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Opinión

En el libro de Dominique Lapierre y Larry Collins «O te vestiré de luto», que es una mirada a la España de post guerra civil a través de la figura mítica del gran torero Manuel Benítez «El Cordobés», se cuenta que una periodista, impresionada por la temeridad del matador, le preguntó: ¿Acaso no le duelen las cornadas de los toros?, a lo que respondió el entrevistado: «Duelen más las cornadas del hambre».

Pocas veces se han descrito tan acertadamente las urgencias que producen el hambre, la escasez generalizada y la incapacidad económica para obtener bienes de absoluta necesidad; quien fuera un golfillo mil veces apaleado por un cabo de la Guardia Civil, trastocado en próspero banquero a fuerza de regar con su sangre las plazas de toro de España, bien podría instruir a los políticos criollos que corren la arruga para proteger sus egoísmos, acerca de lo lejos que está «mañana» para el famélico, para el enfermo al que se le escapa la vida por la falta de medicamentos o para el niño que se adentra en el horror del cretinismo, al no recibir adecuada alimentación.

Para la gente de Venezuela, mañana puede ser demasiado tarde. El problema, de origen eminentemente político, es de tal magnitud que se ha convertido en una catástrofe humanitaria que requiere la inmediata intervención del mundo entero. La pregunta no es sobre del rumbo político del País y -mucho menos- acerca de candidatos y candidaturas; menester es indagar acerca de cuántos niños se acostarán esta noche sin haber probado alimentos durante todo el día, o cuántos accidentes cardiovasculares (ACV) acabarán la vida de los hipertensos que han tenido que sustituir sus inasibles medicamentos por cabezas de ajo, que muy pronto tampoco podrán comprar.

Hoy y aquí, millares de enfermos que podrían llevar una existencia normal con los debidos tratamientos médicos, sienten que el tiempo se les está acabando y en la tristeza de sus noches sin sueño, oyen cada vez más cercas las pisadas de la muerte y la sombra de su guadaña.

Desde hace tiempo el problema venezolano dejó de ser político, para ser humano. No son doctrinas ni teorías las que están en juego ni intereses internacionales los urgentemente comprometidos; son las vidas de decenas de millones de seres humanos las que peligran para el exclusivo beneficio de la tiranía cubana y de su sucursal criolla, el narco tráfico internacional y lejanos y absurdos intereses religiosos. Es gente de carne y hueso la que siente que la vida se le está poniendo estrecha, aplastada entre los muros de una oposición falsa y la perversión de un gobierno extranjero e invasor.

La historia indica que los pueblos crean sus problemas y paren sus soluciones, pero en estas horas venezolanas en que las máscaras se caen a montones y la verdad empieza a prevalecer sobre el engaño, la mentira y la traición, debemos reconocer la importancia de la ayuda internacional y reclamarla en nombre de la humanidad, pues nuestro problemas no es de origen doméstico, ya que fue modelado en tierras lejanas y ejecutado por apátridas que faltaron a la fe ofrecida en su juramento militar.

Estados Unidos de Norteamérica ha puesto sobre el tapete la posibilidad de una intervención militar para poner coto a este desastre, que a decir del presidente Trump y del vicepresidente Pence, involucra la seguridad de Estados Unidos. Evidentemente, una intervención militar extranjera no es buena y nos gustaría que no fuese necesaria, pero este criterio no debe ser ladinamente aplicado a una eventual acción de los marines estadounidenses, mientras se esquiva la realidad de las invasiones cubana, iraní, china, del narcotráfico internacional y de las FARC colombianas.

El asunto real consiste en que en Venezuela se desarrollan simultáneamente varias guerras de corte foráneo, que han convertido a las ciudades sobre un territorio de casi un millón de kilómetros cuadrados, en ghettos similares a los de Varsovia y –si seguimos por donde vamos– en campos de extermino como los de Auschwitz-Birkenau, Treblinka y Dachau.

Parece ser cierto que los Estados no tienen amigos, sino intereses. Pero la heroica lucha del venezolano contra la tiranía que lo oprime, ha incitado la admiración y la solidaridad del mundo y puesto a prueba la subordinación de los gobiernos a los pueblos que los eligieron.

