“El primer objetivo de la Asamblea Nacional debería ser contribuir a la transición”
El politólogo venezolano Jorge Lazo Cividanes, comparte con Crónica.Uno su visión sobre el rol del Parlamento en el proceso político que debería conducir a Venezuela a un cambio de gobierno y de modelo.
No hay transición sin fractura en el bloque de poder. Algunas instituciones democráticas son instrumentales al mantenimiento del régimen autoritario. Las crisis económicas son oportunidades de cambio, pero el tipo de régimen autoritario y las acciones de quienes se oponen cuentan. Estas son las tres premisas que desarrolló recientemente el politólogo venezolano —actualmente radicado en Canadá— Jorge Lazo Cividanes, en uno de sus más recientes análisis sobre la realidad y perspectivas de la política nacional.
En ese trabajo, Lazo sostiene que la existencia de instituciones democráticas en sistemas de gobierno autoritarios —como se refiere al caso venezolano— puede servir para el sostenimiento del modelo o por el contrario, para contribuir a su socavamiento. Una revisión del trabajo de la AN en el primer semestre del año revela que las prioridades del Poder Legislativo parecen ser otras.
“La existencia de estas instituciones no hace más democrático al régimen. Y para la oposición, esto tiene importantes implicaciones y, tal vez, conlleve una advertencia: jugar a la democracia con las reglas de la dictadura no solo puede ser inútil, sino contraproducente. Por tanto, estas instituciones democráticas carecen de valor estratégico para la oposición, salvo que puedan ser utilizadas para fracturar el bloque de poder”, concluye el analista.
Sobre la base de ese señalamiento, Crónica.Uno quiso profundizar en la lectura que hace Lazo del rol de la Asamblea Nacional (AN) y los diputados de la oposición en el proceso de transición política que, más tarde o más temprano, atravesará Venezuela. La entrevista se realizó vía telefónica el pasado viernes 22 de junio.
En democracia se espera que un Parlamento trabaje en función de los principales problemas de la gente, que legisle, que controle al poder. Pero bajo el sistema de gobierno que rige en Venezuela actualmente, cada vez más reñido con la democracia ¿cuál debería ser el rol de la Asamblea Nacional?
—La naturaleza de una institución depende del régimen en el que funciona. Una Asamblea Nacional, un parlamento en un sistema democrático, tiene unos objetivos y funciones. En un régimen autoritario como el de Venezuela, el primer objetivo debería ser contribuir a producir una transición. Porque el ejercicio de cualquiera de sus otros roles queda anulado por la dinámica política que impone un régimen autoritario. En interés del país, la mejor contribución de la Asamblea Nacional sería coadyuvar a una transición política ordenada.
¿Y la AN ha cumplido, al menos parcialmente, con ese rol bajo las directivas de 2016, 2017 y 2018?
—No. Las instituciones están compuestas de personas y políticos profesionales, dirigentes. La Asamblea Nacional por sí misma no lleva a cabo el objetivo, depende de lo que hagan sus miembros y la gran debilidad que encuentro en la dirigencia opositora venezolana es la falta de visión estratégica, que parte de la comprensión cabal del enemigo al que se enfrenta. Han cometido errores y dado muchos giros en sus posiciones. Eso evidencia su falta de claridad.
¿A qué atribuye usted esa falta de comprensión del adversario?
—Es una dirigencia que a pesar de tener 20 años enfrentando al modelo chavista parece no haber aprendido. Muchos de estos dirigentes no tienen formación política, parece que desconocieran otros casos de transiciones políticas que se han dado en la región y en el mundo. A veces da la impresión de que no se han preocupado por estudiar esos procesos, y me parece que los asesores con los que cuentan tampoco los nutren.
El Gobierno en cambio sí conoce a su adversario…
La dictadura de Maduro, aun siendo un régimen ineficaz e inepto en política pública, tiene una visión política y estratégica muy clara de lo que debe hacer para mantenerse en el poder y en eso ha sido superior a la dirigencia de oposición. El Gobierno se aprovecha de la falta de la claridad estratégica de la oposición para dividirla y promover ciertos liderazgos que no representan a nadie y que en lugar de contribuir a una transición, la obstruyen.
¿Cómo se enfrenta a un modelo autoritario de forma pacífica?
—No hay una fórmula. No es una receta. Pero yo diría que lo primero es entender que —con base en otras experiencias y salvo que en Venezuela se produzca una improbable invasión extranjera— la transición tiene una serie de causas endógenas, la principal de ellas es la fractura de la coalición autoritaria que gobierna.
