
La extracción de los cinco opositores venezolanos asilados en la Embajada Argentina en Caracas y de la madre de María Corina Machado, dada a conocer el martes pasado, fue un hecho de alto impacto político que ha sacudido la región, y fue cubierta por los medios y por las redes, aunque no por redes y medios chavistas que, hasta el momento, guardaron silencio oficial… solo Diosdado Cabello dijo algo que, nadie, ni ellos mismos, se lo creyeron.
En la red X se hizo un análisis de cuentas que mencionaron la extracción (6-7 de mayo de 2025) y que se refirieron explícitamente a la extracción de los asilados, junto con un resumen de algunas de sus publicaciones:
- @AlertaMundoNews (14:37, 7 de mayo): citó al portavoz de la Casa Rosada, Manuel Adorni, quien afirmó: “Hubo una extracción, no una negociación”. La publicación subraya que la operación no involucró acuerdos con el gobierno de Maduro;
- @CoralTeresa (22:10, 6 de mayo): alegó que los asilados salieron “con ayuda del Gobierno Bolivariano”, sugiriendo que el chavismo facilitó la operación, una narrativa alineada con la propaganda oficialista. Sin embargo, esta afirmación carece de evidencia independiente;
- @cocando (14:51, 7 de mayo): compartió un comunicado del equipo de María Corina Machado que describe la operación como una “extracción” y la califica como un “hito” para la oposición, destacando que marca “un nuevo capítulo” en su lucha;
- @HCHTelevDigital (14:47, 7 de mayo): reproducen la declaración de Adorni sobre la operación como una “extracción, no una negociación”, respaldando la narrativa de una acción unilateral sin consentimiento del régimen;
- @wq_radio (15:22, 7 de mayo): también citó a Adorni, enfatizando el carácter no negociado de la operación y mencionando a Trump, Maduro y Machado como actores clave, sugiriendo una operación internacional coordinada;
- @AlexSoto82 (20:54, 6 de mayo): afirmó que los cinco asilados y Corina Parisca (madre de Machado) fueron extraídos en una operación especial multinacional el fin de semana, sin conocimiento ni salvoconductos del régimen. Destacó que los asilados están en Estados Unidos;
- @vloonk (14:05, 7 de mayo): publicó un comunicado oficial del equipo de Machado que detalla la “operación militar de extracción” y celebra la liberación de los asilados, sin mencionar detalles operativos específicos;
- @guayanesdos (00:14, 7 de mayo): compartió un comunicado del gobierno argentino que califica la operación como una “extracción exitosa” y menciona el respaldo de Machado y el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, quien confirmó que los asilados están en suelo estadounidense.
La mayoría de las publicaciones coinciden en que la operación fue una extracción unilateral, no una negociación con el chavismo, ni se emitieron salvoconductos, así como tampoco hubo intercambio de presos ni concesiones petroleras. Lo crucial es que no se produjo negociación alguna; una sola voz en X, presumiblemente alineada con el oficialismo, sugiere una colaboración del gobierno venezolano, pero esta versión no está respaldada por otras fuentes.
Esta acción marca un punto de inflexión en la crisis venezolana, ejecutada con precisión y sin conocimiento del chavismo, lo cual expone las fisuras internas y fortalece a la oposición en un momento crítico.
El silencio de Nicolás Maduro, su viaje a Moscú y los movimientos de Estados Unidos en el ámbito energético y antidrogas, sugieren un tablero geopolítico en ebullición, donde cada actor busca reposicionarse. Argentina y Estados Unidos emergen como protagonistas centrales, mientras el chavismo enfrenta el desafío de mantener su narrativa de invulnerabilidad ante un pueblo cada vez más desencantado con ellos… ya la gente que supo ser chavista, hoy no entienden cómo es que pudieron estar tan ciegos. Bueno… de eso se trata el síndrome de Estocolmo sociológico al que me vengo refiriendo ya hace unos cuantos años.
