeconómicos que afectan a las principales empresas públicas en total ruindad; incluso lo pienso cuando veo a mis conciudadanos haciendo infinitas colas para surtir sus carros de gasolina en el interior del país.

Como consecuente defensora del sector privado, creo que la participación de capitales –nacionales y extranjeros– es hoy más que vital para reactivar el país que tenemos. Y voy más allá: No hace falta siquiera esperar a 2024 para abrir el país a la reactivación real que se requiere para recuperar el aparato económico.

Digo esto, que parece más que obvio, ante un país donde por años se ha satanizado a todo lo que huela a capital privado. Un grave error que aún saldamos todos.

Si bien hoy debemos dar gracias a Dios porque el fantasma de las expropiaciones pareciera estar casi en extinción, está política solo sirvió para marcar en rojo los indicadores de empresas sólidas que generaban fuentes de empleos de calidad en el país. Sería muy extenso relatar todos aquellos episodios que van incluso más allá de firmas privadas, y que se remonta a la botada con pitos de los más capacitados gerentes de Pdvsa por parte del fallecido presidente Hugo Chávez, hay empezó el derrumbe del castillo de naipes.

Sin ánimo de quedarme anclada en el retrovisor del pasado, se trataron de pasos erráticos que hoy hacen de nuestra economía de las más vapuleadas del continente.

El Estado haciendo de todo: Desde petróleo hasta pollos y neveras. Fue un intento fallido que costó millones de dólares perdidos a todos los venezolanos.

Para pasar esta página, hay que aliarse con quienes tienen los fondos requeridos para reactivar los diferentes sectores del país, y también –más importante aún– la capacidad técnica y gerencial para que estos esfuerzos no sean en vano.

En Venezuela tenemos un sector privado que ha resistido la peor de todas las carreras de obstáculos. ¿Por qué no se le puede dar la oportunidad de que sumen en esta tarea titánica que es volver a prender el país?

Una campanada, que pareciera más que evidente, para todo ello urgen las garantías necesarias que permitan a cualquiera que invierta un dólar la seguridad de recuperación de su dinero. La devolución del Sambil La Candelaria a sus legítimos dueños fue una excelente noticia y muestra de la confianza que el sector productivo nacional requiere, pues hay muchos Sambil por trabajar.

Por otro lado, ante el ahogo que suponen los servicios públicos y el alto costo de la vida; es importante tener presente que si queremos un país potencia, verdaderamente, hay que empezar por atender esta coyuntura. No hay empresa que resista apagada (literal y figurativamente).

Estás y otras garantías serán clave para el país que podemos ser. Quienes hoy son gobierno se ufanan en quedarse en Miraflores, permitan que el país se encamine mientras están allí y no solo abriendo las puertas para sus aliados globales. El ejemplo debe empezar por casa.

A los venezolanos cada vez le importa menos los dogmas o las alianzas que haya que hacer, solo les basta tener un país normal que les permita trabajar y crecer en paz.

Twitter: @griseldareyesq

Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.

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Banco Mundial

La Amazonia es un territorio de más de siete millones de kilómetros cuadrados y una de las áreas de mayor biodiversidad en el mundo. Ha contribuido por siglos en la conservación natural del planeta gracias a las toneladas de dióxido de carbono que absorbe, uno de los gases que contribuye a incrementar el efecto invernadero, acelerando el cambio climático.

Estamos ante una región por demás compleja, ya que su cuenca abarca ocho países distintos, con diferentes proporciones de territorio selvático, entre los que se encuentran: Brasil, con 61,8%, Perú con 11,3%, Bolivia un 8,1%, Colombia con 6%, así como Venezuela con 5,6%, Guyana un 2,6%, Ecuador con 1,7%, Surinam 1,7% y el departamento de ultramar de la Guayana Francesa con 1,1%. Es un área vasta donde habitan más 40 millones de personas, entre ellas unos 410 grupos indígenas con diversas lenguas y culturas. En esta historia, unificar los esfuerzos en pro de la conservación de la zona es una tarea difícil, pero de vital importancia para la humanidad.

Existen varias amenazas sobre el bosque amazónico, pero sin duda la más preocupante es la deforestación. En 2021 un grupo de científicos se manifestó en el Informe de Evaluación de la Amazonia, donde recomendaron una prohibición inmediata de la tala de bosques en un área de dos millones de kilómetros cuadrados en el todo el sur de esta selva.

