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José Rosario Delgado

Cementerio industrial

José Rosario Delgado

Cuando esta desgracia llamada revolución llegó al país, de inmediato comenzó a confiscar la esperanza del pueblo que confió en el líder antes, durante y después de las elecciones, a la vez que reafirmó las dudas de quienes jamás creímos en sus fanfarronerías de prestidigitador pedante de lenguaje altanero y soez con devoción provisional en su discurso seductor de pendejos, resentidos, oportunistas y aprovechadores de todo nivel, ávidos de adulación y de aduladores en una Venezuela que esperaba más de sus hijos en el preciso momento en que las instituciones reiniciaban el camino de la perfectibilidad de la democracia.

Paralelamente al secuestro de la fe empezó la confiscación de la propiedad y de las ganas del sector empresarial en jornadas avivadas y aplaudidas por una alucinada clase trabajadora cegada por la emoción efímera de payasos y magos de circo bien pagados por domadores engordadores de cuentas bancarias que se frotaban las manos en espera de lo que, sabían, en su momento les vendría.

En el 2000, apenas a un año de la tragedia anunciada, un joven empresario maracayero, Eduardo Elías Larrazábal (Q.E.P.D.), lamentable y prematuramente fallecido, convocó a una reunión de las Cámaras de Industriales de los estado Aragua, Carabobo y Lara para expresarle al estrenado gobierno, en presencia de su entonces ministro de Hacienda, José Alejandro Rojas, que si así comenzaban las cosas, así terminarían de mal, ya que en Aragua fueron cerradas, en tan breve lapso, más de 600 empresas.

Y no había que dudarlo, pues la primera medida revolucionaria del gobierno socialista y bolivariano fue eliminar, de un solo plumazo y en el más sepulcral silencio del soberano y sus representantes, la Corporación para el Desarrollo de la Artesanía Pequeña y Mediana Industria (Corpoindustria), que tenía en Maracay y en Aragua el epicentro de la actividad promotora, emprendedora y financiera de quienes querían invertir y trabajar en el desarrollo industrial del país y de su gente, de la república y sus republicanos. Pero todo aquello acabó, todo quedó en el olvido, como dice la gitana canción “Dos Cruces”, porque aquellas promesas de amor en el aire ya se habían perdido.

Hoy vemos cómo la Zona Industrial de San Vicente, que fue la más emblemática de los centros de producción del país, hoy no sólo es un cementerio de galpones, sino un campo de tiro regentado por el hampa común y uniformada las 24 horas del día, con una comunidad secuestrada sin atención médica ni asistencia social ni alimentaria, aunque con algunos valientes que, pese a las dificultades, se mantienen “vacunados” para no perder la esperanza ni lo poco que va quedándoles.

Con esto tenemos suficientes razones y motivos para seguir luchando, para seguir marchando, para seguir en la calle, para seguir mostrando, hablando y escribiendo lo que tenemos que decir, lo que debemos decir y, es más, lo que estamos obligados a decir so pena de caer en la complicidad y la alcahuetería en la cual se encuentran muchos y de la que algunos están saliendo, como la señora fiscal Luisa Ortega Díaz…

Festival de canes

José Rosario Delgado

Nada qué ver con el famoso encuentro de amantes espectadores, realizadores y premiadores de las joyas del séptimo arte; todo lo contrario, se trata del enfrentamiento de la jauría que el perrero mayor lanza contra quienes, ávidos de libertad y democracia, protestan la grave y agravada situación que vivimos y que poco a poco, en unos casos, está matándonos de hambre, de sed, de mengua y de indignación ante la impotencia de luchar contra una estirpe militar y militarizada que utiliza métodos y herramientas que el sátrapa no menciona, pero que forman parte del “legado” que dejó el difunto cubierto con gas del bueno.

Y no es sólo lo que se ve, se oye y se siente en las costillas por la acción de los torturadores esbirros de la dictadura pura y dura que nos somete a su aviesa y aberrada voluntad, sino que de una u otra forma, en ese otro campo de batalla que son las redes sociales, se hace gala de un lenguaje soez y lacerante que penetra en cada fibra de nuestras almas al promover pagos con la misma falsa moneda del ojo por ojo y diente por diente como si la revancha y la venganza fueran estrategia para sanar las heridas que cada día son más cruentas y profundas con cicatrices y que, al parecer, no estamos dispuestos a cicatrizar.

