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Opinión

Finaliza 2016 con un balance en rojo por culpa de los rojos. La mayor inflación del mundo, estimada en más del 700 %, escasez de comida, de medicinas y de repuestos, más de 30.000 homicidios, secuestros y robos, servicios públicos de salud en situación crítica, resurgimiento de enfermedades como paludismo, tuberculosis y difteria, educación deteriorada, universidades autónomas acosadas, empresas estatales del hierro y del aluminio quebradas, producción petrolera inferior en 724.900 barriles por día en comparación con la del 2001, las refinerías nacionales en el suelo y Citgo hipotecada, corrupción estratosférica , 106 presos políticos, miles de protestas, Venezuela expulsada de Mercosur y criticada por muchos países y por personalidades mundiales por la violación a los derecho humanos.

Todo esto lo sabemos, pero a veces no identificamos con nombres y apellidos a los principales causantes. Sin duda que son culpables todos aquellos que ocupan un cargo público importante. No debe extrañar que un inepto o un malandro que llega a tener poder cometa desafueros, pero que alguien con buena formación y méritos se preste a marramucias solo se explica por deshonestidad intelectual o por amor a don dinero.

Por ejemplo, es más culpable un Aristóbulo Istúriz quien tiene cierta formación, que la del presidente de facto, quien sin méritos fue designado a dedo por un moribundo. Son más culpables diplomáticos como Alfredo Toro Hardy y Chaderton, que Delcy. En el TSJ era esperable la actuación de Mikel Moreno y de Gladys Gutiérrez, pero extraña la de una Carmen Zuleta de Mechán, quien fue profesora universitaria. En el CNE no es de extrañar la conducta de Sandra Oblitas, pero sí la de Socorro Hernández. En las gobernaciones era previsible que el general García Carneiro se comportara como un fanático rojo, pero es injustificable en un Arias Cárdenas. El general Néstor Reverol está tan rayado que no le queda otra que restearse con el régimen, pero es incomprensible que lo haga el general Padrino López. Haga usted, amigo lector, su propia lista.

En el 2016, después de una espera injustificada, la MUD apostó al referendo revocatorio. Ahora algunos opinadores respetables consideran que fue un error y que se debió optar por la elección de gobernadores. Al parecer piensan que el régimen sí los respetará. ¿Acaso ha respetado a la Asamblea Nacional? ¿Acaso no encarceló a nuestro Alcalde Mayor? ¿Acaso no ahoga económicamente a las tres gobernaciones que no controlan? Era de esperar que el régimen lo bloqueara, como lo hará con cualquier vía que ponga en peligro su supervivencia. Sin embargo tuvo un elevado costo político para los rojos, por lo que consideramos que ese esfuerzo valió la pena.

El asistir al diálogo fue otra crítica de algunos. Políticamente era inevitable sentarse a conversar. El error estuvo en ceder a priori en las peticiones del régimen de enfriar la calle y desincorporar a nuestros diputados por Amazonas, en no mantener que lo que se exigía era el respeto a la Constitución, en la designación de negociadores no expertos y en la aceptación del lenguaje del régimen al presentar los lamentables resultados.

El 2017 se presenta muy difícil. Del lado del régimen no habrá rectificación y por lo tanto hay que desplazarlo lo antes posible. La MUD tuvo aciertos, pero también yerros. Algunos de nuestros dirigentes han reconocido que debe haber un ¨relanzamiento¨, palabra que no deberían usar porque es una de las preferidas del régimen. En todo caso es necesaria una nueva MUD o dejar la actual para fines electorales y constituir otra organización con mayor amplitud. Capriles y otros han denunciado que hay infiltrados ¿qué espera para denunciarlos? Es vital que la MUD o como se llame tenga el respaldo de todos. Para ello debe depurarse, ampliarse y aumentar la velocidad de respuesta.

La Asamblea Nacional quiere declarar vacante el cargo de presidente de la república. Nadie puede pretender que si lo aprueban Maduro abandone Miraflores, pero es lo políticamente procedente. Debe profundizar la confrontación, seguir denunciando la corrupción y grave situación económica, así como exigir la pronta realización de elecciones regionales. Paralelamente volver a calentar la calle y tender puentes con los rojos que desean que Maduro abandone el poder.

Algunos critican que nuestra dirigencia creó falsas expectativas anunciando que Maduro saldría en seis meses y que el régimen estaba en las últimas. ¿Acaso no es cierto que debemos ser optimistas? ¿Acaso un preso político no vive de la esperanza de que saldrá libre al día siguiente? ¿Acaso los judíos no mantuvieron su esperanza durante milenios reiterando ¨el próximo año en Jerusalén¨ y al fin lo lograron? Seguimos siendo optimistas. Contra viento y marea predicamos que Maduro debe salir este año y constituirse un gobierno de transición.

