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José Rosario Delgado

20 cadenas de horror y una nación desesperada

José Rosario Delgado

Es el colmo que el pueblo no se canse de tanta bulla, de tanta muela, de tanta paja, de tanta coba del gobierno a través de miedosos medios que controlan y someten con amenazas, chantajes y extorsiones de diferente tipo, dólares incluidos.

Da vergüenza ser espectador de un estrafalario espectáculo de exhibición de lo que pudiera ser, no ha sido ni será mientras esta gente se mantenga en el poder de no saber hacer ni querer saber hacer porque no les importa ni les interesa más allá de los pingües negocio que surgen de sus francachelas gobierneras con los vivos consiguiendo lo que buscan y los pendejos creyendo en las vacas voladoras y los huevos de avioneta que traen los proyectos de productos para comer nosotros y venderles a los chinos por miles de millones…

El imperio romano basaba su poder y su existencia en “pan y circo” y la gente se gozaba la parranda bailando, comiendo y bebiendo por una buena cuota de aplausos y salves a los emperadores, lo mismo que hacían y decían cuando caminaban alegres por el callejón de la muerte; no es lo mismo, claro, pero cómo se le parece. Los aplaudidores hacían sentir su presencia en el poliedro porque tenían la papa segura en el pabellón de la expo (no el “pabellón con barandas” de antaño).

Este gobierno muelero no sólo niega el pan a la gente, sino que le impide disfrutar de la recreación y el entretenimiento, lo que pronto nos convertirá en tristes muertos de hambre. Los tradicionales shows VIP para la “alta high” (como dice un amigo) sólo los enchufaos en la revolución pueden disfrutarlos; los espectáculos medio-medio para la media clase media se fueron a las nubes y únicamente los recostados de esos enchufaos pueden acceder a ellos; factor suerte, pues.

El pueblo pata’en el suelo que ellos dicen representar y por quién se juegan el pellejo en el socialismo se quedó sin Dios ni Santa María. El entretenimiento de los clubes sociales que en barrios, urbanizaciones y caseríos rurales servían para que chicos y grandes se distrajeran los fines de semana entre boches y palitos, entre trancas, cabras y cochinas ahorcadas, entre caída y mesa limpia, entre flor y truco, entre favoritos y batacazos, lo acabaron estos vagabundos.

Acabaron con las carreras de caballos y su transmisión radial, lo que permitía que gran cantidad de personas lograra empleo virtual o informal a través de la venta de granjerías y guarapitas, los ciclistas mandaderos, los vendedores de datos, los alquiladores de mesas y sillas, los escribidores de piropos y los músicos que ambientaban estos centros ya inexistentes; gracias a esa ausencia se incrementó endemoniadamente la delincuencia exprés y el malandraje extremo.

En 20 cadenas de radio y tv por día, por semana o por mes, el gobierno se burla de la desesperada gente de esta nación que no encuentra salida a su situación particular o general, llevándola a asumir como individual su lucha que debería ser colectiva, cada quién se encierra en su coto esperando a que Dios haga su voluntad, pero sin poder mover ni practicar la suya porque su desesperación depende del horror que narra el mandatario en cada entrada al de transmisión.

No hablemos de parques recreacionales, infantiles, juveniles ni deportivos, porque nos daría una lista larga, muy larga. Basta recordar el costo de la entrada a los estadios de beisbol en la temporada pasada. “No sólo de pan vive el hombre; el hombre vive también de emociones y entretenimiento”, decía el doctor Virgilio Decán “Aly Khan” en su mensaje de promoción hípica patrocinada por el Instituto Nacional de Hipódromos, pero ese es tema para los sociólogos y para otra crónica…

Contrabando

José Rosario Delgado

el contrabando de gasolina, de alimentos, de medicamentos, de materiales de construcción, de muebles e inmuebles, de productos de línea blanca y marrón, de vehículos livianos y pesados, de minerales valiosos y piedras preciosas, de billetes de 100, de animales y de personas, y el contrabando de cuanto Dios creó en esta tierra en desgracia hoy se lo atribuyen a la oposición.

