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Opinión

Eddie A. Ramírez S.

El 14 de diciembre de 1922 se produjo una erupción en el Zulia. No fue de lava, sino de un producto que ha signado la vida de los venezolanos durante los últimos cien años y que acaparó la atención de un mundo que, después de la primera Guerra Mundial, se había percatado de la importancia geopolítica de esa fuente de energía. Ya no eran los pocos barriles de petróleo que producía la Petrolia del Táchira desde 1878. Tampoco los algo más de doscientos barriles por día del pozo Zumaque, perforado en 1914. Esta vez, la enorme presión de gases en el pozo Los Barrosos, hizo brotar miles de barriles del llamado oro negro antes de ser controlado. ¿Qué hicimos con ese regalo que nos dio la naturaleza y que fue posible extraer y refinar por el ingenio y trabajo de unos pocos? ¿Aprendimos alguna lección?

El negocio petrolero empezó mal para los venezolanos. La zarabanda de las concesiones, como las llamó Betancourt, no fue el inicio de la corrupción en estos lares, pero la misma llegó a niveles nunca vistos. De un lado, un grupo de allegados a Juan Vicente Gómez se enriqueció, al traspasar a las compañías extranjeras las concesiones obtenidas solo por jalar mecate al dictador. Del otro, las empresas invadieron tierras de nuestros compatriotas de la tribu barí, eludieron pagos de impuestos y trataron mal a sus trabajadores.

Gradualmente, las compañías extranjeras cambiaron positivamente sus políticas. Ello fue posible no solo por la evolución de los tiempos, sino también por presión de sus trabajadores y de un grupo de profesionales encabezado por el ministro Gumersindo Torres y, posteriormente, por muchos otros. Sin mezquindad, hay que reconocer que cuando esas empresas abandonaron el país en 1975, dejaron un legado importante. Formaron recursos humanos, crearon una cultura de dedicación al trabajo, realizaron donaciones para la construcción de escuelas y vías de comunicación, construyeron hospitales y Medicaturas Rurales, crearon Fundaciones y aportaron cuantiosos recursos al fisco en impuestos y regalías.

Casi todos aplaudimos cuando las obligamos a irse. Pensamos que ya no las necesitábamos para explorar, extraer y refinar el crudo. Lo cual era cierto. Teníamos debilidades en tecnología y comercialización, pero eso se solucionó con convenios, mientras adquiríamos esas experticias. Nos frotamos las manos al creer que habíamos hecho un buen negocio, ya que solo las compensamos con unos 117 millones de dólares en efectivo y 937 millones en bonos de la deuda a cinco años. Lo que pocos advirtieron era que, en manos del Estado, la industria petrolera era un manjar demasiado atractivo para muchos.

Recordemos que, antes de la nacionalización o estatización, estaban operando 19 empresas extranjeras y tres venezolanas. Reducir gradualmente estas empresas a solo Maraven, Lagoven y Corpoven fue un trabajo bien hecho y la transición no fue traumática. Sin embargo, por ser empresa del Estado, se protegió a los trabajadores y, cuando posteriormente se fusionaron las tres operadoras citadas, era todavía más notorio el exceso de personal. Se diseñaron incentivos para que algunos se retiraran voluntariamente, pero eso no fue suficiente y, además, se retiraron algunos que no convenía. La situación se manejó muy bien desde el punto de vista humano, no así desde la perspectiva de negocio. Se esté o no de acuerdo, una empresa privada hubiese hecho recortes drásticos. De todas maneras, en esta etapa meritocrática Pdvsa funcionaba bien. Creaba valor.

Ahora bien, debemos reconocer que los gobiernos que han administrado los cuantiosos recursos que han ingresado no lo han hecho bien. Nunca han entendido que su misión es atender la educación, salud, seguridad e infraestructura, así como crear las condiciones de seguridad jurídica y de incentivos fiscales para promover la inversión privada nacional y extranjera.

Cierto que no todo ha sido malgastado. Se invirtió en la construcción de escuelas, universidades y vías de comunicación. Se formaron recursos humanos y mejoró el área de salud preventiva. Sin embargo, el medio rural no fue bien atendido; escuelas y liceos no contaron con los recursos necesarios para impartir una buena educación. Ni los estudiantes, ni las maestras disponían de medios de transporte. Los pacientes debían llevar las medicinas a hospitales y medicaturas. Todavía hay estados en los que hay muy poca actividad económica y dependen de los aportes del gobierno central.

Los gobiernos, unos más, otros menos, favorecieron un capitalismo de Estado. Crearon empresas y las quebraron. Al respecto, hay que recalcar que en nuestro sistema educativo prevalecen maestros y profesores que enseñan que el sector privado es malo y, por ello, el Estado debe manejar empresas propias y establecer todo tipo de controles para el resto. Desde luego que no todo lo privado es bueno, pero es asunto de establecer reglas claras. Tradicionalmente, el sector gubernamental ha sido fuente de corrupción al establecer peajes para el otorgamiento de permisos o contratos.

Tenemos la oportunidad de cambiar. Los demócratas disponemos de un Plan País para un nuevo gobierno. También de recursos humanos calificados, aunque estos están disminuyendo por efecto de la edad y migración. El petróleo seguirá siendo importante por unas dos generaciones. Si no aprovechamos ese tiempo para formar buenos ciudadanos, incentivar que el sector privado participe en petróleo, otras fuentes de energía, hierro, aluminio y telecomunicaciones, así como en favorecer el desarrollo de la agricultura y otros sectores de la economía, corremos el riesgo de seguir como estamos, es decir, de vuelta al año en que el Barroso creó una ilusión de riqueza.

Como (había) en botica:

Como respetamos y apreciamos a la gente de ANCO y de Vente, nos permitimos sugerirles que moderen sus descalificaciones hacia otros grupos de la oposición. Recuerden que después de las primarias seremos un solo equipo.