La hoy envilecida Venezuela siempre fue terreno de luchas, escenario de batallas, pero jamás campo de concentración de malos ni refugio de buenos. Desde las peleas indígenas hasta la lucha por la independencia, pasando por la guerra federal y las guerrillas, nuestro país siempre supo restañar sus heridas y unió esfuerzos para sacar a los sobrevivientes adelante, pero la perversión que nos sembraron desde 1992, al parecer, vino para quedarse.

Es verdad que la desgracia de una seudorrevolución llegó en el mejor momento político, social y económico de Venezuela y eso nos molesta horriblemente porque nos mató las ilusiones a todos, cada uno en lo suyo, y que pervirtió como en efecto pervirtió a las clases política y militar, a parte de la intelectualidad y del empresariado, que corrompió a los jefes de los órganos del poder público y que envileció hasta la ignominia a los organismos de seguridad y a las fuerzas del orden público, que eliminó, arrodilló y postró a los medios de comunicación social, pero eso debe servirnos no de doctrina para robustecer el “legado”, sino de lección para comenzar de una vez a prepararnos para la hermandad y la convivencia pacífica.

Aunque algunos de sus representantes meten leña a la candela por acción u omisión, la Iglesia Católica, fiel a la doctrina cristiana y a los principios de la fe, se mantiene firme en su lucha por la libertad y la democracia, lo cual nos da un punto de apoyo y de partida para iniciar el proceso de pacificación que nos evite llevar a una guerra vil… Sí, vil…

La Viuda Roja

José Rosario Delgado

No es la viuda negra, ni la viuda blanca, ni catira ni morena; es La Viuda Roja, esa cuyo padre legítimo sometió a las más viles y aberrantes torturas exhibiéndola ante todo el mundo como la única, la mejor, la originaria, la insuperable, la inmejorable, la vergataria, la milenaria, la bicha, la que estaría más allá de su vida y de su muerte por los siglos de los siglos…

Fue vejada, violada y ultrajada al derecho y al revés, pa’rriba y pa’bajo. La manosearon y la babosearon; fue obligada a manosearlos, a babosearlos y acompañarlos a cuanto acto había para que le gente la viera y la sintiera, se relamiera con sus encantos, con sus medidas, con su atractiva figura. Fue entregada a los traficantes de constituciones de Cuba, Ecuador, Nicaragua, Bolivia, Honduras… Fue presentada y prestada a los pornogobernantes del África y del Oriente Medio como la única que faltaba en sus harenes.

Con ella y dentro de ella, todo; sin ella y fuera de ella, nada. Se fue deteriorando, ajando, marchitando, más por los abusos a los que fue sometida que por el uso que le dieron su padre, sus hermanos, sus tíos y sobrinos. La invocaban como los malandros que gobiernan invocan a Dios para cometer sus fechorías y atropellos de expropiación y confiscación de bienes mientras propagan los males y el hambre por toda la nación.

Ella era la Sra Constitución (Vda) de Chávez, la inigualable, que fue legada a su padrastro y hermanastros que después de sacarle y gastarle, dilapidarle, su inmensa fortuna ya no les sirve para nada y tratan de matarla para borrar todo vestigio de su breve pasado y triste historia. Ya la Sra Constitución de Chávez debe morir porque no se adapta ni se ajusta a los intereses de la pandilla que la heredó.

Incluso aquellos que la ponderaron, la alabaron, la elogiaron y hasta le adularon hoy se ponen del lado de los verdugos como una manera de contribuir a su deceso y salvar el pellejo, quizá, con la asamblea nacional prostituyente, aunque no creemos que alguien del Pueblo Soberano (otro que ya no vale) pudiera prestarse a contribuir con este constitucionicidio propuesto vilmente por el aberrado padrastro que no quiso, no pudo y no supo hacer el mandado y ahora culpa a La Viuda Roja rojita de todos los males que padece y sufre la república creyendo que podría escapar de la justicia divina o terrenal y salirse con la suya…

Nos veremos en las urnas…

Sin jetas no hay paraíso

José Rosario Delgado

Mi difunta madre, María Amparo González de Delgado (qepd), solía decir que “para algo tiene uno la jeta”; es decir, la boca es para uno expresarse y expresar las cosas que debe decir en el momento oportuno y sin tener que arrepentirse luego diciendo: “Cónchale, por qué no hablé”. Siempre ha sido mejor pedir perdón que pedir permiso, porque “después del ojo sacao no vale Santa Lucía”.