“Entre el 18% y el 20% de la selva tropical ya ha sido deforestada y otro 38% se está degradando. Los científicos aseguran que si alcanzamos el 25% de deforestación llegaremos a lo que llaman un punto de inflexión con cambios que resultarán en el colapso del ecosistema amazónico”, explica Genevieve Connors, gerente de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Economía Azul para América Latina y el Caribe del Banco Mundial.

La Amazonia es parte de un círculo virtuoso, considerado un bien público global, por lo que su colapso o degradación extrema puede desestabilizar el sistema climático mundial.

“Se ha llegado a muchas prácticas insostenibles. Una de las causas es la actividad ilegal, que puede ir desde la tala de madera, acaparamiento de tierras, la pesca y la minería, pero también hay impulsores macroeconómicos, por supuesto. Si hay cambios en los precios de la materia prima, como la madera o la soja, o variación en los tipos de cambio, todos tienen impactos indirectos en la deforestación. Solemos pensar solo en actividades ilegales, pero realmente la deforestación es causada por la actividad de un sistema económico completo”, asegura Connors.

La infraestructura no planificada también es un impulsor de la deforestación. En 2020, la revista Nature Communications contabilizó 158 represas operando en diferentes países amazónicos y revela la intención de construir más del doble. Si bien la energía hidroeléctrica es una fuente limpia de energía renovable, algunos proyectos generan altas emisiones de gases de efecto invernadero.

Apoyos que trascienden

En la región se han implementado varias iniciativas, tales como el programa Paisajes Sostenibles de la Amazonia (ASL, por sus siglas en inglés), el cual es financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés) y liderado por el Banco Mundial, para desarrollar proyectos de conservación en la zona con diferentes gobiernos y socios. Este programa, que consta de tres fases, estando ésta última en preparación, ha tenido financiamiento por 300 millones de dólares y busca restaurar miles de hectáreas, así como promover prácticas sustentables en la tierra.

“El Banco Mundial lidera el programa, pero la mayor parte del dinero va a los gobiernos nacionales de los países para que implementen sus propios programas amazónicos, contribuyendo a una visión regional. Lo que la organización realmente está tratando de hacer es apoyar la colaboración regional, creando intercambio de conocimientos a través de capacitación, seminarios, conferencias, eventos para científicos, ONG, pueblos indígenas y miembros del gobierno que puedan reunirse y compartir su experiencia en torno a la protección del medio ambiente en la Amazonia”, asegura Connors.

Trabajar con al menos ocho países de la región no es una tarea fácil en una región tan compleja y diferente en sus políticas, necesidades y comunidades indígenas que habitan la Amazonia. La cooperación entre gobiernos es necesaria para la conservación de la región y ya ha habido avances en ese sentido.

Los países de la Amazonia han realizado esfuerzos para conservarla. En 1978 se firmó el Tratado de Cooperación Amazónica y en 2019 el Pacto de Leticia por la Amazonia.

“Yo diría que estos son excelentes intentos. Todavía son pequeños en relación con las necesidades de la región y los nuevos gobiernos. Por ejemplo, en Colombia y Brasil ya están pensando mucho en ese sentido: ¿Qué pueden hacer para agregar más? ¿qué pueden hacer para unir a estos países de una manera más fuerte, para conservar y evitar el punto de inflexión? Otro ejemplo es la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, o la COP28, que este año será en Dubái. El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha recibido confirmación para albergar la COP30 en dos años [además de reducir a cero la deforestación en 2030]. Para 2025, en la ciudad de Belém, en el estado de Pará, hay una serie de cumbres en preparación. Traer más liderazgo regional para resolver el problema de la Amazonía es una de las prioridades de su gestión”, explica Connors.

De acuerdo con el informe Clima y Desarrollo en Brasil del Banco Mundial, es necesario implementar estrategias de resguardo y conservación de la selva, cultivando más alimentos en menos cantidad de tierra. En este sentido, recientemente se publicó un informe que insta a poner más foco en la productividad para promover el desarrollo económico y reducir la presión sobre los bosques en los estados amazónicos brasileños.