El sector privado no construye viviendas porque los apátridas se llevan el cemento, los bloques y las cabillas para el imperio; la gente se muere de hambre porque los “oligarcas” arriman la comida para Colombia que, además, nos manda pa’cá famélicos refugiados que vienen a disfrutar de la riqueza socialista; nuestros enfermos no consiguen medicamentos porque las transnacionales farmacéuticas los comercian en el exterior no sólo para lograr mayores y mejores dividendos, sino para conspirar en contra la bonanza bolivariana y dar al traste con la revolución.

Los contrabandistas apátridas negocian hasta con el agua del Caroní y del Orinoco para dejar que se vacíe El Guri y así sabotear la excelente generación de energía y la eficaz distribución de la electricidad; pescadores pitiyanquis financiadas por la MUD ocupan las aguas marinas y submarinas para llevarse peces y pescados a los grandes acuarios de Disneylandia y los más exquisitos restaurantes del Norte; esas largas colas vistas en las estaciones de servicio son causadas por los capitalistas que, además de enviar el combustible a otros países, se reservan el de alto octanaje para el funcionamiento de sus poderosas naves aéreas, terrestres, marinas, lacustres y fluviales.

Es decir, que las quejas del gobierno son sobre los asuntos que debe manejar el gobierno; si la gasolina, alimentos, medicamentos y materiales de construcción pasan por la frontera de contrabando para Colombia e islas del Caribe, se supone que es el gobierno socialista con sus militares, milicianos, colectivos, camaradas y patriotas armados hasta los dientes quien debe vigilar y resguardar las entradas y salidas para evitar la extracción; de modo que si sucede como lo asegura el gobierno en sus largos, latosos, cansones y repetitivos cadenazos son ellos mismos los responsables, mientras la gente anda de cola en cola buscando la vida y consiguiendo la muerte.

El único contrabando que le han metido a Venezuela en estos 25 años es la revolución flatulenta que acabó con la dignidad y la vergüenza de muchas personas, con la institucionalidad y sus instituciones, con la libertad y la democracia, con el Poder Público y sus órganos constitucionales y éticos sin que nadie moviera un solo dedo cuando hasta los menos avezados en derecho, moral y cívica preveían una catástrofe sospechada por muchos medios aunque otros, preparándose para las mieles del poder, facilitaron la llegada contrabandeada de esta tragedia anunciada…

Sociedad alcahueta

José Rosario Delgado

En Venezuela existe la manida costumbre de decir que tenemos una “sociedad de cómplices” cuando la realidad nos muestra que vivimos en una “sociedad alcahueta”, para no decir una palabrona fea, muy fea y altisonante, aunque provoque pronunciarla con cada una de sus sílabas para que no quede duda de lo que intentamos decir. Cómplices son quienes se asocian para delinquir y repartirse el provento de sus fechorías, “partir la cochina” de sus triquiñuelas, mientras alcahuetas son aquellos que consienten todo lo que pasa por sus narices y/u oídos y les resbala de su boca.

Por supuesto, lo grave es que unos de los sordos, ciegos y mudos están revestidos de la autoridad que les impone el imperio de la ley y otros con la autoridad moral que pudiere otorgarle su ubicación social, profesional o académica y de quienes se espera una acción más contundente en la preservación de la salud ética y cívica de la ciudadanía y de la república antes de que todo el cuerpo de la nación se corrompa por la negligencia y la desidia por donde nos conduce este arbitrario y autoritario gobierno que algunos se dieron y, como se dice, “se pasó ‘e maraca”.