Por eso estas redes sociales son interesantes como un medio de expresión válido e importante para dejar en claro qué es lo que queremos expresando lo que sentimos algunas veces. Y si bien es cierto que uno es esclavo de lo que dice y amo de lo que calla, no es menos verdadero que el silencio en los actuales momentos es pecado capital, mortal, porque nadie puede permanecer indiferente ante una situación insoportable que acaba con la vida de los jóvenes en la calle y de los niños y los viejos en sus casas.

Aunque el término jeta no es el más apropiado para referirnos a la bocota que tenemos, forma parte de las palabras que llaman nuestra atención para oír, y ver, qué sucede a nuestro alrededor y, al parecer, aún no nos damos cuenta por estar metidos en otras cosas que quizás son muy importantes, pero que ahora no son tan urgentes; o sea, primero es lo primero, no hay vuelta atrás.

Por supuesto que no debemos ser imparciales entre el bien y el mal, y permanecer indiferentes ahora es permitir alcahuetamente el avance y el fortalecimiento de los indignos que hoy nos malgobiernan y cúyo fin único de las atrocidades que cometen y padecemos es mantenerse en el poder por el poder mismo a como dé lugar, a toda costa, pasando incluso, como en el pasado, por sobre los cadáveres de esos jóvenes estudiantes, artistas y trabajadores del presente que son nuestro futuro.

De modo que ante este infierno, imposible darle otro nombre a la grave situación que padecemos, debemos continuar la lucha en las calles; los que no tienen problemas de movilidad ni de movilización marchando paso a paso por el triunfo, que ya está muy cerca, y los que eventualmente carecemos de condiciones para andar los caminos del éxito, que se avecina, tenemos la boca, la palabra, la voz y lanzar nuestras proclamas a los cuatro vientos para que el mundo interior y exterior esté enterado de que nosotros seguimos manifestando y protestando es por la libertad y por la democracia, pues sin jetas no hay paraíso…

El laberinto de tretas

José Rosario Delgado

Este gobierno tramposo no halla qué hacer para mantenerse y mantener sometido a este pueblo venezolano pasando hambre, necesidades, enfermedades, apagones, incomunicación, sequía; sin recreación ni entretenimiento y hasta soportando el atropello, la tortura y la muerte de su juventud estudiantil y trabajadora que, como ha sido históricamente, dan la cara por sus padres y abuelos para sacar a Venezuela de esta tiranía que devino en dictadura dura y pura.

Patraña tras patraña, el gobierno forajido ha estirado su permanencia con esta brutal y despiadada represión que a diario vemos y que ven los ojos del mundo, pues en su perpetua trampa el régimen no cuida ni las formas y hace rato siente un supino desprecio por la gente y por Venezuela, sin importarle el estado de postración en que se encuentran la nación y sus instituciones en su afán de mancillar nuestra historia, nuestro presente y, más grave aún, nuestro futuro por largos años que requerirán de otra independencia para poder emprender un destino cierto.

Sus trucos avalados por el tsj y endosados por el cne pintan un espejismo que sólo los aduladores de oficio y sin oficio propagan entre la ignorancia y la desesperación de los más necesitados de siempre y los de ahora, intentando disfrazar la realidad que ellos tratan de evadir de su mirada aun cuando en sus propias casas se la recuerdan a diario porque la vergüenza es tánta que se hace insoportable para algunos, especialmente los más jóvenes, que desprecian la ruin actitud de sus mayores.

Esa nueva artimaña de una asamblea nacional prostituyente lo que hace es revelar la estafa que fue su ahora agonizante constitución bolivariana, violada y ultrajada aún recién nacida por su padre y ahora por sus hermanastros que ven en ella la manera de llegarle a la gente que le creyó o le cree, aunque la madrina ya dijo que la bicha es el legado de chávez y es inmejorable.