Los antecedentes del asilo ya liberado, arrancan el 20 de marzo de 2024, cuando cinco miembros de la oposición venezolana —Magalli Meda, Pedro Urruchurtu, Omar González, Humberto Villalobos y Claudia Macero— se refugiaron en la Embajada Argentina en Caracas tras ser acusados por el fiscal general Tarek William Saab de terrorismo, conspiración y traición.
Estas acusaciones, basadas en confesiones obtenidas bajo coacción, buscaban neutralizar al equipo de María Corina Machado, líder opositora, antes de las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024.
La embajada, representando al gobierno de Javier Milei, crítico de Maduro, se convirtió en un refugio bajo la Convención de Caracas de 1954, que garantiza el asilo diplomático. Sin embargo, el chavismo intensificó la presión con vigilancia con drones, cortes de agua y electricidad, y presencia constante de agentes de inteligencia.
En julio, tras la expulsión de los diplomáticos argentinos por cuestionar el fraude electoral, Brasil asumió la custodia de la embajada, pero Maduro revocó esta autorización en septiembre, dejando el edificio -con los asilados adentro- en un limbo diplomático.
La situación se agravó con la detención arbitraria del chofer Marino Mendoza, un empleado local de la embajada, en diciembre de 2024 y el arresto del cabo primero de la Gendarmería Nacional Argentina, Nahuel Gallo, acusado de espionaje, lo que elevó las tensiones entre Buenos Aires y Caracas.
Tras casi 400 días de cautiverio en la embajada, sin agua, electricidad, acceso a alimentos y medicinas y hostigamiento directo por parte de las fuerzas de la represión, se dio el llamado proceso de extracción en una operación descrita como “impecable” y “épica” por Machado y Edmundo González.
Según fuentes en X y reportes internacionales, la operación fue coordinada por Estados Unidos, con posible apoyo de Argentina y otros actores, aunque los detalles operativos permanecen clasificados.
Este operativo fue largamente planificado, implicó agentes de inteligencia, informantes, vehículos especiales y un avión que ingresó sin ser detectado, duró solo minutos y se realizó de madrugada, en la noche entre el sábado 3 y domingo 4 de mayo. El hecho de que personas que estaban altamente custodiadas en la embajada pudieran evadir los controles y cruzar el país sin alertar al régimen, ya de por sí es un fracaso significativo.
La versión de una operación élite y estratégica, confirmada por figuras como Marco Rubio, María Corina Machado y Javier Milei, señala directamente a Diosdado Cabello como responsable de la inteligencia y contrainteligencia.
El secretario de Estado Marco Rubio anunció el 7 de mayo que los asilados estaban “a salvo en suelo estadounidense” tras una “operación precisa”. Manuel Adorni, portavoz argentino, enfatizó que no hubo negociación con el régimen, descartando salvoconductos. La vigilancia constante del Sebin y la Dgcim alrededor de la embajada sugiere que la extracción evadió los controles chavistas, posiblemente mediante una operación encubierta que aprovechó la ausencia de Maduro, quien estaba en Moscú.
Para tener una perspectiva geográfica, la embajada tiene por el frente una carretera angosta, la avenida de las Lomas, a su izquierda desde el frente, y en una construcción “pegada”, se encuentra la Embajada de Rusia, y a la derecha, también “pegada”, una quinta que fue expropiada para alojar a los miembros de inteligencia y contrainteligencia responsabilizados por cuidar que no se escapen, y de someterlos a acciones psicológicas apoyadas por sobrevuelos de drones. Hacia atrás de la embajada se encuentra una barranca que da a una carretera angosta llamada carretera vieja de Baruta.
El perfil de seguridad que se desprende de la ubicación geográfica (no habría por dónde salir) da la idea de que se deben haber utilizado técnicas de sustitución de vehículos oficiales y reemplazo de personal de vigilancia por elementos o bien disfrazados, o bien fieles al liderazgo de María Corina Machado, que ha calado hondo en el pueblo venezolano, esbirros policiales incluidos.
