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Carlos Raúl Hernández

Capitán araña

Carlos Raúl Hernández

Según una tradición española, el “capitán araña embarca a la gente y se queda en la playa”. Cuando ya es muy difícil para mí dudar que hubo un atentado terrorista en la Av. Bolívar, el caso drone sirve para construir modelos de lo que no se debe hacer. La acción terrorista masiva, que implicaba una masacre en la tribuna para producir un caos interno en el país, revela niveles de imbecilidad desconocidos en la política venezolana. De morir ese día un centenar de personas entre políticos y militares ¿qué habría pasado? ¿Hubiera caído el poder en manos de los atolondrados, como aspiran quienes asumieron autorías y/o conocimiento previo del asunto?
¿O habría una especie de Guerra Federal, un desencadenamiento arrollador de violencia, un aguacero de sangre? En situaciones homólogas la historia enseña que se producen oleadas de asesinatos, violaciones, saqueos, incendios, pases de factura, invasión de hogares por las turbas. El poder hubiera quedado en militares, pero también en bandas de delincuentes, el narcotráfico, las guerrillas, y no, como creen algunos acéfalos, que los uniformados hubieran buscado para entregarles los mandos, precisamente a quienes llevan 20 años denigrándolos.

Como las redes son un sicoanálisis, el acontecimiento que la torpeza del gobierno tornó dudoso, lo aclaran declaraciones impresentables desde Miami y Bogotá, si se toma la molestia de leerlas pese a su patetismo. Ud. podrá comprobar el grado de sicopatía del capitán araña, sujeto de apellido italiano que se declaró héroe de la acción pero vive en Miami. Violencia, descomedimiento, cobardía, egocentrismo, mitomanía, carencia de sentido de la realidad, incapacidad de cuidar a los que están detrás de las consecuencias de sus actos.

¡Dispara a lo que se mueva!

Con su demencia abrió camino a la cadena de allanamientos y razzias, y es corresponsable directo de las detenciones, una vez que rastrearon sus llamadas. Es muy cómodo asumir acciones terroristas descabelladas offshore sin preocuparse por arrastrar a la tragedia a un grupo de muchachos que tendrían otro destino. Pero por su lado el gobierno no cesa de equivocarse y su primera reacción es acusar a todo lo que se mueve: la oposición, hoy sin cuerpo ni cabeza y que son mil cosas distintas, la oligarquía colombiana, el Presidente Santos, la propia Colombia, los norteamericanos y todo lo que recordaran en la vociferación de incoherencias.

Debían estudiarse metódicamente las alocuciones de los líderes civilizados durante las frecuentes acciones terroristas en Europa, por ejemplo, para que aprendan que la primera contraindicación es meter en el mismo paquete a quienes también repudian semejante bribonada. La respuesta debe ser cuidadosa para aislar a los autores. El Presidente López Contreras dijo una vez, para retratar nuestra arrogancia nacional, que “todo venezolano lleva en el morral un bastón de mariscal”. Pero se equivocó porque, al parecer, lo que portamos es el retrato de un terrorista islámico.

Para demostrarlo, aparece en las redes un grupo de mamarrachos con armas largas y pasamontañas, envueltos en un tricolor que ha llegado a ser emético. Tal despliegue de poder hubiera hecho temblar como hojas al grupo Swat que acabó con Bin Laden en Pakistán, momento en el que Hillary no pudo reprimir un ¡upss! Hasta ahora, gracias a Dios, no han cazado ni un pato y esperemos que sigan así. Menos mal que somos mariscales o terroristas por la jeta nada más, como el mencionado capitán araña que embarcó a todo el mundo y se quedó en la playa.

Los medios justifican el fin

Maquiavelo jamás escribió que el fin justifica los medios, aunque seguramente le pasó por la cabeza, pero debe haber evaluado las consecuencias de consagrarlo en el papel. Lo que sí es cierto es, al revés, que los medios determinan el fin y procedimientos sucios llevan a resultados sucios. Dejemos a Mohamed Atta, con sus cientos de huríes, prostitutas del más allá, creer que construiría el reino de Alá asesinando personas en las Torres Gemelas de N.Y. Capriles al contrario hace una declaración de la que merece rescatarse lo que apunta a la razón: la necesidad de entablar con el gobierno conversaciones, para él testificadas por la ONU.

De inmediato lo desautoriza otro dirigente de ¿su partido? a quién, de paso, aprecio sobremanera, y que califica el planteamiento de “extemporáneo”, si no hay previos “mecanismos duros, fuertes, de presión al gobierno”. Esto dice mi amigo después de dos años y siete meses de palizas consecutivas de Maduro que nos tienen caminando con muletas. La palabra transición se ha convertido para mí desde 2002 en uno de esos términos aterradores, tabú, que anuncian desventuras, dan jaqueca y taquicardia, y es mejor hacer una transición que envejecer hablando de ella.

Y cada vez que se celebra el advenimiento de “la transición” terminamos en un hospital político con polifracturas. Un filósofo y sicoanalista de actualidad, Slavoj Zisek, también con gran sentido del humor, contaba una anécdota. De visita en China, a su grupo le tocó una bella y sensual guía cantonesa, que casualmente lo había sido también del expresidente Clinton. La semana de su recorrido, Zizek estuvo a la ofensiva tratando de seducirla con insinuaciones y juegos verbales. Al final de la gira, le preguntó a la mujer qué pensaba de Clinton, y ella respondió. “Ud. y él tienen en común el interés por el sexo. La diferencia es que Ud. habla pero él lo hace”.

@CarlosRaulHer

Perro rabioso

Carlos Raúl Hernández

El Presidente sacudió al Congreso del PSUV al arrojar que las setenta empresas bandera del Estado están en rojo, pero seguro que son todas; si Pdvsa, la gallina pone-oro lo está, respira gracias al cash norteamericano y a que los precios están relativamente altos. Por supuesto que la reacción primaria es (mal) decir porque es ahora cuando el gobierno asume algo tan novedoso como que mataron a Kennedy. Pero por el contrario es muy importante, y sobremanera que lo haga en el caucus de “la vanguardia de la revolución”. Dicen que nadie aprende en cabeza ajena (y tampoco en la propia), pero todas las revoluciones socialistas terminaron en estercoleros.

Con la Glásnost, libertad de expresión, y la Perestroika, privatización, se masificó de un extremo a otro del universo la aplastante realidad que después de setenta años, la economía soviética, en manos del Estado, era una bazofia improductiva, salvo la industria petrolera. Aquí en apenas 20 años se pasaron por el bigote también a esta última, un récord inalcanzable. Alguien dijo que si hubiera socialismo en el Sahara, rápido tendría escasez de arena. Contranatura: 99% de la mano de obra era empleada del gobierno.