Como (había) en botica: Los 98 millones de dólares de sobornos pagados por Odebrecht y los varios millones de dólares pagados por Rincón y Shiera a funcionarios de Pdvsa pasan desapercibidos para la Contraloría. Felicitaciones al colega ingeniero agrónomo Juan Comerma, quien fue merecedor del Guy Smith Medal Award por sus contribuciones a la taxonomía de suelos ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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Luis Ugalde

La justa rebelión contra gobiernos tiránicos es una doctrina católica milenaria y un derecho humano fundamental. La existencia de gobiernos se justifica éticamente por su condición de medio indispensable para lograr el bien común. Cuando el régimen se convierte en instrumento del mal común del conjunto de los ciudadanos y los agrede con creciente pobreza, corrupción, inseguridad y manejo de lo público como botín privado, ya es dictadura. Hace mucho tiempo que era clara la condición dictatorial del régimen imperante en Venezuela, pero las recientes desvergonzadas decisiones para impedir el revocatorio presidencial y otras, ponen en evidencia un radical atentado contra la democracia social venezolana.

Cristianismo y justa rebelión

Luego de mi reciente artículo de prensa sobre esto me piden que explique más la mencionada doctrina católica tradicional y la importancia que tiene para la conciencia católica y para toda conciencia ciudadana democrática. Me tomo una página más de la revista SIC para explicar su origen secular con raíces en el Evangelio de Jesús. Nuestro principal prócer civil de la Independencia Juan Germán Roscio en el Acta de la Declaración de Independencia (1811) y luego en el Patriotismo de Nirgua y abuso de los reyes (1811) y en su sólido libro “El triunfo de la libertad sobre despotismo”, escrito en prisión española en 1814, argumentó vigorosamente, con la biblia, la razón y la tradición, que Dios quiere la libertad de los pueblos y no su opresión. Más bien se sorprende que en sus estudios caraqueños de derecho y teología solo tuviera acceso obligatorio a la teoría del derecho divino de los reyes, radicalmente opuesta a la llamada “doctrina jesuítica”. Tan constante ha sido la obstinación de los teólogos del poder arbitrario en querer amalgamar dos cosas inconciliables, el cristianismo y el despotismo, que irritados ciertos filósofos del siglo pasado (s. XVIII) atribuyeron a la religión unos vicios que ella condenaba: vicios propios El siguiente artículo revisa la doctrina católica tradicional y la importancia que tiene para la conciencia católica y para toda conciencia ciudadana democrática. Además, insiste en que el diálogo es necesario para cambiar y reconstruir el país; sin este no habrá democracia social de los obstinados defensores de la monarquía absoluta, e indignamente imputados a nuestras relaciones con el Ser supremo.

Roscio era un niño de 4 años cuando (1767) fueron expulsados los jesuitas de España y sus dominios. Se prohibió la enseñanza de la doctrina de la “justa rebelión” y se impuso la doctrina del “derecho divino de los reyes”. Ni en la teología, ni en el derecho, ni en el catecismo que estudió Roscio estaba presente la tradicional doctrina católica del derecho de los pueblos a darse gobernantes y a destituirlos si se convertían en tiranos.

Medio siglo después Roscio preso en España escribirá: He aquí la verdadera causa porque (los jesuitas) fueron arrojados de los reinos y provincias de España: todo lo demás fue un pretexto de que se valieron los tiranos para simular el despotismo y contener la censura y la venganza que merecía el decreto bárbaro de su expulsión. En las décadas de la agonía colonial todo profesor era obligado a inculcar la teoría del “derecho divino de los reyes”, pues las monarquías absolutas necesitaban una teología, un derecho y un catecismo para la absoluta sumisión de los súbditos: ir contra el rey era ir contra Dios.

El “derecho divino de los reyes” venía imponiéndose desde el siglo XVII y defendía que los reyes están puestos por Dios sobre los pueblos y estos no tienen ningún derecho de juzgarlos y menos de quitarlos. Si resultan buenos son una bendición de Dios, y si malos, un castigo de Dios.

Se contraponía a la católica doctrina secular –entonces prohibida por los reyes– según la cual la autoridad política es una necesidad natural de toda sociedad civilizada y en ese sentido viene de Dios. Pero son los pueblos los que se dan sus propios gobiernos para el bien común y los juzgan y quitan cuando se vuelven tiranos. Se llamó “jesuítica” porque los jesuitas como Suárez, Mariana y otros la relanzaron en tiempo de monarquías absolutas, pero era muy anterior a la fundación de la Compañía de Jesús (siglo XVI).

San Agustín (siglos IV-V) sentencia que “lex iniusta non est lex” (la ley injusta no es ley). Según Santo Tomás (siglo XIII) “las leyes injustas son más violencia que leyes” y el tirano agrede al bien común y busca su interés privado, con lo que los súbditos quedan libres del acatamiento y obediencia a la legítima autoridad, pues se ha deslegitimado.