Ahora, la hipótesis de una operación militar extranjera es improbable, ya que habría desencadenado una reacción inmediata del régimen chavista, especialmente con Maduro junto a Putin. Es más plausible que hayan participado fuerzas especiales, agencias de inteligencia (Estados Unidos, Mossad y Argentina) y gobiernos extranjeros, a través de una ruta discreta, posiblemente con apoyo logístico externo, para trasladar a los asilados al aeropuerto o una frontera.
Un evento de esas características, responsabilidad del autonombrado ministro del Interior (aunque sea el jefe casi absoluto de la revolución) quien asumió el control del gobierno con énfasis en las fuerzas de represión y agencias de inteligencia, no debe haber pasado desapercibido internamente, y ya deben estar pasándose facturas cruzadas.
Este cruce de facturas no hace otra cosa que profundizar la fractura interna que arrancó con la diferencia de posicionamiento frente al resultado electoral: Maduro hubiera estado dispuesto a entregar el poder como resultado de algunos acuerdos con Estados Unidos y Cabello, que no estaba incluido en los acuerdos, no quiso saber nada, y decidió quedarse “cueste lo que cueste”… ya se ve lo que les está costando.
Porque según dicen, el cerco a la embajada fue orquestado por Cabello, quien calificó las denuncias de los asilados como una “farsa” y justificó la vigilancia como medida de seguridad. El Sebin y la Dgcim, ejecutaron la represión, incluyendo detenciones arbitrarias -como las de Marino Mendoza y de Nahuel Gallo- y cortes de servicios.
La incapacidad demostrada por el chavismo para detectar o prevenir la extracción apunta a fallos en la inteligencia chavista, posiblemente exacerbados por la reestructuración de los servicios de inteligencia en octubre de 2024, tras el informe de la ONU que acusó al gobierno de crímenes contra la humanidad. El viaje de Maduro, que se llevó con él 200 de los represores más leales, “desvistiendo” las estructuras que quedaron; además de la falta de coordinación interna, podrían haber creado una ventana de oportunidad para la operación.
La extracción debilita la narrativa de control absoluto del chavismo, especialmente tras el resultado electoral de julio de 2024, que desató protestas y represión masiva. La huida de figuras cercanas a Machado refuerza la percepción de un régimen vulnerable, incapaz de contener a la oposición incluso bajo vigilancia extrema.
El evento podría galvanizar a la oposición, que ya cuenta con el respaldo explícito de Estados Unidos y Argentina, y aumentar la presión internacional para que Maduro ceda el poder. Sin embargo, el chavismo aún controla las fuerzas armadas y el aparato burocrático, y la lealtad de Vladimir Padrino López y otros militares clave sigue siendo un pilar.
La pérdida de apoyo popular, con menos de 11% identificándose como chavistas en julio de 2024, agrava la crisis de legitimidad, más unas encuestas del 24 al 31 de marzo de este año, le dan a Maduro una confianza de 9,5% y un rechazo de 88,1%.
El silencio del gobierno chavista que no ha emitido un pronunciamiento oficial sobre la extracción, se considera un silencio inusual dado su historial de propaganda reactiva, lo cual podría deberse a varias razones:
- desconocimiento inicial: la operación, ejecutada sin salvoconductos, sorprendió al chavismo, que aún evalúa cómo responder sin admitir una brecha de seguridad;
- ausencia de Maduro: su viaje a Moscú, buscando apoyo de Putin frente a sanciones y aislamiento, pudo haber retrasado una respuesta coordinada;
- estrategia de minimización: el chavismo podría estar evitando publicitar el incidente para no amplificar la narrativa opositora de una “operación épica”. La sugerencia subliminal de haber contado con colaboración gubernamental, indica un intento aislado de controlar el relato, pero aún no ha sido respaldado oficialmente.