En El maestro y Margarita, parodia de Mihaíl Bulgakov al Fausto de Goethe, un sarcástico demonio recorría el infierno burocrático en los últimos espasmos de la ilusión comunista. Montañas de papeles amarillentos, olvidados en recámaras olvidadas en pasadizos a su vez olvidados, que hacían al gobierno solicitudes urgentes, de vida o muerte, de las que nunca se supo ni se sabría. Viviendas para casaderas de dieciocho años de edad que ya para el momento habían muerto ancianas. Un burócrata ocioso le responde al diablito que “…el Estado finge que nos paga y nosotros fingimos que trabajamos”.

El Comité Central llora

En cambio los “gerentes rojos” vivían como reyes, con “camionetotas” de las que habla Nicolás, no conocían el racionamiento, la escasez, ni había privaciones para ellos en plena era del terror. Las fiestas en casa de Stalin duraban hasta el amanecer, cuenta Kruschev en sus Memorias, y el “padrecito” se complacía en hacer bailar hombre con hombre a los aterrados superpoderosos Malenkov, Molotov, Beria y el propio Kruschev. Cuando Gorbachov toma el poder en 1985, ya la URSS era un cadáver insepulto y la rectificación llegaba tarde: el régimen bolchevique estaba perdido. El Partido Comunista de China siguió un camino mucho más sabio.

Una vez murió el sicópata Mao Zedong, Deng Xiaoping implanta el “socialismo de mercado” y cuarenta años después China es el segundo poder mundial. Mao había hecho de los chinos los seres más pobres y desgraciados del planeta con sus comunas, misiones, salto hacia adelante, revolución cultural y se había consagrado como el mayor genocida de la historia. Deng hizo proyectar en las reuniones del comité central documentales de las hambrunas, que según cuenta Yang Jisheng en su estremecedora obra Tomstone, hicieron llorar a los dirigentes. Rompió con el horror y puso pie, no rodilla, en tierra.

La prédica de Jesús Faría no fue vox clamantis in deserto, sino parte de una operación en la que engrana el círculo de poder madurista con Cabello, y la eventual entrada de Bernal, hasta ahora por fuera. Es posible que el gobierno tenga intención de reforma económica gracias a supositorios de mentol chino. Pero hasta ahora no hay nada parecido a un programa sino pancadas, algunas que profundizan el caos, como crear un problema burocrático para comprar gasolina, con medidas tan estúpidas e inútiles, -el censo-, como si todo vehículo no tuviera una matrícula.

Empeñados en crear molestias

Cada vez que, en la tradición soviética, inventan un nuevo control, el diablito de Bulgakov se bate a carcajadas. En vez de seguir buscando a Dios por los rincones, el gobierno debe establecer un diálogo con el país y con la comunidad internacional, hacer con expertos un programa de reformas decente, estilo chino, y no habría tantos mermados mentales que quisieran repetir la historia que nos trajo aquí y denunciar “paquetazo”. Tiene a su favor que si no es confiable ante el mundo, la oposición tampoco lo es, ni luce apta para resolver el problema. Los otros países tendrían sosiego si el gobierno dejara de jugar con dinamita y detuviera la emigración masiva.

Es demasiado aspirar que normalicen su relación con la sociedad, destierren el estilo padrote, busquen un pacto de gobernabilidad estilo Punto Fijo, hablen como personas normales y no como negreros, y que nos quiten de enfrente la sombra de Haití. Solo entramos en el siglo XX hasta al desaparecer Juan Vicente Gómez y hay que recuperar los veinte años perdidos que impiden ingresar al XXI. Debe emprenderse de nuevo la descentralización y hacer lo necesario para atraer inversiones masivas de capital en generación y distribución de electricidad.

Ese es un paso inicial. Si se establece un marco creíble de respeto a la ley, entre el Estado y la sociedad, se normaliza la situación institucional, los demás países dejarán de ver al gobierno como un perro rabioso que les endosa problemas. Pero hay que hacer un programa económico. Cuando lo elaboren sepan que el Corán dice que todo hombre anda con su ángel de la guarda a la derecha y un demonio que lo incita a pecar, a la izquierda. Por eso Mahoma recomienda que en caso de escupir hacerlo hacia el lado izquierdo.

@CarlosRaulHer

Adiós a Lenin

Carlos Raúl Hernández

Desde 1958 hasta la ruina de la ilusión chavista en el poder, demasiados intelectuales fueron esenciales para la destrucción de la democracia. Siempre se inclinaron ante la bestia, en 1998 hicieron grandes esfuerzos en su favor, y utilizaron sus habilidades para desacreditar las instituciones y los dirigentes. En ese período horroroso del linchamiento a la democracia y sacralización de la pesadilla emergente, el país se permitió tener como orientadores a algunos bachilleres ilustrados con enormes lagunas intelectuales. Nuestros Savater, Aron o Berlin a duras penas habían terminado el bachillerato. He aquí el resultado.

Algunos eran diestros en urdir divertidas crónicas costumbristas y la sociedad ayuna los graduó de pensadores en los periódicos, la radio y la televisión, donde sus fallas e insensateces se potenciaron en letales. Los truncos personajes se dieron la mano con otros que si tenían credenciales solo que envenenadas con resentimientos históricos, y empujaron juntos hacia el mismo barranco aunque después, vaya en su descargo, algunos se arrepintieron. El bipartidismo había hecho la hazaña de convertir en 40 años un país atrasado en el más moderno de Latinoamérica, modelo democrático. Y en 1989 arrancaba la corrección de las deficiencias del sistema.

Pero para bloquear el cambio definitivo que vivía Venezuela a fines del siglo XX, desataron su patética ofensiva contra el “neoliberalismo” y la “corrupción”. Energúmenos contra la descentralización, la apertura económica, la reforma del Estado, hicieron que Venezuela fuera el único país donde fracasara la llamada primera generación de reformas, lo que definió la calidad de sus élites. Acomplejados frente a las luminarias de papel, los partidos permitieron que cundiera la falacia de que la democracia era un degredo. Hace poco varios del club de los arrepentidos, frente al retiro de AD de la MUD, repetían argumentos de cuando amaban locamente a Chávez.

Los sabios van atrás

La idea de que los intelectuales encarnan la razón crítica toma cuerpo en la modernidad porque lo eran. Enfrentaron el oscurantismo con la ciencia, el arte y la filosofía para exorcizar el medievo tenebroso. Voltaire es por ello tal vez el epítome de lo que no por casualidad se llamó Iluminismo o Ilustración y por su compromiso con las ideas modernas, la verdad, la razón, la honradez intelectual, recibió palizas y encarcelamientos. Un duque quiso humillarlo en una fiesta al preguntarle -“Voltaire, Voltaire… la verdad es que no me suena su nombre… ¿De dónde es su familia?” -y Voltaire respondió- “no, la gloria de mi nombre comienza conmigo mientras la del suyo termina con Ud.”.