Los pueblos tienen derecho a darse sus gobernantes y obligación de pedirles cuentas de buen gobierno y cambiarlos cuando se vuelven tiranos; mientras que según la teoría de “el derecho divino de los reyes” se debe sumisión absoluta al rey, sin derecho a juzgarlo.

El sábado para el hombre y no el hombre para el sábado

Jesús en el Evangelio nos da aquella maravillosa y trascendental sentencia al ser acusado por curar (trabajar) en sábado: “No es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre” (Marcos 2,27). Sentencia que no vale solo para la ley religiosa, sino para toda ley e institución humana. No es el hombre para la economía, sino la economía para la vida digna y próspera de todos; pero la economía que se convierte en dios, reduce a esclavos a hombres y mujeres. En cuanto al poder político Jesús fue contundente: los poderosos mundanos esclavizan a los súbditos, con lo que se convierten en delincuentes. “No ha de ser así entre ustedes”, dice a sus discípulos, sino que su poder ha de ser para servir y dar vida a ejemplo del mismo Maestro (Marcos 10,42-47). Justamente esta es la gran novedad y radicalidad de Jesús: Dios no es un ídolo que exige sacrificios humanos, sino amor que se concreta en el amor al hombre, a la persona humana.

Su radicalidad se revela precisamente en el amor a aquellos que según el mundo parecen tener menos atributos. Y el modo de amar a Dios es amando al hermano, de manera que “quien dice amar a Dios y no ama al prójimo es un mentiroso” (1 Juan 4, 20). Con la modernidad se desató el prodigioso desarrollo racional de los medios, pero en la práctica no se ha fortalecido el amor y el valor absoluto de la persona a cuya dignidad se deben ordenar y subordinar. Con peligro de que los medios se conviertan en fines en sí y la persona se reduzca a medio e instrumento.

Frente a regímenes tiránicos

Las modernas constituciones laicas y los gobiernos democráticos incluyen esta enseñanza. Así lo hizo la Declaración de Independencia de USA (1776): Cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios (vida, libertad, búsqueda de felicitad…) el pueblo tiene el derecho de reformarlo o abolirlo e instituir un nuevo gobierno que ofrezca mayores posibilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. En el Acta de la Independencia de Venezuela y en el Manifiesto que hace al mundo la Confederación de Venezuela (1811) Roscio basa en ese principio el legítimo derecho a darse un buen gobierno independiente de España: En uso de los imprecriptibles derechos que tienen los pueblos, para destruir todo pacto, convenio o asociación que no llena los fines para que fueron instituidos los gobiernos, creemos que no podemos ni debemos conservar los lazos que nos ligaban al gobierno de España y que como todos los pueblos del mundo estamos libres y autorizados para no depender de otra autoridad que de la nuestra (…). Los pueblos tienen derecho a juzgar y a cambiar gobiernos cuando el régimen es opresor y bloquea sistemáticamente el camino del bien común.

Por otra parte estos principios están explícitamente asumidos en nuestra Constitución actual. Los artículos 2 y 3 de la Constitución definen la naturaleza y fines de nuestra democracia y los deberes de su Estado y gobernantes. Los viola el Ejecutivo apoyado en el uso servil del Poder Judicial, Electoral y de la Fuerza Armada: Ya no estamos en “un Estado democrático y social de Derecho y Justicia”, ni hay “preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político” y el Gobierno no está ordenado a defender “la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad y la democracia”, sino a imponerse y mantenerse en el poder (Constitución, artículo 2).

En consecuencia, este régimen atenta contra los fines esenciales del Estado democrático venezolano como son “la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad y el ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo” (Constitución, artículo 3).

Esto desata y activa en todos los demócratas un deber, una obligación: salir del régimen dictatorial. Es un derecho y un deber humano fundamental, aunque no esté escrito en ninguna parte.

Pero en Venezuela además está recogido en el artículo 350 de la Constitución: “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos”. En esa situación todo ciudadano o ciudadana “tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia” (artículo 333, nuestro).

Por si alguien tenía dudas, el Gobierno se ha encargado de demostrarnos su condición dictatorial y recordarnos nuestra obligación de desconocer sus decisiones antidemocráticas y cambiar el régimen. Estamos en tiempos que exigen inteligencia política, flexibilidad y valor para salir de la dictadura.

Todos los demócratas, y muy especialmente sus representantes de la Asamblea Nacional y los líderes políticos, deben caminar decididos y unidos al rescate de la democracia. Tiene especial responsabilidad la Fuerza Armada en el restablecimiento de la democracia. El régimen venezolano es un escándalo mundial y un reto a la responsabilidad de todas las instancias democráticas.

Que nadie espere que la Iglesia actúe con neutralidad equidistante entre dictadura y democracia.

Al mismo tiempo hay que poner las bases para la difícil reconstrucción económica, social, política y moral del país, con un gobierno de salvación nacional que solo es posible con un diálogo eficaz y abierto que incluya todas las posiciones políticas democráticas. Sin diálogo para cambiar y reconstruir no habrá democracia social. Bloquearlo sería un suicidio para los demócratas, como lo sería ser ingenuos ante el cinismo dictatorial.