Rechazamos la decisión del tribunal rojo que impuso a Laidy Gómez una compensación de doce millones de dólares por supuestos daños morales a Freddy Bernal.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

 4 min


​José E. Rodríguez Rojas

La situación económica ha mejorado con respecto a 2019. Este año Guaidó fue reconocido como presidente por Estados Unidos y un numeroso grupo de países. Sin embargo en los últimos años su liderazgo se ha deteriorado y el apoyo internacional se ha resquebrajado. Su base constitucional para reclamar algún poder se ha debilitado. En contraste Maduro se ha reforzado en el poder después de 9 años. En los últimos años el péndulo de la geopolítica ha girado en su favor impulsado por la guerra de Ucrania, que ha hecho que la mayor preocupación de los actores internacionales sobre el suministro de petróleo haya incrementado los costos de aislar a Venezuela.

La administración Biden ha enviado misiones a Venezuela a cambio de la decisión del gobierno venezolano de reiniciar conversaciones con la oposición en México. Otras iniciativas del régimen han contribuido a resquebrajar su aislamiento. En la cumbre del clima Maduro se entrevistó con el presidente de Francia y John Kerry. La elección de gobiernos de izquierda en Latinoamérica también ha contribuido a sacar del congelador al régimen venezolano.

Sin embargo los gobiernos foráneos están corriendo un riesgo coqueteando con Maduro debido a la calamitosa situación de la industria petrolera venezolana que no se espera que cambie en el corto plazo. Pero los Estados Unidos y sus aliados están pensando en el largo plazo.

El resultado de las negociaciones es otra apuesta riesgosa pues el historial de Maduro sugiere que no jugará limpio en la mesa de negociación. Un escenario posible es que Maduro crea que tiene los votos para ganar, dado el disminuido rol de la oposición generado por la represión gubernamental y la atomización producto de la ambición de sus líderes. Otra posibilidad es que el régimen se plantee estar preparado para participar en unas elecciones sin someterse a los deseos de los votantes.

Está la posición de aquellos que plantean que es mejor cualquier discusión, que mantener distancia de algunos temas en los cuales los dos bandos podrían llegar a acuerdos. Uno de estos es el de los fondos congelados en los bancos europeos y americanos sobre lo cual se llegó a un acuerdo de crear un fondo administrado por la ONU. Un acuerdo sobre el formato de las elecciones no forma parte de la primera ronda de negociaciones, pero una vez que ello se decida surgirá el tema de las candidaturas donde de parte del oficialismo la candidatura de Maduro aparece como incuestionable. En contraste en la oposición todo el mundo quiere ser candidato, lo que elevó el número de precandidatos a 80, cifra que descendió luego a 20.

La fecha de las elecciones es otro tema en discusión. Un representante del oficialismo sugirió la posibilidad de adelantarlas lo cual pudiera ser una táctica para desconcertar a una oposición que requiere tiempo para organizarse, pero ello favorecería a Maduro y sus compinches.

A pesar de la posición menos hostil de la administración Biden, el mito de que “Venezuela se arregló” podría aclararse. La inflación se frenó, pero se está incrementando nuevamente y el Banco Central carece de los recursos para estabilizar el dólar. La oposición ha estado solicitando el adelanto de las elecciones, Maduro podría estar tentado a calificar esto como un engaño y tomar la iniciativa, basándose en las encuestas, antes de que la burbuja estalle.

Nota: este escrito es un resumen de la traducción libre del artículo: The Economist. 2022. Venezuela: oil be back. Nov 27th. A continuación insertamos una versión casi completa del artículo en cuestión.

Las cosas han cambiado en Caracas, las trancas en el tráfico han vuelto. Los posters políticos con el lema “socialismo o muerte” han sido sustituidos por propaganda comercial de whisky y cirugía cosmética. El estruendoso ruido de las motocicletas es más probable que anuncien el arribo de un delivery alimenticio que un asalto.

Hoy Venezuela es muy diferente de lo que era en el 2019, año plagado por los controles de precios y tipo de cambio, la contracción económica, la hiperinflación y la emigración de millones de venezolanos. En ese momento Guaidó fue reconocido como Presidente por Estados Unidos y numerosos países, sobre la base de que Nicolás Maduro había ganado en unas elecciones fraudulentas.

Pero Guaidó y sus seguidores han juzgado mal la fidelidad de los altos mandos militares al régimen y subestimado la capacidad represiva de éste. Su liderazgo ha sido tomado desprevenido por la guerra de Ucrania, que obligó a los Estados Unidos a repensar sus relaciones con los productores de petróleo como Venezuela.

En los días que corren Guaidó, que todavía es reconocido como presidente por los Estados Unidos y Gran Bretaña, carece de poder. Su base constitucional para reclamar algún poder se ha debilitado. La Asamblea Nacional (AN) que él dirigió ha sido reemplazada por una fiel al régimen, su término como presidente de la AN expira el 5 de enero. Luce poco probable que sus colegas de la oposición lo reelijan de nuevo.

En contraste Maduro se ha reforzado en el poder después de 9 años. En los pasados seis años el péndulo de la geopolítica ha girado en su favor impulsado por la guerra de Ucrania, que ha hecho que la preocupación de los actores internacionales sobre el suministro de petróleo haya incrementado los costos de aislar a Venezuela. Después de décadas de mala gestión y corrupción la industria petrolera venezolana luce demasiado deteriorada a la vista del mercado global en una perspectiva de corto plazo, pero los Estados Unidos y sus aliados están pensando en el largo plazo.

Bajo la administración de Donald Trump los Estados unidos impusieron sanciones a la industria petrolera, el sector financiero y la industria minera venezolana. En contraste la administración de Biden ha estado, cautelosamente, estableciendo nexos con Venezuela. Ha enviado misiones en dos oportunidades al país caribeño que lograron la liberación de varios presos americanos a cambio de la liberación de dos familiares de Maduro.

En noviembre 26 la administración de Biden hizo un notable cambio cuando le concedió una licencia a Chevron, una empresa petrolera americana, para producir y exportar petróleo venezolano a los Estados Unidos nuevamente.

Cruda diplomacia

Esta decisión se produce en respuesta a la decisión del régimen venezolano de reiniciar negociaciones con la oposición, las cuales había suspendido en el año 2021. Estas se reiniciaron en México el mismo día del anuncio por parte de Estados Unidos. Maduro no asiste a las mismas (pero si lo hace su hijo Nicolás Maduro Guerra).