Por la osadía se llevó una paliza y ocho meses en la Bastilla. En vez de luces, muchos aquí han sido huecos negros. Solo la hecatombe del chavismo permitió a muchos intelectuales locales entender lo que su razón no podía, pese a que los aplastaron los ladrillos del Muro de Berlín en 1981. Quedan retratados en la mujer alemana de Adiós a Lenin, que despertó de un coma años después de la caída del comunismo y no entendía nada. Desactualizados, de insuficiente formación, ahogados en dogmas, aun creían en sus mentiras, nos las impusieron en 1989 y siguen sin ver ni un milímetro más allá de análisis político de peluquería.

A cada burrada, los iluminados, expertos, asesores, sabios, se ponen a la cola, corean, aplauden, y ruedan. En 2016, cuando comenzó el bandazo hacia “calle, calle, calle”, recomendaban mentecaterías tales como trancar autopistas, y un enjundioso artículo del momento sostenía que la oposición se había hecho conservadora y tenía que salir a batir el cobre. Hoy, confundidos por las complejidades, por fortuna se dedican a intrascendencias con tono sabio, pero no lesivas. Hay otro filum que no quiere disgustar a los jefes y practica la prudencia de Celestina. Es el pisapasito, acomodaticio, corcho que flota por no tener identidad. Sobrevive (para nada).

Bárbara Arman @Unabarbara

El pisapasito en estos 30 años guardó cómodo silencio mientras las élites devastaron. No se ocupa de qué se dice sino de no irritar al que mete la pata y mientras él no decía nada disonante y evitaba perturbar a la tripulación del Titanic, la nave se hundió. Es conocido que todopoderoso Alejandro Magno le dijo a Diógenes “pídeme lo que quieras” -a lo que el sabio respondió -“que te apartes para que no me tapes el sol”. El emperador remató la escena con estas palabras: “si yo no fuera Alejandro, quisiera ser Diógenes”. Esa fue la inspiración de los filósofos de la Ilustración frente al poder. Así cumplieron su trabajo según estipuló Weber. Decir la verdad aunque duela.

Y ahora el terrible aterrizaje en una realidad llamada Bárbara Arman: “Siempre me reinvento /Busco mi luz entre las tinieblas/Cuando me caigo, aunque esté herida, me levanto/He renacido de las cenizas/He recomenzado de la nada misma/He reencendido la esperanza/cuando ésta era tan solo una llama moribunda”. Son las últimas palabras rotas de Bárbara Arman. Herida, con el alma sangrante, no soportó la mordida de la última víbora. No tuvo fuerza esta vez frente la turba, el colmillo del lobo despreciable, la crueldad, y decidió apagar la llama para siempre. Ojalá su historia se conozca y neutralice el veneno en las redes sociales.

@CarlosRaulHer

La bestia más parecida al hombre

Carlos Raúl Hernández

.…Tengo que confesarte, papá, que ese día descubrí que me gusta matar. Che Guevara

En la última marcha del orgullo gay, que más bien debería traducirse como dignidad gay, realizada en Barcelona, algunos lucían franelas con el rostro del Che Guevara en la famosa foto de Korda. Cierto que desde Eric Clapton hasta la modelo Inés Barquilla, quien lo caminó por la pasarela Cibeles, el ícono de Guevara ha estado en magnos eventos de frivolidad kapitalista. Y también en las oficinas de campaña de Obama, los actos peronistas y de muchos otros partidos. Pero cuesta entender su presencia en el movimiento gay que tanto ha luchado y lucha para derrotar a los que les prohibían nada menos que entrar a la condición humana.

Tal tuvieron que hacer también los negros, los indígenas, las mujeres, los asiáticos y muchas otras minorías, y es como si los negros cargaran franelas del KKK. Si en la historia latinoamericana no se conocían campos de concentración para homosexuales, Guevara, cuyo fusilamiento acaba de cumplir cincuenta años, creó el primero. Fue el de Guanahacabibes, a cuya entrada presidía la inscripción “el trabajo los hará hombres” inspirado en Auschwitz, donde en ubicación equivalente decía “el trabajo los hará libres”.

Ahí encarcelaban “aquellos casos dudosos de los que no estamos seguros de que deban estar encarcelados… (pero) que han cometido crímenes contra la moral revolucionaria…”. Luego vino otro centro de reclusión para “desviados” al que llamaron Cerámica Roja. Resalta mucho que en estos penales para no delincuentes se practicaban brutales castigos físicos, torturas y, particularmente, la violación de los reclusos. Lo mismo cuenta Reynaldo Arenas en su libro Antes que anochezca, lo que promueve reflexiones sobre el hombre nuevo homofóbico, que se asqueaba de los homosexuales pero no tanto.

Negros y portugueses

Sobre negros y portugueses, sus comentarios son útiles de conocer: “los negros… han mantenido su pureza racial gracias al poco apego que le tienen al baño, han sido invadidos por un nuevo ejemplar de esclavo: el portugués… el negro indolente y soñador, gasta sus pesitos en cualquier frivolidad, o se pega unos palos…”. Sartre en Huracán sobre el azúcar, su panfleto sobre Cuba del que después se arrepintió, babeado por el personaje, define a Guevara como “el ser humano más completo de nuestra época”. No es un teórico, ni el guevarismo una teoría, sino una actitud vital. ¡Salud!

Una rebelión con objetivos que podía suplir las carencias del símbolo hipster por excelencia del momento, James Dean, el rebelde sin causa. La admiración de Sartre se debe a que lo vio según la autodefinición del personaje: “soy médico, soldado y finalmente banquero”, presidente del Banco Nacional (el banco central) para construir el socialismo. Y es este tecnócrata el que anuncia en 1961 que el crecimiento económico de Cuba sería de 15% anual y generaría un ingreso per cápita de 3.000 dólares, superior al norteamericano. Pero un año después comienzan los racionamientos de carne, pollo, leche, pescado, arroz, aceite, pasta de dientes.

(Cualquier parecido ya Ud. sabe si es casualidad o no). La producción de azúcar, el petróleo de los cubanos, se reduce a la mitad y reconoce que “elaboró un plan con metas absurdas y recursos solo soñados”. Con los meses, lejos de lograr la felicidad socialista, su ineptitud profundiza la escasez y la desgracia. Pero al hombre nuevo, la fiera más parecida al hombre, se le ocurre que la solución es la muerte de muchos: crear una red internacional de rebeliones “dispuestas a arriesgar todo en una guerra atómica inimaginablemente destructiva”. Cómo no sé dar de comer, mato.

