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Daniel Eskibel

Psicología para iluminar la zona ciega de la política

Daniel Eskibel

La política tiene, por diseño, una zona ciega imposible de ver desde dentro del sistema político. Es una zona plena de oscuros determinantes irracionales que solo podemos iluminar con la ayuda de la psicología.

¿2500 años de psicología le aportan algo a la política?

Hace 2500 años que la humanidad comenzó a reflexionar sobre psicología. Dos mil quinientos años. Y hace unos 150 años que esa reflexión psicológica comenzó a desprenderse de la filosofía y a recorrer el camino de la ciencia.

¿Acaso la política es y debe ser ajena a todo ese proceso? ¿Acaso debe incorporar otras ciencias humanas y sociales pero no la psicología?

Estas preguntas se responden solas. La política se nutre de la economía, de la historia, de las matemáticas, de la sociología, de la antropología y de muchas otras disciplinas científicas. También la psicología tiene para ofrecer un territorio que es ancho pero que más esencialmente es profundo.

Sin psicología ya no podemos comprender los fenómenos políticos. Y más aún: sin psicología ya no podemos operar con efectividad dentro del mundo político.

En esto pensaba una tarde del invierno español de 2019 mientras caminaba por Madrid luego de una reunión con el Dr. Jorge Santiago Barnés, Decano de la Facultad de Comunicaciones y Humanidades de la Universidad Camilo José Cela.

Durante la reunión habíamos avanzado significativamente en el objetivo de concretar en 2020 una vieja aspiración de ambos: la formación universitaria en psicología política. Y por mi cabeza cruzaban múltiples ejemplos de temas donde el aporte psicológico agrega mucho valor al ejercicio práctico de la política.

Temas actuales, que están un día sí y otro también en el debate periodístico, en la preocupación de partidos y gobiernos y en el día a día de las campañas electorales. Temas que a todos inquietan pero cuyos determinantes entran en lo que denomino la zona ciega de la política.

Porque la política está tan cargada de racionalidad, tanto a nivel teórico como práctico, que deja en las sombras el intrincado mundo de la vida interior, de las emociones, del inconsciente, de lo irracional…

Y eso que la racionalidad política deja de lado retorna al centro de la escena produciendo resultados electorales inesperados, comportamientos imprevistos de los ciudadanos y estilos de liderazgo que nadie pudo prever.

¿Cómo comprender lo que ocurre en esa zona ciega? Pues encontrando las puertas, las vías de acceso.

22 puertas para entrar en la zona ciega

Para comprender la zona ciega de la política y operar mejor dentro de ella es necesario abordar en profundidad algunos asuntos esenciales que interpelan hoy a todo el sistema político.

Cada asunto es una puerta de entrada a la zona ciega. Seguramente hay muchas, pero después de décadas atravesando en una y otra dirección las fronteras entre psicología y política puedo aislar 22 de esas puertas que me parecen de singular importancia.

Ya sabes que no son las únicas, pero aquí están 22 de las áreas temáticas que nos ayudan a entrar desde la psicología en la zona ciega de la política:

  1. Cuáles son los mecanismos mentales a través de los cuales los votantes procesan el inmenso flujo de comunicación política que reciben.
  2. Cómo influye la personalidad de cada votante en sus simpatías y antipatías políticas y en su decisión de voto.
  3. Cuáles son las emociones que influyen sobre la intención de voto y cuáles son los estímulos que las provocan.
  4. Cómo incorporar las variables psicológicas a los estudios cuantitativos y cualitativos de la opinión pública.
  5. Qué tipos psicológicos de votantes existen y cómo comunicarse mejor con cada uno de ellos.
  6. Cuáles son los tiempos y las etapas por las que atraviesa un votante antes de llegar a su decisión final.
  7. Qué atributos psicológicos caracterizan a un líder y resultan buenos indicadores acerca de su desempeño.
  8. Cómo influye la personalidad de cada líder en sus acciones políticas, gubernamentales y electorales.
  9. Cuáles son los procesos psicosociales que favorecen la aparición y la consolidación de los liderazgos políticos.
  10. Qué variantes, explicaciones y detonantes tienen los comportamientos políticos en función de que sean individuales, grupales o masivos.
  11. Cuáles son los efectos psicológicos que tienen las redes sociales sobre votantes y políticos.
  12. Qué variables favorecen o bloquean el activismo y las diversas formas de participación y movilización política.
  13. Cómo se generan y circulan los rumores por las diversas redes de la sociedad del siglo 21.
  14. Por qué se consumen las fake news y qué mecanismos psicológicos se involucran en su viralización.
  15. Cómo se radicalizan las personas que cometen o pretenden cometer actos terroristas.
  16. Cuáles son los factores psicológicos que inciden sobre los prejuicios y la discriminación social, política y cultural.
  17. Por qué unos discursos políticos tienen mayores efectos persuasivos que otros.
  18. Por qué los marcos mentales que se activan durante una campaña electoral son decisivos en la producción del resultado final de la elección.
  19. Cuáles son los efectos psicológicos reales que tiene la publicidad política televisiva sobre los potenciales votantes.
  20. Cómo influyen sobre el comportamiento electoral los debates televisivos entre candidatos.
  21. Qué ocurre en el votante cuando escucha y ve que un candidato expresa con intensidad sus emociones.
  22. Cuál es el peso de lo irracional en el comportamiento tanto del líder político como del votante.

Si ingresamos por cualquiera de estas 22 puertas podremos ver de frente el abismo irracional de la psicología humana operando activamente dentro del campo de la política.

Muchos querrán dejar esas puertas cerradas y mirarán hacia otro lado con desinterés. Pero muchos otros querrán enfrentarse al desafío de comprender más y mejor para además actuar con mayor efectividad.

¿A quién le interesa iluminar la política con psicología?

Esta frontera teórico-práctica no es para todos. Pero es de gran utilidad e interés para algunos sectores de la sociedad. A saber:

Académicos que buscan profundizar sus conocimientos y profesores que quieren enriquecer el legado que brindan a sus estudiantes.

Periodistas que intentan bucear más allá de lo aparente para darle a sus lectores ángulos diferentes y explicaciones más hondas acerca de los temas en debate.

Equipos de campaña electoral que saben que la profesionalización y la especialización son herramientas vitales para ganar elecciones.

Empresas de investigación de opinión pública que comprenden que la dimensión psicológica de los votantes está en la raíz misma de las más imperiosas necesidades de la investigación actual.

Empresas de consultoría política que advierten que la psicología puede ser un factor diferencial en el valor agregado que aportan a sus clientes.

Profesionales de la comunicación política que saben lo poderosa que es la comunicación cuando articula creatividad y estrategia con un conocimiento profundo de la psicología de los votantes.

Partidos políticos que se enfrentan al desafío de las campañas permanentes en un tiempo en el cual la competencia es feroz y los votantes imprevisibles.

Como ves, iluminar con psicología el mundo de la política es una tarea en la cual vale la pena invertir tiempo y recursos.

Porque si no lo haces, entonces tarde o temprano quedarás atrapado en la zona ciega. Y en política eso significa derrota.

Maquiavelo&Freud

https://maquiaveloyfreud.com/psicologia-zona-ciega-politica/

¿Acaso las campañas electorales triunfantes de George W. Bush en 2000 y 2004 tienen algo que enseñarnos en 2019?

Daniel Eskibel

Campañas electorales exitosas: el caso George W. Bush

Campañas electorales que dejan enseñanzas

El estudio de casos es un método de investigación cualitativa que resulta muy útil para las ciencias sociales. Aplicado a la consultoría política es una herramienta de gran valor para comprender en qué se diferencian las campañas electorales ganadoras de las campañas derrotadas.

No se trata de copiar recetas sino de descubrir mecanismos y procedimientos que pueden luego adaptarse, modificarse e integrarse en el arsenal técnico de consultores y equipos de campaña.

En este artículo vamos a analizar los triunfos de George W. Bush en las elecciones presidenciales de 2000 y 2004 en los Estados Unidos de América. Nos resultarán de gran ayuda dos consultores políticos norteamericanos: John Zogby y Karl Rove (a quienes se sumará más adelante un tercer consultor que es James Carville).

Principio quieren las cosas, de manera que comencemos con un esclarecedor trabajo de Zogby.

USA: dos países en uno

Cuando John Zogby puso punto final a su artículo, seguramente intuyó que volvería a despertar polémica tanto a nivel político como periodístico y también académico. La nota se tituló ‘The Unifying Spirit of Jefferson Must Prevail’ y fue publicada en la página 15 del Financial Times el 1 de noviembre de 2004.

El consultor ya era uno de los politólogos estrella de los Estados Unidos y su figura era conocida en todas las cadenas televisivas nacionales. Un segmento importante del público interesado en política ya estaba habituado a este hombre de pelo grisáceo, amplia frente y lentes. Y también los lectores de los principales periódicos seguían con atención sus análisis.

En su respaldo, además de la inteligencia de sus observaciones, estaba la llamativa precisión de los datos cuantitativos de sus encuestas. Ya lo sabes: contar con datos precisos y analizarlos correctamente son ventajas comparativas a las que aspiran todas las campañas electorales realmente profesionales. Y benefician, además, a los medios de comunicación y al público más informado.

El artículo de Zogby en el Financial Times analiza el mapa electoral surgido en los Estados Unidos luego de la victoria de Bush sobre Al Gore en el año 2000.

De acuerdo a los colores identificatorios de cada partido, Zogby llama “red states” (estados rojos) a aquellos donde ganó el Partido Republicano y “blue states” (estados azules) a los que tuvieron como ganador al Partido Demócrata. Y estudia cuales son las diferencias entre ellos en otros campos diversos a la política.

Allí ya radica una primera genialidad: encontrar fenómenos que son en sí mismos ajenos a la política pero que influyen sobre ella de manera muy poderosa.

Una de esas diferencias, no política pero por cierto muy significativa, tiene que ver con la imagen de dios que tienen los ciudadanos. Para los habitantes de los estados rojos, dios es una figura enérgica que castiga al diablo. Pero para los habitantes de los estados azules, dios es una figura amorosa y tolerante. No es un dato menor, por cierto, considerando el peso de lo religioso en la vida de los norteamericanos.

De aquí surge la interrogante respecto a si los votantes no tendrán percepciones similares en materia política, en especial respecto a cómo visualizan que debe ser un gobierno.

Si esto fuera así, entonces en los estados rojos predominaría una visión del gobierno como entidad firme y enérgica, ocupada de mantener las normas, establecer los límites y castigar lo que está mal. Un gobierno que no dude en usar la fuerza militar contra el enemigo, que ponga los valores en su versión más estricta en primer plano de la discusión y que incluso llegue a hablar del “eje del mal”.

Y si esto fuera así, entonces en los estados azules predominaría una visión del gobierno como una entidad tolerante y benevolente, preocupada por promover la cooperación, el bienestar de la gente y la satisfacción de sus necesidades. Un gobierno más volcado hacia la paz, el cuidado de las formas y el desarrollo de políticas sociales en beneficio de los más débiles.

En dos palabras: republicanos y demócratas.

Si observamos con detenimiento la geografía política de los Estados Unidos podemos encontrar otras diferencias: los estados de mayoría demócrata tienden a concentrarse sobre la costa y a ser los más urbanizados y densamente poblados, mientras que los estados de predominio republicano tienden a ubicarse en el interior y a ser más rurales y de menor concentración de población. De estas características seguramente se derivan otros comportamientos psicosociales bastante congruentes con el posicionamiento político y religioso de sus habitantes.