Este gobierno devenido en tiranía, en dictadura pura y dura, es un verdadero fiasco, un engaño para todos dentro y fuera de nuestras fronteras, incluso para quienes aprovecharon dineros e insumos provenientes del peculado y a quienes desde hace rato el fantasma de los delitos persigue noche y día, impidiéndoles pegar uno o los dos ojos para poder dormir. Pero ya está cantado; como en todas las tragedias, la lucha constante permite la victoriosa salida, incluso de este laberinto de tretas en que se convirtió el régimen canalla que dinamitó los sueños, la fe y la esperanza de un pueblo caracterizado por su espíritu democrático…

Adiós a las almas

José Rosario Delgado

El militar forajido que irrumpió en 1992 y generó y alimentó toda esta desgraciada vorágine se presentó con las armas de la república a dar al traste con el Estado de Derecho que existió en Venezuela dentro del consensuado y perfectible acuerdo democrático denominado Pacto de Punto Fijo, logrado entre los más estudiados y estudiosos líderes del país rural de los años ’50, cuando Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba, orden alfabético, curtidos de luchas intelectuales, estudiantiles y laborales, sostuvieron que sólo la unión de las fuerzas democráticas podría acelerar la caída de la dictadura perezjimenista y darle a la tierra de Bolívar la anhelada y bregada libertad.

Ese facineroso uniformado desde un principio pretendió hacer de las armas su instrumento de conspiración en la búsqueda del poder por el poder mismo, el poder de la fuerza de las armas y no el poder de la fuerza de la razón, porque en esa cabeza sin fundamento nunca hubo razón; se alió con otro puñado de delincuentes armados y de canallas de la prensa y de la pluma para llegarles a los bandidos del dinero y fantasear una seudorrevolución que emocionó a casi todo un mundo que le entregó alma, corazón y vida.

Pero el malandro del camuflaje insistía en que su propuesta era de una revolución para devolverle al país la democracia y la libertad, y que todo eso sería mediante una asamblea nacional constituyente para reformar el Estado y cimentar a Venezuela sobre un árbol de tres raíces representadas en Simón Bolívar, Simón Rodríguez y (¡nada menos!) Ezequiel Zamora, cuyos pensamiento, formación y acción darían la base para un cambio profundo en el ordenamiento jurídico mediante una Constitución democrática, participativa y protagónica.

Pura paja, pura muela, pura bulla, pura coba y desde muy temprano mostró garras y dientes con un lenguaje incendiario y repitiendo a diestra y siniestra aquí, allá y acullá que su revolución era pacífica… Pero, ojo, pacífica y armada. “No se caigan a cuentos; mi revolución es pacífica, pero está armada…”, decía el malhechor de marras. Y aquí la tenemos, dictadura, tortura pura y dura no sólo por el hambre y la desnutrición que acaban a nuestro pueblo, sino con el atropello a los derechos humanos y el asesinato a mansalva de los jóvenes que, siempre, son quienes dan la cara por este país en todo tiempo y en todo momento.

Y dejó el tirano a su desangelado hijastro ilegítimo encargado de poner en práctica todas las tropelías que él no había podido adelantar y que ya han cansado hasta a los dirigentes enchufados y a los activistas tarifados en sus mítines nariceados y aguados que incluso los camarógrafos no hallan cómo hacer para dar la sensación de que el pueblo está feliz y contento, que ríe y se alegran ante cada arenga del farsante a la gente.

A la gente subyugada que lo dio todo por la revolución se le arrugó el alma, se quedó sin corazón y ahora está entregando su vida en las calles de Venezuela como manera única de salir de la horrible pesadilla que nos agobia y nos oprime por la acción de los esbirros del régimen que empuñan las armas y empeñan sus almas tratando en vano de sostenerse porque, sabido es, que fusiles y bayonetas sirven para todo menos para sentarse sobre ellas.

Los que tomaron las armas y dijeron adiós a sus almas, los desalmados, no saben cuán cerca están de su final, del trágico final que les espera y al cual arrastrarán, por desgracia, a su familia, a sus amigos y a sus vecinos que creían de ellos otra cosa distinta a lo que estamos viendo. La justicia tarda pero llega. Y sin duda aquí llegará, y muy pronto, Dios mediante…

La prostituyente

José Rosario Delgado

A la cañona y a la machimberra, como es su particular y aberrado estilo, vuelve el presidente de los pobres venezolanos a abusar de la paciencia de la sociedad civil al convocar, porque sí y porque le da su purísima gana, una ilegal e ilegítima asamblea nacional constituyente, propuesta electoral que sólo existe en su afiebrada y desesperada maldad de causar daños a la democracia y a la libertad, atropellar los derechos del pueblo soberano, mediante su írrita invocación al supuesto poder originario de los artículos 347, 348 y 349 de la bolivariana, sin reparar que ahí mismito está el artículo 350, que es el que en verdad debemos asumir como nuestro todos los venezolanos cansados de este régimen pura bulla, pura muela, pura paja, pura coba.