Botado del trabajo

Fidel Castro lo suscribe cuando dice: “Más vale morir herido en guerra que morir de hambre en casa”. La gesta heroica de este banquero que destruyó el aparato productivo de la isla, y condenó a los cubanos a la miseria permanente, tal como hace Serrano Mancilla en Venezuela, duró hasta que los soviéticos se hartaron. Bastaba ya de que aquel gandul pretencioso y demente dilapidara los recursos que suministraban. Incluso, muerto éste, la URSS suspendió por un tiempo en 1968 la ayuda económica cuando descubrió que las aventuras de África y Bolivia las pagaron ellos.

Despedido del trabajo inicia su aventura africana. Cuando le consultó a Gamal Abdel Nasser su plan de ir a dirigir guerrillas en África, el caudillo de Egipto le respondió que “eso se vería como una reedición de Tarzán”. Y Ben Bella, presidente de Argelia, comentó que Guevara era “asombrosamente simpático y dogmático… pero que no había “un pueblo en el Congo sino muchas tribus” y que “un grupo de hombres blancos liberando una nación que no existía, lindaba con el surrealismo”. Invitado como orador a la Conferencia Afroasiática de Solidaridad en 1965, Guevara lanzó una propuesta demencial.

En los hechos más o menos la practicaron los soviéticos y ocasionó las más grandes tragedias colectivas del continente africano, que casi lo hacen desaparecer: “…las armas no pueden ser mercancías en nuestros mundos. Deben entregarse sin costo alguno y en las cantidades necesarias… a los pueblos que las demandan para disparar contra el enemigo común”. Después de la muerte de este complejo personaje, lo que quedó de la revolución africana fueron absoluta miseria, Sida y armas en manos de caudillos criminales.

@CarlosRaulHer

Apocalipsis zombie

Carlos Raúl Hernández

Sotto voce las organizaciones políticas están alarmadas por el presente creado en estos dos años erráticos, de pesadilla. De aquellas fuerzas democráticas que bailaban en las calles después del 6D, hoy estamos en el caos mental, la confusión, el desaliento y la carencia de esperanza. El padre Luis Ugalde, el más importante estratego de la oposición en estos últimos años, el hombre clave en las decisiones tomadas, lo describió recientemente en el Aula Magna de la UCV: “estamos desnudos y descalzos”. No era así a comienzos de 2016, cuando decidieron que Maduro estaba caído y había que salir rápidamente de él por el método del RR (o cualquier otro).

¿Por qué terminamos desnudos y descalzos? El Presidente luce entronizado y que hasta ahora no lo saca nadie, ni siquiera él mismo, que es mucho decir, porque si bien Maduro es su propio peor enemigo, su mejor amigo es la oposición. Ella lo salvó de lo que parecía en enero 2016 su colapso final, condenado a perder masivamente gobernaciones y alcaldías, con ellas todo sustento, y luego lo volvió a salvar con la propuesta de “elecciones generales” inconstitucionales en 2017.

Hay tal hueco negro que el mismo Ugalde en posterior declaración de prensa tan dolorosa y terrible que parece fragmento de Prometeo, pone la única esperanza de salir del gobierno en manos del propio gobierno, bien por una renuncia de Maduro, bien por un golpe militar. Y procede mencionarlo porque es el único de los conductores del proceso opositor comenzado en 2016 que tuvo la bizarría y la entereza de encarar las consecuencias. Este es el cuadro. Estamos clavados por el pecho a una roca con un clavo de acero y un águila nos devora el hígado a diario.

Desnudos y descalzos

Según la descripción no podemos hacer nada por nosotros mismos y solo la decisión del enemigo puede redimirnos. Impotencia aun más gráfica en los que claman por intervención extranjera. En estos veinte años la antipolítica, es decir, la imbecilidad política, machacó que había que abstenerse, que participar en los mecanismos de “la dictadura” era una mancha. Que quien no hablara un lenguaje encendido, o de la “partida de nacimiento”, era “colaboracionista” y quien usara la razón era un traidor. Quien cuestionara las prisas que solo trajeron cansancio era porque le pagaban.

La antipolítica acechaba pero estaba cercada. Los partidos la derrotaban al entrar en campaña y ganar posiciones. El tercer acto de la debacle, 2018, se engendra en aquella reunión inolvidable en Montalbán, donde los sectores que menos entienden la política en Venezuela, dictaron la línea a unos partidos magullados y apocados por las palizas recibidas. El eclipse total de corazón ocurrió cuando los partidos aceptaron que no había que votar por “carencia de condiciones”, permitieron que la estupidez se convirtiera en una invasión de zombies que se llevó por delante cualquier ápice de sentido común. Triunfó la abstención, y ahora la nada.

El apocalipsis zombie. Luego de los dos siniestros actos anteriores, 2016 y 2017, sencillas doñas y caballeros con alguna ilustración e inquietud política que se hacían eco del discurso razonable de sus dirigentes, contagiados por la inundación de estolidez devinieron en las redes sociales guacharacas enloquecidas de odio contra todo lo que habían defendido, contra sí mismas, sin entender ni siquiera por qué. Los llevaron al ridículo existencial, los dejaron ahí y aun chapotean en los charcos como bagres atascados. Difícil conseguir irresponsabilidad mayor que poner decisiones políticas en manos de formaciones de la sociedad civil.

A ellos les encanta la política

Desde quienes forjaron el concepto (Hegel, Marx, Gramsci), se definen como “organizaciones de intereses particulares”, lo contrario de la política. En la sociedad democrática los gremios tienen funciones específicas y fue Mussolini quien se propuso construir un Estado corporativo con las secuelas conocidas. El Premio Nobel Joseph Schumpeter en su ultra clásica obra Capitalismo, socialismo y democracia, señala peligros cuando “figuras de la cultura, el arte, la farándula, la religión o el deporte” deciden la política.

Pese a lo que se cree, ser informado no confiere “competencia cognoscitiva” en política, saber práctico que como cualquier otro, nace de la experiencia del sujeto… “el ciudadano normal (que) entra en la esfera política, desciende a un plano inferior… de actuación mental. Argumenta… de forma infantil… primitiva. Su pensamiento se hace asociativo y afectivo”. Otro gran pensador todavía vivo, Giovanni Sartori, sobre la incompetencia de la sociedad civil para la política dice “un astrónomo discutiendo de filosofía, un químico sobre música, o un poeta que hable de matemáticas no dirá menos tonterías que cualquiera sobre política” (Teoría de la democracia).

Hay que llamar nuevamente a votar en el referéndum constitucional, en las elecciones municipales y ganar la opinión pública para eso. Reconstruir una fuerza para de combate ayudará a recuperar el control sobre los acontecimientos que nos afectan, pues para vivir hay que trabajar y quien se siente en la plaza con la boca abierta a esperar el maná, lo más probable es que se le encalambren los músculos faciales y a la postre muera famélico. No tienen nada malo los milagros pero no se puede vivir de ellos. Después de los traumas de estos tres capítulos de la desventurada novela, no creo que haya de otra que volver a votar.