El gobierno montó un grotesco espectáculo cuya ridiculez, valga la redundancia, alcanza los límites de la comedia en medio del drama alimentario que vivimos y salen por allí grupos de “empresarios” y medios de comunicación a hacerle el juego en su afán de exponer productos agropecuarios o agroindustriales que no existen y mostrar servicios o insumos industriales que no se ven. “Venezuela potencia” (¡¡¡Venezuela, paciencia!!!) sirve para el estrafalario espectáculo del despilfarro económico dentro de la parafernalia que busca distraer a los incautos y seducir a los que no están aquí padeciendo las calamidades que nosotros sufrimos día a día y que lleva años y años y no se vislumbra en el mediano ni largo plazo una solución, cualquiera, que nos saque de esta perenne angustia que nos mata aceleradamente.

Eso es lo que está pasando, tenemos una sociedad alcahueta con una serie de espectadores complacidos y complacientes con los cómplices del desastre que se nos viene encima, mientras una clase política que dice luchar por cambiar el rumbo de las cosas, pero que si no se detiene a entender a la gente que pasa hambre pudiera estar como los borrachitos de carretera peleándose por una botella vacía o como los zamuros esperando su turno para entrarle a los despojos que aquellos dejarán a su salida, porque de que salen, salen… ¿Pero cuándo?

Las panzas coloradas

José Rosario Delgado

Los escolares de los años 50/60 éramos invitados por la maestra a leer “Las lanzas coloradas”, obra de Arturo Úslar Pietri, como manera de adentrarnos en nuestra historia, agarrarle el gusto a la lectura, poner a volar la imaginación en la construcción de nuestro propio mundo y hallar el hilo del conocimiento para salir de la ruralidad y la barbarie de las dictaduras y así entrar al moderno canibalismo de la sociedad democrática; era una pelea entre dos corrientes, una conspirando por mantener la presencia cuartelaria para “preservar” la ley y el orden, fusiles mediante, y otra en busca de una ruta hacia la verdadera democracia sustentada por la sociedad del conocimiento y los recursos naturales manejados por especialistas y orientados por creadores del saber y de la riqueza para estimular la imaginación.

En Venezuela, un país que jamás ha entrado a un nuevo siglo por el camino cierto del desarrollo en quinientos años, entre 1498 al llegar los españoles y 1998 con la irrupción de Chávez, se ha pretendido imponer la bota militar y militarista por encima del civismo, sin tomar en cuenta a nuestro procerato que, además de las armas, blandió el pensamiento para aborrecer la monarquía y establecer una república como manera de darle al pueblo gobiernos demócratas, reemplazables y libres a través de la votación universal con la participación popular.

En todo ese tiempo, sólo 40 años, los satanizados 40 años de “La Cuarta”, mucho menos del 10 por ciento, han sido de verdadera democracia imperfecta, sí, pero democracia, durante los cuales los venezolanos todos demostramos nuestra verdadera vocación de libertad y convicción civil de saber hacer las cosas sin tutelajes ni imposiciones, aunque sí en concordancia con las naturales reglas de la convivencia social consensuada en el concierto de naciones y ejecutadas por el Estado a través de la independencia y autonomía de los órganos del Poder Público.

Pero quienes vinieron hablando en nombre de Simón Bolívar, empastichándolo con los sempiternos bárbaros y barbudos dizque revolucionarios, arteros exhibidores de sables y cañones, quienes pretenden siempre imponer sus absurdas ideologías a punta de espadas y balas, han hecho de Venezuela “un piazo ‘e terreno lleno ‘e gente” (lo oímos en un filme venezolano) muerta de hambre por las confiscaciones, el robo al erario y el desfalco a la fe y la esperanza de un pueblo noble como el nuestro.