El artículo de Zogby en el Financial Times es una buena plataforma, polémica por cierto, para analizar el comportamiento electoral de los norteamericanos. Y para pensar en la estrategia de las campañas electorales, las cuales tendrán que tener en cuenta ese dato esencial de que se trata de dos países en uno.

Campañas electorales en universos paralelos

De acuerdo a lo anterior podemos decir que desde el punto de vista político y psicosocial los Estados Unidos son dos países, dos universos que coexisten en un mismo territorio pero con pautas absolutamente divergentes.

Esto tiene una muy profunda significación a la hora de planificar y ejecutar una campaña electoral. La misma no puede ser una campaña “catch all”, apuntada a un inexistente público general o a un igualmente inexistente “americano medio”.

Por el contrario: debe ser una campaña altamente segmentada, focalizada con fanática precisión en el universo que a cada partido corresponde.

Y allí está el gran aporte de Karl Rove, estratega republicano y cerebro de las campañas electorales de George W. Bush: focalización casi violenta en su público objetivo, en “su” país. Rove supo entender (en el 2000 y también en el 2004) a ese país republicano. Y toda su campaña apuntó a brindar los estímulos necesarios para que ese país respondiera.

¿Cuáles fueron los temas de la campaña de Bush en 2004?

El terrorismo, la necesidad de castigarlo y prevenirlo utilizando la fuerza militar

El patriotismo exaltado de una nación que se siente atacada por enemigos externos

Los valores de la familia tradicional que se sentían desafiados por el movimiento gay, la legalización del aborto y las reivindicaciones feministas

La agresiva defensa de los valores morales más conservadores

La opción por liderazgos fuertes y enérgicos

La presentación de Bush como el jefe de un país en guerra

El duro ataque a un adversario como John Kerry, presentado como débil, ambiguo, irresoluto y cambiante (y por ende peligroso para el país).

Al repasar los temas vemos que toda la campaña diseñada por Rove dejó deliberadamente de lado al país azul y se concentró en el país rojo. A los habitantes de esos estados rojos fue que le habló la campaña de Bush, y solo a ellos. A sus valores, a su forma de pensar, a sus tradiciones, a sus concepciones sobre la familia, sobre dios y sobre la vida.

La campaña de John Kerry, mientras tanto, no tuvo el grado de focalización adecuado sobre su propio universo. Por el contrario, su énfasis en el tema Irak fue una debilidad permanente. Aún considerando los errores y hasta las tragedias de la guerra, e incluso si consideramos que ha sido mal conducida por Bush, en cualquiera de los casos no deja de ser lo que es: una guerra.

Y poner la guerra en el centro de la campaña significa entrar en los temas donde los republicanos son fuertes y ganan: seguridad, fuerza, patriotismo, liderazgo, jerarquías…

Los demócratas no confiaron en sus propios temas y no apuntaron en exclusiva y con fuerza a su propio público. En pocas palabras: los demócratas hablaron demasiado para un público más proclive a los republicanos. Y como es razonable para una campaña mal hecha, perdieron.

Campañas electorales 2000 y 2004

En el año 2000 el triunfo de Bush había sido muy ajustado y muy discutido. Y aunque ganó la Presidencia en virtud de la legislación norteamericana, a pesar de ello había perdido en el voto popular.

En aquel momento el Partido Republicano había trabajado con prolijidad al electorado del país rojo. Pero el Partido Demócrata había cometido un grueso error en el diseño estratégico de su campaña: había tomado distancia del Presidente Clinton, lo cual es lo mismo que decir que había tomado distancia del país azul.

Tras el escándalo Lewinsky, los estrategas demócratas creyeron que el Presidente Bill Clinton era mala palabra. Y lo era, pero básicamente para los sectores más conservadores de la sociedad. Para los “azules”, en cambio, estaban en primer plano los logros económicos mientras que los aspectos morales los evaluaban con mayor flexibilidad. Para prueba de ello basta ver las encuestas pre y post electorales, las que demostraron que Clinton seguía manteniendo su carisma y su imagen.

Sin embargo, el candidato Al Gore hizo todo lo contrario de lo que debía hacer: separó su imagen de la del Presidente, y por supuesto que perdió. Aunque lo tenía todo para ganar.

Pasaron cuatro años desde aquel triunfo republicano por margen estrecho en el 2000, pero ya en el 2004 Bush ganó de forma inapelable y por una muy apreciable ventaja. Obtuvo casi 60 millones de votos, superando a su rival en 3 millones y medio de sufragios y convirtiéndose en el Presidente norteamericano elegido con mayor apoyo popular en toda la historia hasta entonces. También se produjo un récord de asistencia a las urnas, el cual se ubicó en el entorno del 60 %.

Sin embargo, y a pesar de que Bush amplió notoriamente su ventaja, la estructura de estados rojos y estados azules se mantuvo casi idéntica a la del año 2000.

¿Qué pasó de una elección a otra?

Ya vimos que el Partido Republicano profundizó su impecable estrategia de persuasión de su propio universo, mientras que el Partido Demócrata no hizo lo propio con el suyo.

Pero además ocurrió el 11S con toda su secuela: guerra contra el terrorismo, guerra en Afganistán, guerra en Irak, sucesivas alarmas ante presuntos nuevos ataques en territorio norteamericano…

Este contexto crítico acentuó los rasgos del electorado mayoritario de los red states: temor ante las amenazas, agudización de los estereotipos, menor espacio para la apertura y la flexibilidad, reflejos autoritarios, mayor necesidad psicológica de líderes fuertes, mayor apego a los valores tradicionales y tendencia a sobre-simplificar la realidad.

En definitiva, se trataba de un contexto óptimo para la estrategia republicana.

¿Qué podían significar para ese público del país rojo la ironía y la crítica de los intelectuales neoyorkinos, de los actores y cineastas de Hollywood, de los universitarios de todo el país, de los periodistas y los escritores, de los músicos y de todo el pensamiento liberal? ¿Qué podían significar las burlas y los ataques contra el presidente?

Para ese público al que me refiero, el del país rojo, nada de eso significaba demasiado ante todo lo crucial que sentían que estaba en juego en sus vidas. Por el contrario, el sentido con que percibían toda la ofensiva anti Bush era seguramente negativo.

¿Había un mensaje político efectivo para el país azul?

Los republicanos fueron eficientes. Llegaron a lo más profundo de la sensibilidad del país rojo. Conmovieron, conmocionaron.

En cambio los demócratas se regodearon en un tema imposible, un tema donde todas las de ganar las tenía Bush: la guerra. Por más sólida que fuera la posición demócrata en este tema, y por más débil que fuera la posición republicana, el solo hecho de que fuera uno de los principales temas de campaña ya era un éxito del presidente.

¿Podía el Partido Demócrata haber hecho otra cosa? Visto el contexto internacional del momento (guerra de Irak, Osama Bin Laden, terrorismo islámico), ¿sería posible forzar la campaña y colocar otro tema más prometedor en el centro de la agenda?

Los grandes temas del país azul eran y siguen siendo la economía, la sociedad, la educación, la salud…No podemos saber si era posible o no convertirlos en grandes ejes de la campaña. Lo que sí es meridianamente claro es que la campaña de Kerry no focalizó sus mensajes en estas áreas temáticas. Y una elección se comienza a perder cuando se ingresa en los temas del adversario y se pierde espacio para los temas propios.

Porque una campaña electoral debe ser como una línea recta, como una monografía.

El propio Partido Demócrata lo había demostrado en los años 90, en una experiencia que vale la pena recordar y tener muy en cuenta.

Los gobiernos republicanos de Reagan y de Bush (padre) habían protagonizado uno de los mayores éxitos de la política norteamericana: la caída del comunismo y la implosión histórica de la Unión Soviética y de sus aliados. Estados Unidos quedaba como la única gran potencia mundial, tanto a nivel económico como militar.

Se abría lo que para muchos había sido el sueño casi utópico de la pax americana: un mundo unipolar regido por esa única potencia mundial con sede en Washington. Y todo podía resumirse en una única imagen plena de sentidos, tan potente como ninguna. Esa imagen omnipresente era la caída del gran ícono, la caída del Muro de Berlín.

Sin embargo, pese a esta conquista histórica, el Partido Republicano perdió la Presidencia.

En aquellas elecciones presidenciales de 1992, James Carville era el asesor y estratega de los demócratas. El consultor político tenía una vasta trayectoria en la que había asesorado a figuras como el Primer Ministro inglés Tony Blair, el Presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso, el Canciller alemán Gerhard Schroeder, el Primer Ministro griego Constantin Mitsotakis, el Primer Ministro israelí Ehud Barak, el Presidente sudafricano Nelson Mandela y muchos más.

Fue ese consultor y en esa misma elección quien colocó en el búnker demócrata un cartel con una frase simple que ganaría luego una merecida fama histórica. La frase decía “¡It’s the economy, stupid!”.

Claro que no era solo una frase. Era la línea estratégica de la campaña. Era el santo y seña para ganar la elección. Y asesorado por Carville, el Partido Demócrata focalizó sus mensajes en la marcha de la economía. Sin irse por las ramas, sin perder el rumbo, sin entrar en los temas del adversario. La economía y solo la economía, allí estaba la elección. Había que insistir obsesiva y disciplinadamente en ese frente de batalla. Y el Partido Demócrata logró que ese fuera el tema de la campaña, y no la caída del comunismo.

Así fue como William Clinton ganó y fue Presidente.

La pregunta sigue siendo la misma que hacíamos más arriba. ¿Pudo pasar lo mismo en las elecciones 2004? ¿Había un mensaje político efectivo que los demócratas podrían haber dirigido al país azul? Tal vez sí, o por lo menos el Partido Demócrata tendría que haberlo intentado.

Táctica y estrategia en campañas electorales

Este breve estudio de las campañas exitosas de George W. Bush nos deja reflexiones de interés en este 2019 donde el presidente de los Estados Unidos Donald Trump trabaja por su reelección mientras diversos aspirantes demócratas intentan conquistar la nominación de su partido.

Posiblemente la reflexión más importante surge del hecho de que las campañas electorales ganadoras tienen un fuerte diseño estratégico. Ese diseño no surge de la inspirada intuición de un político o de un consultor sino de un estudio minucioso del electorado, en particular de su psicología política y del contexto político y psicosocial en el que se desarrolla la campaña.

A partir de ese estudio es que se toman las definiciones estratégicas básicas, unos pocos lineamientos centrales que van a articular el conjunto de la campaña. De estos ejes estratégicos depende buena parte del éxito o del fracaso.

Recién después vienen los pasos tácticos, las acciones concretas de carácter cotidiano. Este plano de la táctica debe traducir, a cada paso, los lineamientos estratégicos. Y debe hacerlo en forma minuciosa, disciplinada y precisa.

En las elecciones del año 2004 en los Estados Unidos, el Partido Republicano tomó decisiones estratégicas acertadas. Segmentó el electorado y se concentró en ese segmento. Lo trabajó intensa y coherentemente. Y ganó. Toda una lección de estrategia de campaña electoral.

