Piero Trepiccione
¿Candidato o partido? El dilema electoral que paraliza
¿Quién tiene el mayor peso?
Venezuela va a confrontar un nuevo proceso electoral. Más allá de las repercusiones o impactos provocados por su situación política particular, es importante evaluar el momento actual y el estatus de la opinión pública, para determinar en consecuencia hacia dónde deben apuntar los elementos estratégicos, que podrían hacer exitosas las campañas electorales en cada estado y municipio del país. Vale decir, qué tanto de retorno político se puede lograr traducido en votos si nos enfocamos en uno u otro sentido.
Se debe apuntalar y focalizar la campaña hacia las fortalezas del o los partidos que respaldan a un determinado candidato, en función de aprovechar al máximo sus potencialidades y apegos partidarios; o, por el contrario, se debe hacer énfasis en la personalidad del candidato y su mensaje para que conecte con la población y reactive la fuerza popular hacia el ejercicio ciudadano. ¿Cuál de estos dos formatos de acción estratégicos en política electoral tendría más peso y relevancia para la motivación generalizada de apoyos?
Personalidad versus ideología
La personalidad de los candidatos ha venido ganando terreno en el mundo entero frente a la otrora solidez de los partidos. Si bien es cierto que un partido te garantiza un nivel de base partidario y organizativo con el cual arrancar una competición electoral, es aún más cierto que han venido mermando los apoyos sociales a este formato típico, que presenta grandes desgastes en la actualidad.
En el pasado, las ideologías representaban esquemas de pensamiento que aglutinaban con mucha fuerza a decenas de miles de personas que se incorporaban, o bien a la militancia o bien a la simpatía partidista. Con ello, las personas se inclinaban más a votar por el partido más allá inclusive si el candidato les gustaba o no. Vale decir, que, en realidad, la lucha política se circunscribía más a obtener el apoyo del partido, que era clave para poder ganar una elección y no tanto enfocarse en el discurso y expresión de la personalidad del líder para la consecución de los votos. En el presente, la personalidad del líder o candidato ocupa un rol destacado en el eje de una campaña electoral.
¿Y en consecuencia?
De cara al compromiso electoral convocado para el próximo 21 de noviembre por el CNE, vamos a tener 23 campañas electorales particulares en cada estado y también 335 en los ámbitos municipales. Ante ello, tendremos que ver el énfasis estratégico que cada formación política le pone como impronta a sus abanderados.
Hasta ahora seguimos viendo un protagonismo extremo de los partidos en la designación de candidatos, muchos de ellos inclusive, obedecen más a cuotas que a liderazgos propiamente conectados con sus regiones. Es decir, seguimos apreciando prácticas en las decisiones políticas en Venezuela más alineadas con formatos anteriores.
Esto puede traer como consecuencia que aquellos lugares donde se presenten alternativas que hagan mucho énfasis en la personalidad y en la comunicación política más desenfadada y desideologizada, pudieran generar grandes victorias. Y esto es válido tanto para el Psuv, como para los partidos de oposición.
En el Psuv se aprecian líderes muy partidistas o apegados al catecismo ideológico que pueden alcanzar los votos de su partido, pero no morderían con mucha fuerza al resto de la opinión pública y en la oposición, gracias al “cuotismo” pueden surgir candidatos sin conexión popular suficiente para capitalizar el descontento.
La lección de noviembre pudiera significar que, en las disputas por el poder, hay que ser más empáticos con un entorno que ha cambiado durante las últimas décadas, pero pareciera que algunos no terminan de entenderlo.
29 de agosto 2021
Efecto Cocuyo
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