Sin embargo el régimen ha dado pasos que han aliviado el status de paria de Maduro. Una muestra de ello ocurrió en noviembre cuando Maduro hizo una extraña visita a la reunión del cambio climático (Cop 27) en Egipto, donde el presidente Enmanuel Macrón lo saludó al margen de la reunión. Los dos hablaron menos de 2 minutos, pero rompió años de barreras. Macrón se dirigió a Maduro como “Presidente”, a pesar de que Francia no reconoce su legitimidad. Las cosas han mejorado” señaló el venezolano.

Maduro también hizo gestiones para asegurar una breve conversación con John Kerry, el enviado de Biden a la cumbre del clima. Esta fue una pequeña victoria para el autócrata venezolano dado que Estados Unidos ha acusado a Maduro de “narcoterrorista” y está ofreciendo una recompensa de 15 millones de dólares por información que conduzca a su captura. Más tarde el Departamento de Estado señaló que él había tomado a Kerry por sorpresa.

Eventos cercanos al país caribeño en Latinoamérica han ayudado al tirano a salir del congelador. La victoria de Lula en Brasil significa que las principales economías de la región serán dirigidas por gobiernos de izquierda, menos hostiles a Maduro que los previos regímenes de derecha. Cuando Lula tome posesión en enero se espera que reasuma sus relaciones diplomáticas con el régimen venezolano.

El gobierno de Colombia bajo Gustavo Petro, el nuevo presidente de izquierda ha comenzado a reparar las dañadas relaciones. El primero de noviembre Petro se convertió en el primer líder colombiano en una década recibido en el palacio presidencial de Caracas. Maduro declaró “Colombia y Venezuela tienen un destino común”. Él lo señaló como un elogio.

Pero los gobiernos foráneos están asumiendo un riesgo coqueteando con Maduro dado el calamitoso estado de la industria petrolera venezolana. Incrementar la producción requerirá de un enorme flujo de inversiones y la participación de empresas petroleras como la española Repsol y la italiana Eni, lo que a estas alturas parece improbable dado el historial del régimen maltratando inversores.

Segundo, el historial de Maduro sugiere que no jugará limpio en la mesa de negociaciones. El acuerdo que se busca es, en términos generales, que el régimen acepte llevar a cabo elecciones presidenciales con suficientes salvaguardas que puedan ser consideradas libres y la oposición acepte participar. La administración de Biden pudiera ofrecer más de lo que describe como “alivio de sanciones” si se dan los pasos hacia el retorno a la democracia en Venezuela. Pero es improbable que Maduro acepte unas elecciones lo suficientemente limpias que él podría eventualmente perder.

Sin embargo un escenario probable es que él crea que puede tener los votos necesarios para ganar limpiamente, dado que según Datanalisis su tasa de aprobación es de 26% la cual es baja pero superior a la de la de los líderes opositores que podrían competir con él, incluido Guaidó.

Otra posibilidad es que el régimen se plantee estar preparado para tomar parte en unas elecciones limpias, pero nunca se someta a los deseos de los votantes. Maduro está jugando duro con los Estados Unidos. El 30 de noviembre él dijo que las elecciones libes solo serán posibles si “todas las sanciones son removidas”.

Sin embargo están aquellos que dicen que cualquier discusión es mejor que mantener distancia de algunos temas electorales en los cuales los dos bandos podrían llegar a acuerdos. Uno es el relacionado con los fondos estimados en 3 mil millones de dólares congelados en bancos europeos y americanos. En el inicio de las conversaciones en México los dos bandos acordaron establecer un fondo manejado por la ONU orientado a mejorar la infraestructura eléctrica y educativa.

Un acuerdo sobre el formato de las elecciones no se espera en la primera ronda de negociaciones. Pero una vez que ello se decida el tema de las candidaturas surgirá. Por el lado gubernamental la candidatura de Maduro como candidato del PSUV luce incuestionable. Sin embargo del lado de la oposición la lista de precandidatos es de 20, originalmente era de 80. Un diplomático expresó “que el problema con la oposición es que todo el mundo quiere ser candidato”.

La fecha precisa de las elecciones es un tema en discusión. Un dirigente del gobierno insinuó la posibilidad de adelantar las elecciones. Tal decisión debe ser tomada por el consejo electoral bajo el control gubernamental. Esto podría ser una táctica para desconcertar a una oposición que necesita tiempo para organizarse. Pero ello ayudaría a Maduro y sus compinches.

A pesar de la posición menos hostil de la administración Biden, el mito que “Venezuela se arregló” podría ser aclarado. La inflación ha sido frenada por el uso del dólar pero se está incrementando nuevamente. La devaluación del bolívar en relación al dólar fue del 43% en las 4 semanas de noviembre y el Banco Central carece de los recursos para estabilizar el dólar paralelo.

Por años la oposición respaldada por los Estados Unidos ha estado solicitando elecciones adelantadas. Maduro podría estar tentado a calificar esto como un engaño y tomar la iniciativa basado en las encuestas antes de que la burbuja estalle.

Profesor UCV

 9 min


Alberto Jordán Hernández

Con voz propia

Jesús Rafael Sevillano Ferraz, el popularizado con su primer nombre y primer apellido, nació el 8 de septiembre de 1932 en la parroquia San José, en el humilde hogar de Antonio Sevillano Ruíz y Francisca Ferraz. Revela que “éramos muy pobres desde el punto de vista material y riquísimos millonarísimos en lo espiritual.

Nunca soñé con ser cantante, porque considero que eso es innato, que cada uno nace con algún talento. Indiscutiblemente mi madre y mi tía Narcisa tenían voz maravillosa; mi papá también tenía muy buena voz, aunque era más que todo bailarín.

Estudió la primaria en la Escuela “República de Paraguay”. Se graduó de bachiller en Ciencias en el Liceo Andrés Bello. Inició la carrera de Medicina en la Universidad Central de Venezuela, pero la dictadura de Marcos Pérez Jiménez le obligó a mudarse a Salamanca, España, donde se graduó en 1960. Revalidó su título en la primera casa de estudios en 1962. Efectuó Postgrado en Ginecología y Obstetricia en la Maternidad “Concepción Palacios” de Caracas.