Maquiavelo&Freud

https://maquiaveloyfreud.com/campanas-electorales-exitosas-george-bush/

España entre la negociación política y la campaña electoral

Daniel Eskibel

Victoria estratégica del presidente en funciones

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones, ha desarrollado a lo largo de este año 2019 una estrategia política que encamina a España hacia nuevas elecciones de las que su partido, el PSOE, podría salir favorecido.

En un artículo anterior escribí acerca de la negociación política fallida que culminó en el fracaso de la sesión de investidura de Pedro Sánchez. Antes de eso había escrito otros dos artículos sobre este agitado año político español: uno sobre los carteles electorales y otro sobre los indecisos.

Ahora, cuando una nueva convocatoria a elecciones se insinúa con más fuerza en el panorama político, parece más claro aún que España no está en una fase de negociación política sino básicamente de pre-campaña electoral.

Sobre estos temas me consultó la periodista Paola Bruni para un reportaje del diario El Confidencial. El reportaje incluye algunas de mis opiniones junto a las de la profesora de negociación Pilar Galeote, el experimentado negociador Fabián Márquez y la presidenta de la Asociación de Comunicación Política (ACOP) Verónica Fumanal.

Transcribo a continuación el diálogo previo que tuve por correo electrónico con la periodista. De esa manera puedes ampliar y contextualizar lo que aparece en el reportaje.

Factores que intervienen en una negociación política

Uno de los ejes de mi diálogo con El Confidencial tuvo que ver con la psicología de la negociación política. Veamos las preguntas y las respuestas:

¿Cómo se negocia una formación de Gobierno? ¿Existen estrategias trazadas de antemano que se diferencien de otro tipo de negociaciones (como las empresariales o laborales)?

Una negociación política tiene los atributos de cualquier otro tipo de negociación. Su núcleo básico es el mismo que el de una negociación empresarial, laboral o inclusive personal. Claro que a partir de allí tiene también especificidades que le dan una tonalidad levemente diferencial.

Una de esas especificidades es que los partidos políticos están, todos y todo el tiempo, en campaña permanente por persuadir a la opinión pública acerca de sus ideas, sus valores y sus acciones. La otra especificidad sería que en el caso de España formar un nuevo gobierno es una necesidad institucional fuerte pero con cierta dosis de debilidad política. Una debilidad marcada por el hecho de que siempre está la posibilidad del nuevo llamado a elecciones en caso de que no haya acuerdo.

¿Hay elementos comunes en este tipo de negociaciones? ¿Cuáles suelen ser los pasos básicos y determinantes?

Los pasos más determinantes son básicamente seis:

Tener la decisión de llegar a un acuerdo.

Negociar en privado, nunca en público.

Construir un vínculo de confianza mutua con la otra parte.

Conocer los intereses que subyacen a las posiciones políticas coyunturales.

Contar con negociadores hábiles y preparados.

Encerrarse a trabajar todo el tiempo que sea posible y con toda la energía, sabiendo que las soluciones no se “encuentran” sino que se producen.

¿Qué papel juegan los tiempos, la paciencia? ¿Y la emoción y el carisma de los líderes?

Cuando se va a negociar es indispensable una alta dosis de inteligencia emocional. Eso incluye paciencia, esfuerzo, tiempo, tranquilidad, estabilidad y emociones bajo control. Y saber captar las oportunidades para no dejarlas escapar.

Pero el carisma de los líderes poco y nada agrega a la mesa de negociaciones. Es más: lo mejor sería que los principales líderes no participaran en esa mesa y dejaran la tarea en manos de negociadores natos que actuaran con total profesionalismo. Los líderes tendrán la última palabra y tendrán su momento y tendrán que presentar públicamente el acuerdo y llevarlo luego a la práctica. Pero los acuerdos no se logran a golpe de carisma ni de autoridad.

¿Es mejor llevar una negociación en secreto o utilizar a la opinión pública como elemento de presión?

Si de verdad quieres negociar tienes que hacerlo en privado, con reserva, en espacios protegidos. Si optas por llamar a la opinión pública como elemento de presión, entonces estarás apelando a un elemento ajeno a la negociación misma y más bien propio de la estrategia política general. Lo cual es válido, pero es diferente.

De la negociación política al relato

El segundo eje de mi diálogo con la periodista de El Confidencial fue la actualidad política española a comienzos de septiembre de 2019:

¿Qué están haciendo bien el PSOE y Podemos y qué están haciendo mal para defender sus argumentos en esta negociación?

Ni el PSOE ni Podemos están negociando. Ambos están en campaña. Acá hay un contexto político que lo atraviesa todo y es la disputa por la supremacía dentro del campo de las izquierdas. El PSOE montó un gran dispositivo de comunicación política durante este verano. Y lo hizo en base a 3 ejes fundamentales:

Continuó con naturalidad como gobierno en funciones.

Se vinculó sistemáticamente con diversas organizaciones de la sociedad civil.

Elaboró y presentó una propuesta progresista de gobierno.

Estos ejes le permiten construir un relato simple y efectivo. Ese relato afirma que el PSOE hará un gobierno progresista, con arraigo en la sociedad civil, con un programa que incluye no solo las ideas propias sino también otras provenientes de sensibilidades sociales y políticas de izquierdas.

Este relato finamente construido acorrala a Podemos y lo ubica en una encrucijada. Porque Podemos perdería ante la opinión pública si impidiera un gobierno investido de ese relato. Y eso que perdería se lo ganaría el PSOE en la nueva convocatoria a elecciones. Claro que Podemos puede hacer lo contrario, entrar en la llamada “vía portuguesa” y permitir la formación de un gobierno exclusivamente socialista. Lo cual también beneficia al PSOE, por cierto.

Como vemos estamos muy lejos de aquel “sorpasso” que Podemos pretendía darle a los socialistas tiempo atrás. Muy lejos no en años sino en política. Porque este año 2019 ha marcado, en todas sus etapas, una gran superioridad estratégica del PSOE sobre Podemos.

Nada de lo que estamos viendo es negociación sino estrategia política. Aquí es donde ha estado la diferencia entre las izquierdas.

Iván Redondo y la operación Jaque Mate

Agrego ahora una reflexión final que no incluí en mis respuestas a El Confidencial. Una reflexión acerca del papel estratégico de la consultoría política en los partidos, los gobiernos y las campañas.

Pedro Sánchez ha logrado importantes objetivos políticos en los últimos años: triunfo en las primarias socialistas, moción de censura que terminó con el gobierno de Mariano Rajoy, conquista de la presidencia del Gobierno, mayoría de votos para el PSOE en las elecciones generales de abril de 2019, y luego mayoría de votos también en las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2019.

Todos estos triunfos tienen varios aspectos en común. Uno de ellos, seguramente de gran importancia, es que en todos ellos ha estado asesorado por el consultor político Iván Redondo.

Algunos informes periodísticos señalan a Redondo como el creador de la marca Pedro Sánchez. Otros informes lo sitúan como factor clave de la operación jaque mate contra Pablo Iglesias.

Más allá de toda duda es claro que la visión estratégica de Redondo está ayudando de gran manera a re-posicionar al PSOE.

Durante décadas otras fuerzas políticas intentaron desplazar a los socialistas de su posición hegemónica dentro de las izquierdas españolas. Nunca lo lograron, pero en años recientes surgió Podemos y los liderados por Pablo Iglesias estuvieron muy cerca de lograr ese objetivo histórico. Hasta que el PSOE comenzó esta nueva etapa marcada por el binomio Sánchez-Redondo. Uno en el primer plano de las decisiones políticas y el liderazgo, y el otro en el discreto segundo plano de la estrategia.

El nuevo enfoque estratégico de los socialistas españoles está recuperando buena parte del terreno que habían perdido frente a Podemos. Pero Podemos todavía no se entera porque en cierta medida aún cree que lo que está en curso es una negociación política.

De negociación política nada. Todo lo que está pasando tiene que ver con la estrategia política. De eso se trata.

Maquiavelo&Freud

https://maquiaveloyfreud.com/espana-negociacion-politica-campana-electoral/

La personalidad de los votantes

Daniel Eskibel

Los votantes no tienen personalidad. Eso parecen creer, por lo menos, muchos políticos e investigadores que no ven a las personas detrás de los votos. Ven lo más evidente: la edad, el sexo, la intención de voto, el perfil educativo, el nivel económico, la inclinación ideológica y la opinión sobre algunos temas de actualidad.

Pero se pierden lo decisivo: la personalidad, las emociones, lo inconsciente. Aspectos todos sobre los cuales la psicología tiene mucho que decir, por cierto.

Votantes, psicología y política

Carolina Valle me entrevistó sobre estos temas para la revista argentina Mustique. Me preguntó sobre la personalidad de los votantes y también me pidió algunos consejos para los electores de nuestro tiempo. Comparto contigo el diálogo completo con la periodista.

¿Se pueden clasificar los votantes según su personalidad?

La personalidad de los votantes es la gran olvidada de las campañas políticas. Pero es un factor decisivo. Tan decisivo que si conoces el perfil psicológico de los electores podrás comunicarte mejor con ellos. Con lo cual multiplicarás tu capacidad persuasiva y evitarás enormes gastos en publicidad no segmentada.

Claro que lo complejo es conocer ese perfil psicológico. La herramienta con la cual yo trabajo para ello es el Big Five, una de las construcciones teóricas de mayor consenso académico y de mayor utilidad práctica en múltiples áreas de aplicación.

El Big Five te permite investigar y perfilar al electorado en 5 grandes rasgos de personalidad que son Openness (apertura mental), Conscientiousness (escrupulosidad), Extraversion (extraversión), Agreeableness (amabilidad) y Neuroticism (estabilidad emocional). Es el modelo conocido como OCEAN.

Si clasificas al electorado en base a estos parámetros tendrás 5 tipos de votantes con características diferentes en cuanto a sus motivaciones, sus emociones, sus conductas y sus estilos cognitivos.

¿Cuáles son los 5 tipos de votantes?

Los 5 tipos específicos de votantes que identifico a partir de mi adaptación del Big Five a la política son los siguientes:

Votante emocional. Es un votante más impulsivo que elige candidato en función de la conexión emocional que siente con él. Esa conexión puede vincularse con la personalidad del candidato o con su estilo de comunicación política.

Votante social. Es un votante participativo, activo socialmente, que tiende a desarrollar una fuerte identidad partidista y que se siente a gusto en un contexto de campaña de mucha energía y muchos estímulos. Por lo general prefiere candidatos llenos de vitalidad y dinamismo.

Votante amable. Es un votante empático, cordial y tolerante. Huye del maximalismo, de la confrontación y de la comunicación incendiaria. Prefiere a los candidatos negociadores, tranquilos y moderados. Se instala más en las zonas grises que en los dilemas blanco versus negro.

Votante metódico. Es un votante que necesita que le presenten la información política de un modo ordenado y sistemático. Lo suyo son las estructuras claras para pensar. Sus preferencias van o bien hacia candidatos intelectualmente rigurosos o bien hacia campañas de comunicación muy metódicas y reflexivas.

Votante abierto. Es un votante imaginativo con gran apertura mental hacia lo nuevo. No se conforma con candidatos conocidos, partidos tradicionales o ideas ya establecidas. Busca la novedad, lo diferente, lo original. Y necesita estímulos complejos que lo alejen de lo convencional.