La ayuda a los venezolanos en su duro camino hacia la libertad es una obligación ética y moral para todos los seres de este mundo que tengan a honra llamarse humanos. Es hora de que muestren su disposición de impedir –a cualquier precio– un nuevo y horrendo holocausto: el holocausto del siglo XXI.

turmero_2009@hotmail.com

@DulceMTostaR

http://www.dulcemariatosta.com

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El 7 de julio de 2016 la Asamblea Nacional aprobó el acuerdo para el rescate y la profundización de la descentralización en Venezuela a través del cual los parlamentarios exigieron al Ejecutivo Nacional cumplir de manera efectiva con el mandato que hace la Constitución y las leyes venezolanas en materia de descentralización.

La Asamblea Nacional en ese acuerdo cuestionó el centralismo que se ha venido implantando en el país y que ha llevado a concentrar el poder, las decisiones, las competencias y los recursos en el nivel nacional de Gobierno; además, reclamó el irrespeto del Ejecutivo Nacional a las normas constitucionales y legales que atribuyen competencias a estados, municipios y comunidades organizadas.

Así mismo, el Poder Legislativo venezolano denunció que a lo largo de los últimos años han entrado en vigencia leyes cuyo contenido atentan contra la descentralización y tergiversan conceptos universales como federalismo, sociedad organizada, descentralización, transferencia de competencias, entre otras.

El contenido del Plan de la Patria 2013-2019 evidencia el desconocimiento del artículo 158 de la Constitución vigente mediante el cual se reconoce a la descentralización como política nacional del Estado.

Es importante destacar que el Plan de la Patria 2013-2019 omite en su contenido el uso de los siguientes términos: descentralización, sociedad organizada, estados, municipios, alcaldes, gobernadores, legisladores estadales y concejales. Por lo tanto, como hoja de ruta política del régimen, advierte una orientación que está al margen del orden democrático y constitucional previsto en la Constitución de 1999.

Cuando en el año 2012 Francisco Ameliach[1], siendo candidato a gobernador de Carabobo afirmó que su rol sería facilitar la consolidación del Poder Popular para la búsqueda de las soluciones a los problemas estadales y luego en diciembre 2013, Jorge Rodríguez[2], una vez juramentado alcalde del Municipio Libertador, decidió aprobar el Plan de la Patria 2013-2019 como su programa municipal, se expresó un claro desconocimiento al modelo federal descentralizado de Estado que exige la Constitución vigente.

La actuación de los gobernadores oficialistas, a lo largo de estos años de gestión, han logrado volver al pasado, reivindicado aquella figura de los gobernadores como agentes del Ejecutivo Nacional y aniquilando la poca autonomía que la Constitución dice garantizar a los gobiernos estadales.

Las elecciones de gobernadores, previstas para el 15 de octubre 2017, representan una oportunidad política muy importante a los fines de valorar el rol que la Constitución vigente otorga a la descentralización.

Desde el punto de vista constitucional el artículo 158 presenta la descentralización como una herramienta para profundizar la democracia, acercar el poder a la población y crear las mejores condiciones, tanto para el ejercicio de la propia democracia, como para la prestación eficaz y eficiente de los cometidos estatales. Ese mismo artículo reconoce que la descentralización en Venezuela debe ser asumida como una política nacional.

Los gobernadores que se elegirán el 15 de octubre de 2017 están en la obligación legal de promover e impulsar la discusión sobre el Plan de Desarrollo Estadal, en consecuencia, tienen la oportunidad de introducir el debate sobre el desarrollo estadal en el marco de un modelo de Estado Federal descentralizado, en coherencia con las normas constitucionales vigentes.

En los 100 primeros días los gobernadores, asumiendo la responsabilidad de abordar el desarrollo estadal, podrían diseñar una metodología participativa a los fines de incluir en ese debate a la sociedad civil, de manera que se pueda valorar el impacto de la centralización que se ha experimentado, enfocando el análisis en todas y cada una de las competencias que la Constitución reconoce como exclusiva de los estados que integran nuestro modelo de Estado Federal descentralizado.

Ese diseño de una estrategia de inclusión social en la valoración de la centralización y descentralización para abordar el desarrollo, haría que en esos primeros días de gestión, la legalidad existente les permita asumir un rol de facilitadores políticos de un proceso de reivindicación de la descentralización como herramienta útil para la restauración del orden democrático y constitucional de Venezuela, que hoy pretende ser sustituido a través de una fraudulenta Constituyente.

En consecuencia, mientras mayor sea la movilización electoral de los sectores democráticos, mayor será la legitimidad y la capacidad política de los gobernadores electos para reclamar, debatir e impulsar la descentralización como alternativa política real, viable y concreta para sustituir el Plan de la Patria 2013-2019 y restaurar el hilo constitucional.