De su vocación y sobre todo su donaire de asistencia a quienes necesitaban, puede ser merecedor de confianza y a quien comenta le honró el contar con su amistad y fueron muchos los que auxilió sin interés lucrativo. En mi caso, primero acudió a su hijo médico en general y después a la ejecución de una delicada operación que ejecutó Luis A Russian, me visitaba y lo hacía acompañado de doña Lola.

Otras manifestaciones, las evidenció con el cáncer que terminó de llevarse al periodista Alí Bret Martínez. En sus consecuentes visitas coincidió con mi tío Román Antonio González, afamado compositor, autor de entre las cuales destacan Adelante Venezuela, canción icónica para unir a los venezolanos, Urupagüa y Pañuelito de seda, que le entonó a Sevillano quien la grabó uno de sus LPs, que me sorprendió con la entrega en donación.

“Estoy muy contento porque estamos celebrando los 90 años del maestro Jesús Sevillano, una de esas voces que son emblemáticas de la música más hermosa del mundo que es la música venezolana”, expresó uno de admiradores asistentes.

En Televisión realizó “Así Canta Sevillano” (años 70); “Lo cotidiano con Sevillano”, 1989)”; y “Patrimonios”, en la TV del Oriente.

Fue miembro fundador, en 1962, del afamado Quinteto Contrapunto. Ha cantado en varios escenarios a nivel mundial y tiene un disco grabado íntegro en la Sala Sinfónica del imponente Auditorio de Tenerife, Islas Canarias de España.

Como solista, ha grabado más de 30 álbumes, y es considerado uno de los tenores más destacados de la historia musical venezolana. Entre los géneros más destacados se perfilan: la música llanera, bolero.

Como diplomático, Jesús Sevillano representó al Gobierno en el Consulado General de Santa Cruz de Tenerife, España, y como Embajador, cinco años (noviembre 2004-septiembre 2009); fue Cónsul de Venezuela en la isla de Puerto Rico.

Su forma de ser y su historia personal lo definen como de izquierda. "No soy nada conservador, pero si conservador en muchas ideas sobre todo en la parte moral y en lo referente al país".

También se confiesa agradecido de la vida por la familia, se casó con Felicia Dolores Rodríguez, con quien tiene tres hijos y nietos.

Orgulloso debe sentirse el nonagenario tal le dicen a los 90, ubicado en la generación Z, también conocida como Zillennials, millennials para dar paso a la generación Alpha.

Bienvenida le decimos su traída al mundo en el 9 de septiembre de 1932. Repetimos lo que le expresó a quien pensó interrumpir cuando tocaba una bella melodía: Cállate el irrumpe y sigue cantando. Interpretamos que es sentir de los venezolanos

(IN) Memoria: Colombiano Alex Saab, testaferro de su paisa Nicolás Maduro, sigue liderando dialogo en México aplazado por negativa a incluirlo como diplomático. Ahora lo hace con su esposa Camilla Fabri, prófuga de Italia. Antes logró liberación de narcosobrinos de NM.

jordanalberto18@ yahoo.com

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Laureano Márquez

En la edición del 6 de diciembre del diario El Nuevo Herald aparece una información cuyo protagonista es el señor Alejandro Andrade, ex tesorero general de la nación (venezolana). El personaje se declara culpable de “robar” 1.000.000.000,00 (puesto así, en números, para que se note más claramente) de dólares a Venezuela. Se imagina uno que redondeó para simplificar las cosas, a lo mejor no fueron 1000, millones sino 1034, o 976, pero para evitar «decimillones», mil. Son 500 escuelas de dos millones de dólares, 50 ambulatorios de 20 millones de dólares, 16.666 máquinas de diálisis, el sueldo de un profesor titular durante casi siete millones de años, o de siete millones de profesores durante un año. No se asombre el lector de esta última cifra, los profesores universitarios venezolanos son los peores pagados del continente (lo que debe ubicarlos también entre los peores pagados del planeta).

Este señor, sobre cuya conciencia sabe Dios cuántos miles de estudiantes que no pudieron graduarse, o cuántos dializados que fallecieron, o cuántos pacientes de hospitales que perdieron la vida pesarán (lo de «sobre cuya conciencia» es un decir), ya se encuentra en libertad en los Estados Unidos y ponga usted que haya podido rescatar del botín un par de milloncejos, de modo que, aunque no tenga ya caballos, bien podrá cabalgar cómodamente el resto de vida que le quede.

Los mil millones que declara haberse robado fueron pagados como multa por Andrade al gobierno de los Estados Unidos, más 250 millones de los verdes que estaban «ocultos» en Suiza.

En otras palabras, este prócer revolucionario y antiimperialista transfirió al gobierno del detestado imperio lo robado al pueblo venezolano. Son las contradicciones de una revolución corrupta que termina financiando a su enemigo para que construya las escuelas, hospitales y servicios con los que el pueblo venezolano no contará por su culpa.

El susobicho es testigo del Departamento de Justicia de los EEUU en el juicio contra otra ex tesorera general de la nación (venezolana) y su esposo que se sigue en los tribunales de la Florida. Se trata de Claudia Díaz Guillén y Adrián Velásquez Figueroa. Esta linda parejita, según los fiscales recibió sobornos por 100 millones de dólares (millón más, millón menos). Es decir, que a los ojos del testigo deben aparecer como unos simples aficionados de la trama de corrupción más impactante de la historia universal. Porque este es solo un caso de tantos miles similares, ocurridos durante estos tiempos de lucha contra la «podredumbre del pasado».

La señora Díaz Gillén fue la enfermera del fallecido presidente anterior y su marido escolta del mencionado líder revolucionario, quien, quizá para recompensar las capacidades terapéuticas de la primera, le asigno la tesorería de la nación, para cuya dirección son imprescindibles habilidades de asistencia sanitaria, como tomar el pulso de los sobornos, revisar la presión arterial de las comisiones y medir la temperatura para determinar la fiebre de divisas.