La Constitución vigente, “la mejor del mundo”, legajo del enfermizo pensamiento de su antecesor y hecha a su medida, ha sido ofendida, violada, ultrajada, mancillada, deshonrada y manchada por sus babosos manoseadores y ahora, cuando sus despojos no les sirven, pretenden traficar con otro texto cazapendejos para mantenerse en el poder a toda costa y continuar arrasando con lo poco que va quedándonos de lo que Dios nos dio en esta tierra de gracia que a paso de guisadores va perdiendo todos sus capitales, incluido el más preciado, su capital humano.

El gobierno de los pobres venezolanos hace como los proxenetas que, luego de obtener jugosas e inmorales ganancias con las mujeres necesitadas, las lanzan a la calle y se desentienden de su futuro y su destino, contando con la estrecha colaboración de chulos y cabrones que se hacen de la vista gorda con sus bolsillos llenos de real y de vergüenza; estos vagabundos, asesores incluidos, pretenden meternos ese contrabando de una asamblea prostituyente para continuar pervirtiendo al funcionariado y seguir su torturante y torturadora fiesta de hambre, terror y muerte para el pueblo venezolano.

No podemos, bajo ningún respecto, caer en la trampa ni en las trampas que el régimen nos arma con sus secuaces altamente tarifados, doblemente enchufados y triplemente desalmados para seguir robándole a nuestro país sus riquezas y su futuro; de modo que corresponde a las fuerzas democráticas organizadas y a la sociedad pensante salirle al paso a esta nefasta tramoya y ponerle un para’o a la dictadura antes que sea demasiado tarde, si no lo es ya…

El humor en tiempos de cólera

José Rosario Delgado

En estos tristes tiempos de cólera, es decir, de rabia, enojo, enfado, ira, arrechera, etcétera, mucha gente se enfurece porque actores y comediantes han incursionado con éxito artístico y económico en el teatro ante la seriedad de la situación que nos agobia por efectos del gobierno que sufrimos y padecemos y que impide la realización de tales actividades de entretenimiento y diversión en la radio o la televisión, porque hasta eso nos confiscó la fulana y flatulenta revolución.

Sin embargo, por más que el gobierno hace todo lo imposible para mantenernos exasperados, encorajinados, furibundos, fúricos, arrechos, jamás podrá expropiarnos la risa ni el buen humor que nos caracteriza a los venezolanos en todo tiempo y en cada momento, lo que nos permite afrontar con gallardía y entusiasmo todos los golpes que el régimen le asesta a nuestra integridad de hombres y mujeres ganados y formados para luchar y vivir en libertad y en democracia.

Y justamente eso es lo que encoleriza al gobierno y a su contumaz funcionariado que, mientras más nos arrollan y atropellan con sus malas políticas, torpes medidas y baboso lenguaje, amén de gases lacrimógenos, del plomo y planazos de los bolivarianos organismos de “seguridad”, más nosotros les salimos al paso con la manifestación y la protesta de calle y de otros canales sin perder la sindéresis ni la serenidad que también son virtudes acendradas en el ser venezolano.

Tanto enfurece al gobierno el humor de los venezolanos que unos supuestos “humoristas”, bien tarifados y mejor blindados en privilegios y prerrogativas oficiales, ponen la cómica intentando hacerse reír ellos mismos, utilizando ventajistamente los espacios impresos, radioeléctricos, audiovisuales y electrónicos que dispone el Estado, y que nos pertenecen a todos nosotros, pero que siguen secuestrados por ellos y para ellos, la oligarquía (*) que detenta el poder, el cogollo gubernamental.

De modo que cuando actores y comediantes montan obras teatrales entretenidas unas y emocionantes otras, pero ejemplarizantes todas, buscan no sólo compenetrarse con el pueblo que siempre los ha seguido, sino que hacen el trabajo para el cual están formados y les permite obtener el sustento para ellos y sus familias, que no por risueñas y divertidas sufren menos amarguras y tristezas que nosotros, los espectadores.