Si el votante no está 100 % convencido acerca de un candidato, ¿es preferible que vote en blanco?

Es muy difícil, si no imposible, estar 100 % convencido acerca de un candidato. El escritor alemán Günter Grass lo explicaba de un modo memorable. Decía que no estaba de acuerdo con su cara cuando se veía al espejo por las mañanas, que tampoco estaba de acuerdo con la mayoría de lo que él mismo escribía ya que al día siguiente descartaba el 90 %. Y agregaba que ni siquiera concordaba totalmente con sus amigos cuando conversaba con ellos. Así concluía que si no podía estar de acuerdo totalmente ni con su cara ni con sus amigos ni con lo que escribía…entonces era imposible que estuviera 100 % convencido acerca de un candidato.

De lo que se trata entonces no es de ese quimérico 100 % de convicción sino de realizar una elección razonable, fundamentada y que al elector le ofrezca ciertas garantías básicas en los asuntos que le resultan más importantes.

¿Las encuestas previas afectan la intención de voto?

Por un lado nos influyen en el sentido de que nos construyen un contexto y un marco interpretativo para pensar y decidir dentro del mismo. Un marco que establece quiénes son relevantes y quiénes no, quienes están creciendo y quiénes están bajando. Sería como una “prueba social” acerca del valor de los candidatos. Y esa prueba social es, como surge de las investigaciones de Robert Cialdini, uno de los 7 factores fundamentales de la persuasión.

Y por otro lado nos influyen en otro sentido que puede reforzar o contrarrestar al anterior. Y es que algunas personas tendrán la tendencia de ir en contra de la corriente y entonces votar por los que aparecen más débiles, mientras que otras personas tenderán hacia lo que se llama el bandwagon, el subirse al carro del vencedor.

¿Cómo ves la política en la Argentina? ¿Qué necesita?

Veo a la política argentina cayendo a menudo en la lógica del espectáculo. Esa lógica espectacular implica demasiado show mediático, cierta obsesión por el impacto de corto plazo, algo de descuido en la construcción de proyectos políticos sólidos y de largo plazo, y hasta ciertos énfasis cuasi melodramáticos en el lenguaje y la gestualidad, énfasis que subrayan y casi teatralizan las emociones.

Claro que no es la totalidad de la vida política argentina, pero es una tendencia bien visible y muy característica. Y claro que no es un rasgo exclusivo de la política argentina sino que aparece en buena parte del mundo occidental.

¿Qué necesita la política?

Desde mi punto de vista necesita liberarse de la trampa de la cultura del espectáculo.

¿Cómo se ve la Argentina desde la mirada internacional?

Debido a mi trabajo como consultor político estoy en contacto permanente con campañas electorales, empresas consultoras, partidos políticos y universidades de España y de varios países de América Latina. Y en todas partes se percibe cierta perplejidad acerca de la Argentina.

La frase que escucho con más frecuencia es “Argentina siempre está en crisis”. Y nadie puede comprenderlo porque al mismo tiempo se percibe la enorme riqueza de recursos materiales y humanos del país. ¿Cómo es posible que con tanto que los argentinos brindan al mundo, sin embargo estén con tanta frecuencia en situaciones de crisis políticas y económicas?

La mirada internacional es, pues, de creciente perplejidad.

¿Qué le recomendarías a un votante?

Son tiempos complejos para el votante. Tiempos de mucho stress y de pocos espacios para la reflexión. Tiempos donde el cerebro está saturado por un bombardeo sin piedad de información de dudosa calidad. Y tiempos en los cuales las fake news, la crispación emocional y la manipulación asoman por doquier. En ese contexto le podría recomendar al elector un mix de 5 puntos:

Liberar por lo menos un pequeño bloque de tiempo cada día para la desconexión, para colocarse aparte del incesante flujo de información. Porque los momentos más reflexivos van a ocurrir precisamente en esas pausas de desconexión.

Leer sobre política en unas pocas fuentes confiables que cada uno seleccione. Periodismo serio, equilibrado, veraz y que aporte ángulos diferentes para pensar.

Intentar descubrir en cada candidato a la persona detrás del personaje. La persona real, su vida, su personalidad, su trayectoria, sus logros, sus valores.

Alejarse de la política-show, de la política espectáculo, del rumor, de la banalidad y de la superficialidad.

Conversar de política con personas en las cuales confía. Conversar, sí. Directamente. Con la persona físicamente presente. Así de “old school”. Y donde dice “conversar” debe decir tanto hablar como escuchar. O tal vez escuchar más que hablar.

La personalidad de tus votantes

La entrevista de la revista Mustique finalizó con consejos para los votantes pero no para los políticos. Pero si eres dirigente político, candidato o miembro de un equipo de campaña electoral, entonces te diré que pienses en tus votantes, que los estudies y que intentes comprenderlos para poder comunicarte mejor con ellos.

Una recomendación, solo una: descubre las emociones y los tipos de personalidad de los votantes.

Maquiavelo&Freud

https://maquiaveloyfreud.com/personalidad-votantes/

La noche más importante en la vida de Martin Luther King

Daniel Eskibel

Nada ocurrió aquella noche.

Era viernes 27 de enero de 1956 y Martin Luther King regresaba a su casa de la ciudad de Montgomery, en el estado de Alabama, al sur de los Estados Unidos de América.

El joven pastor tenía 27 años y había estado detenido durante dos semanas por protestar contra la segregación racial. Pero aquel viernes no tenía nada de especial. Ni manifestaciones ni mitines ni discursos ni entrevistas radiales ni refriegas callejeras.

Nada.
Simplemente un joven volviendo a su casa. ¿Qué pasó al entrar a su hogar? ¿Por qué aquella fue la noche más importante de su vida?Simplemente un joven volviendo a su casa. ¿Qué pasó al entrar a su hogar? ¿Por qué aquella fue la noche más importante de su vida?

De Rosa Parks a Martin Luther King

Habían transcurrido unas pocas semanas desde el 1 de diciembre de 1955. Ese día Rosa Parks viajaba en el autobús en la misma ciudad de Montgomery. La costurera de 43 años iba sentada en uno de los asientos reservados para personas de raza negra.

En una de las paradas subieron varias personas blancas. Fue entonces que el chofer del autobús le ordenó a Rosa que se levantara y le dejara el asiento a un blanco.
Rosa se negó.
Y luego Rosa fue detenida.

La detención de Rosa Parks desató un boicot contra los autobuses de la ciudad. El boicot fue tan efectivo que la policía también detuvo a 90 personas que eran consideradas líderes del movimiento.

Uno de ellos era el joven pastor Martin Luther King, que era nuevo en la ciudad y en cuya iglesia se habían reunido los líderes de la comunidad negra local tras el arresto de Parks.

De esa detención regresaba King, ignorando lo que le deparaba la primera noche de su retorno a casa. Sin saber que lo que iba a ocurrir aquel viernes por la noche cambiaría su vida para siempre.

El nacimiento de un liderazgo
La casa de King estaba silenciosa y oscura. Su esposa y su hija pequeña dormían apaciblemente.

Martin se dirigió a la cocina y se preparó un café. Durante largo rato estuvo allí, sentado ante la mesa de la cocina.
Bebiendo su café.
Solo.
En silencio.
Pensando.

Martin Luther King tenía mucho para pensar. Los acontecimientos de las últimas semanas se habían disparado a toda velocidad: las detenciones, el boicot, las protestas, la agudización del conflicto racial, las injusticias que se volvían más evidentes, su involucramiento en el movimiento por los derechos de los negros, su propia prisión, la sociedad toda que parecía a punto de estallar…

King saboreaba el café y seguía reflexionando.
Así, a solas consigo mismo, fue encontrando las respuestas que buscaba.
Así, en la soledad nocturna de su cocina, fue tomando conciencia acerca de las expectativas que otros estaban depositando en él.
Así, en un espacio íntimo y tranquilo, fue aclarando su compromiso con su comunidad.
Así, silencioso y pensativo, fue decidiendo lo que haría a partir de ese momento.

Muchos años después el historiador David Garrow, quien ganaría el Premio Pulitzer por su biografía, escribiría que aquella noche fue la más importante de la vida de Martin Luther King.

Liderazgo político y soledad
Cuando pensamos en el liderazgo político generalmente pensamos en grandes escenas multitudinarias, en momentos épicos, en situaciones de alto voltaje histórico, en discursos inolvidables o en decisiones que todo lo cambian.

Pocas veces acude a nosotros una escena simple, un hombre común sentado ante la mesa de la cocina, tomando un café y reflexionando.

Y sin embargo las grandes escenas son imposibles sin las pequeñas y cotidianas. Digo más aún: el liderazgo político es imposible sin momentos solitarios.

En este caso la soledad no se refiere principalmente al ambiente que rodea circunstancialmente al individuo. Se refiere en forma sustancial a lo que ocurre dentro de uno mismo en determinado momento. No es el afuera sino el adentro.

Tampoco me refiero a la soledad en su vertiente negativa, a un percibirse aislado o alejado de los demás. Me refiero a la parte creativa y productiva de estar a gusto con uno mismo.

Por supuesto que en el liderazgo político es esencial la presencia de los otros y la dimensión colectiva. Pero eso que es esencial no es suficiente. Porque le falta algo cuya máxima expresión solo es aportada por los momentos de soledad.

¿Qué le aportan los momentos de soledad a los líderes políticos?

Son pausas, momentos de paz y tranquilidad en vidas que habitualmente están cargadas de mucha actividad, tensión y stress.
Serenan los ánimos y calman las emociones, ayudando a ubicar las cosas en sus justos términos.
Ayudan a reflexionar, a entrar en contacto con uno mismo, con sus deseos, sus valores y sus intenciones.
Contribuyen a comprender mejor a los demás al mirarlos con cierta perspectiva más serena.
Fomentan la creatividad, la apertura mental, el ensayo de nuevas miradas y el descubrimiento de nuevos enfoques.
Esos espacios de soledad permiten, en definitiva, que el cerebro procese la información que ya tiene disponible en lugar de estar siempre ingresando nueva información. Son espacios para trabajar, más que sobre los datos que otros dan, sobre los propios pensamientos, sentimientos, emociones y experiencias.

¿Líderes hiperactivos e hiper-conectados?
El siglo 21 dificulta al extremo la reflexión y los espacios de soledad. La tendencia es hacia una vida hiperactiva e hiper-conectada. Estamos siempre haciendo algo, siempre corriendo, siempre con alguien, siempre conectados.

Mensajes, publicidades, conversaciones, música, textos, fotografías, vídeos, audios, notificaciones, chats, posteos, comentarios, retweets, likes, más mensajes…todo gira, fluye, circula a toda velocidad por todas partes. El río de información no cesa nunca, no se detiene. Solo dejamos de estar inmersos en sus aguas cuando nos vence el cansancio y quedamos dormidos.

Y al despertar…pues al despertar el dinosaurio sigue allí. El ciclo infinito de la información nos está esperando para devorarnos minuto a minuto a lo largo de todo el día.

¿Tenemos más información?
Sí, claro que sí.
Pero eso no significa que estemos mejor informados.
Porque el secreto no está en la cantidad de información que podamos engullir sino en que sea información de calidad y en que la podamos procesar adecuadamente.