Que Dios bendiga a Venezuela y a los venezolanos en esta hora de definiciones y de renacer de una democracia social que supere la pobreza y la exclusión.

Director del Centro de Reflexión y de Planificación Educativa de los Jesuitas (Cerpe).

Publicado originalmente en la Revista SIC

29 de septiembre de 2016 | Actualizado el 09 de diciembre de 2016

http://www.el-nacional.com/noticias/historico/donde-esta-dios_11179

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Jesús Elorza G.

El día miércoles 28, fue muy agitado para toda la población. Informaciones provenientes de los medios de comunicación, mantuvieron en vilo a todos los ciudadanos del país.

-En Miraflores, Nicolás corría de un lado a otro muy emocionado, gritaba como un loco “Cilia, Cilia, el New York Times informa que !!!Soltaron a los sobrinos!!!. Acto seguido, le ordenó a su escolta que pusiera Auditorio Azul de Marvin Santiago y comenzó a tirar pasos de salsa.

-L´Observatore Romano, órgano informativo del Vaticano, anunciaba que Iris Valera sería canonizada como “La Madre Fosforito” patrona de todos los pranes.

-Macri, el Presidente de Argentina, declaraba en CNN que a partir del día de hoy, la canciller venezolana Delcy Rodríguez, pasaría a ser la nueva presidenta del Mercosur.

-Amnistía Internacional, en rueda de prensa comunica que Néstor Reverol, actual Ministro de Justicia fue designado como Presidente de la Comisión Internacional de Derechos Humanos CIDH.

-La Real Academia de España, en declaración dada al periódico “El País” da a conocer que el Diputado Pedro Carreño, por sus dotes oratorias y escatológico discurso, ha sido designado Miembro Académico de Número y pasará a ocupar una silla en la organización.

- El diario Ultimas Noticias, a página completa en su portada, con foto de Nicolás, señala “MADURO RENUNCIÓ”.

-Tibisay Lucena, se dirige al país en cadena nacional, para dar a conocer el Cronograma Electoral para el 2017:

……23 de enero: Revocatorio Presidencial.

……4 de febrero: Elecciones Presidenciales, Diputados a la Asamblea Nacional y a los Consejos Legislativos, elecciones de gobernadores, alcaldes y concejales

- Extra de Globovisión: Rueda de Prensa de la MUD, para informar al país que Timoteo Zambrano representante del partido Un Nuevo Tiempo, ha sido designado por unanimidad como el nuevo Secretario Ejecutivo de la Mesa de la Unidad.

- EL Diputado Héctor Rodríguez en VTV, anuncia que el Psuv decidió postular al colega Wilmer Barrientos a la Presidencia de la Asamblea Nacional.

- Nelson Merentes, nuevo presidente de Dólar Today, en entrevista concedida a los diarios financieros del mundo asegura la llegada de los nuevos billetes y la eliminación del control de cambios en el país.

- Un boletín especial de L´Observatore Romano, informa que en ceremonia especial El Papa Francisco bendijo a las OLP venezolanas, por constante y esmerado esfuerzo de aporte de espíritus al reino de los cielos.

- En TV-FANB, el Ministro de la Defensa anuncia con bombos y platillos, el regreso a los cuarteles de todos los militares que se encuentran ocupando cargos en ministerios, gobernaciones, alcaldías, empresas o cualquier organismo público.

- El Mundo Economía y Negocios, informa del acuerdo entre el alto gobierno y Lorenzo Mendoza para declarar “POLAR BEBIDA OFICIAL DEL RÉGIMEN BOLIVARIANO”.

- En Ciudad CCS, Jorge Rodríguez anuncia que apoya el revocatorio convocado para el 23 de enero 2017 y que no aspira a ningún cargo. Señaló que aceptará la oferta de SMARTMATIC para ser su presidente y seguir garantizando la transparencia de los procesos electorales.

- ESPN, informa que Pastor Maldonado es el nuevo piloto de la Mercedes Benz en la Formula 1.

- El Ministro del Deporte anuncia que Alex Cabrera ha sido designado Presidente de la Comisión Nacional Antidoping.

- Diosdado, en su programa “Con el mazo dando” informa al mundo entero que !!!CHÁVEZ VIVE!!!

Al final, todos los medios de comunicación publicaron una nota contentiva de una sola frase “CAYERON POR INOCENTES”.

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Moises Naim y Francisco Toro

Hasta hace poco, el régimen que fundó Hugo Chávez era objeto de fascinación para los progresistas del mundo entero. Viajar a Venezuela a ver los logros de la revolución bolivariana se hizo parte de la agenda de una buena cantidad de activistas altermundialistas. La Venezuela de Chávez era celebrada.