@CarlosRaulHer

El desierto rojo

Carlos Raúl Hernández

Maduro matriculó para seis años más y como evidencia de lo preocupado que está ante las acciones del grupo de países que lo desconocen, expulsó groseramente al señor Todd Robinson, máximo representante de EEUU, y da una bofetada diplomática a su país. La victoria del 20M fue muy trabajada a lo largo de varios años, a lo que lo ayudaron la tremendamente sus adversarios que cometieron una cadena de asombrosos errores. El gobierno se dedicó a desmoralizar y dividir a los opositores, a provocarlos para que cayeran en trampas y se autodestruyeran, como finalmente ocurrió. Y la abstención revela una sociedad sin norte y un destino en claroscuro.
Después de esguinces y torceduras de tobillo, el diablo cojuelo del radicalismo parecía devuelto a la caverna de donde salió, pero reaparece en 2016 y toma el control de las almas. Agitó su colita cuando la MUD decidió el barranco del referéndum revocatorio. Al ver el celaje, los jefes del gobierno deben haber respirado hondo, satisfechos y tranquilos. Era el resbalón que necesitaban para cortarles el pescuezo, y ya tenían al TSJ y el CNE amolando sus hachas de carnicero. Fracaso en ciernes.

Descabezados ante la ciudadanía, pero no satisfechos aún con el tamaño del entuerto, se lanzan a pedir la salida del gobierno en 2017 con una insurrección desarmada en la que ambos grupos observaron detenidamente a la muerte por goteo de manifestantes, que nadie intentó detener. El gobierno feliz porque tenía de nuevo la ocasión de dejar sus adversarios desnudos y en la calle, apaleados y llenos de moretones. En las puertas de Troya, cuando la ciudad pudo ver la cobardía y la incapacidad militar de Paris, Agamenón le gritó a Helena “¿por ESTO me dejaste?”.
Poder para desacreditar

Nuevo pastel de crema revienta en la cara opositora ante la ciudadanía, en la que prendió la idea de que amateurs no podían ganar ni en la liga de los criollitos. En entredicho una vez más ante su gente, que se los cobró en la elección de gobernadores. A partir de ahí vino la entropía total, el caos, el Titanic emocional, nadie sabía qué hacer en el naufragio, todo salía mal y la sádica astucia decidió meter el estoque hasta la empuñadura: “Uds. querían elecciones rápido (acordaron en Dominicana que fueran para abril). Ahí las tienen”.

El Estado Mayor opositor en barrena, la hora loca, tanto que parecía el de Hitler en el bunker tal como cuenta la película de Oliver Hirschbiegel y el desbarajuste se hizo fractura. No estaban dispuestos a apoyar al único de los dirigentes en condiciones tácticas de ser candidato. Primero muertos. De ahí nace la candidatura de Henri Falcón y el regreso del abstencionismo, que se abrió como un pavo real cuando la última esperanza, Mendoza, declinó el áspid que le entregaban entre la cesta de higos. Pidieron a Mendoza que aceptara la candidatura y ante la negativa decretaron: “no hay condiciones”.

Derrotado Falcón el 20 de mayo por la monumental maquinaria nacional e internacional de calumnias, estamos de nuevo ante la desaparición de las fuerzas democráticas, y la alucinación, el autoengaño, los espejismos, llevan a los conductores de la hecatombe opositora a sentirse triunfadores, cuando lo que queda es un mar de cenizas. -“Te doy primero la buena y después la mala noticia”- dice el cirujano al paciente al que amputó la pierna- “la buena, hermanazo, es que saliste perfecto en la operación. La mala es que te cortamos la pierna que no era”-. El público espera que caiga el “deslegitimado” porque eso le dijeron que ocurriría.

Su concesionario Miraflores

Ahora el gobierno tiene las gobernaciones, las alcaldías, los consejos regionales, la Presidencia de la República, la Asamblea Constituyente, con lo que acumula un poder del que no disfrutó Chávez, ni siquiera cuando le regalaron la abstención de 2005. Como si fuera poco, se destruyó la confianza en el voto, el único instrumento si no se produce una invasión extraterrestre, o la intervención militar democrática, y va a ser difícil convencerlos en el futuro de que hay que votar. Para lograr alguna identificación con el público, en vez de hacerlo elevar su nivel de comprensión de la realidad, decidieron acostarse en el piso boca abajo.

No se han dado cuenta de lo que pasó. Para amortiguar los efectos de cualquier sanción económica ahí están Rusia y China, a cambio de acciones en minerales estratégicos. Tal vez compren hasta el salto Ángel y el llamado Palacio de Miraflores podrá ser pronto una concesionaria de automóviles Chery. Las sanciones nunca alcanzarán a la nomenclatura que vivirá gorda y feliz. Se ha dicho varias veces: durante el período especial, cuando los cubanos comían conchas de plátano, Castro aparecía fotografiado con delegaciones extranjeras devorando langostas, y no eran crustáceos socialistas.

Ojalá Maduro entienda por fin que la serranoeconomía lleva la inflación a 200.000% y que entre sus monstruosas no políticas económicas, muy pronto todos los venezolanos vamos a comer basura, y eso cuando haya basura que comer. Si se produjera un embargo comercial a Venezuela por “la comunidad internacional”, Maduro podría establecer un gobierno definitivamente tiránico, sin más elecciones ni medios de comunicación. Cuando los triunfadores de la abstención se despierten de ese sueño incomprensible que los hace sentir victoriosos, y no lleguen los marines, entenderán que nos metieron en un desierto interminable.

@CarlosRaulHer

La provincia desamparada

Carlos Raúl Hernández

Jamás la provincia había sufrido un abandono extremo como hoy. Alimentos, medicinas, vestido y demás bienes son en el interior mucho más caros y difíciles de conseguir que en la capital, que a su vez está hiperarruinada. En primer lugar porque las revoluciones se hacen para concentrar y centralizar el poder y así oponerse a los “contrarrevolucionarios”, como llaman cualquier poder social distinto a la autocracia. La revolución trata de liquidar las fuerzas autónomas, las empresas, los medios de comunicación, la Iglesia. Tomar bajo su control la totalidad del Estado y por lo tanto liquidar los poderes Legislativo y Judicial. Y someter la provincia a los mandos centrales.

Desde los años dictatoriales de Juan Vicente Gómez el país vivió una dinámica de centralización y concentración del poder, que se detuvo en 1989 con el Gran Viraje de Carlos Andrés Pérez, su Ley de Elección Directa de Gobernadores y la de Régimen Municipal que creó la figura y permitió elegir alcaldes por el voto popular. Ambas decisiones mejoraron de manera exponencial la eficiencia de esos funcionarios y permitieron el ascenso en las condiciones de vida de pueblos y aldeas.