En los 100 primeros días el debate que podrían abrir los gobernadores en cada entidad federal a la que representan, permitiría que de manera conjunta, incluyendo a alcaldes de la Unidad Democrática de cada entidad federal, puedan presentar al país, a sus electores y al mundo entero, una propuesta unitaria de Agenda Nacional para la Descentralización y el Desarrollo Sostenible, enmarcado en los propios Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.

En esa Agenda Nacional elaborada por los gobernadores y alcaldes de la Unidad Democrática, claramente se debería plantear una serie de reformas legislativas y la necesaria aprobación de nuevas leyes, algunas de ellas que ya la Asamblea Nacional adelantó en su Acuerdo de julio 2016.

La realidad financiera que ha generado los aumentos unilaterales del Ejecutivo Nacional, impactando negativamente las finanzas estadales y municipales, abre el espacio para el debate responsable sobre los recursos económicos en el diseño de un Estado Federal Descentralizado que pueda responder efectivamente a los desafíos del presente.

Claramente, en esa agenda y sin necesidad de hacer grandes inventos institucionales, menos aún de impulsar reformas constitucionales o enmiendas, se puede evaluar la posibilidad de reformar el Consejo Federal de Gobierno y el Sistema Nacional de Planificación, a los fines de poner esa institucionalidad al servicio de la descentralización, del desarrollo y de incorporar a Venezuela en el debate efectivo, serio y sostenido de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En esta corta campaña electoral qué oportuno hubiera sido la presentación al país de un Acuerdo Político para la Descentralización y la Desconcentración, presentándolo como alternativa viable, posible y concreto para enfrentar los desafíos que hoy tenemos para superar la profunda crisis que agobia a los venezolanos

La descentralización y las elecciones del 15 de octubre se encuentran políticamente a los fines de articular, a través del voto y la movilización, una forma concreta de reclamar y protestar contra el excesivo centralismo que nos ha arrebatado la democracia como modelo político.

PolitiKa UCAB. Septiembre 29, 2017

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Con voz propia

Escasez de alimentos y carestía de los poquísimos conseguidos, consume fuerzas del venezolano. Especialistas hablan de pérdida de 8 kilos de peso y de paso, talla. “La dieta de Maduro te pone duro”, dice el Presidente que llevó al país a mayor índice de hambre en Latinoamérica. Según UCAB, unos 300 mil se alimentan de desechos buscados en la basura. Para Maritza Landaeta coordinadora de Investigación de Fundación Bengoa, lo que sucede con la comida constituye delito de lesa humanidad.

Por primera vez la OEA impulsa audiencias sobre crímenes de lesa humanidad y lo hace contra Venezuela, por iniciativa de su secretario general, Luis Almagro.

Vigencia tiene Declaración de Lima suscrita por 12 países, la cual analiza la crisis que padecemos. Se pronuncia por restablecer Democracia vulnerada con fraudulenta Constituyente impuesta para sustituir la Asamblea Nacional. Fue ratificada en Bogotá, donde se acordó incorporar otros países y crear organismos internacionales, para buscar salidas a esa crisis.

ONU urgió al Consejo de Derechos Humanos (DDHH) a abrir investigación. El presidente de Paraguay, Horacio Cartes, expresó ante la Asamblea General solidaridad con presos políticos en Venezuela. Otros mandatarios se pronunciaron sobre la situación, entre ellos Emmanuel Macron, de Francia; Donald Trump, EEUU; Michel Temer, Brasil; Juan Carlos Varela, Panamá; Juan Manuel Santos, Colombia.

El Papa declaró en Colombia su preocupación por la inestabilidad y crisis humanitaria de Venezuela, luego del encuentro con la Conferencia Episcopal.

Monseñor Paul Richard Gallagher, secretario de Relaciones con Estados del Vaticano, expresó que la Santa Sede no descansará hasta que promesas sean cumplidas.

Presidente de EEUU aprovechó reunión de ONU en Nueva York, para hacerlo él con mandatarios de Brasil, Colombia, Panamá, y la vicepresidenta argentina, Gabriela Michetti. Les expuso que situación actual en Venezuela es insostenible.

NM le agradeció apoyo al diálogo, pero difunde el denuesto mensaje de Hugo Chávez: "Yanquis de mierda les declaramos la guerra, morderán el polvo y váyanse al mismo carajo”.

El mandatario estadounidense sí agradeció, pero a España en cuanto al apoyo en solucionar crisis que azota a Venezuela.