Mercados de carbono, una solución para sus habitantes

La conservación de la Amazonia debe ir de la mano del desarrollo de su población y es necesario generar un equilibrio entre el valor que se le da al bosque y la práctica de actividades como la agricultura y la ganadería. En este sentido, la población indígena tiene un papel fundamental, pues son más de 2 millones de personas que habitan y viven en estas tierras desde hace miles de años.

“Es posible tener crecimiento económico mientras se protegen los derechos de los pueblos indígenas, tanto su derecho a la tierra como su derecho a los recursos. Por ejemplo, el derecho a los ingresos de los mercados de carbono, no hay razón para que algunos de esos ingresos no se compartan. Los beneficios deben compartirse con los pueblos indígenas en cuya tierra se encuentran. Por supuesto, siempre existe una tensión entre la conservación y el desarrollo, ya sea para los pueblos indígenas o para otras personas. Y creo que esto es algo que los países amazónicos realmente han tratado de pensar en sus constituciones, en sus políticas”, comenta Connors.

De igual manera, la especialista explica que el sector privado debe impulsar inversiones con un sentido de sustentabilidad, con conocimientos de la región y un sentido ecológico: “Financiar la naturaleza nunca es fácil porque es difícil generar ingresos, y eso es lo que busca el sector privado, flujos de ingresos de la operación de un puerto o la construcción de una represa o el funcionamiento de una planta de energía renovable. Es muy difícil llevarlos a un sector donde, ¿quién paga por los árboles? Esta es exactamente la razón por la que los mercados de carbono son absolutamente esenciales para generar el tipo de ingresos que interesan al sector privado”.

La tarea es compleja y necesita la colaboración de diferentes sectores, pero los gobiernos deben ser protagonistas en las acciones para resguardar la selva amazónica, generando políticas efectivas basadas en investigaciones científicas, así como campañas de concientización y prácticas sustentables.

“Estamos viendo más y más liderazgo de los países de la Amazonia. Espero que sean esos países los que tomen la iniciativa y nosotros podamos aprender de ellos”, finaliza Genevieve Connors.

5 de julio 2023

https://www.bancomundial.org/es/news/feature/2023/07/05/ocho-paises-de-l...

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Bret Stephens

Un amigo me preguntó hace poco que qué podía yo aprender de un viaje de cuatro días que estaba planeando a Ucrania que no pudiera entender con tal solo leer las noticias. Era una buena pregunta. Ahora que ya hice ese viaje, puedo responderla.

Aprendí lo extraño que es visitar un país al que no vuela ningún avión y, desde el pasado lunes, no navega ningún barco, gracias a la cruel y cínica retirada del presidente ruso, Vladimir Putin, de la Iniciativa de Granos del Mar Negro, a través de la cual los productos agrícolas ucranianos llegaban a países hambrientos como Kenia, Líbano y Somalia. La única forma factible para que un visitante llegue desde la frontera polaca a Kiev es un viaje en tren de nueve horas, en el que el letrero dentro de la puerta del vagón te anima: “Sé valiente como Ucrania”.

Aprendí que, en cuanto entras al país, ¡hay que descargar la aplicación Air Alert! en el celular. Esta hace sonar una alarma cada vez que el sistema detecta drones, misiles u otras amenazas aéreas en las inmediaciones, algo que ocurrió una y otra vez durante mi corta estancia. Tras la alarma, una grabación —en inglés, del actor de La guerra de las galaxias Mark Hamill— dice: “Dirígete al refugio más cercano. No te descuides. Tu exceso de confianza es tu debilidad”.

Aprendí que Kiev está a reventar. A pesar de los 1620 ataques con misiles y aviones no tripulados que, según la Embajada de Estados Unidos, ha sufrido la ciudad, y a pesar de que la economía se contrajo un 29 por ciento en el primer año de guerra, los autos saturan las calles, la gente cena en cafeterías al aire libre en aceras bien barridas, y activistas, servidores públicos y funcionarios comparten libremente perspectivas divergentes con columnistas visitantes. Para adaptar una frase atribuida a Yitzhak Rabin, los ucranianos hacen su vida cotidiana como si no hubiera guerra, mientras hacen la guerra como si no hubiera vida cotidiana.