En 2016 la AN intentó propiciar esa transición por la vía constitucional con las reglas de la democracia; en 2017 se volcó a captar el respaldo internacional; y en 2018 se ha insistido en ejercer las atribuciones de la AN con una moderada actuación internacional. Por otro lado, vemos a disidentes como Luisa Ortega impulsando un proyecto de ley de amnistía que ampare a militares y funcionarios que propicien el rescate de la Constitución. ¿Hay más claridad del lado del chavismo disidente sobre lo que hay que hacer para “fracturar al bloque de poder”?
—Lo que debe hacer la Asamblea Nacional es contribuir a producir la fractura. Los factores políticos del país tienen que ejercer acciones para que eso se dé. Pero incluso, la fractura se puede producir por sí misma sin que la oposición intervenga y es un escenario que la oposición tiene que considerar pues la dejaría completamente fuera de la transición.
Y la transición terminaría dándose entre factores del chavismo. Es decir, pasaríamos de un chavismo a otro…
—El chavismo es comparable con el peronismo. Juan Domingo Perón fue un líder populista, con un discurso nacionalista, con políticas que exacerbaron la presencia del Estado sobre la economía. Luego vino Carlos Menem e introdujo el neoliberalismo en Argentina, aún siendo peronista. Lo que quiero decir es que incluso si el poder pasa de un sector de chavismo al otro, habría que esperar un cambio de políticas públicas.
La suerte de la Asamblea ha estado atada a la falta de visión estratégica de sus dirigentes. El Gobierno ha jugado y ha asumido la táctica de dejar que la Asamblea muera, que se anule ella misma. Le crea una ANC paralela que no está claro si va a hacer una Constitución o va a enmendar la que existe o va a cambiar los poderes públicos. La ANC es una Asamblea creada por Maduro que le es instrumental para enfrentar a la Asamblea Nacional legítima, incluso con la colaboración, no ex profesa, de la propia Asamblea. En sus desaciertos la Asamblea se anula, al no tener una estrategia y no comprender bien a su enemigo.
En Crónica.Uno hemos realizado una investigación sobre los temas que aborda la Asamblea Nacional en sus plenarias y comisiones. Vemos que los debates, acuerdos y planteamientos del Parlamento giran en torno a la defensa de los Derechos Humanos, la exposición de los diferentes matices de la crisis humanitaria, la denuncia de la persecución política, la corrupción y el caos de los servicios públicos ¿Cómo puede moverse la AN de manera exitosa en medio de las urgencias cotidianas de la ciudadanía y su obligación de asumir un rol protagónico en la transición?
—La Asamblea Nacional hace mal cuando trata de hacer ver que tiene capacidad de cogobernar. Los problemas cotidianos de los venezolanos, las dificultades que atraviesan para acceder a alimentos, medicinas, servicios, etcétera, son responsabilidad del gobierno de Nicolás Maduro que es el que administra los recursos y el poder. La Asamblea Nacional está anulada parcialmente por ese control que ejerce la dictadura sobre ella a través del TSJ. Entonces su principal tarea debe ser contribuir a producir la fractura en la coalición que gobierna a Venezuela y contribuir a que se produzca la transición. Es ahí donde la AN puede jugar un rol importante y es por ello que la AN debe autopreservarse, porque es el único poder legítimo que hay en Venezuela.
Por sí misma, la AN no puede producir la transición, pero puede legitimarla y encauzarla constitucionalmente. Si se produce una fractura en el gobierno, esta pasará necesariamente por una fractura de la Fuerza Armada. La AN puede jugar un rol fundamental para que ese proceso, que siempre es traumático, pueda tener una ruta legítima.
¿Cómo puede contribuir la AN para lograr avanzar en un proceso de transición?
—En primer lugar, ofrecer una línea política unificada, una imagen de unidad y de comprensión de cuál es la situación a la que se enfrenta el país. Al principio, la AN intentó jugar un juego democrático ante un régimen autoritario eso no fue muy acertado. Si la AN no puede ofrecer la transición, entonces debe ofrecer la imagen de que puede jugar un rol importante en la transición. Si hay sectores descontentos en el chavismo, estos pueden inhibirse de entrar en contacto con la oposición cuando no ven a esa oposición sólida y clara. Eso genera que las fuerzas que pueden unirse y nuclearse para producir la transición terminan trabajando fragmentadas porque no confían. Entonces, para responder a tu pregunta: lo primero, unidad, coherencia. Por otro lado, visión de lo que es la transición. Algo muy importante también, visión de cómo es la Venezuela que viene después. Y claro, ofrecer un piso político a esa transición.