Durante rueda de prensa conjunta con Mariano Rajoy, quien le visitó en la Casa Blanca, respaldaron "una solución democrática y negociada que beneficie al pueblo venezolano... nos preocupa el empobrecimiento y la deriva totalitaria en Venezuela". También pidieron la liberación de presos políticos”.

Trump instó a la comunidad europea a la aplicación de sanciones a Venezuela, como lo ha hecho recientemente su despacho y Canadá, que lo hizo a 40 funcionarios del narcoestado, incluyendo a NM, al Vicepresidente Ejecutivo, miembros del gabinete, de FAN, TSJ y CNE.

Así se intenta enjuiciar por crimen de lesa humanidad que según el Estatuto de Roma es todo acto tipificado como asesinato, exterminio, deportación o traslado forzoso de población, encarcelación, tortura, encarcelación, abusos sexuales; violación, embarazo, esterilización (estos tres últimos delitos forzados e impunes se probaron en la jueza María Lourdes Afiuni, condenada a 30 años de prisión por HCH.

Desde su juramentado como Presidente, NM recurre a la denuncia del magnicidio. Emula a HCH, de quien se declara hijo desconociendo a su legítimo progenitor, prócer civil de Acción Democrática que padeció la dictadura militar de instaurada en 1948. Exiliado en Colombia contrajo matrimonio con una cucuteña y de esa unión nació en la vecina República el hoy Presidente de Venezuela.

Ahora NM pretende ocultar su condición genocida al victimizarse de magnicida. Atribuye a Trump la última de unas 20 acusaciones.

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El presidente de la República, Nicolás Maduro, mantiene al país en un eterno régimen extraordinario de medidas que supuestamente servirán para enfrentar la actual crisis que viven los venezolanos.

De nuevo, el mandatario nacional prorrogó el estado de excepción y de emergencia económica en todo el territorio nacional por 60 días más. El Decreto n.° 3.074 del pasado 11 de septiembre prevé la implementación de medidas extraordinarias en el ámbito social, económico y político.

Acceso a la Justicia advierte que la medida incumple los principios y las normas constitucionales por las siguientes razones:

Contradice las bases de la Carta Magna (artículos 337, 338 y 339) que permiten acordar el estado de excepción como un instrumento provisional o circunstancial consagrado para proteger el orden constitucional, y no para resquebrajarlo como lo hace el Ejecutivo; aparte que no es ni siquiera el mecanismo idóneo para resolver la dura crisis económica, política y social por la que atraviesa el país, donde es el propio Gobierno su propulsor por las continuas y erradas políticas públicas que ha venido implementando.

No establece cuáles son las garantías restringidas y sus límites, como lo impone la Constitución, ni tampoco refleja en los considerandos del decreto una valoración objetiva del motivo o causa que justifique la emisión del nuevo estado de excepción. Sólo se limita a sostener afirmaciones vagas acerca de la existencia de supuestos sectores nacionales e internacionales que buscan perjudicar los intereses del país.

El régimen de excepción impuesto insiste en violar la soberanía popular (artículo 5 de la Constitución) al desconocer a la legítima Asamblea Nacional (AN), sobre todo cuando omite —al igual que lo hizo con los decretos anteriores— todo pronunciamiento acerca de la remisión que debe hacer el Presidente de la República a la AN para la consideración y aprobación del decreto en que declare el estado de excepción, conforme a lo dispuesto en el artículo 339 constitucional.

Vale acotar que el pasado 19 de septiembre el Parlamento acordó el rechazo y la no aprobación del mencionado acto de gobierno.

Además de esto, el desconocimiento a la AN por parte del Ejecutivo nacional se hace evidente en el numeral 22 del artículo 2, en el que expresamente dice que el Presidente de la República va a decidir “la suspensión temporal y excepcional de la ejecución de sanciones de carácter político contra las máximas autoridades del Poder Público y otros altos funcionarios, cuando dichas sanciones puedan obstaculizar la continuidad de la implementación de medidas económicas para la urgente reactivación de la economía nacional”.

Es cuestionable y abierta la violación del principio de temporalidad, que es uno de los pilares fundamentales para dictar el estado de excepción y que consiste en imponer un tiempo determinado de duración de esta medida, con el propósito especial de impedir que se extienda su vigencia de forma indefinida o infinita.

El Gobierno viene extendiendo el estado de excepción desde enero de 2016, por lo que aplica dicha figura como una decisión permanente o eterna que busca suspender la vigencia del texto constitucional por un régimen paralelo con el que incrementa cada vez más los poderes del Ejecutivo y el control absoluto sobre las instituciones del país por el partido gobernante.

