
Aunque algunas dictaduras han logrado extenderse durante décadas, la historia demuestra que todas, tarde o temprano, llegan a su fin. La Unión Soviética, uno de los regímenes más emblemáticos del siglo XX, colapsó en 1991. La dictadura cubana, aunque aún se mantiene en pie, atraviesa una fase agónica, sostenida por hilos cada vez más frágiles.
Otras dictaduras, en cambio, tuvieron vidas mucho más cortas. La de Jean-Bédel Bokassa en la República Centroafricana, la del general Leopoldo Galtieri en Argentina, la de Ion Antonescu en Rumania, la de Hugo Banzer en Bolivia o la de Jean-Claude “Baby Doc” Duvalier en Haití —que, pese a haber durado 15 años, cayó abruptamente— son ejemplos de regímenes que sucumbieron ante una combinación de crisis económica, movilización popular masiva y pérdida de apoyos externos, como ocurrió con Duvalier tras el retiro del respaldo estadounidense.
¿Qué factores suelen estar presentes en la caída de las dictaduras? La experiencia histórica revela varios elementos comunes:
• Errores estratégicos del dictador
• Aislamiento internacional
• Protesta popular sostenida y visible
• Crisis económica o militar
• Rupturas internas dentro del poder
La lección es clara: ninguna dictadura es invulnerable. La acumulación de estos factores, en mayor o menor medida, termina socavando hasta los regímenes más férreos. Por más que intenten perpetuarse, las dictaduras enfrentan límites que, al cruzarse, las hacen colapsar.
https://www.analitica.com/el-editorial/ninguna-dictadura-es-eterna-2/