Eso se acabó. La calamidad no se celebra. Y culpar de la catástrofe venezolana a Estados Unidos, a la oposición o a la caída de los precios del petróleo solo convence a un menguante grupo de ingenuos —o fanáticos—. El régimen chavista ha perdido su máscara: su militarismo, autoritarismo, corrupción y desprecio por los pobres están a la vista.

¿Por qué tardó tanto el mundo en enterarse? Porque Chávez acuñó un nuevo modo de actuar en política en el siglo XXI conjugando un simulacro de democracia con poder ilimitado y un boom petrolero.

El primer ingrediente fue la manipulación del sistema electoral. Chávez rápidamente entendió la importancia de no aparecer ante el mundo como un militar más que gobierna autocráticamente. Mientras hubiese elecciones, él era un demócrata. A muy pocos fuera de Venezuela parecían interesarles los aburridos detalles acerca de listas de electores sigilosamente falseadas, el ventajismo descarado, el uso masivo del dinero del Estado para comprar votos o discriminar a la oposición o el hecho de que los árbitros electorales fuesen activistas del partido del Gobierno.

Fue así como Chávez se volvió un maestro en el paradójico arte de destruir la democracia a punta de elecciones. Sigilosamente.

Los venezolanos han votado 19 veces desde 1999, y el chavismo ha ganado 17 veces. Y después de cada elección, la Constitución era violada un poco más, los tribunales y organismos de control más cooptados, los contrapesos institucionales más debilitados y las libertades más coartadas. El mundo no dijo nada.

El torrente de petrodólares que entró al país durante la larga bonanza petrolera de 2003-2014 se vio amplificado por un masivo endeudamiento que hoy llega a 185.000 millones de impagables dólares. El dinero se usó con dos propósitos: subsidiar el consumo de las clases populares y la corrupción de la oligarquía chavista. Mientras tanto, la economía real se desbarrancaba. Con la desaceleración económica y el colapso de los servicios públicos (seguridad, salud, educación, etc.) fue menguando la popularidad del Gobierno, lo cual lo forzó a cambiar de táctica: ahora toleraría derrotas electorales, pero no la pérdida de poder. Así, poco después de perder el control de una institución pública por la vía electoral, Chávez procedía arbitraria e ilegalmente a quitarle recursos y poderes.

Cuando Caracas eligió a un alcalde de oposición, Chávez primero le retiró sus principales competencias y luego Maduro terminó encarcelándolo. Cuando los votantes le dieron el control de la Asamblea Nacional a la oposición, el Tribunal Supremo, abarrotado de chavistas, bloqueó cada uno de sus actos. Ahora el Gobierno habla con desparpajo de eliminar por completo la Asamblea.

El compromiso de Hugo Chávez con la democracia duró exactamente lo que duró su mayoría electoral.

Algo parecido ocurrió con los medios de comunicación. Chávez entendió que cerrar medios independientes dañaría su reputación internacional. Pero para la Revolución Bolivariana la libertad de expresión es una amenaza inaceptable. La solución fue comprar los medios de comunicación independientes a través de empresarios privados. Los nuevos propietarios inmediatamente los transformaron en vehículos para la propaganda oficial. Decenas de periodistas fueron silenciados y la libertad de prensa en Venezuela se convirtió en una farsa: la disidencia desapareció de los medios que llegan a la mayoría de la población. La retórica chavista de solidaridad con los más desfavorecidos también resultó ser fraudulenta. Los discursos de amor a los pobres encubrían el saqueo del país por parte de Cuba y la inconmensurable corrupción de militares y de la burguesía bolivariana o boliburguesía. Un revelador ejemplo de esta corrupción son los 100.000 millones de dólares en ingresos petroleros que desaparecieron del Fondo de Desarrollo Nacional, donde estaban depositados. El Gobierno jamás rindió cuentas.

Las acciones del régimen revelan un cruel desprecio por los pobres. Al tiempo que las protestas de gente desesperada por el hambre son reprimidas con inusitada violencia, líderes chavistas aparecen ebrios en los vídeos de redes sociales encallando sus lujosos yates. Mientras niños recién nacidos mueren por la carencia de medicinas, el Tribunal Supremo leal al Gobierno censura a la Asamblea por haber solicitado asistencia humanitaria internacional. Las autoridades no tienen respuestas para la crisis y su indiferencia al sufrimiento del pueblo es indignante.

Es válido suponer que saquear el país con las mayores reservas de petróleo del mundo debería ser suficiente incluso para la más voraz élite cleptocrática; pero no. El régimen también está profundamente implicado en el narcotráfico. Las agencias antidrogas tienen a decenas de altos cargos del Gobierno venezolano en sus listas de capos de redes de traficantes.