En medio del carácter protectorio que dice tener el estado de excepción en el contexto actual del país, para nada está dando tregua a la angustiosa y caótica crisis humanitaria que se vive. Lo que se revela con cada declaratoria de esta medida es el debilitamiento del Estado constitucional democrático y de derecho frente al fortalecimiento del Gobierno, que busca perpetuarse en el poder.

¿Y a ti venezolano, cómo te afecta?

El porvenir de los venezolanos, lamentablemente, se vaticina poco esperanzador con un Gobierno tiránico que se ocupa sólo de aferrarse al poder a cualquier precio sin dedicarse a atacar la raíz de los males angustiantes que estamos padeciendo y ni siquiera encontrar las verdaderas fórmulas a la crisis que afronta el país.

En medio de la actual situación de escasez e inflación que padecemos, esta declaratoria de un estado de excepción pareciera significar, desgraciadamente, el desmoronamiento de la población venezolana.

Enlace a la nota: https://goo.gl/pnecqJ

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Alberto Hernández

Crónicas del Olvido

1.-

El 28 de mayo de 1959, los griegos, hoy como siempre centro de nuestra cultura, inauguraron los “Sonidos y luces” en el Acrópolis. Para tal evento invitaron al escritor francés André Malraux, quien ofreció un muy corto discurso que contiene, si queremos ver, la savia de lo que realmente somos.

“El discurso ante el Acrópolis”, publicado por la editorial Sur de Buenos Aires en agosto de ese mismo año, complejo para nuestra política doméstica (comenzaba la vieja idea de Clístenes, a asomarnos electoralmente) y revelador en estos instantes en los que nos sacudimos entre contradicciones y pesadas sombras.

La voz de Malraux se oyó bajo las estrellas de Atenas. Se paseó el novelista por los nombres que han sostenido nuestras emociones creativas y anímicas, pero también políticas, porque en el fondo arte y política pueden andar juntos en la medida en que nos bañemos contra el dogmatismo y las secuelas de las torceduras históricas. Para consolidar esta afirmación, es preciso recordar a Pericles como lo ve el autor de “La condición humana”: “La gloria de Pericles –del hombre que fue y del mito que va unido a su nombre- es ser al mismo tiempo el más grande servidor de la ciudad, un filósofo y un artista”.

Abrevo en este discurso por dos cosas: para celebrar a Grecia y porque lo que en este momento vivimos es un episodio de la tragicomedia de siempre: dos rostros que se contraponen. Los que nos acompañan en cada uno de nuestros pasos.

La afirmación que le da título a esta crónica, viene a dedo, toda vez que a diario se nos pregunta acerca del comportamiento de quien escribe y describe la cotidianidad -la muy aborrecida rutina- pero también hace cabriolas con la literatura. Pues bien, el bien dotado escritor francés, quien fuera soldado (como Rilke) y político, no desdeñó –como muchos otros- los diversos temas que la existencia hace oportunos para saberse humano. Esa condición de uniformado y funcionario no lo apartó de sus angustias culturales y afectivas. En el discurso que venimos nombrando, Malraux dice: “A los delegados que me preguntaron cuál podría ser la divisa de la juventud francesa, he respondido “cultura y coraje”…porque la cultura no se hereda: se conquista. Pero se conquista de muchas maneras, cada una de ellas se parece a quienes la han concebido”. Por esa vía del reconocimiento de nuestro pasado cultural, no podemos dejar de decir que somos universales, por esa razón rechazamos etiquetas falsamente nacionalistas (¿chauvinistas?). Somos venezolanos en la medida de nuestra universalidad. O no somos, si nos afanamos en ser lo que otros quieran que seamos.

Ese chauvinismo, trocado en zapato roto, nos conduce a la angustia, la que dice Castro Leiva en sus brillantes ensayos. Si nos apegamos a la sacralidad histórica, devenimos fanáticos, aturdidos pájaros de mal agüero. Bien lo expresa Malraux en el discurso: “Gracias a la primera civilización sin libro sagrado, la palabra inteligencia quiso decir interrogación”. Que seamos preguntas, no respuestas. Que seamos preocupación para ser discusión. ¿Cuántas pérdidas en las sombras? ¿Cuántos golpes contra un muro con El Capital bajo el brazo? ¿Cuántos odios acumulados mientras se levantan Biblia, Corán o el Libro Sagrado de los Muertos? ¿Cuántos remordimientos con la Carta de Jamaica? Con esos avíos queda un espacio demasiado sensible pero dominado por la futilidad.