Hoy día, son los de las panzas coloradas quienes aún no entienden o no quieren entender que ellos sostienen a este régimen. Las panzas coloradas no sólo edematizadas por falta de alimentos proteicos sino las panzas coloradas, ruborizadas por la vergüenza y la indignidad de aquellos que piensan sólo en su bienestar a costa de la vida de todos los demás, particularmente de niños y ancianos, la parte más delgada de la soga con la que están ahorcándonos…

La carta del CNP

José Rosario Delgado

Circula la carta que varios secretarios generales regionales del Colegio Nacional de Periodistas, entre ellos la del estado Aragua, licenciada Amira Muci Castillo, hacen llegar al Presidente del CNP, Tinedo Guía, juzgándolo y condenándolo por asumir responsabilidad e integrarse a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), según ellos, organización partidista que defiende los intereses políticos “de un solo sector de la sociedad venezolana…”, lo que desdice de su imparcialidad. ¿Habráse visto? Permítanme decirles a los dirigentes gremiales que los periodistas no podemos ni debemos ser imparciales entre el bien y el mal y que nuestra fundamental bandera de lucha es por la libertad y la democracia; además, la MUD no es un “sector de la sociedad”, es la sociedad civil misma.

A través de nuestra historia, que data desde el descubrimiento, los periodistas han narrado los hechos sucedidos desde entonces y hasta esta hora, y no precisamente por afán de registrarlos como tal sino que, apegados a los escasos principios morales de la época, dejaron testimonio del trato que se nos dio en ese tiempo.

Más recientemente recordamos a periodistas como Juan Vicente González, Antonio Leocadio Guzmán, Leoncio Martínez “Leo”, Andrés Eloy Blanco, Aquiles Nazoa, Ana Luisa Llovera, María Teresa Castillo, Fabricio Ojeda, Luis Evaristo Ramírez, Guillermo García Ponce y otros que desde la Junta Patriótica y la AVP (Asociación Venezolana de Periodistas) mantuvieron una férrea lucha contra la dictadura en defensa de las libertades y la democracia. Y no me vengan con el cuento de que estamos en democracia.

La posición blandengue y pusilánime de muchos periódicos y periodistas de prensa, radio y televisión es la que da oxígeno al nefasto régimen devenido en tiranía. Ya basta de apologistas y panegiristas entregados a las dádivas y a las cuñas “institucionales” que ninguna función cumplen porque todo el mundo sabe que este gobierno es pura paja, pura muela, pura bulla, pura coba. (JRD)

Ya basta de periodistas cuidadores del cargos, maduradores de cambur, calentadores de sillas, guardadores de arepas (que no hay, por cierto), escribidores de gacetillas que no llegan a ninguna parte y, si llegan, caen en el cesto de la basura porque esos medios ni regala’os tienen quien los lea, los vea o los oiga. Pura pérdida de tiempo, de recursos y de dignidad.

Tinedo Guía, tú no puedes ser imparcial entre el bien y el mal y estás en la obligación guiar la acción periodística hacia la democracia, hacia la libertad, hacia la recuperación de la industria periodística (¡sí, industria!) y gráfica y hacia la recuperación de miles de empleos que se han perdido por la confiscación de uno de los más sagrados derechos del hombre y de la mujer, la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad de información y de opinión y la libertad de trabajo.

joserosariodelgado@outlook.com

Se acabó el pan de nickito

José Rosario Delgado

Lo que obteníamos sin mayor empeño, más allá de la milenaria oración cristiana, el pan nuestro de cada día, se puso de lo más duro, sin “alucinaciones personales” ni alusiones cacofónicas, y, pese a todos los esfuerzos, cualquier intento de llevarse un bocado al estómago se tornó en una odiseílla, lo hemos dicho en varias oportunidades. Mi madre solía decir que uno debe granjearse la voluntad de la gente para, en el peor de los casos, ganarse la comida, “que es lo único que hace falta para vivir”, agregaba mi también difunto padre.

Por supuesto, nos arengaba de esa manera para que departiéramos y compartiéramos con los vecinos y demás familiares todos los casos y cosas que ocurrieran o aparecieran en el camino. Los textos escolares, así como los líderes en cada una de las comunidades e instituciones, decían orondos que “el venezolano nace con su “arepa’ bajo el brazo”, aunque sea ilógico el sobaco para guardar aquel pan nuestro de aquellos días.