A finales del año pasado, dos sobrinos de la primera dama fueron grabados en Haití ofreciendo cientos de kilos de cocaína a compradores que resultaron ser agentes de la DEA. Los sobrinos están tras las rejas en Nueva York, esperando su juicio. Su tía, la esposa del presidente, ha acusado a Estados Unidos de haberlos secuestrado. Uno pensaría que el mundo ya debería haber perdido la paciencia con estas aberraciones. Y eso ha comenzado a suceder, pero muy tímidamente. La comunidad internacional reitera solemnemente su preocupación por Venezuela, pero estas declaraciones no han tenido consecuencias.

Lo mínimo que podemos hacer para honrar la memoria de los miles de venezolanos asesinados y los millones hambreados es hablar claro: la fachada democrática del chavismo se ha derrumbado; la cruel y ladrona dictadura que solía esconderse tras ella está al descubierto. La izquierda del mundo que se dice progresista no puede seguir callada ante la tragedia de Venezuela. La ideología no puede seguir justificando el silencio cómplice.

Moisés Naím es distinguished fellow de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional. Francisco Toro es editor de Caracas Chronicles.com

Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/07/09/actualidad/1468...

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Francisco Russo Betancourt

Estos son días para hablar sobre la navidad, que es un sentimiento para los encuentros familiares y de amigos, de regalos y de relajamiento social, pero el señor Maduro se ha empeñado en complicarle la vida al venezolano de a pie y hacer muy triste estos días, que debieran ser de regocijo y complacencia.

Con presos políticos, sin dinero, escasez de todo y una galopante inflación que se come el salario del trabajador, nos resulta difícil hablar de navidad. Nunca un Gobierno fue tan pésimo en la historia republicana del país como el que padecemos ahora. Podríamos compararlo con el gobierno del Cabito en lo despiadado para tratar al adversario político y en las bufonadas para referirse a los Estados Unidos de Norteamérica.

Provocadores, pendencieros y desafiantes, pero suerte de leones de alfombras. Antes, el paludismo y la fiebre amarilla diezmaron a la población, hoy con Maduro todas las enfermedades tropicales, a pesar de haber sido erradicadas, han reaparecido por ausencia de políticas sanitarias y por la brutal escasez de medicinas.

El señor Maduro (me resisto a llamarlo presidente porque su lenguaje y su conducta política son nocivos al ejercicio de la primera magistratura de la Nación), tiene una gran responsabilidad en el deterioro de la calidad de vida, la seguridad de los venezolanos y en el ejercicio abusivo del poder; a él corresponde la garantía de los derechos y libertades de sus conciudadanos, por ello no se comprende la abulia de la Asamblea Nacional para declarar el abandono del cargo y así mismo, concluir las investigaciones sobre la doble nacionalidad del señor Maduro, impedimento que se traduce en actos jurídicos y políticos de efectos establecidos por la ley, articulado al principio de legalidad, vale decir, la necesaria vinculación entre la actividad de la Administración y el ordenamiento jurídico de la Nación. Es lo que dispone la ley de leyes.

La lucha de este pueblo ha estado nuevamente, desde hace más de una década, dirigida a conquistar la libertad a que tienen derecho todos los ciudadanos que integran la sociedad venezolana, y esa libertad se comienza a conquistar, en términos democráticos y constitucionales, con un cuerpo electoral escogido con arreglo a nuestra Carta Fundamental que garantice la igualdad, la confiabilidad, imparcialidad, transparencia y eficiencia de los procesos electorales, sin embargo, nuevamente incurre la representación popular opositora en el desatino de no designar a tiempo a los dos nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral. La conseja popular nos dice que pareciera no ser cierto aquello de que en la MUD priva la unidad en las diferencias y que son más las diferencias y el interés que la unidad.

Consabido es que el Gobierno aún controla los demás poderes públicos, sin menoscabo de una cúpula militar comprometida con los beneficios derivados del gobierno, por ello había que extremar los esfuerzos para la sustitución de las dos rectoras militantes del PSUV, cuyos cargos vencieron el pasado 3 de diciembre y designar a personas de probada independencia política partidista.

Un viejo aforismo legal nos enseña que la buena fe se presume y la mala hay que probarla, por ello no me arriesgo a calificar la conducta de los parlamentarios inasistentes a la sesión que designaría a los nuevos rectores electorales, pero no hay duda, que frente a un Gobierno bellaco, aquella designación debía producirse al día siguiente. Esta indecisión y la pereza para anular la ilegal elección de los magistrados del TSJ, son dos tareas en las cuales la MUD ha salido reprobada y ha dejado a la mayoritaria opinión opositora en el limbo de sus aspiraciones.

El silencio de la MUD ante la crisis monetaria que han sufrido los venezolanos en estos días es tambien insólito. Es navidad, pero la realidad es otra. El reclamo que se hace desde la sociedad civil no es pretensión inamistosa, es más bien la aspiración de ver una MUD que hable el mismo lenguaje del pueblo y haga un mismo esfuerzo en la acción y en la diligencia.