Aprendí que todos los miembros del personal de la Embajada de Estados Unidos en Kiev, encabezados por nuestra valiente y consciente embajadora, Bridget Brink, se ofrecieron como voluntarios. Han estado separados de sus familias y viviendo durante meses en habitaciones de hotel. Su trabajo consiste en supervisar uno de los más grandes esfuerzos de asistencia estadounidense desde el Plan Marshall, asegurarse de que decenas de miles de piezas de material militar estadounidense en manos ucranianas estén debidamente contabilizadas, reconstruir una embajada que fue destruida en vísperas de la invasión rusa y llevar la cuenta de los crímenes de guerra rusos, de los cuales casi 95.000 han sido documentados hasta ahora por la fiscalía general ucraniana.

Aprendí lo que es sentarse en salas de conferencias y caminar por pasillos que pronto quedarían destrozados por la artillería rusa. El martes pasado, me uní a un grupo diplomático liderado por la administradora de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, Samantha Power, en una visita al puerto de Odesa. Power se reunió primero con funcionarios ucranianos para hablar de las opciones logísticas para sus exportaciones tras la retirada de Putin del acuerdo sobre granos, y después con agricultores para tratar temas como el desminado de sus campos y la reducción de riesgos para sus finanzas. El majestuoso edificio de la Autoridad Portuaria en el que se celebraron las reuniones, un sitio meramente civil, fue atacado apenas un día después de nuestra partida.

Aprendí que a los ucranianos no les interesa convertir su victimización en una identidad. Hace años, en Belgrado, vi cómo el gobierno serbio había conservado los restos de su antiguo Ministerio de Defensa, alcanzado por las bombas de la OTAN en la guerra de Kosovo de 1999, en consonancia con su percepción autocompasiva de aquella guerra. Por el contrario, en Bucha, el suburbio de Kiev que sufrió algunas de las peores atrocidades durante la breve ocupación rusa en los primeros días de la guerra, fui testigo de la transformación de edificios de departamentos llenos de agujeros parchados de balas en modernos espacios de trabajo colaborativo. Como le dijo Anatoliy Fedoruk, el alcalde de Bucha, a Power: “La memoria se quedará en los recuerdos, pero los residentes quieren reconstruir sin recordatorios”.

Aprendí que no es probable que los ucranianos cambien territorio soberano por garantías occidentales de seguridad, y mucho menos por algún tipo de acuerdo de armisticio con Moscú. Ya intentaron lo primero en la década de 1990 con el Memorándum de Budapest, en el que entregaron a Rusia el arsenal nuclear de su territorio a cambio de garantías desdentadas de integridad territorial. Intentaron lo segundo con los igualmente acuerdos desdentados del Protocolo de Minsk tras la primera invasión rusa en 2014. El objetivo de la política occidental debería ser proporcionar a Ucrania los medios militares que necesita para ganar, en lugar de presionar a Ucrania para que renuncie de nuevo a sus derechos de soberanía y seguridad en aras de calmar nuestras ansiedades con respecto a una escalada rusa.

Aprendí que, a pesar de toda la ayuda que hemos prestado a Ucrania, nosotros somos los verdaderos beneficiarios de la relación, y ellos los verdaderos benefactores. Tras la cumbre de la OTAN de este mes, Ben Wallace, el ministro británico de Defensa, usualmente considerado, sugirió que los ucranianos debían mostrarse más agradecidos con sus proveedores de armas. La dinámica de la relación es al revés. Los países de la OTAN están pagando por su seguridad a largo plazo en dinero, que es barato, y municiones, que son remplazables. Los ucranianos están contando sus costos en vidas y extremidades perdidas.

Escribo esta columna desde el Aeropuerto de Varsovia-Chopin. Estacionados afuera de la terminal hay aviones con destino a Doha, Catar; Estambul; Roma; Toronto; Nueva York. Verlos aquí apenas podía imaginarse hace 40 años. Se hizo realidad porque el pueblo polaco permaneció, en las acertadas palabras de Ronald Reagan, “magníficamente no reconciliado con la opresión”.

Hoy, son los vecinos de Polonia en Ucrania los que están magníficamente no reconciliados con la invasión. Lo que aprendí en estos cuatro días de cielo cerrado es que nunca hay que dar por sentada una escena aeroportuaria como esta.

25 de julio 2023

NY Times

https://www.nytimes.com/es/2023/07/25/espanol/opinion/guerra-rusia-ucran...

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