Y desde el inicio de la tragedia de 1998, la destrucción se enfiló precisamente contra las autonomías regionales y municipales, los partidos políticos, los productores de riqueza y cualquier otra forma de modernidad, porque molestaban al Galáctico. Como el abrumador apoyo popular les permitía ganar gobernaciones y alcaldías, los exterminadores aprovecharon la ventaja pero con la idea entre ceja y ceja de castrarlas “en el proceso”. De entrada en 1999 se abolió el situado para los estados que establecía la Constitución de 1961. Este consistía en un porcentaje de los ingresos fiscales ordinarios y extraordinarios que les correspondía automáticamente.

Reivindicar la provincia

Veinte años después, el balance consiste en que el experimento revolucionario destruyó Pdvsa, la educación pública, la moneda, los servicios que prestaba el gobierno, la profesionalidad de las FFAA, y perdió el control sobre las fronteras y parte del territorio en manos de grupos irregulares. El esfuerzo es ahora para impedir la desintegración del país al estilo africano. En definitiva la revolución destruyó el Estado y la sociedad, con profundo deterioro de la vida cotidiana, especialmente de la provincia más que de la capital. Por el otro lado del espectro político el panorama no lució mejor.

Parte del liderazgo urbano y mesocrático desde 2016, asesorado por Mefistófeles, trató el interior del país como asunto de menor cuantía. Lo importante era el asalto del cielo, el Poder, con mayúscula, y por eso había que luchar por el RR. Las elecciones de gobernadores eran de segundo orden y muchos “dirigentes nacionales” (más bien caraqueños) expusieron esa nueva doctrina, aunque con resultados trágicos. A los activistas regionales y locales, perseguidos, empobrecidos, acosados por la revolución, cuyo sacrificio permitió ganar en 2015 la Asamblea Nacional, ahora los condenaban desde algún sanedrín en el este de Caracas a no ser alcaldes ni concejales.

“¡Que se defiendan solos porque nosotros estamos en las grandes ligas!”. Un gobierno para reinstitucionalizar el país que surgiera del voto el 20 de mayo, debe tener como punto prioritario regresar a la descentralización y la desconcentración. Ello comienza por devolver las atribuciones constitucionales de la AN, que el gobierno le arrebató en sucesivas acciones de fuerza, para recuperar la separación de las ramas del poder. Y la AN tendrá en sus manos, junto con el Poder Ejecutivo nacional, realizar los procedimientos para transferir competencias y recursos a los estados y municipios.

Mucho abarca poco aprieta

Entre las desgracias que trae inseparablemente la revolución una es arrancar a los niveles medios y bajos de la administración la capacidad de tomar decisiones. Eso congestiona de tal manera el Estado central, que explota la entropía. Si para hacer un puente sobre una quebrada en Socopó, en El Pilar o en El Manteco, se requiere la firma de un ministro o incluso del Presidente de la República, lo más probable es que no se hagan nunca o cuando se aprueben ya no existan las quebradas. Es necesario devolver los recursos económicos a gobernaciones y alcaldías para que puedan hacer las obras necesarias.

Al mismo tiempo fortalecer las capacidades contraloras de los consejos regionales para que garanticen la transparencia de las inversiones. Y existen amplias posibilidades de conseguir financiamiento internacional para la masiva construcción de infraestructura en todo el territorio, en sinergia entre el poder nacional, el estadal y el municipal. Un nuevo gobierno inyectará millones de dólares a la provincia para la descentralización, que se traducirán en mejorar rápidamente su nivel de vida.

Viene una firme alianza con los organismos financieros internacionales como el FMI, el BID, la CAF, el Banco Mundial, la Unión Europea. Eso permitirá que el país salga muy rápido de esta pesadilla que nos buscamos. Pero para eso ese sector lleno de resentimientos debería voltear la carabina con la que dispara cada minuto contra Henri Falcón y entender que el país obliga a que salgan del pozo de errores que los llevaron a su actual postración, y dejen de trabajar para Maduro.

@CarlosRaulHer

De cumbre en abismo, de abismo en cumbre

Carlos Raúl Hernández

El senador Marco Rubio tuvo el coraje de decir la verdad sobre el resultado de la Cumbre de Lima: “no hubo consenso para introducir una referencia a la situación venezolana en la declaración final”. Esto debiera servir para evaluar cuáles son los instrumentos con los que la “comunidad internacional” puede incidir positivamente en los países. Y aunque el odio hace olvidarlo, no hay otro mejor que una fuerza electoral, triunfante o derrotada con respaldo masivo. En la solicitud de varios magistrados para el antejuicio de mérito contra Maduro, se juega a una intervención extranjera que por improbable podría decepcionar a los ilusionados o, de ocurrir, abrir la caja de Pand

La misma frustración de los que creyeron que el referéndum popular (16/07/17) era la hora cero para sacar al gobierno. Políticos que merecen el título, saben que las acciones simbólicas son armas traicioneras que vuelan las manos de quienes las manejan torpemente. La Cumbre de Presidentes americanos se creó a comienzos de los 90 para darle operatividad al ALCA (Asociación de Libre Comercio para las Américas) y la primera de las ocho realizadas fue la de Miami en 1994. Con el Socialismo del Siglo XXI, la periódica reunión cambió de naturaleza, se abortó el ALCA y surgió en su lugar el ALBA (Alianza Bolivariana), un engranaje revolucionario.

Se frustró un proyecto que hubiera contribuido a mejorar las economías y acercarlas al siglo XXI y las cumbres tuvieron un sentido antiimperialista y no comercial. La de Mar de Plata, Argentina (2005), fue la del tercermundismo contra EEUU, la “economía neoliberal”, el furor anticapitalista, la segunda independencia y demás. Pero la de 2018 en Lima es un claro enjuiciamiento de las cumbres anteriores y de lo único que dejó el Socialismo del siglo XXI: la corrupción masiva, sistémica, estructural, Odebrecht. Y la destrucción de Venezuela, desdichada tierra en la que nació la pesadilla.

De un error a otro

Chávez, Lula, Kirchner, hoy son iconos de las miserias latinoamericanas y demuestran que el único socialismo bueno es el socialismo derrotado. La corrupción de Odebrecht corroyó el continente de arriba abajo, tanto que se asordina el desastre porque las consecuencias de enfrentar lo ocurrido en por lo menos 14 países serían más graves que el silencio (ya cayeron dos cabezas). Esta Cumbre de Lima revela crudamente las equivocaciones dolorosas, la frivolidad de los países y los liderazgos, la volubilidad de la comunidad internacional. Ayer el continente, los mandatarios, las muchedumbres deliraban a las insensateces que decía Chávez.