El Humor en serio que nos trae Laureano Márquez, el Retuiteo que nos da Gregorio Salazar, la mamadera de Claudio Nazoa y la jodedera de Emilio Lovera, por citar a algunos, nos secan las amargas lágrimas que todos los días nos hacen brotar el gobierno y sus secuaces que a troche y moche, a sangre y fuego, todos los días, con sus tropelías y guindados de sus cadenas para evitar la inevitable e irreversible caída que ya comenzó y que está en pleno desarrollo, en vivo, en cadena nacional y para toda Venezuela.

Mientras el pésimo gobierno se burla de nosotros matándonos de hambre y de necesidades, los humoristas venezolanos nos traen amenos ratos que de una manera u otra nos liberan del estrés y de las energías negativas producidas por la situación, las colas y las calenteras que cada bobada que este gobierno, hazmerreír del mundo, produce en nuestros cuerpos y en nuestras mentes…

(*) Hay que buscar la palabra “oligarquía” en cualquier diccionario para entender a quién se refiere el régimen comunista cuando nos tilda de oligarcas.

Golpe en cadena

José Rosario Delgado

Golpe. Los que dieron no uno sino dos golpes contra una Constitución que mantuvo al país durante 40 años en democracia anuncian con bombos y platillos que hay en marcha un Golpe contra la Constitución. Los que violaron y violan a diestra y siniestra la Constitución descubren un Plan Golpista. Los que le asestaron un Golpe a su juramento patrio el 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992 cantan que viene un Golpe de “la derecha” contra la revolución y contra el pueblo venezolano. Los que usaron las armas de la república en contra de la institucionalidad del país gritan que hay un Golpe en camino. Los que mataron e hicieron matar a un gentío en 1992 se desgañitan por radio y tv diciendo que allí está el Golpe. Mírenlo. Óiganlo. Tóquenlo. Se mueve. ¿No lo ven? ¿No lo oyen? Ahí está, clarito, veánlo, por favor, el Golpe de la oposición contra la Nación.

Esos que le dieron un Golpe y una estocada al soberano Congreso de la República. Los que golpearon y disolvieron la Corte Suprema de Justicia. Los que postraron y mancillaron el Ministerio Público. Los que putearon y cabronearon el Consejo Supremo Electoral. Los que asaltaron y robaron el Banco Central de Venezuela (BCV). Los que asaltaron y desmantelaron Petróleos de Venezuela, S. A. (Pdvsa). Los que acallaron y sometieron a la Contraloría General de la Nación nos vienen con su cara muy lavada a hablarnos de que hay por allí un Golpe de Estado. Escondido. Pero se asoma.

Esos que de un plumazo eliminaron Corpoindustria sin que nadie dijera nada. Los mismos que rasparon a Foncrei, los que quebraron al inquebrable Banco Industrial de Venezuela (BIV), los que desaparecieron el Fondo de Inversiones, los que confiscaron Agroisleña, los que enterraron el Instituto de Crédito Agrícola y Pecuario (Icap), ellos, esos mismitos, andan por allí pregonando que quieren darles un Golpe. Los que arrasaron con las zonas industriales del país, con la gran industria, si la hubo; con la mediana, pequeña y chiquitica industria. Los que desbarataron las asociaciones de comercio y producción. Los que esfumaron las fuentes de trabajo, los sindicatos y los gremios profesionales.

Los que exropiaron, atracaron y acallaron Radio Caracas Televisión (Rctv), los que se robaron Cadena Venezolana de Televisión (CVTV), los que secuestraron Globovisión, los que se llevaron y desaparecieron Radio Rumbos, los que desintegraron el radial Circuito Nacional Bélfort (CNB), los que invadieron la Cadena Radio Mundial y YVKE Mundial, los que compraron o alquilaron la conciencia de tantas y tantos cadenas de televisión y circuitos radiales nos transmiten por ahí todos los días que lo que quiere la oposición apátrida y proimperialista es darles un Golpe. Pobrecitos…

Los que electrocutaron a La Electricidad de Caracas y a la Compañía Anónima Luz Eléctrica de Venezuela (Calev), los que oscurecieron la función y el manejo de la Compañía Anónima de Administración y Fomento Eléctrico (Cadafe), los que apagaron Edelca y Enelvén, los que secaron El Guri, los que incomunicaron y enmudecieron a la Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela (Cantv), los que silenciaron y prostituyeron Movilnet, hoy nos iluminan y nos comunican que hay preparado un Golpe para acabar con el desarrollo socialista de Venezuela, terminar con la revolución bolivariana y con el legado de chacumbele.