“Barriga llena corazón contento” agregaban otros para estimular a la gente a enfrentar bien “papeaos” cualquier faena por suave o fuerte que fuera. Es decir, siempre la comida, la alimentación, ha sido el norte fundamental de todos nosotros en todo tiempo. Y mire como son las cosas, compadre, hemos llegado a extremos que ni siquiera eso como factor primordial del cuento revolucionario (comer, estudiar y trabajar) tenemos los venezolanos que no conseguimos ni siquiera un bollo de pan para salir de este perenne ayuno (que no es sacrificio cristiano) al que nos tiene sometido este gobierno hambreador.

De modo, pues, que debemos recordar los refranes siempre acertados y alentadores del expresidente Luis Herrera Campíns quien poco antes de morir dijera, con llanerazo estilo y atinada sapiencia, “a comprar alpargatas nuevas que lo que viene es joropo…”. ¡Señores, se acabó el pan de nickito!

José Rosario Delgado

joserosariodelgado@hotmail.com

La carta del CNP

José Rosario Delgado

Circula la carta que varios secretarios generales regionales del Colegio Nacional de Periodistas, entre ellos la del estado Aragua, licenciada Amira Muci Castillo, hacen llegar al Presidente del CNP, Tinedo Guía, juzgándolo y condenándolo por asumir responsabilidad e integrarse a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), según ellos, organización partidista que defiende los intereses políticos “de un solo sector de la sociedad venezolana…”, lo que desdice de su imparcialidad. ¿Habrase visto? Permítanme decirles a los dirigentes gremiales que los periodistas no podemos ni debemos ser imparciales entre el bien y el mal y que nuestra fundamental bandera de lucha es por la libertad y la democracia; además, la MUD no es un “sector de la sociedad”, es la sociedad civil misma.

A través de nuestra historia, que data desde el descubrimiento, los periodistas han narrado los hechos sucedidos desde entonces y hasta esta hora, y no precisamente por afán de registrarlos como tal sino que, apegados a los escasos principios morales de la época, dejaron testimonio del trato que se nos dio en ese tiempo.

Más recientemente recordamos a periodistas como Juan Vicente González, Antonio Leocadio Guzmán, Leoncio Martínez “Leo”, Andrés Eloy Blanco, Aquiles Nazoa, Ana Luisa Llovera, María Teresa Castillo, Fabricio Ojeda, Luis Evaristo Ramírez, Guillermo García Ponce y otros que desde la Junta Patriótica y la AVP (Asociación Venezolana de Periodistas) mantuvieron una férrea lucha contra la dictadura en defensa de las libertades y la democracia. Y no me vengan con el cuento de que estamos en democracia.

La posición blandengue y pusilánime de muchos periódicos y periodistas de prensa, radio y televisión es la que da oxígeno al nefasto régimen devenido en tiranía. Ya basta de apologistas y panegiristas entregados a las dádivas y a las cuñas “institucionales” que ninguna función cumplen porque todo el mundo sabe que este gobierno es pura paja, pura muela, pura bulla, pura coba. (JRD)

Ya basta de periodistas cuidadores del cargos, maduradores de cambur, calentadores de sillas, guardadores de arepas (que no hay, por cierto), escribidores de gacetillas que no llegan a ninguna parte y, si llegan, caen en el cesto de la basura porque esos medios ni regala’os tienen quien los lea, los vea o los oiga. Pura pérdida de tiempo, de recursos y de dignidad.

Tinedo Guía, tú no puedes ser imparcial entre el bien y el mal y estás en la obligación de guiar la acción periodística hacia la democracia, hacia la libertad, hacia la recuperación de la industria periodística (¡sí, industria!) y gráfica y hacia la recuperación de miles de empleos que se han perdido por la confiscación de uno de los más sagrados derechos del hombre y de la mujer, la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad de información y de opinión y la libertad de trabajo.

joserosariodelgado@outlook.com