2.-

La política, una de las patas de la cultura griega, es suma de razonamientos, como lo es la estética o la ética. De nada nos vale solazarnos entre viejos papeles para terminar siendo carne para los depredadores: aniquilados con la más tierna de las sonrisas. Así como “el arte de lo posible” nos devana los sesos, así la estética. Desde ésta es posible la civilización, la que llevamos, no en la herencia, sino en los esfuerzos.

¿Cuántos mundos son necesarios para ubicarnos en algún rincón de este gran supermercado? Citamos de nuevo al francés: “Hablo de la nación griega viva, del pueblo al cual se dirige el Acrópolis antes de dirigirse a todos los demás, pero que dedica a su propio futuro todas las encarnaciones de su genio que irradiaron sucesivamente sobre Occidente el mundo prometeico de Delfos y el mundo olímpico de Atenas, el mundo cristiano de Bizancio y, por último, durante largos años de fanatismo, el solo fanatismo de la libertad”.

Ojalá podamos entender que desde el politeísmo helénico fue posible alcanzar una civilización. Ojalá podamos concebirnos plurales como mortales y no invencibles como simples mortales.

“Cultura y coraje”, única vía para la sobrevivencia. Que le pregunten a los pueblos que han pasado por guerras de exterminio. ¿Cuántos Museos del Prado escondieron los españoles para que los bombardeos no los borraran del mapa? Hubo coraje y valentía para salvar la cultura. Sin ella es imposible entender qué somos y hacia dónde nos dirigimos.

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Alejandro Oropeza G

Era una aventura maravillosa, pues significaba sumergirse a voluntad en un universo de conocimiento cálido y placentero de la mano y la orientación de la sabiduría sin soberbia; disponíamos de una guía celosa que nos conducía y nos alumbraba el camino a través de los laberintos de mil y un mares de saber. Navegábamos como si fuese un paseo por la experiencia de siglos que nos regalaba en aquellas tardes memorables en la universidad. Alegre y vivás; segura y certera; cercana y a la vez lejana, estimulaba la ambición sana del conocimiento que se conquista con el estudio y la investigación. Era Magistrado de la, para aquella época, Corte Suprema de Justicia y presidía la Sala Penal. Era toda ella, un torbellino de fe en el Derecho y transmitía lo que debería significar para los que estudiábamos profesar dicho magisterio. Nunca supimos su tendencia política, eso no tenía ninguna importancia: más su sino definitorio era que la justicia tiene necesariamente que fundamentarse en universos de conocimiento que den sustento a las opiniones y a los juicios que, como hombres y mujeres de ley, debemos pronunciar y asumir a lo largo de la vida. Ella era, cómo olvidarlo, la doctora Helena Fierro Herrera. Pálida, casi transparente como un papel bond, menuda y de paso ligero, alguna prenda negra siempre definía su vestimenta, mientras dos labios certeros rojos enmarcaban una sonrisa tranquila y espontánea. Su paso por la Facultad era un mar de saludos, un batir de melena de quien se sabe, por una parte poseedora de la racionalidad que otorga las noches de estudio; y, por otra, querida y respetada por la comunidad que revoloteaba en aquellos pasillos que alumbraba con su presencia.

La imaginábamos, en oportunidades la vimos, en su Despacho, al frente de los legajos, lectora de los errores humanos de otros, implacable en los juicios, justa en la trayectoria que recorre la caída ajena. Sus manos, menudas, tomaban la pluma con fuerza, apretando el destino que dependía de su trazo. Al levantar la mirada, unos cálidos párpados daban confianza, se sentía la presencia de la representante de un Estado que no castigaba sino que, en todo el significado que ello supone, impartía justicia.

En una oportunidad nos enseñó que un italiano pensó que las personas que delinquen se parecen físicamente a los delitos que cometen. Césare Lombroso se llamaba y fue uno de los fundadores de la criminología, nos hablaba de los “tres evangelistas”: Lombroso, Ferry y Garófalo; a los cuales estudiamos acuciosamente, casi con pasión aquellos días. Una pregunta surgió de mi curiosidad y era más o menos del siguiente tenor: Si, según Lombroso en sus teorías de la antropología criminal, los delincuentes se corresponden a ciertas tipologías físicas que los ubican en los delitos a los que están o son propensos a cometer; entonces, quienes no pertenecemos a ninguna ¿estaríamos exentos de cometerlos? Un silencio detuvo su mirada en mí y, casi implacable, me retó: No creo que Lombroso haya pensado en esa posibilidad según recuerdo; pero, quiero que presentes al curso una reflexión acabada en 4 semanas, pasa por mi Despacho en la Corte a buscar el material que necesitas.