Aquellos que le dieron un Golpe a las esperanzas del pueblo. Esos que le asestaron un Golpe a la fe del pueblo. Los que propinaron un Golpe a la ilusión de un pueblo que creyó en vacas voladoras y huevos de avioneta. Los que destrozaron la más grande y mejor dotada red hospitalaria de Suramérica transmiten En Vivo, En Cadena Nacional de Radio y Televisión, que no los dejan trabajar y que quieren darles un Golpe. Esos que anuncian que desde ya comienza la más brutal y despiadada represión armada contra el pueblo venezolano que manifiesta, protesta y lucha en pro de las libertades democráticas. Esos sediciosos que sin mirar para atrás y con los 500 mil milicianos y 500 mil fusiles (¡500 mil¡) del Padrino Zamora lloriquean por radio y tv que quieren darles un Golpe, que existe la mala intención de darles un Golpe de Estado. ¿Qué tal? ¡Qué bolas!

Memoria de mis rutas tristes

José Rosario Delgado

Sin duda, el título recuerda al Gabo quemando sus últimos cartuchos memoriales y literarios al narrar los caprichos de un viejo periodista encuera’o con una carajita que le arrimaba su celestina de confianza pero que, en ningún momento, se rindió en la lucha por su libertad de expresión cuando pergeñaba cuartillas en la redacción del diario de su pueblo y, por encima del hombro, se le asomaba “el abominable hombre de las 9” con el lápiz rojo y que ahora entra, en cadena, más temprano, por mayor tiempo y con peor asco.

En su afán por torcerle la voluntad a la gente que ya no lo quiere ni lo soporta, este gobierno se mete en todo lo que cree rendirá frutos para mantener su vil garrote sobre las libertades suponiendo, también, que sustituir el nombre a lo que existió y manipulando tiempo, espacios y palabras logrará que el pueblo cambie la opinión que del régimen tiene desde hace, por lo menos, 15 años.

El difunto eterno marcó una serie de caminos que denominó “rutas” y así mareó a un gentío ofreciendo lo que estaba acabándose por su nefasta reacción con tanto poder en sus manos; la ruta de la empanada, del pescado, del casabe, del ñame, del cochino ofrecimiento y sus asquerosos resultados, mientras el sustituto enfermo lo potenció al sideral desastre que padecemos hoy.

Hoy hay rutas tristes por todo el país y en todo el país, empezando por el dolor que reflejan sitios que antes eran peajes carreteros de encuentro entre funcionarios, viajeros y lugareños que intercambiaban saludos, alegrías, sonrisas y hasta abastecimiento de jugos, café, granjerías y “souvenirs” artesanales que enriquecían el anecdotario, el acervo cultural y el patrimonio personal del turista propio y extraño henchido de emoción porque Venezuela fue y será un país de encantos una vez que salgamos de esta tenebrosa pesadilla de gobierno que insiste en matarnos no sólo de hambre sino de tristeza y de amargura.

Para conseguir panelas hay que ir a San Joaquín a elaborarlas, las “cucas” en tierras yaracuyanas y larenses se han puesto inalcanzables e intocables; las hallaquitas de jojoto, el chicharrón y el queso ‘e mano son recuerdos tan antiguos como el guarapo ‘e papelón y los besitos de coco. Tristes, muy tristes están todas las rutas de Venezuela y sólo en los canales televisivos del gobierno a cada momento se aprecia el paraíso turístico que fue nuestro país, porque esas tomas promocionales son de aquella época cuando, dicen algunos, “éramos felices y no lo sabíamos (yo sí lo sabía, porsia)”.

Las estaciones de peaje fueron convertidas en lugares sombríos, tenebrosos de emboscada, acecho para el crimen y refugio de antisociales con o sin uniforme, de alcabalas para el atraco, la matraca y el atropello; en depósito de despojos tóxicos de todo tipo, incluyendo carros robados, “picados” y abandonados, animales muertos…

En esta Semana Santa nos daremos cuenta con mayor fuerza y decepción que en Venezuela estamos recorriendo y recogiendo las “Memorias de mis rutas tristes” porque se acabó lo que había y se acabó lo que se daba a otros países que ahora nos miran “como perro que ve muleta” y no nos paran ni media bola. Así que la lucha es luchando y en la calle para salir, pronto, de esta dictadura que es pura bulla, pura muela, pura paja, pura coba…