Hoy se inclinan ante otros y el señor Luis Almagro, secretario general de la OEA, es una evidencia de esa debilidad del juicio que contribuyó a que la revolución se entronizara en Venezuela en medio del aplauso de la “comunidad internacional” hoy arrepentida. En marzo de 2014, con Maduro un año en la presidencia, el entonces canciller Almagro de Uruguay, dijo que Chávez “reinventó Latinoamérica” y que “hay un norte que tiene que ver con la integración que Chávez fue construyendo ladrillo a ladrillo”.

También dejó para la pequeña historia, esta joya: “Es claro que si todos fuéramos más como Chávez, habría mejores condiciones de democracia… mejores condiciones de derechos humanos para todos nuestros pueblos en Latinoamérica. Ojalá que cada uno de nosotros, en el ámbito que corresponda, recoja su ejemplo y lo lleve adelante, como de alguna manera intento yo cada día”. En septiembre de 2015, hace apenas cinco semestres, el ahora secretario general de la OEA dejó escapar estas aladas palabras.

Los dos Almagro

Dijo Almagro para el récord Guinness del bandazo: “Chávez cambió completamente la arquitectura de las relaciones en nuestros países, demostró una generosidad extraordinaria, una dimensión humana como muy poca gente”. Y la guinda del pastel: “Si yo tuviera que decir algo de Hugo Chávez, diría que es el político latinoamericano más grande, más genial en su dimensión intelectual y moral de los últimos 52 años”. Al verlo derretido chavista, y apenas dos años y medio después tragasables, jefe del abstencionismo destructivo, hay razones para pensar que está tan equivocado en una como en la otra (ver Mario Villegas: Quinto Día, 13/04/18).

El péndulo se desplaza hacia el error contrario. La falta de sentido de la realidad política, lleva a países hoy preocupados por la democracia a tal torpeza que ayudan al gobierno que quieren derrotar. Que gran parte de la región haya tomado esas incoherentes y ciegas ruta de adular a Chávez, y que ahora boicoteen el proceso electoral de Venezuela, complica la salida del gobierno y aumenta su costo. No tienen la Cumbre, ni la OEA, ni el Grupo de Lima, los mecanismos para la única opción que sustituiría el voto: una intervención externa.

Y la ONU, que si lo tiene constitucionalmente, no puede usarlo por el veto de Rusia y China. Da la impresión que las acciones latinoamericanas contra la revolución no conducen al cambio sino a la incertidumbre. Es tiempo ya de hacer balance de las sanciones aplicadas para tener claros sus resultados. Y mientras más sanciones, más miseria, inflación, devaluación. En momentos de casi hambruna, las fotografías nos enseñaban a Fidel Castro devorando langostas con visitantes extranjeros. Los recursos que vienen del petróleo, siempre irán a la nomenclatura y el hambre siempre irá a las mayorías.

@CarlosRaulHer

Los angelitos de Victoria Secret´s 2007

Carlos Raúl Hernández

Una operación tenazas, una persecución en dos frentes. Lo acosa la revolución, que rompe cabezas, huesos y cartílagos en un rincón de Catia. Y por otro lado, resacas opositoras que dedican sus menguantes energías a desacreditarlo en las redes. Unos lesionan el físico, otros van por la moral. Unos, autores materiales, otros intelectuales. El gobierno logró que apuntaran la artillería contra Henri Falcón, quien al encono no dedica tiempo, aunque a veces gasta inútilmente bits para responder a algún pellejo. Y, en paños menores quedaron los angelitos de Victoria Secret’s 2007, luego de su hazaña de 130 muertes, que a coro gritan “Falcón renuncia. Viene el trancón”.

Las siete plagas de Egipto resumidas en dos Caterpillar que arrasaron el campo y ahora se voltean contra él. Si fue una hazaña de Hércules que el gobierno destruyera la economía con mayores reservas mundiales de petróleo, también lo es convertir en esquirlas la muralla de hierro electoral de 2015. Los expertos se preguntan azorados… “¿cómo lo lograron… cómo pudieron incinerar siete millones y medio de votos y pulverizar una Asamblea Nacional con amplia mayoría?”. Pero un conocido Mefistófeles anduvo de sede en sede soplando orejas. Ahora su lengüita susurra “Renuncia Falcón. Viene la Hora Cero”.

Encabezaron la insurrección boba de 2016-2017 con la que mataron la AN, y en vez de dar ejemplo y renunciar, piden renuncias. Midas al revés en las calles, lo que tocaron se convirtió en carbón. Y por despecho amenazan con el arma solo mata gente, la que desvanecería cualquier vestigio de oposición y de esperanza: la abstención y su carnal no-soy-abstencionista-pero-me-abstengo. Sansón desgarrado por Dalila, derrumbar el templo para llevarse a todos en su fracaso. El Mujhaidín forrado de TNT que explota ochenta personas en un mercado al grito de Alla ákbar, “Dios es el más grande”.

Ausencia de malicia

El liderazgo capitalino nacido para enfrentar al chavismo, fracasó pese a sus abundantes recursos y ahora se puso el chaleco explosivo. Generaron el caos por ingenuidad mente de pollo, que los lanzó a derrocar al gobierno.

Pero la voluntad destructiva va más lejos. Gritan “Falcón renuncia que viene el 350” y prefieren a Maduro. No le perdonan que haya sobrevivido mientras ellos se pusieron la soga al cuello, sin el mínimo instinto para mantenerse vivos. Metropolitanos y acomodados, sacrificaron a la provincia en sus decisiones y acabaron con todo.

Menospreciaron a los dirigentes regionales y locales, los problemas de la gente del interior y abandonaron la elección de gobernadores, a cambio de un ilusorio y suicida RR en 2016 y “elecciones adelantadas” en 2017, las mismas que el gobierno impuso hoy. Ahora les es rudo que un provinciano domine sobre las elites tradicionales. Sueñan un nuevo 23 de enero para que un Estado Mayor Conjunto restituya la democracia, legalice los partidos y los dirigentes retornen a sus posiciones.

No parece que será así. Muchos de dentro y de fuera se equivocan y quienes las trágicas locuras demuestran que no tenían con qué. Quitarse esta camisa de fuerza socialista ha sido mucho más complejo y doloroso. Ahora el odio de dos lados se vuelca sobre quien, cerrados los otros, hace su propio camino.

El drama está en que, en una memorable reunión, los sectores que menos saben de política en Venezuela impusieron a los partidos que se abstuvieran de lanzar candidato (“no tendrán financiamiento”).

Poderes fácticos

Nadie previó que alguno desafiara la veda y cuando lo hizo, pensaron que sería un finteo. El argumento para abstenerse, la ausencia de condiciones, entrará sin duda en la Historia de la estupidez humana, la obra de Paul Tabori. No pierden las esperanzas de ver al irreverente Falcón abatido, a ese provinciano que se atrevió a ignorar las directrices de los poderes fácticos.