Era la franqueza y la sencillez de quien se sabe segura de la solidez de sus criterios y de sus posibilidades.

A él lo conocí en una mesa de trabajo, en una reunión en dónde muchos adelantábamos ideas y propuestas, amparados por la bóveda que definía el sótano de una iglesia en la cual se compartían dos credos sobre Jesucristo. La presentación fue rápida y directa, al instante los ojos inquietos saltaron los ajenos mundos para ubicarse en pos de un objetivo que debía resolverse en el tiempo. Rápido y directo, certero y transparente, con la tranquilidad que otorga el conocer dónde está el Norte que guía y orienta los caminos, no importa la condición del tiempo y la oscuridad que reine. Aun así, no había atropello ni en sus reflexiones ni en la atención que ávidamente prestaba a los demás que compartíamos el espacio. Callado y sereno. Posteriormente, coincidimos en varias oportunidades, gracias a los avatares que fijan los caminos por la defensa de lo poco que sobrevive de la democracia nacional; y si dos palabras puede definir su universo ellas serían: ordenado y sosegado. Ese es: Roberto Picón. Nunca, repito, nunca le he escuchado expresarse displicentemente de persona alguna, aun cuando sea un adversario que utilice estos métodos con su persona. Siempre, aquella amable sonrisa, generosa y tranquila acude a apaciguar la discusión y, ello se acompaña de una capacidad de análisis y de decisión y ejecución a toda prueba. Padre de familia, venezolano hasta los tuétanos, demócrata convencido, consiente de sus alcances y de sus limitaciones, pero ello jamás es esgrimido como punto de base para la descalificación del otro o para la burla inhumana. Es algo así como la esencia del buen venezolano que aún anda y deambula por esos mundos de Dios.

Cuando me enteré de su detención, de su absurda detención, solo pensé: deben de temerle mucho a este hombre para que se proceda de modo tan miserable en su contra; deben estar conscientes de sus capacidades para tratar de sepultarlo en vida en una mazmorra del siglo XXI; deben de admirarlo y envidiarlo demasiado para entender que es menester sacarlo de la lucha. Y, cuando supimos que se le endilgaba el delito de traición a la patria, no dejó, en medio de la sorpresa y el asombro, de brotar una pertinaz sonrisa entendiendo la burla que la justicia suscribía.

Pero, me acordé de Cesare Lombroso y de las clases que hace más de treinta años recibí de la doctora Fierro: ¿se parecen las personas a los delitos que cometen? Y si no se ubican en tipología alguna ¿es imposible que los cometan? Así acudieron otras reflexiones a propósito de la ignominia: primero, ¿a cuál patria podría traicionar este venezolano, como tantos otros perseguidos por ese delito puesto de moda por el procerato pseudo-revolucionario? ¿Patria o régimen? ¿Son lo mismo? ¿Quiénes ciertamente están traicionando a la patria? ¿Es la estampa de Roberto Picón y su actuar abierto y honesto en el día a día, el de un traidor a la patria o a cualquier cosa? ¿Quién y cómo se define esta tipología que desde un gobierno desmantelado ataca a cuanto ser medianamente racional se le opone? ¿Desde cuándo por estos lares la incomodidad de la inteligencia ajena se castiga con el alegato hamletiano de la traición? ¿Quién o quienes, de ser esto posible, poseen la tipología de la traición en contra del universo de un Estado que se pudre en la corrupción, la ineficiencia y la torpeza?

No es Roberto Picón, como no lo fue jamás Helena Fierro, fruto del árbol de la miseria política que pretende arropar a Venezuela; no son los venezolanos, la gran mayoría de los venezolanos que adversan al régimen corrupto traidores, por el hecho de que no se arrastran al pie del trono del dictador y sus adláteres y de aquellos que se apostan para recibir las migajas del botín que no están dispuestos a dejar en nombre de los pocos violentos que los aclaman.

Yo, conozco a Roberto Picón, ¡sé la calidad de ciudadano, de padre, de profesional y de compañero que es! Y no aceptaré jamás que sea tildado por una caterva de mafiosos de traidor a nada. Lo podrán juzgar en esos tribunales de papel húmedo que les dan la espalda a la historia, pero jamás estarán en capacidad de hacerle justicia.