Curiosidades de esta contradictoria tierra nuestra que cuenta, simultáneamente, con la enfermera mejor pagada del planeta y un hospital, como el J.M de los Ríos, que otrora fue emblema internacional de calidad, donde hasta el mes de febrero se registraron 66 niños y adolescentes fallecidos en los últimos cinco años por el cierre del sistema de procura de órganos de trasplante.

Twitter @laureanomar

Laureano Márquez P. es humorista y politólogo, egresado de la UCV.

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Fernando Mires

¿Son dos historias contrapuestas? Si es así, al leer «Personas Decentes» de Leonardo Padura podríamos decir que lo hacemos como si fueran dos novelas en una. Por un lado, leemos la que trascurre a comienzos del siglo XX. Por otro, la que se desarrolla en los comienzos del siglo XXI. Cada una marcada por un acontecimiento que concita la atención e incide en la vida de casi todos los habitantes de la isla. En la primera, el avance del cometa Halley (1916) que, según los astrónomos iba a terminar con el planeta Tierra, mientras los cubanos cantaban «a singar a singar, que el mundo se va a acabar». En la segunda, marzo del 2016, la visita de Obama y después la de Los Rollings Stones a la isla. Pero esta vez los cubanos no cantaban, hasta para eso habían perdido las ganas.

El primer acontecimiento trae consigo la posibilidad de «un fin de mundo». La segunda, la posibilidad del comienzo de una nueva era (mini Perestroika cubana, la llama Padura). Al final ninguna de las dos cosas. Tanto el cometa Halley, como Obama y Los Rolling Stones pasaron y siguieron de largo, sin dejar huellas detrás de sí. Dos estrellas fugaces que demuestran, de un modo no muy simbólico, que la historia de Cuba está hecha de materiales duros, a prueba de un tiempo que pasa y nunca se va, de ese pasado hecho presente que de modo subrepticio aparece en todas las novelas del ya famoso escritor.

Surgen entonces preguntas elementales ¿Por qué Padura escribió dos novelas en un solo libro? ¿Intentó jugar a Faulkner como lo han hecho casi todos los novelistas latinoamericanos? ¿O no son dos novelas ? Mi respuesta tentativa fue: depende de a quien veamos como personaje central. Y bien, desde un punto de vista narrativo, los dos «héroes» no pueden ser más diferentes.

En la primera novela (primera desde el punto de vista cronológico) el «héroe» es un proxeneta, Alberto Yarini y Ponce de León, aristocrático y multimilllonario devenido por su popularidad submundera en carismático político de masas. En la segunda es el ex inspector policial con sueños de escritor, el nostálgico y a veces depresivo Mario Conde a quien los que seguimos las novelas de Padura ya consideramos un viejo amigo.

Conde a su vez intenta escribir una novela sobre Yarini, de modo que Conde es también, de un modo muy indirecto, el narrador de la primera novela. Claro, existe también la otra mencionada posibilidad: que la narrada por Padura no sean dos historias sino dos episodios de una misma historia, la de la tortuosa historia moderna de Cuba. Bajo ese supuesto sería, la que he leído, una sola novela donde el actor principal no es ni Yarini ni Conde, sino Cuba. O podríamos también decir: Cuba en dos tiempos: el tiempo de la prerrevolución y el tiempo de la postrevolución, los dos sobredeterminados, en la imaginación de Padura, por el tiempo de la revolución, uno que se anuncia desde 1910, y que ya ha pasado sin pena ni gloria en el 2016. Si ese fue el propósito de Padura –y parece que ese fue– quiere decir que Padura procedió no solo como novelista sino como historiador. O, si usted prefiere, como un novelista-historiador.

La novelística y la historiografía son hermanas y algunas veces, gemelas. Quiero decir que la una se sirve de la otra. Una historia bien escrita –desde Homero a Orlando Figes– menos o más que una obra científica es también una obra literaria, aunque muchos historiadores que se las dan de «científicos» opinen lo contrario.

Una diferencia, aparte de los diálogos, es que en la novelística los hechos están puestos al servicio de la narración y en la historiografía la narración está puesta al servicio de los hechos. Por eso, desde el momento en que un historiador inventa un hecho, deja de ser historiador y se convierte automáticamente en novelista. No así si el novelista narra un hecho tal como ocurrió. En esa eventualidad, lo importante es que lo narre como si fuera imaginario.

Otra diferencia, quizás la esencial, es que la historiografía tiende a seguir una secuencia cronológica y la novelística suele permitirse la alteración de los tiempos. En ese sentido, aunque parezca raro, la novelística podría ser entendida como una expresión narrativa aún más realista que la historiografía. Para comprobarlo basta que nos conozcamos a nosotros mismos. ¿No nos pasamos gran parte de la vida recordando e imaginando?

Los recuerdos nos sobrevienen de repente, sin ninguna linealidad temporal. A su vez, las imaginaciones, dirigidas hacia el futuro, suelen carecer de un tiempo determinado. En efecto, pocas veces estamos situados de modo exacto en los momentos que nos otorga el presente. Como aduce el mismo Padura: «Si estás deprimido, estás viviendo en el pasado. Si estás ansioso, estás viviendo en el futuro. Si estás en paz, estás viviendo en el presente» (p.152). Entre la depresión que viene del pasado y la ansiedad que surge hacia el futuro, la paz del presente es un oasis.

Mario Conde, como cada uno de nosotros, vive en los tres tiempos partiendo del pasado. Pero además de vivir el pasado, trata de entenderlo. Ahora, solo podemos entender el pasado si entendemos al pasado de ese pasado. Esa es la razón que permite explicar por qué, esta vez con alma de historiador, Conde o Padura (da lo mismo) retrocede a un pasado ocurrido antes de que ellos hubieran nacido. Hacia esa Cuba del 1916, la del cometa Halley, la de quienes creían vivir en la Niza de América, la Isla de las Mujeres Bellas, y, por cierto, de los magnates cafiolos disputando territorios puteros como si fueran gangsters de Nueva York.