¿Acaso una buena alimentación implica comer cada vez más?
¿O en comer alimentos saludables y en la cantidad adecuada para que nuestro organismo los pueda procesar?
Alimentarse bien no es comer a toda hora sino comer y digerir.
Lo mismo ocurre con la información.

Por eso los líderes políticos necesitan espacios de soledad. Todos los necesitamos, en realidad. Es parte ineludible del bienestar psicológico y la salud mental. Pero cuando se trabaja mucho con la mente, pues en ese caso la necesidad crece en forma exponencial.

Los buenos líderes políticos tienen que ser muy activos, por supuesto. Pero también necesitan cultivar espacios de quietud, soledad y silencio.
Tienen que estar muy conectados, claro que sí. Pero también necesitan cultivar sus tiempos a solas consigo mismo.

¿Aspiras al liderazgo político?
No importa cual sea el horizonte de tu aspiración política. Podrá ser a nivel internacional, nacional, provincial o local. Pero sea como sea no alcanza con tu voluntad.

Para ser un líder tendrás que ser elegido colectivamente, claro está. También deberás tener algunas condiciones específicas. Y vas a necesitar mucha disciplina para vivir, para prepararte y para trabajar. Pero además deberás cultivar espacios de soledad para encontrarte contigo mismo.

Recuerda.
Cuando tengas que tomar una decisión importante.
Cuando estés acorralado por una situación de crisis.
Cuando todas las miradas se apoyen encima tuyo.
Cuando el vértigo de la semana te agobie.
Cuando llegues a una encrucijada del camino.
Cuando algo de eso pase…recuerda a Martin Luther King sentado ante la mesa de la cocina, tomando su café en silencio, solo consigo mismo, reflexionando.

¿Qué mejor ejemplo de liderazgo político que trasciende a su tiempo?

Maquiavelo &Freud
https://maquiaveloyfreud.com/liderazgo-politico-martin-luther-king/

La negociación política que dejó a España sin gobierno

Daniel Eskibel

Las portadas de los periódicos españoles del 26 de julio de 2019 mostraban la fotografía de un cabizbajo Pedro Sánchez. No era para menos, ya que el día anterior el candidato socialista había fracasado en su intento de investidura como Presidente del Gobierno.

¿Por qué fracasó si había ganado las elecciones generales 3 meses antes?

¿Por qué fracasó si ya tenía algunas coincidencias políticas básicas con su posible aliado de gobierno Pablo Iglesias?

¿Por qué fracasó si ya tenía previamente algunas experiencias políticas de cierto consenso con ese mismo posible aliado?

Y más importante aún: ¿qué podemos aprender del episodio?

10 apuntes sobre una negociación política fallida

La sesión de investidura de Pedro Sánchez reveló aspectos importantes no solo de la política española sino también de las peculiaridades de la negociación y de la estrategia política.

En los siguientes 10 apuntes repaso algunos de esos aspectos:

El sistema de partidos sigue siendo inestable. Durante décadas España tuvo un sistema bipartidista en el cual solo el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) tenían expectativas reales de acceder a la Presidencia del Gobierno. En los últimos 5 años surgieron nuevas formaciones (Ciudadanos, Podemos, Vox) que pusieron en cuestión aquel bipartidismo y fragmentaron el voto. Los nuevos partidos, de todos modos, no han logrado desplazar a los tradicionales. El sistema ya no es lo que era pero tampoco se ha estabilizado en una nueva estructura. Eso significa, inevitablemente, turbulencias políticas.

La negociación política es la clave del sistema. Negociar es una acción decisiva en todos los contextos políticos. Para todo: para consolidar una victoria, para achicar una derrota, para conquistar nuevas posiciones o para defender algunos logros. Cuando se trata de un sistema parlamentario como el español, entonces la negociación política se convierte en la herramienta más poderosa de los partidos políticos y al mismo tiempo en el oxígeno que permite respirar al sistema entero. Con más razón aún en tiempos turbulentos.

Los liderazgos políticos actuales son inexpertos. Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera, Pablo Iglesias y Santiago Abascal son los máximos líderes de sus partidos. Ninguno de ellos tiene un largo historial de liderazgo partidario ni de gestión de gobierno ni de convocatoria popular. Ninguno de ellos supera los 5 años de presencia destacada en la política española. Surgieron como un soplo de aire fresco para sus respectivos votantes, crecieron políticamente y ahora son grandes protagonistas del presente. Tal vez alguno de ellos sea hasta un gran proyecto de futuro, pero aún no lo sabemos.

El PSOE y Podemos hicieron de la negociación un espectáculo mediático. La negociación política debe ser privada. Para que sea efectiva tiene que ser llevada adelante por equipos negociadores que se reúnan de manera reservada, lejos de los micrófonos y de las cámaras, con suma discreción, con profesionalismo y con mucha paciencia. Lo que sí tiene que ser público y transparente es el resultado final, el acuerdo alcanzado entre las partes, pero nunca el proceso mismo. La negociación fracasa invariablemente si se transforma en campaña electoral o en espectáculo televisivo.

Fue una negociación marcada por los ataques y la desconfianza mutua. La empatía y la confianza facilitan la negociación. Los negociadores necesitan crear un clima empático en el cual se fortalezca la confianza mutua. Las filtraciones, los ataques políticos y las agresiones personales dinamitan ese clima y lanzan la negociación por el barranco.

Negociaron tarde y mal. La negociación política es un proceso. Se desarrolla a lo largo de un tiempo, el cual debe ser aprovechado sin especulaciones de menor calado que solo dilapidan ese valioso activo que es el tiempo. Un criterio fundamental debería ser el de comenzar por las coincidencias, continuar por las zonas de proximidad y así ir consolidando y avanzando poco a poco, conquistando mayor solidez antes de llegar a los temas más difíciles y que más separan.

A Podemos le faltó una dosis de Gramsci. Ya lo sabía el teórico marxista italiano Antonio Gramsci: conquistar trincheras es avanzar políticamente. Lo dijo con lucidez el diputado republicano Gabriel Rufián al señalarle a Iglesias que era extraordinario para Podemos lograr una vice presidencia y 3 ministerios con apenas 5 años de existencia política. Y lo dijo con poesía el diputado del Partido Nacionalista Vasco (PNV) Aitor Esteban cuando explicó que no se toma el cielo por asalto sino que se conquista nube por nube.

El PSOE olfateó la sangre y atacó. En el tramo final de la sesión de investidura los socialistas atacaron de manera demoledora a Podemos. Por momentos parecía casi una ejecución política, un ajuste de cuentas dentro del campo de las izquierdas. Seguramente las consecuencias serán negativas tanto para Pablo Iglesias como para su formación política.

Ciudadanos enfatizó en su viraje a la derecha. El movimiento político de Albert Rivera realiza desde hace ya un buen tiempo una trayectoria extraña: abandona el centro político donde no tenía competencia directa y podía desembarcar en los flancos moderados del PSOE y del PP, y al mismo tiempo intenta posicionarse en la derecha donde el PP mantiene su liderazgo histórico y donde Vox aparece como novedad. Estratégicamente parece un error importante. Empeorado por una oratoria malhumorada que parece buscar nada más que frases efectistas, todo muy por debajo de las posibilidades del propio Rivera.

El Partido Popular dejó que sus adversarios se equivocaran. La sonrisa de Pablo Casado sugería su rediseño estratégico. Lo mismo su oratoria fuertemente opositora pero institucional, tranquila y seria. La estrategia es clara: mostrar al PP como una fuerza segura y estable, al tiempo que le da espacio a sus adversarios y no los interrumpe mientras se equivocan. Con un as en la manga: la imposibilidad de ponerse de acuerdo por parte de las izquierdas seguramente provocará una menor participación de sus votantes en unas eventuales nuevas elecciones. Una abstención que podría cambiarlo todo, claro está.

El paisaje político español sigue inestable en 2019. La capacidad de negociación política de líderes y partidos es el principal factor que podría desbloquear la situación y que incluso podría comenzar a estabilizar el sistema. Aunque la crónica de la reciente negociación fallida abre un interrogante al respecto.

Recomendaciones para dirigentes políticos

Sea cual sea el lugar del mundo desde el cual lees este artículo, seguramente podrás extraer algunas recomendaciones que son válidas para todos los partidos políticos. Por ejemplo:

Capacita en negociación política a un grupo de tus más valiosos dirigentes.

Cuando es tiempo de negociar, pues negocia. Deja para después la batalla del relato, la lucha por imponer tu narrativa.

Nunca olvides que la política actual es lucha de trincheras. Tienes que ser frío y racional para valorar el peso de cada trinchera posible.

Nunca interrumpas a tu adversario mientras se equivoca. Let it be. Déjalo ser. Déjalo caer.

Recuerda que las tácticas efectistas de corto plazo te pueden dar notoriedad, pero lo que te da el triunfo es siempre la estrategia.

Analiza bien el contexto político y social antes de mover tus piezas. Y después también.

Conoce a tu adversario: sus posiciones políticas, pero también su psicología y sus necesidades.

Negocia. En privado. Con empatía. Creando confianza. Invirtiendo tiempo. Comenzando por las coincidencias. Negocia. Siempre.

La sociedad de hoy es muy compleja. Si eres dirigente político, ya no te bastará con el carisma, la intuición y la palabra. Vas a necesitar mucha estrategia y mucha negociación para lograr tus objetivos.

Prepárate.

Si no te preparas, pues entonces tarde o temprano los periódicos mostrarán en portada tu imagen cabizbaja.

Maquiavelo&Freud

https://maquiaveloyfreud.com/negociacion-politica-Espana-sin-gobierno/

Psicología del voto

Daniel Eskibel

La psicología del voto despierta la atención de por lo menos 4 segmentos sociales diferentes:

  1. Políticos y gobernantes que quieren descubrir las claves que les ayuden a conquistar esos votos que a veces parecen tan esquivos.
  2. Consultores políticos, agencias de publicidad y profesionales que trabajan en los equipos de campaña electoral que quieren ser más efectivos en sus tareas.
  3. Académicos que investigan y producen conocimiento sobre los factores que afectan las decisiones de voto de los ciudadanos.
  4. Periodistas que buscan informar a sus lectores y darles un perfil de lo que ocurre en la trastienda de las campañas electorales y de la comunicación política.

Todos ellos se preguntan por las razones y sinrazones del voto de cada persona.

El voto, la psicología, el cerebro y la sociedad

¿Se vota con el bolsillo o con el corazón? ¿Es diferente la psicología del votante de izquierdas que la del votante de derechas? ¿Qué es lo que más influye sobre el voto a un candidato: la sociedad o el cerebro? La psicología del voto nos ayuda a comprender estas y otras preguntas acerca de cómo votamos.

La periodista Aída Pereda me preguntó sobre estos temas para un reportaje que publicó el 18 de mayo de 2019 en Prensa Ibérica, un conglomerado que abarca 17 periódicos en 9 Comunidades Autónomas españolas con más de un millón y medio de lectores diarios en sus ediciones papel.

A continuación, comparto aspectos sustanciales de nuestro diálogo para dicho reportaje.

¿Hasta qué punto es nuestro cerebro quien elige qué votar?

Hasta el punto máximo. 100 %. Todas las decisiones humanas y todas las elecciones en todos los campos de la vida son resultado de procesos que ocurren en el cerebro.