La comunidad internacional más cercana -Argentina, Estados Unidos y conexiones geopolíticas- participó de diferentes maneras:
- Argentina: el gobierno de Milei otorgó asilo a los opositores y presionó por su salida segura, denunciando el cerco chavista ante la OEA. La extracción refuerza la postura de Milei como antagonista de Maduro, aunque su rol operativo parece haber sido diplomático más que logístico;
- Estados Unidos: la administración Trump, con Rubio a la cabeza, lideró la operación, posiblemente como parte de una estrategia para presionar a Maduro tras el fracaso de la vía electoral. La presencia de los asilados en Estados Unidos sugiere un compromiso activo con la oposición venezolana.
El impacto de este evento, al hacerse público cuando Maduro llegaba a Moscú, fue al corazón de ese grupo que ahora confirmaron en directo (Putin, Lula et al) la debilidad en la gobernabilidad del chavismo, y replantearse si tiene sentido negociar y restearse con ellos, cuando están evidentemente en caída libre.
Por eso se llegó a especular que, a lo mejor, los cuatro aviones con los que Maduro y su gente directa se fueron del país, hubieran llevado su mudanza y que él se quede por esa zona. Donde, solo y sin la sombra de Cabello en sus espaldas, pudiera restaurar su acuerdo con los gringos, previo al 28 de julio y quedarse en Estambul.
La narrativa chavista de colaboración en la salida de los asilados carece de sustento y parece ser un intento de propaganda aislado. Es importante seguir monitoreando las declaraciones oficiales de Caracas, Washington y Buenos Aires para esclarecer los próximos pasos en esta crisis.
Poniendo todo lo anterior en perspectiva, la extracción ocurre en un momento de presión creciente por parte de Estados Unidos y otros países (esta vez las sanciones van en serio) y no detendrán su aumento hasta lograr la salida del chavismo, lo cual es una situación nueva e inédita.
La caída importante en los ingresos externos del país, consecuencia del deterioro del sector de hidrocarburos y la reducción de los precios del crudo y refinados; sumada a la falta de ingresos petroleros, es un factor clave que debilita al régimen. Justo en momentos en que PDVSA sigue enfrentando una situación financiera crítica, con una deuda masiva y demandas internacionales, situación de la que difícilmente salga indemne: lo más probable es que tenga que quebrar y hacer “borrón y cuenta nueva” con un negocio petrolero, ahora en manos privadas, pero bajo supervisión regulatoria del estado… sin participación accionaria alguna.
Porque la salida de empresas clave como Chevron, Halliburton, Schlumberger Limited, Baker Hughes Holdings y Weatherford International, y la pérdida de capacidad técnica, exacerbada por las sanciones y la mala gestión (que opera incluso en el mercado negro con prácticas dudosas), limita las posibilidades de recuperación sin inversión y tecnología externa.
El estado es un mal empresario, y la gestión de Pdvsa es un claro ejemplo de ello, operando cada vez más de manera informal y alejada del negocio estructurado.
Esta asfixia económica reduce la capacidad del chavismo para mantener el control y la vigilancia, haciendo posible que se intenten operaciones como la extracción mencionada en este artículo. Sugiriendo que puede haber más de esos intentos y que lo que ocurrió fue un piloto controlado que demostró las debilidades e hizo revaluar las posibilidades de repetir incursiones como esta en el futuro, ahora ya conscientes de que se está frente a un riesgo controlado.
Por eso es que esta operación puede ser vista como un ensayo y una advertencia, que demuestra la capacidad para «roncar en la cueva», acercándose y ejecutando operaciones en las narices del chavismo. Esto puede generar pánico e incluso llevar a algunas figuras (no es el caso de Cabello, que tiene mucho que perder) a considerar negociaciones.
Por eso, más allá de rescatar a los asilados (que ya no pueden ser usados como escudos), esta acción demuestra que nadie se salva; que sí se puede entrar, sacar personas, moverse por Caracas y salir del país sin ser detectados; y que esa misma operación puede ser realizada para extraer a cualquiera de los que están en las listas de “buscados” con órdenes de captura y recompensa.