Pero la historia –es una novela– comienza con el futuro de ese pasado. Nada menos que con la visita de Obama y de Los Rollings Stones en marzo del 2016. A la vez comienza, no podía ser de otra manera, con un crimen. Con un crimen horrendo, con huellas de saña y odio: un cadáver con tres dedos menos y con el pene cortado.

El viejo Reynaldo Quevedo, el muerto, había sido un esbirro «cultural» del dictador al que –tal vez por algún pacto con la nomenklatura isleña– Padura nunca nombra por su nombre y, aunque no puede ni quiere ocultarlo, su fantasma aparece por todas partes determinando la biografía y el sufrimiento de muchos seres. Respetando a Padura lo llamaremos de aquí en adelante con el nombre de El Innombrable.

Bien, Quevedo fue un fiel perro de presa de El Innombrable. Un inmoral sin límites, perseguidor de artistas, literatos, entre ellos Lezama Lima, Virgilio Piñeira, Alberto Márquez, y muchos más a quienes les dio a elegir entre el exilio y el suicidio, en fin, un delincuente de tomo y lomo que actuaba, como muchos similares, en nombre de la revolución. Por si fuera poco, de una revolución que nunca hubo. Y lo que es peor, de una revolución a la que los grises dictadores de la Cuba de hoy siguen nombrando en tiempo presente en ese tiempo que pasa y nunca se va.

Hubo y hay muchos «quevedos» en la Isla, reflexiona Mario Conde. Con ello, sin proponérselo, está aplicando la teoría de la microfísica del poder según Foucault, la de ese poder atomizado que hizo decir a Adorno que el fascismo solo había sido posible debido a la existencia de “pequeños fascistas” cuyo cometido es controlar el poder desde los dormitorios de cada casa. De tal modo que, a través de sus pesquisas, el ex inspector Conde busca, si no hacer justicia –eso es imposible– mantener vivo el recuerdo de ese pasado que no se va y que no se irá mientras los cubanos sigan viviendo bajo la sombra siniestra de El Innombrable corporizado en los muchos «quevedos» que habitan en la Isla.

Sin embargo, y ahí reside la imaginación historiográfica de Padura, El Innombrable y su tiempo no llegaron de la nada. Por eso Padura retrocede en el tiempo y narra otra historia, la historia de un nombrable: Alberto Yarini, el rey de los puteríos habaneros.

El provinciano policía Arturo Saborit, convertido en sirviente personal de Yarini, narra la historia de su amo. Una historia que, igual a la de Conde, está surcada por crímenes que el inspector se encarga de descubrir de modo fácil, tan fácil como para que uno entienda que la importancia de la narración no reside en los crímenes sino en la persona imponente de Yarini: un líder sexual, ciudadano y político. Una figura erótica y avasalladora a la vez. Un personaje destinado a ser seductor, amado y odiado. Una encarnación del carisma del poder. Ante esas descripciones, que Padura nos disculpe, es imposible no pensar en el Innombrable que vendría después. Y aunque parezca insolencia a más de algún beato de esos que hoy merman en la izquierda latinoamericana, entre el cafiche Yarini y El Innombrable hay no pocos paralelos.

Ambos siguen distintos códigos y para ambos esos códigos son inquebrantables. Yarini no viene de la lucha armada, pero muere como un combatiente heroico, acribillado por los pistoleros de la mafia del proxeneta rival. El otro, después de haber vivido como un dandy revoltoso, llegó de la Sierra, pero murió en su cama. Uno se decía conservador, el otro se decía revolucionario. Y, sin embargo, comparten principios similares, entre ellos los de una Cuba libre de incumbencias extranjeras, un sentido heroico de la vida, y un moralismo cuyo objetivo es trazar la raya que separa a sus amigos, las personas decentes, de sus enemigos, las personas indecentes.

No sé si lo hizo con intención, pero cuando Padura describe a Yarini después de su muerte, no estaba hablando precisamente de Yarini: «Yarini fue la exageración, la amplificación, la hipérbole macabra de un estado social enfermo y de una condición moral en crisis profunda» (p.408) Dicho en breve, al igual que El Innombrable, Yarini fue visto y amado como un redentor que nunca fue.

Uno viene de un mundo de putas, tolerante con los homosexuales. El otro ilegalizó a las putas y persiguió a homosexuales hasta el punto de mandarlos asesinar en masa. Pero a la postre, terminó más que Yarini, emputeciendo a Cuba. Y no solo en sentido figurado: bajo otros mantos ideológicos, la isla sigue siendo lo que era en 1910, un país donde, como en el pasado, muchas mujeres a fin de sobrevivir se ven obligadas a oficiar de jineteras.

Las diferencias es que en las de hoy –acota Padura– hay algunas que ostentan título universitario, lo que las hace más interesantes para los ávidos turistas. En fin, un país en donde se sigue rindiendo culto al hombre fuerte, y cuando no hay ninguno vivo (Díaz Canel es cualquiera cosa menos un hombre fuerte) a un hombre muerto, o a uno vivo pero lejano, como a ese genocida llamado Putin, quien, ante la presencia servil de su mediocre colega tropical, hizo levantar en Moscú una estatua a El Innombrable cubano.

Y en eso llegó Obama y La Habana fue una fiesta

Conde, mientras investigaba el crimen, no tenía ninguna esperanza ni en Obama ni en Los Rolling Stones. Conoce a los de arriba, sabe que no están dispuestos a ceder ni un solo pedazo de poder. Piensa que la que vivía en la Isla con tan honorables visitas solo eran unas breves vacaciones. Presiente que después de que las visitas se vayan, seguirán hundidos en el mismo charco de siempre. Sin un Yarini, sin un Innombrable, pero bajo el peso de la noche que ambos, y otros como ellos, dejaron detrás.

Un mundo donde el envilecimiento, la corrupción y la traición son las pruebas que permiten definir a una persona como «decente».