Cuando se dice que “se vota con el bolsillo” (aludiendo al peso de los factores económicos) o que “se vota con el corazón” (aludiendo al peso del factor emocional), en realidad se están construyendo metáforas explicativas, pero el lugar real de la decisión de voto es el cerebro humano.

¿Es una decisión emocional o racional?

El voto es una decisión básicamente emocional, lo cual no excluye la participación de algunos factores racionales. Primero la persona siente. Eso que siente lo aproxima a determinadas ideas, partidos o candidatos. Luego la razón argumenta, explica, ilustra, amplía o justifica. Pero la base es emocional.

¿Cuánta subjetividad hay en la decisión de voto? ¿Y qué parte del cerebro decide?

La subjetividad es total. Lo que ocurre en las campañas electorales se basa mucho más en las percepciones que en las realidades. Y esas percepciones están contaminadas de emociones, factores irracionales, aprendizajes previos y hasta características de personalidad.

En la decisión intervienen varias zonas cerebrales considerando el papel decisivo de las emociones pero además teniendo en cuenta la intervención de zonas vinculadas a la percepción, la cognición y el lenguaje.

¿Es distinto el cerebro de una persona de derechas que el de una persona de izquierdas?

En especial en la última década hay estudios que sugieren la existencia de diferencias a nivel cerebral entre personas de izquierdas y personas de derechas. Pero no se trata de una determinación total ni mucho menos.

Es una base biológica inicial, pero después el ambiente familiar y social en el cual el niño se desarrolla será un factor decisivo. Y luego en la adolescencia ocurren los procesos directamente de socialización política que terminan de modular las inclinaciones políticas.

La corteza prefrontal del cerebro cobra especial importancia, ¿por qué?

La corteza pre-frontal es una zona muy importante en las funciones ejecutivas, en la asunción y finalización de conjuntos de tareas. Es una zona cerebral muy activa en la toma de decisiones complejas para las cuales hay que evaluar tanto factores internos como provenientes del exterior.

Y la decisión de voto tiene algo de esa complejidad que implica procesar diversos estímulos que provienen de lugares diferentes.

¿Cómo se relacionan nuestras decisiones particulares con el comportamiento político?

En realidad el comportamiento político de una persona es el resultado de una multiplicidad de decisiones particulares que se van adoptando a lo largo del tiempo.

Allí tenemos la decisión de ir o no ir a votar, la decisión de votar a un candidato y no a otro, la decisión de alinear o no alinear su voto actual con su voto pasado, la decisión de exponerse más o menos a la información política, la decisión de participar o no en determinado evento político, la decisión de darle a la política un papel central o lateral en su vida y una cantidad de decisiones más.

Al final el comportamiento político individual está hecho de todas estas decisiones. Y al mismo tiempo podemos hablar del comportamiento político de una sociedad o de un segmento social, comportamiento colectivo donde confluyen y se resignifican aquellos comportamientos individuales que señalaba.

¿Qué peso cobran los factores sociales que nos rodean a la hora de elegir?

Sigmund Freud explicaba que la psicología individual es, al mismo tiempo y desde un principio, psicología social. Los factores sociales están allí antes del nacimiento de un niño y son internalizados precozmente en su mundo interior a través principalmente del lenguaje.

Desde ese comienzo lo social ya no es algo meramente externo sino que también se vuelve parte del interior de cada uno. Entonces esos factores sociales siempre están presentes a la hora de elegir.

¿Cómo se explicaría el comportamiento irracional de voto?

Se explica, justamente, porque la base del voto es irracional.

En muchos ámbitos políticos y periodísticos se ha construido y defendido la bonita teoría de que la decisión de voto es un proceso mental racional en el cual cada quien analiza y compara a los candidatos y sus ideas, reflexiona con cuidado acerca de ellos y luego elige de una manera igualmente razonable.

Pero todo eso es falso.

La mente humana no funciona así. Jamás.

Es una teoría que en el fondo identifica la vida mental con la conciencia. Y hace ya más de 100 años que Freud descubrió el inconsciente y las motivaciones irracionales agazapadas hasta en las conductas que tienen una mayor apariencia de raciocinio.

Ya va siendo hora de que nos demos por enterados de que en torno al 98 % de la vida mental es inconsciente. Las decisiones del votante nunca resultan de sopesar conscientemente argumentos contrapuestos y optar luego por el más acertado.

Entre otras razones porque los argumentos que niegan lo que creemos son rechazados de plano de una manera casi automática, generalmente sin que tengan siquiera la oportunidad de ingresar a la mente. Es como que el cerebro se reserva el derecho de exclusión. Y es tan exclusivo que deja afuera todo lo que le hace ruido y lo que amenaza sus convicciones.

¿Influyen sobre el voto factores ajenos a la política como el estado del tiempo del día de la elección?

El principio que tendríamos que aplicar es el de la multi-causalidad. Lo que ocurre políticamente no ocurre por una sola causa sino que tiene detrás un complejo entramado de cadenas causales.

Entonces sería completamente erróneo pensar que un candidato ganó las elecciones porque hacía frío o calor. Pero al mismo tiempo tenemos que tener en cuenta que hay factores del día mismo de la elección que también tienen algo de influencia.

Por ejemplo: hace ya muchos años los entonces asesores de la Primera Ministra británica Margaret Thatcher descubrieron que en Gran Bretaña los electores tenían tendencia a votar a favor de quien estaba en el gobierno cuando las elecciones se hacían en épocas más cálidas.

De todos modos son asuntos que no hay que tomar como reglas definitivas y válidas en todo tiempo y lugar. En cada país hay que investigar el tema y descubrir si en cada caso existen al respecto algunos patrones de voto que sean significativos.

¿Es cierto que una voz grave nos inspira más confianza?

Algunas investigaciones sobre el hablar persuasivo han concluido que los hombres con voz grave resultan más persuasivos que los hombres con voz aguda. En esas mismas investigaciones no se obtuvieron resultados concluyentes respecto a las mujeres de voces más graves o más agudas.

Claro que tenemos que considerar que la voz, siendo importante, es uno de los factores de la comunicación no-verbal. Uno de ellos. Otros factores igualmente influyentes son la velocidad del habla, la entonación, los silencios, las miradas, las sonrisas, las micro expresiones faciales, los gestos con las manos, la postura corporal y el movimiento en el espacio circundante. Todo ello comunica. Y puede hacerlo bien o mal.

¿Qué factores influyen en la estabilidad del voto de una persona?

Un primer factor sería el sentido de pertenencia partidaria. Cuando pertenecer a determinado partido político se entrelaza con la propia identidad personal, entonces es difícil cambiar el voto porque significaría casi una ruptura con uno mismo.

Un segundo factor sería la estabilidad general en la vida de la persona. Si no hay grandes cambios que partan las aguas de la vida personal, entonces es poco probable que cambie de voto. Por contrapartida cambiar el voto es más posible en circunstancias de crisis vitales de la persona.

Y un tercer factor sería la personalidad del votante. Hay tipos de personalidad más inestables y tipos más estables, lo cual influye en diversos aspectos de la vida incluyendo las opciones electorales. También hay personalidades más permeables a los impactos emocionales que podrían tener más facilidades para el cambio.

La pertenencia partidaria, la personalidad y la estabilidad de la vida son factores poderosos para la estabilidad del voto. Como se ve, ninguno de ellos alude directamente a la coyuntura política que tal vez sea algo menos poderosa de lo que creemos.

Maquiavelo&Freud

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La nueva agenda de la comunicación política

Daniel Eskibel

La agenda de la comunicación política de nuestro tiempo está atravesada por lo menos por 5 vectores complejos que suelen despertar polémicas y debates. Esos vectores son:

1. El marketing político.

2. La agenda setting.

3. Las fake news.

4. Las redes sociales.

5. Las estrategias políticas.

Estos 5 vectores influyen de manera decisiva en ese campo de fuerzas que es la agenda actual de la comunicación política.

Comunicación política y marketing político: conectados pero diferentes

El marketing político es un sistema heterogéneo de teorías, prácticas, métodos y técnicas que ayuda a las organizaciones políticas a comprender el mercado electoral y a operar con mayor eficacia dentro del mismo. Sus claves son la investigación, la estrategia y la comunicación política.

A su vez la comunicación política es una actividad que está en el núcleo mismo de la política, en su génesis, en su ADN.

La política que no se comunica de una u otra manera no existe. Si es política es comunicación, inevitablemente.

Si partimos de estas bases, entonces, vemos que marketing político y comunicación política son actividades que pueden estar estrechamente conectadas pero que en sí mismas son diferentes. Una es parte misma de la identidad política, la otra viene en su ayuda para hacerla conocer, trascender y asimilar por parte de la sociedad.

Ambas actividades se entrelazan de modo muy íntimo en el proceso que conocemos como agenda setting, que básicamente se refiere al establecimiento de la agenda política.

¿Quién instala los temas de comunicación política?

Establecer la agenda es esencialmente marcar sobre qué temas políticos se habla y dentro de cuales estructuras o narrativas.

Desde el fondo de los tiempos un aspecto esencial de la disputa política es la lucha por establecer la agenda. En tiempos no tan lejanos los medios de comunicación tradicionales tenían una posición relevante y casi sin competidores en materia de agenda.

De hecho podías seguir el recorrido de una noticia. Veías por ejemplo que la noticia se instalaba en los medios más influyentes de prensa escrita, se desarrollaba en los programas radiales matutinos y se hacía masiva en los informativos nocturnos de la televisión.

Esa dinámica cambió al ritmo de los cambios en los medios, del surgimiento de nuevas vías y canales, y de la profunda transformación de las comunicaciones que se originan en la revolución tecnológica.

El impacto de internet y en particular de las redes sociales sacudió con fuerza aquel paradigma de agenda setting. Y afectó profundamente la posición de los medios tradicionales que tanta influencia tenían en la definición del menú de temas de comunicación política.

Los medios de comunicación reaccionaron de formas diferentes a estos cambios. Muchos medios fallaron en su adaptación a los nuevos tiempos y directamente han desaparecido. Otros se han adaptado mejor, trabajan con fuertes plataformas digitales y se manejan con inteligencia en redes sociales.

Estos últimos siguen conservando, o mas bien re-creando, una posición importante a la hora de fijar agenda. Y son vitales para que la comunicación política no sea desnaturalizada por las fake news que crecen y se reproducen a velocidad de vértigo.

El desafío de las fake news

Hay por lo menos 2 factores que subrayan la potencia disruptiva de las fake news en la comunicación política contemporánea:

1. El concepto mismo de fake news: noticias que por ser falsas no son noticias aunque sean consumidas y percibidas como tales.

2. Las pautas actuales de consumo informativo por parte del público (algunas investigaciones ya adelantan que en una fecha tan cercana como 2022 el público occidental consumirá más noticias falsas que verdaderas).

Esta instalación de noticias falsas en la agenda política es un enorme desafío para los medios de comunicación tradicionales pero también para los partidos políticos y las campañas electorales. Porque quien hoy crea que se beneficia de las noticias falsas será políticamente arrasado mañana por esas mismas noticias falsas.

En ese plano es vital el trabajo de medios periodísticos serios, de redacciones de prensa con oficio, de periodistas profesionales que investiguen y verifiquen y en general de una prensa libre, rigurosa e independiente.