De modo que en la angustia que vivimos, la gente se pregunta cómo es que teniendo el 96% de los venezolanos dificultad para comprar comida y medicinas todos los días, que la inseguridad está a la vuelta de cada esquina, que la pobreza crítica ha crecido, que la corrupción desmedida e impune rompió los diques morales, que los ciudadanos se mueren por falta de medicinas y que cada día hay más venezolanos buscan comida en los pipotes de basura; que más del 65% pide que Maduro se vaya y sólo poco menos del 20% respalde su gestión, ese señor se mantenga aún en el gobierno.

Hay que decirlo, somos demócratas, creemos que la MUD, es una plataforma de partidos políticos con válidos intereses electorales,- para luego de la salida del Gobierno-, pero no ha sido afortunada en la empresa de unificar las aspiraciones mayoritarias de la oposición, cuando sentíamos la debilidad del Gobierno. Hoy sentimos una chamusquina en el alma y un sentimiento exhausto para construir la unidad que queremos los venezolanos.

Es tiempo de navidad, pero la tristeza del país se refleja en la ausencia de gaitas y aguinaldos, de luces y arbolitos en las casas de nuestros pueblos y ciudades, tambien de incertidumbre ante el caos y la anarquía que se avecina

frusbet@gmail.com

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John Carlin

Parece que 2016 nos sepultó con malas noticias pero la realidad es que vivimos el mejor momento de la historia

“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos.” Charles Dickens.

Compartimos la idea nosotros, la élite cosmopolita que lee diarios como EL PAÍS o que escribe en ellos, de que 2016 ha sido un annus horribilis. Mientras la guerra y el terror asolan Oriente Próximo, generando olas de refugiados, el populismo arrasa en dos de las más ancianas y venerables democracias, Estados Unidos y Reino Unido, y amenaza a buena parte del antiguo continente europeo. La idiotez vence a la inteligencia, los payasos a los sensatos, el cinismo a la decencia, las mentiras a los hechos. Nadie encarna mejor la era política en la que vivimos en Occidente que el ignorante, inestable, irresponsable Donald Trump.

Con semejante energúmeno al mando del arsenal militar más potente de la tierra puede pasar cualquier cosa en 2017. Pero no todo es oscuridad. Miremos, como nos encomendaban los Monty Python, el lado brillante de la vida. Si nos distanciamos de las circunstancias que seguimos en la noticias, aquellas que reconfirman nuestra fe en la congénita imbecilidad de la especie, si ampliamos la mirada a las tendencias que marcan el progreso material de la humanidad, detectaremos razones para pensar que lejos de vivir en el peor de los tiempos, vivimos en el mejor.

La desigualdad es uno de nuestros grandes temas de conversación y aunque es verdad que crece dentro de los países, también es verdad que la desigualdad entre los países disminuye. Los que tenemos la fortuna de haber nacido en los países ricos podemos sentirnos un poco menos culpables que antes. Las cifras de las Naciones Unidas demuestran que desde 1990 la enorme mayoría de los países en desarrollo han avanzado respecto a los desarrollados en cuanto a ingresos, longevidad y acceso a la educación.

El año 2016 no ha sido ninguna excepción: por primera vez, seguramente en la historia humana, el número de habitantes de la tierra que vive en la extrema pobreza ha caído por debajo del 10 por ciento. El hambre en el mundo ha descendido también a su nivel más bajo en un cuarto de siglo.

Las buenas noticias no se limitan a los países pobres. Hay una crisis general de expectativas en los ricos pero la demagogia catastrofista de, por ejemplo, Donald Trump ignora el hecho de que en Estados Unidos el desempleo descendió de 7,8 por ciento cuanto Obama llegó a la Casa Blanca a 4,6 por ciento hoy. En Reino Unido, donde la percepción de que los inmigrantes europeos se estaban llevando todos los nuevos empleos contribuyó al voto por el Brexit, el porcentaje de gente con trabajo no ha sido tan alto en más de una década.

España es un país en el que llama la atención la discrepancia entre la propensidad de sus habitantes a quejarse y una calidad de vida que es la envidia del mundo. El desempleo sigue siendo alto pero va a la baja y el crecimiento de la economía ha sido el doble del de la media de la Unión Europea en 2016. Un artículo en el Financial Times a finales de noviembre se titulaba: “Brilla la historia de la recuperación española”.

Volviendo al destino del resto del planeta, queda por ver qué harán los bárbaros de la futura administración Trump pero el hecho hoy es que por tercer año consecutivo se ha frenado la emisión mundial del dióxido de carbono producido por la quema de combustibles fósiles, la principal causa del cambio climático.

Los habitantes de la tierra, mientras, gozamos de mejor salud que nunca. La expectativa de vida sigue creciendo en todo el mundo y las enfermedades más letales cobran menos víctimas. Según la Organización Mundial de la Salud, el número de muertes ocasionadas por la malaria ha bajado en más de 50 por ciento desde el año 2000 y las víctimas mortales del VIH-SIDA se han reducido en similares proporciones. En enero de este año la OMS anunció que la epidemia del ébola en África occidental había sido erradicada. La mortalidad infantil mundial es la mitad de lo que fue en 1990.