La extracción de la Embajada Argentina es un síntoma y un catalizador de la profunda crisis multidimensional que atraviesa Venezuela. Expone las fallas de seguridad, la falta de control interno y la vulnerabilidad del régimen ante operaciones externas. Se vincula directamente con la creciente presión internacional, el impacto de las sanciones en la economía (particularmente la petrolera), la narrativa de vínculos con el narcotráfico (ejemplificada por el Tren de Aragua y las acusaciones a altos funcionarios), y la amenaza latente de acciones directas contra figuras del chavismo con pedidos de captura.
El gobierno chavista, debilitado económicamente, aislado internacionalmente (salvo aliados lejanos con problemas propios), sin apoyo popular y con una FANB que ya no responde plenamente, enfrenta un escenario de mayor incertidumbre y escalada potencial.
El intento de control absoluto a través del Estado de Emergencia Económica no resolverá los problemas estructurales. Porque la situación demanda soluciones estructurales y urgentes, que pasan inevitablemente por una transición desde el actual modelo asistencialista, a uno basado en el mercado, impulsado por la empresa privada, con institucionalidad, seguridad jurídica y transparencia.
Debemos prepararnos para esta transición, que implicará «descender a los infiernos» antes de poder construir un futuro de bienestar y prosperidad. La presión actual, simbolizada por la audacia de la extracción, parece estar acelerando este camino ineludible.
Recomendaciones estratégicas en un entorno de ruptura
- Al gobierno chavista (incluyendo a la cúpula con pedidos de captura): que reconozcan la inviabilidad terminal de su modelo y la inevitabilidad de la salida. El aferrarse al poder «cueste lo que cueste» en un entorno sin apoyo popular, con la Fuerza Armada partidizada pero sin garantía de lealtad absoluta; y con los ingresos petroleros colapsando, solo garantiza una salida por la «puerta de atrás», aún más ignominiosa y peligrosa. La reciente extracción es una demostración palpable de su vulnerabilidad y la capacidad de actores externos de operar en su propio terreno: el tiempo de resistir a ultranza ha pasado. Una transición, por dolorosa que sea, es la única vía para una posible «limpieza interna» que permita alguna forma de supervivencia política futura del chavismo como fuerza democrática.
- A la dirigencia de la oposición (con énfasis en María Corina Machado y Edmundo González): que mantengan la unidad y la estrategia clara, capitalizando la presión externa. El liderazgo actual debe alinear a toda la dirigencia detrás de un plan que no se distraiga con los juegos tácticos del régimen (elecciones sin garantías y reformas constitucionales estériles). La operación de extracción, liderada por Estados Unidos y con apoyo regional (Argentina), demuestra que la presión va en aumento y apunta a la vulnerabilidad de la cúpula. Es crucial articular y comunicar de manera efectiva el plan de reconstrucción nacional, basado en la privatización, la seguridad jurídica y el fin del «Estado empresario»; para generar la esperanza y el respaldo popular que justifiquen la movilización ciudadana en el momento oportuno, indicado por el liderazgo estratégico.
- A la cúpula empresarial (actualmente cooptada por el chavismo): que reconozcan la insostenibilidad del régimen y prioricen la protección del patrimonio y la preparación para la transición. Continuar inmolándose por una causa perdida al mantener lealtad a un modelo económico y político moribundo es un error estratégico. La inercia de recesión con inflación y devaluación continuará exacerbada por la salida de actores clave del sector petrolero y la «máxima presión» externa que espanta la inversión. Despoliticen las cúpulas gremiales y concéntrense en estrategias defensivas para proteger el patrimonio. El futuro económico de Venezuela reside en la empresa privada y en un Estado que actúe como regulador, no como socio corruptor o competidor. Su supervivencia a largo plazo depende de su capacidad para desvincularse de un régimen colapsado y prepararse para operar en una economía de mercado funcional. El entorno actual, marcado por la audacia de la extracción, la asfixia económica impuesta por las sanciones petroleras, los vínculos del chavismo con estructuras criminales transnacionales y los pedidos de captura contra la cúpula, no deja espacio para la complacencia o la inacción. Todos los actores deben ajustarse a esta nueva realidad.
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