La lucha por instalar los temas políticos continuará siempre porque está en la base misma de la acción política. Pero la profesionalidad periodística ayudará a que las reglas del juego sean más estables, a que los partidos políticos tengan mayores garantías, a que la discusión pública sea sobre asuntos reales y a que los ciudadanos tomen decisiones con información de mayor calidad.

Por supuesto que en este y en cualquier escenario los consultores políticos tenemos que situarnos en el terreno profesional, en la ética, en el trabajo, en la seriedad, en asesorar con respaldo técnico y académico, en asesorar sobre lo que sabemos, en asesorar a partir de la experiencia, y en definitiva en actuar como especialistas y no como vendedores de humo.

WhatsApp, Facebook y las redes sociales clandestinas

Un caso especialmente significativo en el actual escenario de comunicación política es el de WhatsApp.

Marta Peirano, una de las más inteligentes y respetadas voces españolas en materia de tecnología y privacidad, ha definido a WhatsApp como “el primer medio de comunicación de masas secreto”.

La aplicación nació como sistema de mensajería instantánea pero se ha desarrollado en otras direcciones y ya comenzó a jugar un papel relevante en campañas electorales y comunicación política.

Es usado universalmente como mensajería, claro está. Pero además es un medio de comunicación masivo aunque no lo parezca. Y también es una red social, aunque tampoco lo parezca. Por WhatsApp circulan mensajes políticos, mensajes personales, noticias reales, noticias falsas, textos, vídeos, audios y todo un enorme torrente de contenidos.

De hecho es una red social cerrada que crea verdaderas burbujas de comunicación que permiten que las personas eventualmente vivan dentro de esa burbuja, expuestas a un bombardeo de comunicaciones que vienen en un mismo sentido y con escaso o nulo acceso a comunicaciones políticas diferentes.

Son comunicaciones que tienen el valor agregado de la credibilidad emanada de que los mensajes se reciben procedentes de una persona conocida o de un grupo del que se forma parte.

Más el plus de que se reciben en ese espacio que parece tan íntimo y confiable pero que en realidad no lo es tanto: el espacio de la pantalla del smartphone. Ese smartphone que se ha vuelto una extensión de nuestro propio cuerpo y tal vez de nuestra propia mente.

En este escenario la comunicación política adopta modalidades nuevas, produce efectos diferentes y plantea desafíos muy complejos.

También podemos incluir a Facebook dentro de este contexto de redes sociales clandestinas por las cuales circulan mensajes que están ocultos para el público general pero que causan gran impacto en los segmentos sociales hacia los que se apunta en cada caso.

Me refiero en especial a la publicidad opaca u oscura que puede dirigirse a micro segmentos de Facebook pero que no son percibidas por nadie más que por los integrantes de esos segmentos.

Estos fenómenos sociales son un verdadero desafío para la comunicación política pero también para la propia política y al final del día también para la salud democrática de los países.

Porque se pueden convertir en compartimientos sociales, comunicacionales, psicológicos y políticos totalmente aislados unos de otros, donde ocurren comunicaciones y se generan percepciones que en ocasiones pueden llegar a extremos de manipulación sorprendentes.

Esos mundos cerrados y opacos son micro mundos donde se producen muchos fenómenos políticos que tienden a ser bastante radicales y extremos. Justamente por ser tan opacos y cerrados es que pueden resbalar con cierta facilidad por esa pendiente.

Comunicación política en tiempos turbulentos

Vivimos en tiempos turbulentos pero a pesar de todo los ejes de la estrategia política siguen girando en torno a los mismos asuntos:

• Definir cuáles son los segmentos de público a los que tu campaña se va a dirigir.

• Detectar los problemas de las personas de cada uno de esos segmentos.

• Estudiar a tu adversario para enfrentarlo mejor.

• Elaborar el mensaje a comunicar.

• Determinar las vías a través de las cuales llegarás a tus públicos.

• Organizar tu estrategia tanto en el territorio geográfico como en el territorio digital.

• Definir cuáles serán tus recursos humanos y tus recursos materiales.

• Planificar tu cronograma y el timing de tus acciones.

• Evaluar sistemáticamente el impacto de tu campaña.

Claro que estos ejes deben tener en cuenta en un lugar jerárquico el contexto político, social y cultural en el que se desarrollan las acciones.

Un contexto en el cual la comunicación política está como siempre inmersa en la batalla política general y en la batalla por controlar o por lo menos influir sobre la agenda temática.

Pero un contexto donde además la comunicación política se debate entre fake news, rumores y redes sociales clandestinas. Y donde el consumo de información se hace más veloz, más fragmentario y más superficial.

La comunicación política de hoy debe considerar, también, el lugar hacia el cual nuestras sociedades parecería que se van dirigiendo.

Porque las tendencias de nuestro tiempo van empujando hacia sociedades hiper conectadas pero solitarias, hacia decisiones donde pesa menos la reflexión y más el sentido tribal de los pequeños grupos identitarios, hacia personas decidiendo rápidamente y sin prestar demasiada atención.

Hacia allí se van moviendo las cosas, y el desafío es hacer comunicación política en un contexto tan complejo y tan difícil como ese.

Considerando esas tendencias la investigación pasa a ser un aspecto decisivo. Siempre lo ha sido, claro. Pero en cada nueva campaña que tengamos la investigación será mucho más necesaria cada vez.

Porque nuestra obligación es tratar de comprender cada vez mejor a los votantes. Eso no se logra de otra manera que no sea investigando.

Maquiavelo&Freud

https://maquiaveloyfreud.com/nueva-agenda-comunicacion-politica/

Cómo lograr que la comunicación política interna sea confidencial

Daniel Eskibel

¿Te imaginas el desastre electoral que podría ocurrir si se filtraran los mensajes confidenciales que cruzan entre sí los integrantes de una campaña presidencial?

Pues no te lo imagines. Alcanza con recordar lo que le ocurrió a Hillary Clinton en 2016. La filtración de decenas de miles de correos electrónicos de su campaña electoral puso en conocimiento de la opinión pública las comunicaciones internas entre ella y su equipo así como los mensajes intercambiados entre sus colaboradores.

Aquello fue el comienzo del fin para sus aspiraciones presidenciales. Basta seguir las noticias de actualidad para comprender que no fue un caso aislado ni mucho menos. Lo cual me lleva a preguntarte: ¿estás realmente seguro de que tu comunicación política interna está a salvo de miradas indiscretas?

Me atrevo a suponer que no estás tan seguro como crees estar.

No tengo nada que esconder

Hay un error que se ha vuelto viral entre políticos, candidatos, gobernantes y consultores. Se puede resumir en la frase “yo no tengo nada que esconder”.

Como no hay nada oculto tampoco me tengo que preocupar demasiado. Y si no me preocupo demasiado me alcanza con usar las herramientas de comunicación que todos usan y que tienen detrás el respaldo de enormes compañías multinacionales.

Eso es lo que hacía John aquel sábado 19 de marzo de 2016. Aquel sábado John Podesta, por entonces jefe de la campaña presidencial de Hillary Clinton, trabajaba confiadamente en su computadora.

Era un hombre inteligente, culto y de gran experiencia política. Abogado y profesor de Derecho, había sido senador, jefe de gabinete del Presidente Bill Clinton y consejero del Presidente Barack Obama. Un verdadero peso pesado del Partido Demócrata y en general de la vida política de los Estados Unidos de América.

Estaba en su oficina. Trabajaba con tranquilidad. En un ambiente confiable y seguro. Con las herramientas habituales. En su pantalla tenía abierto su correo electrónico personal. El Gmail. El que siempre usaba.

Fue apenas un clic. Solo uno. Un simple clic en un enlace en un correo electrónico. Ese clic disparó una pesadilla electoral para su partido. Ese solo clic, tan inocente, abrió la puerta para un gigantesco hackeo de su cuenta y a través de ella del correo de Hillary y de otros muchos dirigentes demócratas.

Aquel clic de John fue el disparador. Decenas de miles de mensajes internos quedaron expuestos ante la opinión pública. Mensajes confidenciales. Pensados exclusivamente para el intercambio interno de la campaña y del partido.

Bastó un solo clic para precipitar la derrota de Hillary Clinton y el triunfo de Donald Trump. Podría decirse que aquel clic abrió un nuevo tiempo político en el mundo entero. Y marcó para siempre la carrera política de John Podesta.

La lección que nos deja el episodio es que la comunicación política digital presenta riesgos mucho más poderosos que los que vemos a simple vista. Y que la extendida idea de que no tenemos nada que esconder resulta un marco mental peligroso que generalmente nos conduce a graves errores.

El marco mental adecuado para campañas electorales, para gobiernos, para empresas consultoras y para partidos políticos es que la comunicación interna debe ser confidencial.

Ya sabes: confidencial, reservada, exclusiva para sus destinatarios y cerrada para el público general.

La confidencialidad de la comunicación interna es el equivalente colectivo a la privacidad de las comunicaciones personales. Para cualquier persona hay comunicaciones que son públicas y otras que son privadas. Y separar ambos campos es importante para el bienestar psicológico.

Del mismo modo deben diferenciarse las comunicaciones internas y externas de una organización política o empresarial. Unas son públicas, claro está. Pero las otras son privadas, confidenciales, reservadas.

Pero si quieres que la comunicación interna de tu organización sea confidencial, entonces deberás evaluar seriamente cuales son las herramientas que utilizas para ello.

¿De qué valdrían todos tus esfuerzos políticos si finalmente un hackeo o cualquier intrusión indebida diera por tierra con todo?

Canales de comunicación política interna

A principios de 2019 realicé una investigación entre los lectores de Maquiavelo & Freud. Es un público con formación universitaria y que ocupa lugares relevantes en partidos políticos, gobiernos y empresas consultoras.

811 personas respondieron online mis preguntas sobre herramientas de comunicación política. Los resultados son los siguientes:

El correo electrónico es para el 40 % de los encuestados el canal preferido para la comunicación política o profesional a distancia. En segundo lugar aparece el teléfono (33 %) y luego los mensajes (27 %).

El dato anterior tiene un matiz generacional: el 55 % de los Baby Boomers (nacidos entre 1943 y 1960) prefiere el email como principal canal de comunicación política o profesional, pero los más jóvenes (Millenials y Centenials) prefieren el teléfono como canal principal.

El 65 % utiliza Gmail para las comunicaciones importantes por correo electrónico, mientras el 19 % usa Hotmail / Outlook.

El 68 % prefiere WhatsApp para enviar y recibir importantes mensajes políticos o profesionales, al tiempo que el 11 % prefiere Telegram.

Cuando se trata de comunicaciones telefónicas el 64 % habla por la línea del móvil, el 11 % por la línea fija y otro 11 % por WhatsApp.

Para enviar y recibir archivos políticos o profesionales que sean importantes, el 37 % elige hacerlo por correo electrónico, el 20 % por Google Drive, el 16 % por WhatsApp y el 10 % por WeTransfer.

Las principales aplicaciones de comunicación que tienen instaladas los encuestados son WhatsApp (96 %), Facebook Messenger (77 %), Skype (44 %) y Telegram (31 %).

Si te ves reflejado en estos resultados, entonces no estás seguro. Porque todas las herramientas mencionadas como mayoritarias, todas, presentan debilidades de seguridad relativamente importantes.

8 recomendaciones para una comunicación política segura

No es necesario que te transformes en un hacker para mejorar de manera extraordinaria la seguridad de tus comunicaciones políticas confidenciales. Basta con seguir lo que recomiendan los expertos. En tal sentido te presento lo que yo mismo he recopilado estudiando a los principales investigadores.