A pesar de todo, pensaba Conde, ese momento de felicidad, de aparente distensión, de asomo hacia una libertad que no tenían, lo merecían los cubanos. Se lo habían ganado después de tanto sufrimiento inútil. Podían entonces tomar las fiestas dedicadas a las visitas como un breve descanso “de los cuentos que nos metieron y nos meten, de las promesas que se hicieron polvo en el viento (…) «nos merecemos unas vacaciones por todo lo feo, lo malo, lo jodido» (…) «Qué historia la nuestra, mira que nos han jodido. (…..) «Y si ahora mismo nos sentimos felices, vamos a disfrutarlo porque lo hemos ganado, porque somos sobrevivientes, porque no nos hemos dejado tapar por la mierda» (…) «Y ahora que vengan» esos viejos flacos que todavía dicen que son Los Rollings Stones” (p. 382)

No agrego más. Eso fue lo que pasó en la historia reciente de Cuba. Conde, como si hubiera sido un Heródoto cubano, lo dijo todo. Padura también.

Fernando Mires es (Prof. Dr.), Historiador y Cientista Político, Escritor, con incursiones en literatura, filosofía y fútbol. Fundador de la revista POLIS.

Twitter: @FernandoMiresOl

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Alejandro J. Sucre

Quisiera felicitar a la Plataforma Unitaria, al Gobierno del presidente Maduro por firmar y por el apoyo de los presidentes de EE.UU., Francia, Colombia, Argentina, y a Noruega apoyado para que se llegué a un segundo acuerdo. También felicitar al presidente Biden como venezolano por haber comenzado a aliviar sanciones al petróleo por la vía de ampliar el marco de acción de Chevron.

Como era de esperar por parte de algunos en la oposición surgieron varias voces críticas estableciendo que Maduro no cedió en nada y que ahora va a recibir más recursos etc… Todas las críticas a la Plataforma Unitaria por haber firmado tienen fundamentos. Incluso Gerardo Blyde como negociador les ha propuesto que planteen alguna alternativa a los críticos para lograr los objetivos que plantean de un cambio de gobierno. Hasta ahora no conozco ningún planteamiento alternativo de los críticos a los acuerdos llegados entre el gobierno y la plataforma unitaria para mejorar la situación económica levantando sanciones al petróleo ni para retomar a la alternabilidad en el gobierno que la vía de los votos.

Debemos reconocer los venezolanos que nos perjudicamos por las sanciones al petróleo que somos todos menos unos pocos que están en la oposición y en el gobierno negociando, que las dos partes tienen razones para criminalizarse unos a otros. Por un lado ,el gobierno del presidente Maduro alega que la oposición busco “la salida” para sacarlo de Miraflores por marchas multitudinarias y guarimbas no por la vía electoral ni haciendo campaña pueblo a pueblo ni haciendo propuestas de mejores políticas económicas en la AN cuando eran mayoría. El gobierno de Maduro alega que ese planteamiento de Ramos Allup de que Maduro salía en 6 meses del poder, cuando asumió la presidencia de la AN, no seguía procedimientos constitucionales sino a empujones lo iban a sacar. Por otra parte, la oposición argumenta que las elecciones y el CNE dejo de ser transparente y que las instituciones estaban en poder del gobierno y que no hay manera legal de llegar al poder. Cada uno enfrascado en sus puntos de vistas y defendiéndose sin escrúpulos sometieron a toda Venezuela a la pobreza al caer el PIB de $300 a $60 mil millones por años, vía sanciones, corrupción y muertes en las marchas. Parte de la oposición se instaló en Washington a pedir sanciones con el objeto de arruinar al país y que el pueblo sufriera tanto que saliera a sacar a Maduro por protestas. El pueblo no reaccionó como preveía parte de la oposición y el gobierno de Trump cuando impuso las sanciones al petróleo. Mas bien las sanciones terminaron impidiendo los ajustes a PDVSA para capitalizarla luego de la gran corrupción de comienzos de la década y beneficiando a grupos de interés que viven de los fondos congelados al país.

Por otra parte, las sanciones fortalecen al mismo gobierno de Maduro, lo obliga a vender petróleo en forma secreta, y debilita a casi toda la oposición que quiere participar en elecciones pero no tienen recursos ya que la población se empobreció gigantescamente por la falta de empleo y poder adquisitivo. Hasta muchos vuelos directos perdió el país.

Los venezolanos debemos elevar nuestro discernimiento y no echarle mas leña al fuego criticando a los que firmaron el segundo acuerdo entre el gobierno de Maduro y la Plataforma Unitaria. Tenemos que superar esa práctica que nos impide progresar como nación como lo es criminalizar a los que no opinan igual. Nehemias dijo a los líderes insensibles: “¡Lo que están haciendo no está bien! . . . “pero ahora dejemos este asunto de cobrar intereses. Debemos restauramos los campos, viñedos, olivares y hogares”.

Si queremos ser respetados, debemos sacar lo mejor de los demás. No apelar a sus peores defectos, instintos, miedos o prejuicios. El gobierno de Maduro y la Plataforma Unitaria deben seguir concretando acuerdos y atender sus temores sin tener miedo a los críticos despiadados que en lugar de poner puentes ponen bombas. Es mejor un mal arreglo que un buen pleito. Sigan adelante que en el camino se enderezan las cargas.

Twitter: alejandrojsucre

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Carlos Raúl Hernández

“No confundamos estupidez con maldad. La estupidez es mucho más peligrosa”. Dietrich Bonhoeffer

El autor citado es un teólogo alemán ahorcado por los nazis poco antes de la liberación de Berlín, porque sacaba judíos clandestinamente de Alemania y conspiró para asesinar a Hitler. Aunque no tengo mayores luces de teología, me sedujo su valor, reciedumbre, agudeza, y que haya escrito Resistencia y sumisión: cartas y apuntes desde la cárcel, como su contemporáneo Antonio Gramsci, y tal vez por eso sus textos resuman pragmatismo y amor a las maravillas de la vida. Abandonó la cómoda residencia en EE. UU y regresó a su país en medio del terror, para enfrentar en el púlpito a las turbas nazis que asesinaban, golpeaban y humillaban a los judíos en las calles, en los prolegómenos de la kristallinacht (“noche de los cristales rotos”). Necesitó coraje y moral de acero, ya que la tendencia de muchos héroes es a pirarse cuando las papas se ponen duras, para aullar bien seguros en alguna colina extranjera. “La estupidez es más peligrosa que la maldad”. En nuestros días posmodernos, linchar físicamente no se usa y cede el paso a canalladas, denigraciones, escraches y “cancelaciones”. Acciones estúpidas.