La dura verdad es que en la elección de gobernadores de 2017 unos perdieron porque sacaron menos votos y otros porque incumplieron su trabajo elemental: no cubrieron las mesas con sus testigos. Culparon las “condiciones”.

Algunos perdedores quisieron así justificar su fracaso, y el fracaso se convirtió en política. Quienes van a procesos electorales desde 1999 caracterizados por el abuso de poder, la violencia, el ventajismo, el chantaje y el terror, y obtuvieron legendarias victorias, de un momento a otro se transforman en princesas que quieren votar en Dinamarca o Suecia. Todos saben que no se gana la elección con condiciones sino con votos y testigos, y que el coraje democrático está en ir a la pelea sin lloriqueos.

Gimotea la niña malcriada que quiere su muñeca de condiciones. Así Walesa no hubiera aplastado la dictadura comunista polaca, Tancredo Neves a los militares brasileros, ni Chamorro a los sandinistas. Casi todas las dictaduras han caído porque el liderazgo civil, lejos de refugiarse en excusas y sollozar en los retiros, decidió votar y ganar, como ocurrió aquí hasta la involución de hoy. El candidato Falcón debería clausurar de manera terminante cualquier idea de retirarse a nombre del mito espurio de las condiciones.

@CarlosRaulHer

Sociología de la hambruna

Carlos Raúl Hernández

Casi sin excepción las revoluciones produjeron hambrunas, y no hubo ninguna en países de economía abierta y democrática. Por favor, no se diga que Suecia, Dinamarca y Holanda son socialistas. Las imágenes de niños esqueléticos con moscas en el rostro, es principal producto de las gestas antimperialistas africanas. Cuba no la tuvo declarada, gracias al subsidio soviético y luego el venezolano, pero sí desnutrición estructural que causó diversas enfermedades endémicas. En 1950, a un año de la toma del poder, Mao-Tse-Tung inicia una reforma agraria positiva aunque enturbiada por el rencor comunista que lo llevó al asesinato de un millón de terratenientes.

En 1952 había mejorado el nivel de vida de los campesinos y eso lo convirtió en una especie de dios para ellos. No les faltaba de comer y podían entregar parte de la cosecha al Estado. Pero a partir de 1953, influido por Stalin, temió la aparición de nuevos terratenientes. Ordenó entonces que cada campesino compartiera la tierra con cincuenta familias, e inicia su propia colectivización forzosa estilo soviético. Pero cuando Stalin muere y Kruschev denuncia sus crímenes, Mao recibe el rebote del cuestionamiento. Objetado por el partido y el gobierno, buscó apoyo en las masas y lanzó la campaña de las cien flores para estimular la libertad de crítica.

Pero el torcido trasfondo era detectar adversarios para luego lanzarse sobre ellos en la ofensiva contra la derecha, y otro millón de ciudadanos fueron perseguidos o murieron en campos de concentración. En 1958 Mao se propone un supuesto plan de modernización acelerada. Esa escalofriante, siniestra experiencia, uno de los momentos más terribles de la historia humana, se llamó el Gran salto hacia adelante. El periodista Jang Jisheng escribióLápida uno de los primeros trabajos sistemáticos sobre el tema, hoy olvidado.

Comunas originarias

El Gran salto hacia adelante comienza con la recluta de cien millones de campesinos para trabajos forzados en infraestructura, realizada por una organización de cuadros del partido. Su primera locura fue desatar una cacería masiva de gorriones porque se comían las cosechas. Pero al diezmarlos, proliferaron las plagas de insectos que los pajaritos controlaban, con el colapso de los sembradíos: la primera hambruna revolucionaria. Se ordenó a los cuadros, jefes incuestionables del proceso, dividir el país en comunas y se propuso la nueva genialidad: convertir los famélicos campesinos en productores de acero.

En tal demencia se forzaron a producir cien millones de toneladas en tres años. Altos hornos rústicos de barro funcionaban día y noche y en ellos trabajaban hasta la muerte los pobres aldeanos para producir la basura concebida por la mente enferma de Mao. Había que fundir todo lo metálico que hubiera en la aldea, pero al final el resultado fue de pésima calidad y sin valor de mercado. Y en el centro de aquella pirámide de horror estaba la organización de cuadros, que distribuía a su voluntad los alimentos, como parece inspirar aun hoy a los revolucionarios.

Formada por activistas del Partido Comunista, dirigían la microtiranía totalitaria las comunas, decidían la distribución de los pocos alimentos, y eran dueños de la vida y la muerte. Abolida la propiedad privada, las comunas se tornaron ni más ni menos en centros de esclavitud familiar, ya que los niños iban a guarderías y la paternidad era “colectiva”. Hacían vivir separados hombres y mujeres, regulaban las relaciones sexuales y quienes las mantenían “ilegalmente” recibían castigos. Nadie tenía derecho a cocinar, había que comer en las cocina de la comuna y quien no ganaba aprobación diaria de los cuadros, no comía.

Toma mi corazón

Las cosechas se vinieron abajo, en 1958 hubo escasez de alimentos que en 1959 se hizo desastrosa. La gente comía raíces, barro, hojas, gusanos, insectos. Los grupos débiles, mujeres en estado, niños, ancianos morían bajo la consigna: el que no trabaja no come. Los cuadros extorsionaban sexualmente a las mujeres. Un documento del Comité Central del PCCH citado en Lápida revela que Mao en la reunión 25 marzo 1959 creía conveniente la muerte de los que no tenían para alimentarse. Los muertos se pudrían en las calles porque los familiares no guardaban fuerzas para enterrarlos, pero las despensas de los cuadros del partido estaban repletas.

Poblaciones enteras acampaban cerca de los graneros e imploraban comida, pero las ciudades devolvían a los campesinos y exigían una cadena de permisos para viajar. Proliferó el canibalismo. El autor refiere la historia de una madre que antes de morir pidió a su hija que se la comiera, y el testimonio de un cuadro arrepentido que contó como utilizaban los cadáveres de abono. El castigo por robar comida era enterrar vivo al culpable. Khrushchev en el décimo aniversario de la Revolución China imploró inútilmente a Mao no repetir los errores del stalinismo.

Liu Sao Chi, presidente de China, atormentado por las informaciones, le pidió rectificar (le dijo: “tú y yo somos responsables de la hambruna y el canibalismo y debemos cambiar el rumbo”) pero terminó en una cárcel donde murió. El Gran salto adelante se acabó en 1962. Arrastró 650 millones chinos a un infierno y de ellos 45 millones murieron en la gran hambruna de Mao, por lo que tiene el récord de ser el más grande genocida de todos los tiempos. Luego vendrá la Revolución cultural.

@CarlosRaulHer