Las recomendaciones principales en materia de comunicación política confidencial son las siguientes:

  • Durante las reuniones los teléfonos móviles deben estar fuera de la habitación. Con apagarlos no basta: sácalos del lugar.
  • Encripta el disco duro de tu ordenador. Seguramente hay un informático en tu equipo que te puede ayudar a hacerlo.
  • Si te conectas a una red wifi pública (por ejemplo en hoteles, aeropuertos, bares o tiendas) utiliza siempre una red privada virtual (VPN). En mi caso uso ExpresVPN (veloz, segura y fácil de usar).
  • Para hablar por teléfono utiliza Signal (es gratis y todas las llamadas de voz y las video llamadas son encriptadas e imposibles de interceptar).
  • Usa Signal también para enviar y recibir mensajes instantáneos de texto, audio o vídeo, para compartir imágenes y documentos, y para grupos de comunicación. El cifrado es automático, es el más avanzado disponible actualmente y no puede ser quebrado ni siquiera por las más poderosas agencias de inteligencia.
  • Para el correo electrónico usa ProtonMail (correo electrónico protegido con cifrado de extremo a extremo, regulado por las estrictas leyes suizas de privacidad, y con el centro de datos más seguro de Europa ubicado bajo mil metros de roca sólida).
  • Si usas Telegram para mensajería, recuerda realizar las comunicaciones confidenciales a través de su chat secreto.
  • Gestiona tus contraseñas con 1Password (una forma segura de guardar y gestionar tus passwords).

Son 8 recomendaciones. Hay otros servicios similares, claro está. Pero estos son los que te recomiendo porque yo mismo los uso y confío en ellos.

Una red segura para tu organización

Filtraciones, hackeos, noticias falsas, espionaje, manipulación de información, venta de datos, pérdida de privacidad, vigilancia, escándalos políticos…esa es nuestra realidad de hoy.

Tienes que prepararte para vivir, trabajar y hacer política en esa realidad compleja que nos toca vivir. Y para eso no puedes ser ingenuo y debes adoptar las herramientas necesarias. No lo dejes para después porque puede ser demasiado tarde. Hazlo ahora mismo.

Si eres consciente de todo esto deberías jugar un papel clave en tu organización. Informando a tus compañeros, persuadiendo, educando. Tienes que lograr la construcción de una red de comunicaciones confiables dentro de tu partido político, tu campaña electoral, tu empresa o tu gobierno.

Para eso nada mejor que compartir este artículo con las personas clave de tu organización. Que a nadie le pase lo mismo que al confiado John Podesta.

Maquiavelo&Freud

https://maquiaveloyfreud.com/comunicacion-politica-interna-confidencial/

Estrategias políticas de contraste

Daniel Eskibel

El alemán Wilhelm Röntgen recibió en 1901 el primer premio Nobel de Física por su descubrimiento de los rayos X. Sin embargo, y casi simultáneamente, la ciudad de New Jersey prohibió la utilización de esos mismos rayos X alegando que de aplicarse a los binoculares de teatro permitiría ver a través de la ropa el cuerpo desnudo de las señoras. El rumor acerca de aquellos misteriosos poderes de los rayos X, por otra parte, disparó las ventas de ciertas ropas que decían ser “a prueba de rayos X”.

Por aquellos tiempos causaba asombro la existencia de una radiación electromagnética que pudiera atravesar el papel, la madera o el cuerpo humano sin que el ojo fuera capaz de detectarla. Ver los huesos a través de la carne era algo inaudito. ¿Cómo ver lo que habitualmente no se ve? Con rayos X, claro. Pero ayudados con algo más: el contraste radiológico. Ese contraste radiológico es una sustancia que realza las imágenes de estructuras que normalmente no son visibles porque tienen la misma densidad que estructuras vecinas.

Contraste, entonces. Y contrastar es exactamente eso: realzar algo que normalmente no se ve. Ponerlo en evidencia. Eso ocurre, también, en las campañas políticas.

Votantes con rayos X

Una estrategia política de contraste se realiza para brindar a los votantes un super poder: el poder de ver más allá de las apariencias, el poder de atravesar las capas superficiales de la política para ver lo que antes no se veía, el poder de descubrir lo oculto.

Ya sabes: lo esencial suele ser invisible a los ojos.

Cada campaña política resalta las fortalezas más importantes de su candidato y de su partido. Coloca dichas fortalezas en la agenda política, las despliega en los medios de comunicación y las capitaliza en el escenario electoral. Pero al mismo tiempo sabemos que todo candidato tiene su zona oscura.

¿Cuál es esa “zona oscura”?

Pues los errores, las debilidades, las inconsistencias, los fallos, las malas acciones, los tropezones. Los del candidato y los del partido. Los personales y los políticos. Los suyos propios y los de su entorno. Los pequeños y los grandes. Los contundentes y los opinables. Los deliberados y los accidentales. En suma: toda una zona, generalmente amplia y profunda, que no se expone ante la vista de los votantes.

En una campaña electoral, por ejemplo, tenemos a todos los candidatos mostrando sus fortalezas ante el público. Y por detrás de esas fortalezas tenemos las zonas oscuras de cada uno de ellos.

¿Quién muestra a los votantes esa zona oscura? ¿Quién les da esos rayos X para atravesar la superficie de la campaña?

Lo hace, en primer lugar, el buen periodismo. El periodismo crítico, inteligente, investigador y comprometido solamente con mostrar los hechos.

Y en segundo lugar lo hacen algunas campañas que enfocan las luces sobre la zona oscura de otros como estrategia de ataque contra sus posiciones.

¿Por qué atacar al candidato rival?

El ataque contra los rivales políticos constituye un hecho reiterado y casi habitual en las campañas electorales. Sin embargo, la gran mayoría de las campañas ataca por las razones equivocadas.

Una lista preliminar de esas razones equivocadas para el ataque incluye:

El estado de ánimo del candidato y su equipo de campaña: malhumor, miedo, desesperación, ira y alteraciones emocionales en general.

Las características agresivas de la personalidad del candidato y/o su equipo.

Las demandas insistentes del entorno personal, político o social.

El rechazo hacia las ideas, las actitudes o la personalidad del rival.

La rutina política y los estereotipos de campaña que transforman en “natural” el ataque.

Un mecanismo defensivo casi reflejo que se dispara al sentirse atacados.

El concepto erróneo de que todo ataque le resta votos al atacado.

En realidad la única razón acertada para el ataque debe ser la estrategia. O sea: atacar por diseño estratégico y no por las razones equivocadas señaladas antes.

¿Cuándo atacar por diseño estratégico?

Cuando el rival encabeza las preferencias electorales y el atacante es el segundo. O cuando el atacante es el primero pero el rival viene creciendo tan aceleradamente que amenaza seriamente su lugar.

Solo en tales situaciones corresponde el ataque frontal contra el rival para contrastarlo con nuestro candidato. Porque en las demás situaciones el ataque siempre fracasa.

Algunos ataques son un boomerang

Es casi una ley inexorable: el ataque se transforma en un boomerang cuando no es por diseño estratégico. Esto contradice la ingenua visión de algunos políticos que creen que el ataque por sí solo conquista votos y los aleja del rival.

En realidad suele suceder al revés: el ataque sin estrategia se vuelve en contra del atacante y lo golpea duramente. Al final termina siendo el atacante quien pierde votos. Lo cual parece lógico considerando, entre otros, los siguientes aspectos:

Si el votante no está enojado es muy difícil que valore positivamente un fuerte ataque político.

Si el atacado no es rival directo del atacante, el votante se confunde y puede alejarse del atacante.

El ataque pierde toda su efectividad si no se refiere a un tema importante para el votante.

El votante no necesariamente comparte los odios y las fobias del atacante.

Muchas veces la respuesta del atacado demuele al atacante.

En ocasiones el ataque beneficia a un tercero que crece mientras los otros dos luchan a muerte.

Decidir un ataque, pues, debe ser fruto de una estrategia sólida y fundamentada. Lo mismo cabe respecto a cuál será el punto exacto sobre el cual se dirigirá el ataque. ¿Cuál es el contraste que queremos mostrar al público?

Quien ataca la debilidad pierde

Ya es sabido que el ataque indiscriminado nunca es efectivo. Si atacas en todos los frentes simultáneamente seguramente vas a fracasar en todos los frentes. Entre otras cosas porque le estás pidiendo al votante algo psicológicamente imposible: contrastar tu fortaleza con todos y cada uno de los aspectos del rival.

Es necesario concentrar el ataque en un frente lo más estrecho posible. Y golpear allí con todas las fuerzas disponibles. El resto es dispersión y mal uso de los recursos.

El gran dilema es siempre determinar el punto exacto dónde golpear.

Y la respuesta más frecuente es la más equivocada: en la debilidad del candidato rival. Partiendo de la base de que todo candidato tiene su punto débil, se trataría de investigar, encontrar y contrastar ese punto débil con la fortaleza nuestra.

Tal estrategia no funciona.

No funciona porque esa debilidad es la que más estará protegiendo el equipo de campaña rival.

Y tampoco funciona porque el votante prefiere a ese candidato no porque desconozca su debilidad sino a pesar de ella. Sabe de esa debilidad e igual lo vota porque lo que lo mueve es la fortaleza del candidato, y esa fortaleza es la que compensa la debilidad.

Para que el contraste sea efectivo hay que atacar en otro lugar.

Y sorprender.

Atacar la fortaleza es la clave

Parece ir en contra de la intuición y de lo políticamente correcto, pero la clave es atacar la fortaleza del contrario. Piénsalo en términos bélicos. Solo podrás derrotar al ejército enemigo si atacas su fortaleza. Atacar el punto más débil solo dispersará tus esfuerzos en fuegos de artificio totalmente ineficaces.

Atacar la fortaleza, entonces.

Porque si haces daño allí será como colocar un misil en la línea de flotación del rival. Ese contraste sí será poderoso. El adversario podrá perder votos o simpatías recién cuando se debilite el punto más fuerte que le ven sus potenciales votantes.

Al final del día la estrategia de contraste no va dirigida al rival sino al votante. Es en la psicología del votante donde queremos provocar un efecto. Y ese efecto es que se debilite la fortaleza que hasta entonces percibía ese votante en ese candidato.

Cuidado con la radiación

Una estrategia política de contraste le brinda rayos X a los votantes. Les ayuda a ver que la fortaleza que perciben en la imagen superficial del rival lleva escondida una grieta que la fractura. El contraste a lograr se tiene que producir en la mente de los votantes. Y debe ser un contraste entre nuestra fortaleza, intacta y potente, y la quebrada fortaleza del rival.

Claro que el ataque para producir ese contraste debe realizarse bien.

Eso significa que el contraste debe ser por diseño, por estrategia. Y que debe tener una puntería milimétrica para golpear exactamente en el lugar preciso.

Ya sabes que para manejar bien la técnica de los rayos X tienes que tener mucho cuidado con la radiación.

El cuidado, tanto en los rayos X como en la estrategia de contraste, pasa por seguir un protocolo riguroso.

Nota: este artículo lo publiqué originalmente en la Revista Acción Política que se edita en Colombia, Venezuela, República Dominicana y Perú.

Maquiavelo&Freud

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