El tarado es reptante, denigra, envía mensajes torcidos, chantajea, compone microbianas agitaciones de resentidos contra disruptores de sus letrinas conceptuales y morales. En prisión, Bonhoeffer se interroga por qué muchos intelectuales y demás élites devenían bribones de poca vergüenza, mentirosos, oportunistas y amorales. En cartas desde la cárcel a su mujer y amigos más queridos, expone esta idea: “algunos promovieron el horror nazi por malvados, pero la mayoría por estúpidos”. De ahí nace la hoy trillada tesis de la banalidad del mal. Hace unos 30 años en Venezuela, grupos de intelectuales, empresarios, periodistas, socavaron la democracia en respaldo a salvajadas políticas y económicas, tenían orgasmos con Ortega y Castro (firmaron vergonzosos apoyos), derrocaron al gobierno democrático y trabajaron para entregarse a sus propios aniquiladores. Luego se largaron del país, y me he hecho la misma pregunta: ¿eran estúpidos o malvados?

Caigo en un círculo vicioso: “no pueden ser tan malos; son brutos - a lo que me respondo- no pueden ser tan brutos; son malos”. Al analizar el fenómeno en la opinión pública, en las ofensivas políticas, consigues ambos componentes: designios de grupos de élite que hacen “estrategias” de calumnia, maldad, y aguas abajo las subsecuentes confusiones, desconocimientos y estupidez. Eso opera en esta guerra en la que los fautores usaron a Ucrania con fines económicos, y ahora sufren su propia tragedia ¿por maldad o estupidez? La planificaron con fines extraéticos y una legión bocachanclas menores la apoyan por tontos, sujetos de ambas pulsiones. Decir que Putin es Hitler, “occidente un jardín”, idealizar y promover la desgracia de millones con la destrucción, y ahora venta por piezas de Ucrania desde buena calefacción, es simplemente monstruoso. Siempre debieron saber que la única forma de acabar con Rusia es la guerra mundial que Zelensky propicia, pero el binomio maldad-estupidez lo ignoró.

Los “aliados” de Ucrania podían prever el resultado, pero querían, y quieren, destazarla y venderla por piezas como un pollo en brasas a las “potencias”. Bonhoeffer es un pensador poco conocido, sus tesis (es más peligrosa la estupidez que la maldad) fue fácilmente tomada por otros y en la actualidad la he visto con el nombre de “ley de Hanlon”, e incluso incorporada a la sicología para excelentes terapias. El estúpido primero te odia porque le llevas la contraria. Cuando queda desmentido por los hechos y en evidencia su mentecatez, te odia el doble, porque encima de que tenías razón, lo pusiste en evidencia. Si el bocachancla se atraviesa en tu camino, recomiendo buscar, enterarse y estudiar sus debilidades morales, intelectuales, su situación familiar, humana, sus problemas personales, su memez, y tal vez pasar de largo ¿Te molesta, te favorece o te da igual la retórica de un bocachancla? Actúa a conveniencia. Aristóteles escribió que hasta la ira (y también el amor) deben someterse a la racionalidad. Dice Bonhoeffer “…si los hechos irrefutables contradicen a un necio…este los ignorará y dejará de lado…”

“…así el necio, comparado con el canalla, estará satisfecho consigo mismo, pero puede ser peligroso porque se vuelve agresivo con rapidez. La locura y la estupidez requieren un manejo más complicado que la maldad. Toda revolución religiosa o política producen una explosión de estupidez en parte de la población, porque el jefe lo necesita”. Las revoluciones viven de simplismos, ideas de pacotilla, generalmente basadas en el resentimiento de mayorías contra minorías y de resultados infaliblemente fatales. El filósofo italiano Carlo Cipolla, autor de Allegro ma non troppo, inspirado en Bonhoeffer, afirma igual que “el estúpido es más peligroso que el malvado”. Y aunque el libro es humorístico, propone una interesante hipótesis que coincide con la que comentamos del caso venezolano. Cuando un grupo de gente así controla un país o una organización, indudablemente la arrastra al desastre, según demuestra la historiadora norteamericana Bárbara Tuchman.

Por el contrario, dice Cipolla, “todo país en ascenso tiene un porcentaje importante de ellos, pero también un porcentaje insólitamente alto de personas inteligentes que procuran tenerlos bajo control, y producen para ellos y para los demás éxitos suficientes para que el progreso sea un hecho”. No debe confundirse estulticia con ignorancia porque mucha gente inculta es prudente, y la alfabetización no redime de aquella y a veces la agrava. El estúpido más peligroso es aquél que estudió, pero su incompetencia para entender la realidad resultó invencible. Dos sociólogos norteamericanos, Dunning y Kruger, investigaron en su país con una amplísima muestra de estudiantes y descubrieron un “efecto” que lleva sus nombres: los más mediocres eran los más seguros de sí mismos, mientras los brillantes tenían más dudas metódicas que seguridades.

Aquellos ejercían liderazgos basados en popularidad, simpatía, aptitud deportiva o social, no en raciocinio. Los tontos se autoperciben más inteligentes de lo que se consideran a sí mismos los de verdad aptos. El sufrimiento de la cárcel hizo a Bonhoeffer comprender y valorar profundamente la vida, porque los humanos reciben su cuerpo de Dios y de la tierra y deben recibir esta gracia de con alegría y plenitud, en lo que disiente del misticismo. Debemos amar a Dios con todas las fuerzas sin desmedro del amor terrenal, un regalo del Cielo, idea que me recuerda una encíclica del Papa Benedicto. No se puede vivir confinado, constreñido, a la “esfera de existencia espiritual”, (“esfera de lo último”) ni tampoco a la “esfera de la existencia secular” (“esfera de lo penúltimo”) y la vida cristiana debe ser plenamente ambas.

@CarlosRaulHer

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