En cuanto a las guerras, no son lo que eran. La de Siria es un espanto pero si apartamos la vista un momento de las imágenes de televisión que nos acosan cada día desde Alepo y abrimos los ojos al panorama global vemos que vivimos en una era de paz sin precedentes. Desde 1946 el número de víctimas de la guerra ha disminuido en proporciones gigantescas; los índices de homicidio en el mundo también bajan. La tendencia general, ejemplificadas por el proceso de paz de Colombia, dejan claro que el mundo es menos salvaje de lo que fue.

Lo cual quizá ayude a explicar el miedo que nos genera en la por lo demás pacífica Europa—más pacífica que en cualquier momento de su historia--el relativamente inocuo fenómeno del terrorismo del ISIS. Para los familiares de las víctimas de Berlín la semana pasada, y anteriormente de Bruselas, Niza y París la tragedia es total, por supuesto, y no hay consuelo posible. Pero tampoco lo hay para aquellos cuyos seres queridos mueren en accidentes de tráfico, como nos recordó la semana pasada Robert Neild, profesor de economía de la universidad de Cambridge. Neild señaló que según las estadísticas de la Unión Europea murieron 151 personas en atentados terroristas en 2015, un mal año, pero en los mismos 12 meses murieron 26.100 en las carreteras. Lo cual demuestra la irracionalidad de que nos asuste más irnos de vacaciones a París que conducir al trabajo cada mañana. El profesor de Cambridge hizo el cálculo: para un europeo la probabilidad de morir en un coche es 172 veces mayor que la de morir en un acto de terrorismo.

Todo puede cambiar en 2017. Quizá tengan razón los que temen que estemos, como en los años 30, en el umbral de una catástrofe. Pero no está mal recordar hoy, con el 2016 llegando a su fin, que la humanidad aún tiene más motivos para darse un pequeño aplauso que para hundirse en la desesperación.

El País. 26 de diciembre de 2016

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Claudio Nazoa

No hay que ser adivino para hacer predicciones en Venezuela. Aquí, todo el mundo sabe y no sabe lo que va a pasar.

Nos acostamos con una cosa y nos levantamos sin ella, bien sea porque nos la chorearon en la noche o porque el gobierno declara ilegal, lo que antes había decretado legal.

En Venezuela, esto ocurre hasta con los presidentes. ¿Recuerdan cuando le dieron el golpe a Chávez? Esa noche, exhaustos por tanta angustia, nos acostamos tarde. Lo último que supimos antes de dormir, era que Chávez estaba preso.

No sé si a todo el mundo le pasó, pero a la mañana siguiente me levanté, encendí el televisor, ¿y adivinen? ¡Chávez era presidente otra vez! Toda una pesadilla kafkiana en un teatro de lo absurdo.

Estamos en la Navidad del año 2016. El presidente declara ilegal los billetes de cien, los de más alta denominación. Nos da tres días para depositarlos en los bancos. Transcurrido ese lapso, no tendrán valor. Irónicamente, el día anterior hicimos cola para sacarlos. Ahora, reanudamos las colas, pero para devolverlos.

Venezuela, desesperada, madruga. Nuevamente hacemos colas de varias cuadras para depositar. El dinero no se puede cambiar porque los bancos no tienen otra denominación. Sólo entregan un certificado de depósito. Tampoco se puede retirar efectivo del cajero, ya que sólo da billetes de 100 bolívares, la denominación de la que debemos deshacernos.

Molestos, pero satisfechos por haber logrado depositar, descansamos. En la noche encendemos el televisor. El presidente, ante la cara atónita de sus ministros, legaliza nuevamente pero por dos semanas los vapuleados billetes. Nadie los quiere ni los tiene, ya que, transcurrido ese tiempo, hay que volver a depositarlos. El banco tampoco otorga billetes de menor denominación ¡No hay! Ni millonarios ni pobres tienen efectivo. ¡Qué Navidad tan de pinga! ¡Y ni les cuento el año nuevo que vamos a tener!

Por eso, yo no cambio a Venezuela. ¿Ustedes creen que en Suiza, Japón o en Estados Unidos se divierten como nosotros? Noooo… Allí la moneda es estable y aunque usted sea limosnero, siempre tendrá dinero.

Nos convirtieron en un país de indigentes y de mendigos, sin la posibilidad siquiera de pedir limosna porque aunque hay gente bondadosa, ninguna tiene efectivo.

Por cierto, ¿qué será de la vida del Papa quien nos metió en este berenjenal y se quedó calladito?

Se supone que el Papa es el representante de Dios en la tierra. Al parecer, Dios está en todas partes, menos en Venezuela.

Fuente: http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/que-sera-vida-del-papa_72578

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