En este país podemos estar orgullosos de muchos venezolanos de valía que han dado y prestado sus servicios y puesto su conocimiento a favor del país y de otros, no nos olvidemos de ello. Hoy me he referido tan solo a dos de ellos: Helena Fierro y Roberto Picón.

¡Que viva la Venezuela que estos dos seres representan! Porque es esa la Venezuela del futuro y la que tenemos que construir cuando la pesadilla acabe.

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En Venezuela cada quien lee, ve, oye y entiende lo que quiere leer, ver, oír y entender y el tema de cómo interpretar el “mandato” del plebiscito del 16 de julio de 2017, no es una excepción.

El 16 de julio, en mi opinión, se dieron varios mensajes. El primero, ya lo he dicho, es que cuando se convocan eventos electorales o similares, la respuesta es masiva: millones de personas acudimos al llamado. Algo debería decir ese primer mensaje a nuestros líderes y la interpretación es que los venezolanos queremos enfrentar a la dictadura, que la rechazamos, pero no somos suicidas. Tras cuatro meses de enfrentamiento en las calles con la GNB/PNB/FANB y grupos paramilitares armados, no estamos dispuestos a seguir siendo acribillados y morir en las calles asesinados por los esbirros del régimen. Y no es una metáfora, lo hemos vivido. No somos soldados, somos ciudadanos, queremos elecciones, en las que podamos expresarnos y participar masivamente, además de votar.

El segundo mensaje, también fue claro en las respuestas a las tres preguntas del plebiscito, especialmente a la tercera, que reproduzco casi textualmente: queremos “la renovación de los poderes públicos de acuerdo a lo establecido en la Constitución”, lo queremos en “elecciones libres y transparentes” y que se conforme “un Gobierno de Unidad Nacional para restituir el orden constitucional”. Esta ha tenido otra lectura por parte de algunos.

No hay en la tercera pregunta un lapso para hacerlo, una fecha para su ejecución, que además sería absurdo definirla frente a una dictadura que hemos visto dispuesta a mentir, reprimir y matar por mantener el poder. Pero sí hay en la pregunta un “modo”: renovando poderes, de acuerdo a la Constitución, mediante elecciones; y una finalidad, un “mandato”, para usar la palabra que les gusta a algunos: conformando un gobierno de unidad nacional. Es decir, que sea por decisión de la mayoría y que se incluya a todos en ese proceso.

Ahora bien, los poderes públicos se deben “renovar” de acuerdo con un procedimiento constitucional y legal, claramente establecido, porque de eso se trata, de “restablecer el orden constitucional” que ha sido violado, alterado, desconocido, por esta dictadura. Algunos, el Tribunal Supremo, CNE e integrantes del Poder Ciudadano, deben ser designados por la Asamblea Nacional (AN); otros –la propia AN y el Presidente de la Republica– deben ser electos por el pueblo en elecciones democráticas. Ya la AN desconoció al TSJ y nombró magistrados – casi todos hoy en el exilio– e inició el proceso para elegir rectores del CNE, que debió suspenderse cuando los candidatos retiraron sus nombres al ver lo que pasó con los magistrados del TSJ designados por la AN; además reconoció a la Fiscal General, también hoy en el exilio, y designó al Vice Fiscal. Pero la AN ha hecho mucho más: declaró la ausencia del cargo del Presidente de la República, desconoció la ANC, llamó a la FANB a restituir el orden democrático y desconocer a la dictadura, y llamó al pueblo a la desobediencia civil a través de los artículos 333 y 350 de la Constitución, organizando además un plebiscito popular, al margen del CNE, desconociendo en la práctica, a este organismo. Y varias cosas más, que sería largo enumerar.

¿Qué significa entonces cumplir el mandato del 16J? ¿Cómo lo hacemos? ¿Aplicamos una “caída y mesa limpia”? ¿Le pedimos a la AN que desconozca la Constitución y proceda a hacerlo de cualquier manera? ¿A la brava, como lo hace la dictadura, sabiendo, como sabemos, además, que la AN no tiene la “fuerza física” –léase bien, “fuerza física”– para hacer que se respeten sus decisiones?

Agradeceríamos a quienes sí han entendido “correctamente” el mandato del 16J que nos ilustraran acerca del Cómo y Cuándo, según ellos, se cumple el mandato del 16J y que ellos han entendido de una manera tan distinta y perentoria y que asuman la responsabilidad de lo que eso implica.

@Ismael_Perez

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